Estupor y confusión ante la ideología de género
La sociedad de nuestros días no acaba de
entender que es lo que pasa, pero hay desasosiego, pasmo, asombro y confusión,
mucha confusión. Hay ya, quien incluso se cuestiona si por siglos estuvimos
equivocados al considerar que solamente existían dos géneros identificados con
las características sexuales de la persona: masculino y femenino, hombre y
mujer. En su interior –añora y reconoce que era mejor el sistema anterior-, en
dónde existían solamente dos sexos, dos géneros, que además eran
complementarios. No acaba de entender a carta cabal que pasa, el porqué de estos
cambios.
Quien se manifieste en contra será tachado
de ìntolerante´ y `retrogrado´, -por lo que cada vez menos- se atreven a hacerlo,
pero en la intimidad manifiestan su disgusto con las exhibiciones públicas de
homosexuales y lesbianas, y piensan con angustia que les espera a sus hijos.
Así una nueva dictadura se yergue sobre
la inerme sociedad: la `dictadura de la tolerancia´. “Prohibido prohibir”. La “filosofía
del permisivismo” lleva a aceptar que “todo es válido y lícito” y la del
“relativismo”[1]
dicta que “no existe verdad absoluta, universal, válida”, “nada es totalmente
bueno ni malo”, “hay que probarlo todo”. Para más, la legislación ya favorece a los
grupos LGBT [2],
que se han convertido en la nueva clase todopoderosa, que detenta derechos
especiales.
Como empezó todo
La ideología de género inicia con el
feminismo de los años 60´s, pero no con el feminismo de equidad, sino con el
feminismo radical que toma la filosofía de Antonio Gramsci y la expresa en la
voz de Simone de Beauvoir, pareja
de Jean Paul Sartre –ideólogo del existencialismo-: "Mujer no se
nace, sino que se hace", significa que el sexo es aquello que uno decide ser,
no lo que la naturaleza ha determinado.
A partir de la
publicación de El Segundo Sexo (1960), de Simone de
Beauvoir, y de La mística femenina (1963), de Betty
Friedan, entran en el feminismo otras cuestiones como el concepto de
sexualidad, el papel de la maternidad, y la verdad sobre la familia.
Christina Hoff
Sommers, en su libro ¿Quién se robó el feminismo?, acuña el término “feministas de género” para distinguir el feminismo de ideología
radical surgido hacia fines de los 60´s, del anterior movimiento feminista de
equidad, y distingue: “El feminismo de equidad
es sencillamente la creencia en la igualdad legal y moral de los sexos […] Por
el contrario, el feminismo del `género´ es una ideología que pretende abarcarlo
todo, según la cual la mujer norteamericana está presa en un sistema patriarcal
opresivo. La feminista de equidad opina que las cosas han mejorado mucho para
la mujer; la feminista del `género´ a
menudo piensa que han empeorado”.[3]
Otra vertiente es la “Teoría Queer” cuyo sustantivo abarca los términos: "maricón", "homosexual", "gay". <<La aparición de los estudios queer tiene su origen en un complejo contexto social en Estados Unidos. En primer término, surgen a partir de nuevas teorías sobre la sexualidad (Foucault, 1976; Weeks, 1998); de los descubrimientos sobre la tolerancia a la homosexualidad desde la Antigüedad y hasta la Alta Edad Media de Boswell (1980); de la aparición del artículo de Adrienne Rich (1996) sobre la heterosexualidad obligatoria y la existencia lesbiana; y de las evidencias arqueológicas de comportamientos homosexuales en la Grecia antigua de Dover (1980).La primera universidad estadounidense que contribuyó al desarrollo de la Teoría Queer fue Columbia, en 1989; posteriormente las de Duke, Nueva York, y el Centro de Estudios de Lesbianas y Gays de la Universidad de la Ciudad de Nueva York. En Estados Unidos se editan las principales revistas periódicas de estudios sobre la diversidad sexual, tales como The Journal of Sex Research, Journal of Homosexuality, Journal of the History of Sexuality, A Journal of Lesbian and Gay Studies. En Europa la pionera fue la Universidad de Utrecht, ubicada en el centro de los Países Bajos, con su Departamento de Estudios Interdisciplinarios Gays y Lesbianos, que edita el Forum Homosexualität und Literatur. Además, la Universidad de Amsterdam tiene el Centro "Homodok".>>[4]
Feminismo de `género´ y neomarxismo
<<En palabras
de Dale O´Leary, la teoría del “feminismo de género” se basa en una
interpretación neomarxista de la historia. Comienza con la afirmación de Marx,
de que toda la historia es una lucha de clases, de opresor contra oprimido, en
una batalla que se resolverá solo cuando los oprimidos se percaten de su
situación, se alcen en revolución e impongan una dictadura de los oprimidos. La
sociedad será totalmente reconstruida y emergerá la sociedad sin clases, libre
de conflictos, que asegurará la paz y prosperidad utópicas para todos.
O´Leary agrega que
Frederik Engels fue quien sentó las bases de la unión entre el marxismo y el
feminismo. Para ello cita el libro El origen de la familia, la propiedad y el
Estado, escrito por el pensador alemán en 1884 en el que señala:
“El primer antagonismo de clases de la historia
coincide con el desarrollo del antagonismo entre el hombre y la mujer unidos en
el matrimonio monógamo, y la primera opresión de una clase por otra, con la del
sexo femenino por el masculino”
Según O´Leary, los
marxistas clásicos creían que el sistema de clases desaparecería una vez que se
eliminara la propiedad privada, se facilitara el divorcio, se aceptara la
ilegitimidad, se forzara la entrada de la mujer al mercado laboral, se colocara
a los niños en institutos de cuidado diario y se eliminara la religión. Sin
embargo para las “feministas de género”, los marxistas fracasaron por
concentrarse en soluciones económicas sin atacar directamente a la familia, que
era la verdadera causa de las clases.
En ese sentido, la
feminista Shulamith Firestone afirma la necesidad de destruir la diferencia de
clases, más aún la diferencia de sexos: “… asegurar la eliminación de las clases sexuales
requiere que la clase subyugada (las mujeres) se alce en revolución y se
apodere del control de la reproducción; se restaure a la mujer la propiedad
sobre sus propios cuerpos, como también el control femenino de la fertilidad
humana, incluyendo tanto las nuevas tecnologías como todas las instituciones
sociales de nacimiento y cuidado de los niños. Y así como la meta final de la
revolución socialista era no sólo acabar con el privilegio de la clase
económica, sino con la distinción misma entre clases económicas, la meta
definitiva de la revolución feminista debe ser igualmente –a diferencia del
primer movimiento feminista- no simplemente acabar con el privilegio masculino
sino con la distinción de sexos misma: las diferencias genitales entre los
seres humanos ya no importan culturalmente”
Cuando la naturaleza estorba
Es claro pues que
para esta nueva “perspectiva de género” la realidad de la naturaleza incomoda,
estorba, y por tanto debe desaparecer. Al respecto, la propia Shulamith
Firestone decía: “Lo `natural´ no es
necesariamente un valor `humano´. La humanidad ha comenzado a sobrepasar a la
naturaleza; ya no podemos justificar la continuación de un sistema
discriminatorio de clases por sexos sobre la base de sus orígenes en la
naturaleza. De hecho, por la sola razón de pragmatismo empieza a parecer que
debemos deshacernos de ella” […]
Así los mencionados
promotores del “género” no han visto
mejor opción que declararle la guerra a la naturaleza y a las opciones de la
mujer. Según O´Leary, las “feministas de género” a menudo denigran el respeto
por la mujer con la misma vehemencia con que atacan el irrespeto, porque para
ellas el “enemigo” es la diferencia […]
Además, consideran
que las diferencias de “género”, que según ellos existen por construcción social,
fuerzan a la mujer a ser dependiente del hombre y por ello, la libertad ´para
la mujer consistirá, no en actuar sin restricciones indebidas, sino en
liberarse de “roles de género socialmente construidos” […]
Luego de revisa la
peculiar “agenda feminista”, Dale O´Leary evidencia que el propósito de cada
punto de la misma no es mejorar la situación de la mujer, sino separar a la
mujer del hombre y destruir la identificación de sus intereses con los de sus
familias. Así mismo, agrega la experta, el interés primordial del feminismo
radical nunca ha sido el de mejorar directamente la situación de la mujer ni
aumentar su libertad, Por el contrario, para las feministas radicales activas,
las mejoras menores pueden obstaculizar la revolución de clase sexo/género.
Esta afirmación es
confirmada por la feminista Heidi Hartmann que radicalmente afirma: “La cuestión de la mujer nunca ha sido la `cuestión
feminista´. Esta se dirige a las causas de la desigualdad sexual entre hombres
y mujeres, del dominio masculino sobre la mujer”.
Así dice O´Leary, la “nueva perspectiva” tiene
como objeto propulsar la agenda homosexual/ lesbiana/bisexual/transexual, y no
los intereses de las mujeres comunes y corrientes>>.[5]
Los objetivos: deconstruir la familia y la sociedad occidental
“El final de la familia biológica eliminará también
la necesidad de la represión sexual. La homosexualidad masculina, el
lesbianismo y las relaciones sexuales extramaritales ya no se verán en la forma
liberal como opciones alternas, fuera del alcance de la regulación estatal… en
vez de esto, hasta las categorías de homosexualidad y heterosexualidad serán
abandonadas: la misma `institución de las relaciones sexuales´ en que hombre y
mujer desempeñan un rol bien definido, desaparecerá. La humanidad podría revertir
finalmente a su sexualidad polimorfamente perversa natural”
Alison Jagger,
autora de varios libros de texto utilizados en programas de estudios femeninos
en universidades norteamericanas, revela la hostilidad de las “feministas de
género” hacia la familia, cuando exclama:
<<“La igualdad feminista radical significa,
no simplemente igualdad bajo la ley y ni siquiera igual satisfacción de
necesidades básicas, sino más bien que las mujeres –al igual que los hombres-
no tengan que dar a luz… La destrucción de la familia que Freud jamás
visualizó, permitirá la emergencia de mujeres y hombres nuevos, diferentes de
cuantos han existido anteriormente”
Al parecer, la
principal razón del rechazo feminista a la familia es que para ella esta
institución básica de la sociedad “crea y apoya el sistema de clases/género”.
Así lo explica Christine Riddiough, colaboradora de la revista publicada por la
institución antivida Catholics for a Free
Choice (Católicas por el derecho a decidir):
“La familia nos da las primeras lecciones de
ideología de clase dominante y también le imparte legitimidad a otras
instituciones de la sociedad civil. Nuestras familias son las que nos enseñan
primero la religión, a ser buenos ciudadanos… tan completa es la hegemonía de
la clase dominante en la familia, que se nos enseña que esta encarna el orden
natural de las cosas. Se basa en particular en una relación entre el hombre y
la mujer que reprime la sexualidad, especialmente de la mujer”.
Para quienes tienen
una visión marxista de las diferencias de clases como cusa de los problemas
apunta O´Leary, `diferente´ es siempre `desigual´ y `desigual´ siempre es `opresor´.>>[6]
Su principal enemigo: las religiones judía, musulmana y las cristianas
Denominan
`fundamentalistas´ a los cristianos católicos, evangélicos y ortodoxos, a los
judíos y a los musulmanes, que tienen como común denominador la `Revelación Bíblica´.
Sobre la `Revelación
Bíblica´ la “teóloga feminista de género” Elisabeth Schussler Fiorenza afirma: “Los
textos bíblicos no son Revelación de inspiración verbal ni principios
doctrinales, sino formulaciones históricas… Análogamente, la teoría feminista
insiste en que todos los textos son producto de una cultura e historia
patriarcal androcéntrica”
El informe de la
reunión preparatoria a la Conferencia de Pekín, organizada por el Consejo
Europeo en febrero de 1995, sostiene que: <<”El surgimiento de toda forma
de fundamentalismo religioso se considera como una especial amenaza al disfrute
por parte de la mujer de sus derechos humanos y a su plena participación en la
toma de decisiones en la sociedad” […] “…debe capacitarse a las mujeres mismas,
y dárseles la oportunidad de determinar lo que sus culturas religiones y
costumbres significan para ellas”.
Vale señalar que
para el “feminismo de género”, la religión es un invento humano y las
religiones principales fueron inventadas por los hombres para oprimir a las
mujeres. Por ello las feministas radicales postulan la re-imagen de Dios como Sophia: sabiduría femenina. En ese
sentido las “teólogas del feminismo de género” proponen descubrir y adorara no
a Dios, sino a la diosa. Por ejemplo, Carol Christ, autodenominada “teóloga feminista
de género” afirma lo siguiente: “Una mujer que se haga eco de la afirmación dramática
de Ntosake Shange: `Encontré a Dios en mí misma y la amé ferozmente´ está diciendo
que el principio divino, el poder salvador y sustentable está en ella misma y que
ya no verá al hombre o a la figura masculina como salvador”.>>[7]
Siguiendo sus palabras, se podría afirmar: `toda mujer se debe autoconstruir en
su propia diosa´.
El enemigo a combatir
en Occidente, es sin duda el Vaticano que se opone a su agenda de deconstrucción
de la familia, planificación natal por medios artificiales, aborto, renta de úteros,
inseminación `in vitro´, matrimonios lésbico-gay y adopción de hijos por estas parejas.
Si bien, la Iglesia Evangélica ha aceptado como ministros a mujeres y hombres gay
y ya ha ungido al menos a uno de cada sexo como obispos, además de celebrar bodas
gay; las Iglesias Católica y Ortodoxa –en Eurasia- se mantienen fieles a sus postulados
milenarios.
Jorge Pérez Uribe
[1] Ver post la Cultura Light de septiembre de 2012
[2] Siglas que designan colectivamente a lesbianas, gais, bisexuales y transexuales
[3] Entrevista a Christina Hoff Sommers en Faith and Freedom, 1994, p.2
[4] Carlos Fonseca Hernández y María Luisa Quintero Soto La Teoría Queer: la de-construcción de las sexualidades periféricas, Revista Sociológica, año 24, número 69, enero-abril de 2009, UAM Azcapotzalco, México
[5] La ideología de género. Sus peligros y alcances, Comisión Episcopal para los Laicos, IMDOSOC, México, D.F., 2003
[6] Ibídem, p.32,33
[7] Ibídem, p.42,43
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