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viernes, 9 de junio de 2017

DIALOGAR CON LOS NARCOS; UN OBISPO MEXICANO EXPLICA POR QUÉ

El emblemático caso del obispo de Chilpancingo-Chilapa desnuda la degradación social en el sur de México y la notoria ausencia del Estado en una región ampliamente controlada por los capos de la droga.


Salvador Rangel Mendoza, obispo de Chilpancingo-Chilapa


Felipe Monroy* | Ciudad de México

“Francisco salió: al lobo buscó en su madriguera. Cerca de la cueva encontró a la fiera enorme, que al verle se lanzó feroz contra él. Francisco, con su dulce voz, alzando la mano, al lobo furioso dijo: ¡Paz, hermano lobo!”. Así imaginó el poeta Rubén Darío al santo de Asís en su diálogo con una bestia que asolaba rebaños y pastores. Para Salvador Rangel Mendoza, obispo de Chilpancingo-Chilapa, en el estado mexicano de Guerrero, es la inspiración necesaria para tender puentes de diálogo con los narcotraficantes de la región sur del país. 

“No podemos tapar el sol con un dedo y no estoy de acuerdo con ese discurso triunfalista del gobierno federal, estatal o municipal de que tienen todo bajo control: sabemos que todo Guerrero está en manos del narcotráfico”, afirma el obispo Rangel Mendoza al Vatican Insider. En meses pasados decidió entablar un dialogo con narcotraficantes para evitar que aumente la escalada de violencia en la región. 

El obispo, de formación franciscana, considera que su misión como pastor le obliga a mantener las puertas abiertas al diálogo, incluso con los capos de la droga: “Como pastor no le puedo cerrar las puertas a nadie y, como ha sucedido en otras ocasiones, lo que yo quiero con este diálogo es asegurar a los sacerdotes, a las religiosas, a los seminaristas y a los catequistas. Y yo prefiero tener esa puerta abierta, esa puerta de diálogo; por eso lo he hecho. Y no es que esté todos los días con ellos, simplemente es para protección del clero”. 

Sin embargo, el diálogo que ha sostenido con criminales ha sido duramente cuestionado por las autoridades: “Ya he hablado con el secretario de gobierno y también hemos tratado la situación con el gobernador Héctor Astudillo, a ellos no les ha parecido, no les gusta que esté dialogando con estas personas y me lo han dicho. Lo que busco es sembrar la paz, invitarlos a dejar estos asesinatos y la conversión de todo mundo; pero es la gente de gobierno la que no quiere dar su brazo a torcer, que no dialogan con criminales, con gente fuera de la ley. Yo me pregunto: ¿En dónde está la gente mala, adentro o afuera?”. 

Pero en el diálogo con narcotraficantes, ¿no se llegó a ningún tipo de negociación o intercambio de favores? 

No, de ninguna manera. Es un diálogo, no es ninguna negociación. Yo aprovecho ese momento, les digo clarito: “Yo vengo aquí como amigo; vengo a ofrecerles la palabra de Dios; vengo a ofrecerles los sacramentos; vengo, no a juzgarlos, sino simplemente decirles que son parte de la diócesis y quiero estar con ustedes. Hasta allí únicamente. Los invito a que en lo posible no asesinen, no hagan levantones, no hagan cosas inconvenientes; y ellos, queriendo que no, hacen caso de este llamado. Prefiero tenerlos cerca que lejanos, y que escuchen alguna voz. Yo siempre los invito a la paz, a la concordia y a la tolerancia. Creo que muchas veces me escuchan esas personas”. 



Les hace un llamado a la conversión… 

Efectivamente. Y a la misericordia. 

Para el obispo Salvador Rangel, la situación en el estado de Guerrero es dramática. Semanas atrás denunció que grupos criminales cobraban derecho de piso a las autoridades de la Catedral de Tlapa pero que tras establecer un diálogo con aquel grupo se logró detener el abuso. 

“Se logró erradicar ese cobro de piso porque se lo pedí a un personaje de estos y él se encargó de arreglar ese asunto. Desgraciadamente, después llegaron otros y creo que ahora, de parte del municipio o del gobierno estatal, tienen montada una guardia de planta allí en la Catedral”, explicó. 

Pero las amenazas son la menor de sus preocupaciones: “Este fin de semana tuvimos 26 asesinatos en Guerrero; el sábado solamente tuvimos siete asesinados aquí en Chilpancingo. Por ello no estoy de acuerdo con ese discurso triunfalista del gobierno federal, estatal o municipal de que tienen todo bajo control. Y en lo personal sí tengo un cierto temor. Pero tengo más temor de algunas autoridades o instituciones que de los mismos narcotraficantes”. Este pasado fin de semana se encontraron dos cabezas humanas en su diócesis: una en Chilpancingo y otra en Chilapa. 

¿Cómo se dialoga con alguien que en su universo de vida no tiene una orientación positiva con su prójimo, que le roba, que lo asesina, que trata de aventajarse de sus debilidades? ¿Cómo hace usted para dialogar con ellos? 

“Como fraile franciscano tengo siempre presente el diálogo y abrirse a los demás. Tengo muy presente esa poesía de Rubén Darío ‘Los motivos del lobo’, como san Francisco acudía a escuchar al lobo, a escuchar sus motivos de por qué se portaba mal. Y yo he ido a escuchar los motivos de esas personas, porque no están metidos gratuitamente sino por las circunstancias. Por ejemplo, uno de ellos dice: ‘Mataron a mi padre’; y otro: ‘Secuestraron a mi esposa y a mis hijos’. Entonces hablo con ellos y son personas humanas como nosotros, no dejan de tener fe”. 

Rubén Darío termina así su famoso poema después de verificar que tras la acción violenta del hombre el lobo vuelve a la violencia feroz: “El santo de Asís no le dijo nada. Le miró con una profunda mirada, y partió con lágrimas y con desconsuelos, y habló al Dios eterno con su corazón. El viento del bosque llevó su oración, que era: Padre nuestro, que estás en los cielos...” 

*Periodista, ex director de la revista “Vida Nueva” en México. 



Fuente:http://www.lastampa.it/2017/06/09/vaticaninsider/es/reportajes-y-entrevistas/dialogar-con-los-narcos-un-obispo-mexicano-explicar-por-qulQH0dG3xzOJPnpZb8DQbwL/pagina.html

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