sábado, 24 de julio de 2021

DEUDA EXTERNA: ASÍ EMPEZÓ MÉXICO SU DESVENTURA CON LOS PRÉSTAMOS EN EL EXTERIOR



Guadalupe Victoria y Lucas Alamán © Especial

¿Cómo empezó la deuda externa de México? Habría que remontarnos hacia los primeros años del país como una nación independiente, y qué mejor que este año 2021, cuando se cumplen 200 años de la consumación de la Independencia, para recordarlo.

Por: Francisco Muciño | 22-07-2021

Deuda externa. Estas dos palabras tienen gran resonancia en la memoria colectiva de México porque, automáticamente, representan un signo de crisis económica y financiera. Particularmente en la década de los ochenta y noventa, la deuda externa se volvió un dolor de cabeza para el país y sus finanzas públicas a causa de los grandes préstamos que contraían los gobiernos y que, supuestamente, serían pagados con la renta petrolera, pero las caídas de los precios del crudo y las devaluaciones volvieron las deudas exteriores en una pesadilla.

¿Qué es la deuda externa?


En su definición más amplia, la deuda externa es el conjunto de obligaciones que tiene un país (tanto del sector público como el privado) con respecto a otros países o instituciones del exterior. La deuda pública (gobierno) y la privada (empresas y familias) puede considerarse deuda externa.

Además de que la deuda es contraída con un gobierno o agente extranjero, su característica principal es que el préstamo o emisión de deuda se contrae en la moneda extranjera, lo que lo hace más volátil para quien la contrata pues, si la moneda local se devalúa, la deuda a pagar se hace más grande

Afortunadamente, hoy la deuda externa en México no es sinónimo de crisis, mientras esta se encuentre en un nivel manejable. A mayo de 2021, la deuda externa neta del sector público ascendía a 224 mil 191 millones de dólares (mdd), de acuerdo con datos de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP).

¿Qué tan grande es la deuda externa actual? Comparada con el PIB de México en 2020 (con todo y la caída por la crisis detonada por la pandemia), es de un 20.8%. Mientras que el Saldo Histórico de los Requerimientos Financieros del Sector Público (la medida más amplia de deuda) es del 51% del PIB de México, según estadísticas de SHCP.

Y a todo esto, ¿cómo empezó la deuda externa de México? Habría que remontarnos hacia los primeros años del país como una nación independiente, y qué mejor que este año 2021, cuando se cumplen 200 años de la consumación de la Independencia, para recordarlo.
Un nuevo país sin dinero

Después de 11 años de lucha armada, México nació como un país independiente, pero con la producción detenida, sin arcas en el erario y con un caos administrativo. La parálisis productiva “…cegó todas las fuentes de la riqueza pública y auxilios del erario, los que le fueron dejando de acudir con asombrosa rapidez hasta llegar a darle escasas gotas”, escribió en sus memorias Antonio de Medina y Miranda, secretario de Hacienda entre julio de 1821 al 1 de abril de 1823.

En 1823, Lucas Alamán, entonces secretario de Relaciones Exteriores, propuso que México buscara recursos en el extranjero, lo cual, aseguró, tendría dos beneficios: Obtener dinero para aliviar las finanzas públicas del país y que, se reconociera en el exterior al país como una nación independiente.

Por lo tanto, Alamán se dio a la tarea de convencer a la burguesía inglesa de invertir en la alguna vez opulenta industria minera de la anterior Nueva España, ahora México. “Fijó las bases de la penetración del capital extranjero en México”, escribió Óscar Alatriste, historiador especializado en la economía de México, en el artículo “El capitalismo británico en los inicios del México independiente”.

Condiciones desventajosas


Después de las guerras napoleónicas, Inglaterra se convirtió en el prestamista del mundo. “En la generación que siguió a Waterloo, los hombres acaudalados ingleses empezaron a interesarse por primera vez en prestar dinero a gobiernos y comerciantes extranjeros”, indica Alatriste en su artículo, y la independencia de las colonias españolas se les presentaba como una oportunidad para invertir.

En 1825, México y el Reino de Gran Bretaña e Irlanda firmaron un tratado de comercio, navegación y amistad, por lo que los hombres de negocios ya podían hacer tratos con la joven nación independiente, pero desde un año antes ya se negociaba el financiamiento para el gobierno mexicano.

Eric Toussaint, historiador y portavoz de la red internacional del Comité para la abolición de las deudas ilegítimas, publicó en marzo de 2017 un artículo sobre los primeros préstamos del Reino Unido a México. En febrero de 1824, México emitió bonos en Londres a través del intermediario del banco Goldsmith and Company.

“Las condiciones fueron duras en el sentido de que le dieron a Goldsmith ventajas abusivas. Mientras que México emitió deuda por el equivalente a 16 millones de pesos mexicanos (3.2 millones de libras esterlinas), el país en realidad recibió solo 5.7 millones de pesos o aproximadamente, 1.14 millones de libras, apenas el 35% de la cantidad prestada.”

En 1825, México tomó prestada la misma cantidad (16 millones de pesos o 3.2 millones de libras) de otra firma financiera, Barclay and Company, y de hecho recibió 6.5 millones de pesos (1.3 millones de libras). A lo largo de 30 años, México se comprometió a devolver 44.8 millones de pesos (16 millones de pesos en capital más 28.8 millones de pesos en intereses, ya que la tasa se fijó en 6%).

En otras palabras “por cada peso prestado, México se comprometía a devolver siete”, señala Toussaint sobre los préstamos en condiciones abusivas para el país.

Y, como si no hubiera sido suficiente con los altísimos intereses y condiciones desventajosas del acuerdo, “Goldsmith especuló con los bonos mexicanos: mientras que el banco los había comprado a México al 50% de su valor nominal, vendió una gran cantidad a terceros al 58% de su valor. Más tarde, a principios de 1825, cuando la euforia del mercado estaba en su apogeo, la firma los vendía al 83% de su valor nominal. Sin embargo, la empresa Goldsmith quebró en Londres en febrero de 1826, y Barclay cayó en agosto de 1826. En estas quiebras, México fue una víctima solamente de la ambición de los prestamistas”, afirma Toussaint.

“México suspendió el pago de su deuda externa (los préstamos Goldsmith y Barclay en octubre de 1827) y su gobierno intentó hacer uso de la deuda interna acordando, en 1828, tasas de interés extremadamente altas para las clases dominantes locales, que eran muy exigentes.”

Ya hace casi dos siglos de esas ruinosas operaciones financieras para México, una nación independiente joven que tuvo una desventura con la deuda externa. Hoy las condiciones son muy diferentes, pero vale la pena recordar para no repetir de nuevo.

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