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sábado, 18 de noviembre de 2017

LA PERCEPCIÓN DEL ARTE


Obra, "Ejercicio de pintura, Limonero" Teo Revilla Bravo. 2012
                            “Lo que parece no siempre es lo que es, y lo que es no siempre es lo que                          parece; la percepción crea nuestra propia realidad” Rob McBride.

El arte ha de ser el lenguaje que trasmita al espectador lo sublime, todo aquello que sensibiliza, altera para bien, y colma el espíritu haciendo que cada vez que el espectador observe una determinada obra el sentimiento percibido sea idéntico o incluso mayor, acompañándolo en el crecimiento, evolución y maduración. El arte, si realmente satisface, ha de producir un efecto efectivo que se acomode con facilidad al júbilo intelectual del espectador.

El arte, tras pasar una etapa de investigación, de informalismo, novedad y duda, como ha sido su desarrollo a lo largo del siglo XX, parece entrar ahora en una etapa de regreso a la sensibilidad, a la belleza formal, a lo elevado, al talento. Quizás porque el momento actual, pleno de desgarros vicisitudes y temores, nos lo demanda sin tanta ansia de originalidad y novedad como en otros periodos. El arte no es más que un reflejo del tiempo social, cultural y emocional, en que se desarrolla. Lo importante es que esté siempre presente, como fanal de atracción sensitiva sea del estilo que sea, alejado de la manipulación constante de intereses comerciales y políticos que deberían estar, sobre todo, por la dedicación y empeño en educar a los niños en las escuelas para que un día logren saber distinguir una obra común -por buena que sea- de otra simplemente genial.

Llegados a este punto, surge una pregunta: ¿Cómo saber realmente que una obra en concreto es realmente del agrado axiomático de uno, que no existan fuertes condicionamientos para aceptarla tal como nos la presentan? Porque puede muy bien ser que esa obra concreta esté diseñada, con calculada destreza, precisamente para agradar (ya los interesados en imponer gustos artísticos y sus manipuladores se afanarán mediante los medios de comunicación de masas que controlan espacios de audiencias de que esto sea así) y, cuando uno la intente interiorizar compruebe que no queda recogida emocionalmente, que es puro humo y nada más. Las obras que interesan y llegan, han de estar plenas de energía y eficacia, han de llegar directas al corazón como bellos acordes, texturas, tramas, colores, formas, etc., invadiéndolo sin que uno se dé cuenta. La obra de arte, sea del estilo o movimiento que sea, ha de sacudir el ánimo, y también las entrañas.

En este amplio panorama de belleza artística contemporánea, no podemos olvidarnos del trabajo interactivo creador de mundos virtuales que engrandecen el concepto del arte y que poseen un gran potencial. Obras llegadas con gran expectación e intensidad, trabajadas con todo detalle y esmero seguro que para quedarse, transformarse, y engrandecerse: aerografía, videojuegos, películas, arte digital, hologramas, arte conceptual… Aspectos artísticos donde el que escribe, ha de reconocerlo, es un neófito que no ha logrado llegar del todo, admirándolo en ocasiones, pero descaminándose y perdiéndose todavía con harta frecuencia.


Barcelona, noviembre, 2017.

©Teo Revilla Bravo


Fuente: https://entrepalabrasysilencios.blogspot.mx/2017/11/la-percepcion-del-arte.html?spref=fb

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