domingo, 2 de junio de 2019

CHERNÓBYL, LA TRAGEDIA RADIOACTIVA NO OLVIDADA



Jorge Pérez Uribe

La reciente miniserie de televisión de drama histórico "Chernobyl", en una coproducción entre los canales HBO de Estados Unidos y Sky de Reino Unido, nos ha venido a recordar el desastre de la planta nuclear que ocurrió en Ucrania en abril de 1986. 

El origen del accidente 


El día sábado 26 de abril del año 1986 se llevó a cabo una prueba con la intención de aumentar la seguridad del reactor nuclear nº4 instalado en la central nuclear de Chernóbil. La intención de la prueba realizada por los técnicos era averiguar cuánto tiempo la turbina de vapor podría generar energía eléctrica después de la pérdida de suministro de energía eléctrica. 

Las condiciones bajo las que se realizaría la prueba habían sido acordadas previamente. Un equipo especial de ingenieros eléctricos se encontraba presente para probar el nuevo sistema de regulación de voltaje. En la madrugada comenzó la reducción programada de potencia, llegando al 50 % de su capacidad. Un problema se desató: una planta de energía regional quedó fuera de línea, y el controlador de la red eléctrica en Kiev ordenó detener la reducción de la producción eléctrica de Chernóbil, ya que debía satisfacer la demanda pico de la tarde. El director de Chernóbil siguió las órdenes y aplazó la prueba. Sin embargo, se llevaron a cabo algunas pruebas que no afectaron a la potencia del reactor; se desactivó el sistema de emergencia de enfriamiento del núcleo, destinado a proporcionar agua a la central en caso de una pérdida de refrigerante. 

Solo se necesitaron tres segundos para que el nivel de potencia se elevara por encima de los 530 MW. De acuerdo con algunas estimaciones, la potencia del reactor aumentó a alrededor de 30,000 MW, diez veces la producción normal. Se produjo una explosión producida por la formación de una nube de hidrógeno dentro del núcleo, que hizo volar la tapa de 2,000 t del reactor, avivando un incendio en la planta y una gigantesca emisión de productos de fisión a la atmósfera. 

Fue expulsado alrededor del 25 % del grafito al rojo vivo y demás material recalentado de los canales de combustible. En suma, la alta temperatura del núcleo creó un flujo de aire a través del mismo, y el aire caliente encendió el grafito. Minutos después, se atendió el desastre. Las llamas afectaban a varios pisos del reactor 4 y se acercaban peligrosamente al edificio donde se encontraba el reactor 3. Las autoridades lograron detener la amenaza de explosión. 

Los espectadores presenciaron una verdadera catástrofe: el combustible y otros metales se habían convertido en una masa líquida incandescente. La temperatura llegaba a los 2,500 °C, e impulsaba el humo radiactivo se desprendía de una chimenea a una altura considerable. Por otro lado, se registró un nivel astronómico de 2,080 roentgens; un ser humano tardaría quince minutos en morir luego de respirar dicho contenido. 


Evacuación y difusión de la radiación 



Los habitantes de la ciudad de Prípiat fueron evacuados. Esta primera evacuación comenzó de forma masiva 36 horas después del accidente y tardó tres horas y media. La evacuación de Chernóbil se llevó a cabo hasta el 2 de mayo. Para entonces ya había aproximadamente 1,000 afectados por lesiones agudas producidas por la radiación. Varios helicópteros del Ejército Rojo lanzaron una mezcla de materiales (arena, arcilla, plomo, dolomita y boro) sobre el núcleo para evitar cualquier emisión. ​ Al finalizar las misiones el 13 de mayo, se habían realizado 1,800 vuelos y arrojado al núcleo unas 5,000 toneladas de materiales. Más tarde se comprobaría que su efecto fue contrario porque contribuyó a la liberación de radio nucleídos. La radiación se extendió a la mayor parte de Europa, estas zonas tuvieron un alto índice de radiactividad durante varios días. Por seguridad los países europeos instauraron medidas para limitar el efecto sobre la salud humana de la contaminación de los campos y los bosques. 



“Voces de Chernóbil” 



Tuve un enorme acercamiento al asunto, al leer Voces de Chernóbil en el año 2015, un libro de estilo documental publicado en 1997 por la periodista bielorrusa Svetlana Aleksiévich, autora galardonada con el Premio Nobel de Literatura en 2015. 

En 2005, Aleksiévich recibió en Estados Unidos el premio del Círculo de Críticos Nacional (National Book Critics Circle Award) al mejor libro generalista de no ficción por la edición en inglés del libro. 

El libro presenta información recopilada durante diez años tras haber entrevistado a más de quinientas personas que fueron testigos del desastre de Chernóbil, Ucrania, entre los que se encontraban bomberos, liquidadores, políticos, físicos, psicólogos, residentes en la zona afectada, y también familiares de los anteriores fallecidos. En él se exploran las vidas diarias de los ciudadanos afectados de manera directa e indirecta, tanto física como psicológicamente, a raíz de la explosión de la central nuclear. 

"Liquidador" es el nombre que se dio a cada una de las aproximadamente 600,000 personas que se ocuparon de minimizar las consecuencias del desastre nuclear del 26 de abril de 1986 en Chernóbil.


Los liquidadores de Chernóbil



Los equipos de liquidadores estaban compuestos, sobre todo, por bomberos, obreros, científicos y especialistas de la industria nuclear; y tropas terrestres y aéreas preparadas para la guerra atómica; e ingenieros de minas, geólogos y mineros del uranio, debido a su experiencia en la manipulación de sustancias radioactivas. Cabe resaltar que para todo el personal no militar el trabajo era voluntario. 

Muchos de los liquidadores fueron condecorados con el título de “Héroe de la Unión Soviética” por el gobierno y fueron aclamados por la prensa nacional. Los liquidadores en su totalidad son beneficiarios en la actualidad de beneficios sociales elevados, además de ser honrados como veteranos, algo que no fue ni siquiera mencionado por el estado soviético en el momento que se dio la catástrofe. 


Radiación recibida



Si un ser humano recibe radiaciones de 400 roentgens/hora, se considera dosis letal y con toda probabilidad la muerte puede llegar en cualquier momento. La dosis de radiación considerada normal en el ser humano es de 0.02 roentgens/hora. 

Para hacerse una idea de los niveles de radiación a los que se vieron expuestas aquellas personas, basta con tomar como referencia que los helicópteros que sobrevolaron el reactor destruido, a pesar de estar a varias decenas de metros de altura, llegaron a registrar niveles de hasta 1,800 roentgens. Por tanto, no es difícil imaginar que pese a trabajar por turnos en breves espacios de tiempo, los liquidadores que salían al exterior sin apenas protección junto a los restos del reactor se vieron expuestos a dosis muy superiores, de promedio 7,000 a 10,000 roentgens en pocos minutos. 

En algunos casos extremos incluso se llegaron a alcanzar los 30,000 a 40,000 roentgens, equivalente a 50, 000,000 de veces la cantidad que una persona puede soportar en circunstancias normales. Esto supuso la muerte, en pocos minutos, de quienes sufrieron esos niveles de exposición. 


Mortalidad y discapacidad de los liquidadores de Chernóbil





A consecuencia de su exposición a la radiación, muchos de los liquidadores tuvieron efectos secundarios y varios miles murieron. Nunca se ha sabido la cifra exacta, pero de acuerdo con Georgy Lepnin, un médico bielorruso que trabajaba en el reactor número 4, «aproximadamente 100,000 liquidadores han muerto». En abril de 1994, un texto de conmemoración de la embajada de Ucrania en Bélgica cifra en 25,000 los muertos entre los liquidadores desde 1986. Según Viacheslav Grishin del sindicato de Chernóbil, la principal organización de liquidadores, «25,000 de los liquidadores rusos han muerto y hay 70,000 personas con discapacidad, aproximadamente el mismo número en Ucrania, más otros 10,000 muertos en Bielorrusia y 25,000 discapacitados», lo que hace un total de 60,000 muertos y 165,000 discapacitados. 
Lo que no muestra la serie 

La movilización de grandes contingentes de personas que si bien no conocían cabalmente el riesgo que enfrentaban, si temían por sus vidas. Ello fue posible gracias a la “mística soviética” creado por Stalin a partir de la 2ª. Guerra Mundial. Ésta mística era mezcla de un amor a la patria, mezclado con un gran espíritu de sacrificio individual por el bien de la colectividad. Así marcharon a su inmolación grandes contingentes, sin mayor protección que su uniforme militar. 

La planta nuclear de Chernóbil, Ucrania, estaba casi colindante con el país de Bielorrusia o Belarus, país eminentemente agrícola, que tuvo que ser abandonado en gran parte de su extensión por la contaminación que se esparció en él. 

Otro aspecto desagradable para las personas que decidieron marcharse a Moscú y otras regiones fue la del rechazo de sus compatriotas, para los cuales eran peores que “apestados”, ya que eran personas contaminadas por la radiación. Decir que provenían de la ciudad de Prípiat, o alguna población cercana a ella, era causa automática de rechazo. 

El miedo de hombres y mujeres sometidos a la radiación para casarse, embarazarse y concebir “monstruos” o criaturas con cáncer. 


El milagro de la preservación de la vida de las madres embarazadas



Entre los avances de la ciencia médica está el descubrimiento de las células madre generadas por los no nacidos en favor de las enfermedades y padecimientos de sus madres; es decir que si las madres embarazadas nutren y protegen dentro de su vientre al embrión o feto, este a su vez genera células madre que curan y protegen a la madre. Ignoro desde cuando la ciencia médica haya hecho este descubrimiento, pero es innegable que las embarazadas de Chernóbil, habrán contribuido a ello en gran medida; y es que se observó que los fetos o bebés aún no nacidos absorbían la radiación de la madre, y aunque no sobrevivían al exceso de radiación si preservaban la vida de sus madres. 

¡Un bello ejemplo de la mutua preservación de la vida madre-hijo-madre y que nos enseña mucho sobre ello!