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viernes, 20 de noviembre de 2015

HACIA EL CALIFATO UNIVERSAL



Por Matteo Matzuzzi / Il Foglio

(Entrevista a Bat Ye’or publicada el 20 agosto 2014)

Bat Ye'or nació en El Cairo. En 1955, su nacionalidad egipcia fue revocada porque era judía. Ella encontró asilo en 1957 con sus padres en Londres como refugiada apátrida, adquirió la ciudadanía británica en 1959 después de su matrimonio. En 1958, Ye'or asistió al Instituto de Arqueología de la Universidad de Londres y se trasladó a Suiza en 1960 con su marido, donde continuó sus estudios en la Universidad de Ginebra hasta el nacimiento de sus tres hijos. Ha trabajado solo en un campo pionero de la investigación histórica y en numerosas publicaciones durante los últimos 35 años.

“Es una catástrofe, una tragedia enorme a nivel humano, histórico y de civilización”. Bat Ye’or, en hebreo “Hija del Nilo”, que huyó de Egipto en 1955, es la autora de éxitos de ventas como “Eurabia” (Lindau, 2006) y “Verso il califfato universale” ("Hacia el califato universal") (2008). Con Il Foglio comenta el éxodo de los cristianos de Mosul, ciudad que ha caído en manos de las milicias del califa al Baghdadi: “Estos hechos nos demuestran que ya vivimos en el tiempo del Corán. Un tiempo distinto al nuestro. El tiempo del Corán no cambia, permanece siempre enrocado en la palabra del Profeta, en sus gestos y comportamientos. Leyendo las declaraciones del nuevo Califato, reconozco los mismos discursos que se hicieron en el siglo VII durante las guerras contra los infieles. Es la misma mentalidad, la misma rigidez. No ha cambiado nada: lo que vemos hoy explica los acontecimientos del pasado”.

"Jihad representa tanto una doctrina y una jurisdicción elaborada a partir de tres fuentes: el Corán, los hadices (palabras y actos atribuidos al Profeta Muhammad) y las biografías del Profeta. Tratados sobre la yihad se han escrito y explicado por los cuatro fundadores de la jurisprudencia islámica en los siglos 8 y 9. Desde entonces, han representado una parte importante de la legislación islámica y de la como jihad regula la relación entre musulmanes y no musulmanes de acuerdo con la ley islámica."

"De acuerdo con la doctrina jihadista, el mundo se divide en dos partes: musulmanes e infieles, este último da vida al dar al-Harb, la tierra de la guerra, porque su tierra debe ser islamizada por medios pacíficos, o por la guerra si se resisten. Antes de atacar a los infieles, los musulmanes deben primero llamar a la conversión; si se niegan, se les pide que paguen un rescate; si se niegan de nuevo, los musulmanes tienen el deber de declararles la guerra. La tregua se acepta con la condición de que los infieles paguen un rescate regular y no pongan ningún obstáculo a la propagación del Islam en sus propios países. Hay otras condiciones también, como el envío de soldados a luchar por los intereses islámicos. Una tregua no debe durar más de 10 años, y está permitido sólo cuando el gobernante musulmán es débil. De lo contrario, la guerra contra los infieles es obligatoria."

"Los tratados sobre la yihad establecer con una precisión meticulosa las tácticas y medios para llevar a cabo la guerra, el tipo de treguas permitidos y el tratamiento de los prisioneros de guerra: hombres, mujeres y niños, la división del botín, los personajes de la tierra de los infieles que se ha convertido islamizada, las reglas para regir los infieles presentadas y así sucesivamente.


Bat Ye´or nos explica a qué se refiere: “Hablo de las masacres por las conquistas, del terror que hacia huir a pueblos enteros, de los saqueos, de la ley de la dhimmitud y de todos esos procesos de islamización que he examinado en mi libro ‘Il declino della cristianità sotto l’Islam’ (´El declive de la cristiandad bajo el Islam´) (Lindau, 2009)”. Nuestra interlocutora ha sido la primera en plantear el tema de la dhimmitud, condición teológica, política y jurídica vinculada inexorablemente a la opresión y a la persecución de los infieles: “Me han atacado ferozmente por haber acuñado esta expresión, con la que quiero explicar la relación entre musulmanes y no musulmanes. He demostrado que no existía esa tolerancia de la que alardeaban los poderes políticos europeos, obedientes a la Organización para la Cooperación Islámica (Oci). Son muchos los motivos - añade - que explican la sumisión de las comunidades cristianas. Uno de ellos es, naturalmente, el miedo, la vulnerabilidad. Está también el trauma de trece siglos de masacres y terror. Pero no se debe olvidar que, a lo largo del siglo XX, estas comunidades fueron abandonadas por los países europeos.

Países que no han protegido a los armenios, que han preferido a Turquía antes que a una Armenia independiente. Y lo mismo vale para los griegos masacrados por los turcos. Los países europeos no querían proteger a los cristianos, querían utilizarlos. Veían en ellos un instrumento para modernizar y occidentalizar la mentalidad musulmana, la sociedad, el islam”. Basta pensar en lo que sucedió entre 1950 y 1980, cuando “Europa quería construir con los cristianos de Oriente un puente hacia los países musulmanes y árabes, y luchaba contra los nacionalismos de los cristianos dhimmi. Europa decía que la buena integración de los cristianos en la sociedad musulmana era la prueba de la corrección de su política de fusión con el mundo árabe. Era ni más ni menos que la fundación de Eurabia, de la inmigración en masa. Y también un argumento permanente de su lucha contra Israel”.

La historiadora explica que los cristianos de los países musulmanes habían recibido una disposición concreta por parte de los poderes europeos, de sus iglesias, de los notables: “Integrarse en las sociedades musulmanas, ser más árabes que los árabes, odiar a Israel y aliarse con los palestinos. Esta elección representaba su única garantía de supervivencia en los países musulmanes. Sabían muy bien que los países cristianos no los habrían protegido, que habrían sido sacrificados en aras de los intereses de los musulmanes”. Sin embargo, antes del éxodo de Mosul no se hablaba de este fenómeno. Los motivos son simples, según Bat Ye’or: “Desde 1973, toda la política mediterránea de la Comunidad europea se ha fundado sobre la tolerancia, el amor por la paz y los principios humanitarios del Islam. La historia ha sido reinterpretada y escrita para probar esta nueva doctrina. Se atacaba a todos los escritores y los historiadores que proponíamos una interpretación distinta. En mis libros demostraba que la elección de la UE de unir la cultura a la política, tal como sugería Javier Solana, representaba una vuelta al fascismo”.

Europa, observa, “ha rechazado el cristianismo para acercarse siempre más al islam y este rechazo abarca también el odio hacia Israel y la alianza con sus enemigos”. Sin embargo, las razones son también otras, empezando por la “destrucción del estado nacional, con sus raíces culturales, históricas y religiosas; con sus instituciones democráticas”. Y además el silencio es cómodo: “¿Por qué hablar de los cristianos? Ellos representan la prueba del fracaso de la política europea. Algo que debe esconderse. ¿Dónde están los ejércitos de Europa que ayuden a los cristianos y protejan a los europeos del terrorismo? Nuestro gobernantes nos han transformado en mercenarios de la yihad”. Pero por encima de todo, observa nuestra interlocutora, “defender a los cristianos víctimas de la yihad significaría que la lucha de Israel es justa. Israel, pueblo odiado por Europa. Prefiere que mueran los cristianos y la misma Europa antes que acercarse a Israel. Cuanto más combata Europa a Israel, más difícil será para la primera combatir por su supervivencia, desde el momento en que Israel es su misma alma y fuerza”.


(Traducción de Helena Faccia Serrano, Alcalá de Henares)

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