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lunes, 16 de febrero de 2015

EL FEMINISMO RADICAL Y LA IDEOLOGÍA DE GÉNERO






Estupor y confusión ante la ideología de género



La sociedad de nuestros días no acaba de entender que es lo que pasa, pero hay desasosiego, pasmo, asombro y confusión, mucha confusión. Hay ya, quien incluso se cuestiona si por siglos estuvimos equivocados al considerar que solamente existían dos géneros identificados con las características sexuales de la persona: masculino y femenino, hombre y mujer. En su interior –añora y reconoce que era mejor el sistema anterior-, en dónde existían solamente dos sexos, dos géneros, que además eran complementarios. No acaba de entender a carta cabal que pasa, el porqué de estos cambios.
Quien se manifieste en contra será tachado de ìntolerante´ y `retrogrado´, -por lo que cada vez menos- se atreven a hacerlo, pero en la intimidad manifiestan su disgusto con las exhibiciones públicas de homosexuales y lesbianas, y piensan con angustia que les espera a sus hijos.
Así una nueva dictadura se yergue sobre la inerme sociedad: la `dictadura de la tolerancia´. “Prohibido prohibir”. La “filosofía del permisivismo” lleva a aceptar que “todo es válido y lícito” y la del “relativismo”[1] dicta que “no existe verdad absoluta, universal, válida”, “nada es totalmente bueno ni malo”, “hay que probarlo todo”.  Para más, la legislación ya favorece a los grupos LGBT [2], que se han convertido en la nueva clase todopoderosa, que detenta derechos especiales.

Como empezó todo

La ideología de género inicia con el feminismo de los años 60´s, pero no con el feminismo de equidad, sino con el feminismo radical que toma la filosofía de Antonio Gramsci y la expresa en la voz de Simone de Beauvoir, pareja de Jean Paul Sartre –ideólogo del existencialismo-: "Mujer no se nace, sino que se hace", significa que el sexo es aquello que uno decide ser, no lo que la naturaleza ha determinado. A partir de la publicación de El Segundo Sexo (1960), de Simone de Beauvoir, y de La mística femenina (1963), de Betty Friedan, entran en el feminismo otras cuestiones como el concepto de sexualidad, el papel de la maternidad, y la verdad sobre la familia.
Christina Hoff Sommers, en su libro ¿Quién se robó el feminismo?,  acuña el término “feministas de género” para distinguir el feminismo de ideología radical surgido hacia fines de los 60´s, del anterior movimiento feminista de equidad, y distingue: “El feminismo de equidad es sencillamente la creencia en la igualdad legal y moral de los sexos […] Por el contrario, el feminismo del `género´ es una ideología que pretende abarcarlo todo, según la cual la mujer norteamericana está presa en un sistema patriarcal opresivo. La feminista de equidad opina que las cosas han mejorado mucho para la mujer;  la feminista del `género´ a menudo piensa que han empeorado”.[3]
Otra vertiente es la “Teoría Queer” cuyo sustantivo abarca los términos: "maricón", "homosexual", "gay". <<La aparición de los estudios queer tiene su origen en un complejo contexto social en Estados Unidos. En primer término, surgen a partir de nuevas teorías sobre la sexualidad (Foucault, 1976; Weeks, 1998); de los descubrimientos sobre la tolerancia a la homosexualidad desde la Antigüedad y hasta la Alta Edad Media de Boswell (1980); de la aparición del artículo de Adrienne Rich (1996) sobre la heterosexualidad obligatoria y la existencia lesbiana; y de las evidencias arqueológicas de comportamientos homosexuales en la Grecia antigua de Dover (1980).La primera universidad estadounidense que contribuyó al desarrollo de la Teoría Queer fue Columbia, en 1989; posteriormente las de Duke, Nueva York, y el Centro de Estudios de Lesbianas y Gays de la Universidad de la Ciudad de Nueva York. En Estados Unidos se editan las principales revistas periódicas de estudios sobre la diversidad sexual, tales como The Journal of Sex Research, Journal of Homosexuality, Journal of the History of Sexuality, A Journal of Lesbian and Gay Studies. En Europa la pionera fue la Universidad de Utrecht, ubicada en el centro de los Países Bajos, con su Departamento de Estudios Interdisciplinarios Gays y Lesbianos, que edita el Forum Homosexualität und Literatur. Además, la Universidad de Amsterdam tiene el Centro "Homodok".>>[4]


Feminismo de `género´ y neomarxismo

<<En palabras de Dale O´Leary, la teoría del “feminismo de género” se basa en una interpretación neomarxista de la historia. Comienza con la afirmación de Marx, de que toda la historia es una lucha de clases, de opresor contra oprimido, en una batalla que se resolverá solo cuando los oprimidos se percaten de su situación, se alcen en revolución e impongan una dictadura de los oprimidos. La sociedad será totalmente reconstruida y emergerá la sociedad sin clases, libre de conflictos, que asegurará la paz y prosperidad utópicas para todos.
O´Leary agrega que Frederik Engels fue quien sentó las bases de la unión entre el marxismo y el feminismo. Para ello cita el libro El origen de la familia, la propiedad y el Estado, escrito por el pensador alemán en 1884 en el que señala:
“El primer antagonismo de clases de la historia coincide con el desarrollo del antagonismo entre el hombre y la mujer unidos en el matrimonio monógamo, y la primera opresión de una clase por otra, con la del sexo femenino por el masculino”
Según O´Leary, los marxistas clásicos creían que el sistema de clases desaparecería una vez que se eliminara la propiedad privada, se facilitara el divorcio, se aceptara la ilegitimidad, se forzara la entrada de la mujer al mercado laboral, se colocara a los niños en institutos de cuidado diario y se eliminara la religión. Sin embargo para las “feministas de género”, los marxistas fracasaron por concentrarse en soluciones económicas sin atacar directamente a la familia, que era la verdadera causa de las clases.

En ese sentido, la feminista Shulamith Firestone afirma la necesidad de destruir la diferencia de clases, más aún la diferencia de sexos: “… asegurar la eliminación de las clases sexuales requiere que la clase subyugada (las mujeres) se alce en revolución y se apodere del control de la reproducción; se restaure a la mujer la propiedad sobre sus propios cuerpos, como también el control femenino de la fertilidad humana, incluyendo tanto las nuevas tecnologías como todas las instituciones sociales de nacimiento y cuidado de los niños. Y así como la meta final de la revolución socialista era no sólo acabar con el privilegio de la clase económica, sino con la distinción misma entre clases económicas, la meta definitiva de la revolución feminista debe ser igualmente –a diferencia del primer movimiento feminista- no simplemente acabar con el privilegio masculino sino con la distinción de sexos misma: las diferencias genitales entre los seres humanos ya no importan culturalmente”

Cuando la naturaleza estorba

Es claro pues que para esta nueva “perspectiva de género” la realidad de la naturaleza incomoda, estorba, y por tanto debe desaparecer. Al respecto, la propia Shulamith Firestone decía: “Lo `natural´ no es necesariamente un valor `humano´. La humanidad ha comenzado a sobrepasar a la naturaleza; ya no podemos justificar la continuación de un sistema discriminatorio de clases por sexos sobre la base de sus orígenes en la naturaleza. De hecho, por la sola razón de pragmatismo empieza a parecer que debemos deshacernos de ella” […]
Así los mencionados promotores del  “género” no han visto mejor opción que declararle la guerra a la naturaleza y a las opciones de la mujer. Según O´Leary, las “feministas de género” a menudo denigran el respeto por la mujer con la misma vehemencia con que atacan el irrespeto, porque para ellas el “enemigo” es la diferencia […]
Además, consideran que las diferencias de “género”, que según ellos existen por construcción social, fuerzan a la mujer a ser dependiente del hombre y por ello, la libertad ´para la mujer consistirá, no en actuar sin restricciones indebidas, sino en liberarse de “roles de género socialmente construidos” […]
Luego de revisa la peculiar “agenda feminista”, Dale O´Leary evidencia que el propósito de cada punto de la misma no es mejorar la situación de la mujer, sino separar a la mujer del hombre y destruir la identificación de sus intereses con los de sus familias. Así mismo, agrega la experta, el interés primordial del feminismo radical nunca ha sido el de mejorar directamente la situación de la mujer ni aumentar su libertad, Por el contrario, para las feministas radicales activas, las mejoras menores pueden obstaculizar la revolución de clase sexo/género.
Esta afirmación es confirmada por la feminista Heidi Hartmann que radicalmente afirma: “La cuestión de la mujer nunca ha sido la `cuestión feminista´. Esta se dirige a las causas de la desigualdad sexual entre hombres y mujeres, del dominio masculino sobre la mujer”.
Así dice O´Leary, la “nueva perspectiva” tiene como objeto propulsar la agenda homosexual/ lesbiana/bisexual/transexual, y no los intereses de las mujeres comunes y corrientes>>.[5]

Los objetivos: deconstruir la familia y la sociedad occidental

“El final de la familia biológica eliminará también la necesidad de la represión sexual. La homosexualidad masculina, el lesbianismo y las relaciones sexuales extramaritales ya no se verán en la forma liberal como opciones alternas, fuera del alcance de la regulación estatal… en vez de esto, hasta las categorías de homosexualidad y heterosexualidad serán abandonadas: la misma `institución de las relaciones sexuales´ en que hombre y mujer desempeñan un rol bien definido, desaparecerá. La humanidad podría revertir finalmente a su sexualidad polimorfamente perversa natural”
Alison Jagger, autora de varios libros de texto utilizados en programas de estudios femeninos en universidades norteamericanas, revela la hostilidad de las “feministas de género” hacia la familia, cuando exclama:
<<“La igualdad feminista radical significa, no simplemente igualdad bajo la ley y ni siquiera igual satisfacción de necesidades básicas, sino más bien que las mujeres –al igual que los hombres- no tengan que dar a luz… La destrucción de la familia que Freud jamás visualizó, permitirá la emergencia de mujeres y hombres nuevos, diferentes de cuantos han existido anteriormente”
Al parecer, la principal razón del rechazo feminista a la familia es que para ella esta institución básica de la sociedad “crea y apoya el sistema de clases/género”. Así lo explica Christine Riddiough, colaboradora de la revista publicada por la institución antivida Catholics for a Free Choice (Católicas por el derecho a decidir):
“La familia nos da las primeras lecciones de ideología de clase dominante y también le imparte legitimidad a otras instituciones de la sociedad civil. Nuestras familias son las que nos enseñan primero la religión, a ser buenos ciudadanos… tan completa es la hegemonía de la clase dominante en la familia, que se nos enseña que esta encarna el orden natural de las cosas. Se basa en particular en una relación entre el hombre y la mujer que reprime la sexualidad, especialmente de la mujer”.
Para quienes tienen una visión marxista de las diferencias de clases como cusa de los problemas apunta O´Leary, `diferente´ es siempre `desigual´ y `desigual´ siempre es `opresor´.>>[6]

Su principal enemigo: las religiones judía, musulmana y las cristianas

Denominan `fundamentalistas´ a los cristianos católicos, evangélicos y ortodoxos, a los judíos y a los musulmanes, que tienen como común denominador la `Revelación Bíblica´.
Sobre la `Revelación Bíblica´ la “teóloga feminista de género” Elisabeth Schussler Fiorenza afirma: “Los textos bíblicos no son Revelación de inspiración verbal ni principios doctrinales, sino formulaciones históricas… Análogamente, la teoría feminista insiste en que todos los textos son producto de una cultura e historia patriarcal androcéntrica”
El informe de la reunión preparatoria a la Conferencia de Pekín, organizada por el Consejo Europeo en febrero de 1995, sostiene que: <<”El surgimiento de toda forma de fundamentalismo religioso se considera como una especial amenaza al disfrute por parte de la mujer de sus derechos humanos y a su plena participación en la toma de decisiones en la sociedad” […] “…debe capacitarse a las mujeres mismas, y dárseles la oportunidad de determinar lo que sus culturas religiones y costumbres significan para ellas”.

Vale señalar que para el “feminismo de género”, la religión es un invento humano y las religiones principales fueron inventadas por los hombres para oprimir a las mujeres. Por ello las feministas radicales postulan la re-imagen de Dios como Sophia: sabiduría femenina. En ese sentido las “teólogas del feminismo de género” proponen descubrir y adorara no a Dios, sino a la diosa. Por ejemplo, Carol Christ, autodenominada “teóloga feminista de género” afirma lo siguiente: “Una mujer que se haga eco de la afirmación dramática de Ntosake Shange: `Encontré a Dios en mí misma y la amé ferozmente´ está diciendo que el principio divino, el poder salvador y sustentable está en ella misma y que ya no verá al hombre o a la figura masculina como salvador”.>>[7] Siguiendo sus palabras, se podría afirmar: `toda mujer se debe autoconstruir en su propia diosa´.
El enemigo a combatir en Occidente, es sin duda el Vaticano que se opone a su agenda de deconstrucción de la familia, planificación natal por medios artificiales, aborto, renta de úteros, inseminación `in vitro´, matrimonios lésbico-gay y adopción de hijos por estas parejas. Si bien, la Iglesia Evangélica ha aceptado como ministros a mujeres y hombres gay y ya ha ungido al menos a uno de cada sexo como obispos, además de celebrar bodas gay; las Iglesias Católica y Ortodoxa –en Eurasia- se mantienen fieles a sus postulados milenarios.


Jorge Pérez Uribe



[1] Ver post la Cultura Light de septiembre de 2012 

[2] Siglas que designan colectivamente a lesbianas, gais, bisexuales y transexuales 

[3] Entrevista a Christina Hoff Sommers en Faith and Freedom, 1994, p.2 

[4] Carlos Fonseca Hernández y María Luisa Quintero Soto La Teoría Queer: la de-construcción de las sexualidades periféricas, Revista Sociológica, año 24, número 69, enero-abril de 2009, UAM Azcapotzalco, México 

[5] La ideología de género. Sus peligros y alcances, Comisión Episcopal para los Laicos, IMDOSOC, México, D.F., 2003 

[6] Ibídem, p.32,33 
[7] Ibídem, p.42,43



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