El alto representante de la UE, Josep Borrell
Pablo R. Suanzes | Viernes, 4 marzo 2022
Las últimas semanas han sido intensas, caóticas y agotadoras como pocas en la historia de la Unión Europea. En cuestión de días algunos de sus miembros han abandonado posturas -pacifistas- que parecían eternas, se han aprobado las mayores sanciones económicas y se ha decidido armar a un ejército en guerra con cargo a los fondos comunitarios. Hace ahora una semana, tras un Consejo Europeo en el que no hubo consenso para aumentar la presión, todo cambió en 24 horas, rompiendo un tabú detrás de otro. En el centro de todo, un español, Josep Borrell, alto representante para la Política Exterior, que tras dos años y medio de perfil más bien bajo y muchas críticas, ha emergido como figura protagonista al frente de los ministros de Exteriores.
Recién aterrizado de Moldavia, apenas unas horas antes de un nuevo encuentro de los 27 al que también acude el secretario de Estado de EEUU, Antony Bliken, y con las maletas listas para viajar a Viena a intentar cerrar el acuerdo nuclear con Irán, Borrell explica por qué Europa tiene que bajar del guindo y aceptar que "el mundo es una jungla", y si no quieres ser devorado tienes que aceptar que las "ramas de olivo y la prédica de Derechos Humanos" no bastan. Tras proclamar el "nacimiento de la Europa geopolítica", defiende las medidas adoptadas estos días, el gasto militar e insta a ayudar a los ucranianos con todo lo que sea posible, salvo la intervención militar directa. Y recuerda que el poder duro, que la UE debe aprende a dominar, va mucho más allá de lo militar. Pero también avisa: hay que tomar riesgos, pero Rusia es una potencia nuclear y no hay que subir el tono: "Haremos lo necesario, pero sin estridencias ni estrambotes
P.- "Nadie puede mirar de lado cuando un potente agresor agrede sin justificación a un vecino débil, nadie puede invocar la resolución pacífica de conflictos, ni poner en igualdad al agredido y al agresor", dijo usted el otro día. ¿Qué opina de los que dicen que es una temeridad dar armas a los ucranianos, que se empeoran las cosas, que es peligroso y habría que fiarlo todo a la diplomacia?
R.- No diré yo que no haya un riesgo, claro. Pero mire, llevamos tiempo diciendo que haríamos todo lo que estuviera en nuestras manos para ayudar a los ucranianos. Y el sábado por la mañana pensé que no era así, que no estábamos haciendo todo lo que podíamos. Desde el principio estaba claro que no íbamos a mandar a nuestras tropas a combatir, y ellos lo sabían perfectamente. No lo pidieron, pero nos dijeron: sabemos que si atacan combatiremos solos, pero por lo menos dennos armas y munición. No hacer eso, no proporcionar los elementos básicos para que luchen, hubiera sido una inmensa hipocresía. Me alegro de que se haya podido conseguir en poco tiempo un acuerdo para hacer de forma coordinada y con fondos europeos lo que varios estados ya estaban haciendo. Tiene un riesgo, sí, claro. Pero no hacerlo también, y hubiera sido un fallo histórico.
P.- Habla mucho estos días del 'poder duro', reivindicando que Europa lo ejerza tras apostar durante décadas por el 'poder blando'. Pero recalcan que eso no quiere decir únicamente poder militar.
R.- Es tan importante estar armando al ejército ucraniano como haber impedido que el Banco Central Ruso pueda usar sus reservas depositadas en otros bancos o bancos centrales. Rusia nunca pensó que pudiera ocurrir y es una parte de la geopolítica. Yo insisto siempre en que no somos una potencia militar, al menos todavía, porque nacimos precisamente para negar el uso de la fuerza como forma de resolver los conflictos. Pero la capacidad coercitiva, de obligar a alguien a hacer algo o impedir que lo haga no es solo militar, en este mundo tenemos instrumentos civiles que tienen gran poder coercitivo, y otros países los usan sin ninguna clase de escrúpulo. Un ejemplo: lo que hace China con Lituania porque no le gusta su posición sobre Taiwan. Como represalia no pasa un gramo de mercancía por sus aduanas y eso sin mediar decisión formal. Sabemos que Rusia tiene depositado en las cajas de nuestros bancos la mitad del tesoro que ha acumulado desde la Guerra de Crimea, pues lo congelamos, como el patrimonio de los oligarcas. Esos dos pasos marcan un cambio en la actitud de Europa frente a los problemas del mundo.
P.- ¿Estamos ante el nacimiento de la Europa geopolítica, como dijo esta semana usted?
R.- Geopolítica se utiliza para todo ahora, todo es geopolítico. El término lo acuñaron los alemanes a principios del siglo pasado para explicar sus tendencias expansionistas, yo no lo uso en ese sentido, claro. Es actuar políticamente más allá de tus fronteras con instrumentos coercitivos. Hasta ahora Europa ha ido por el mundo con la rama de olivo predicando los Derechos Humanos y el estado de Derecho, pensando que el comercio sería un instrumento que generaría clases medias ansiosas por derechos políticos y que empujaran para tener regímenes parecidos a los nuestros. Este cuento de las mil y unas noches no es lo que ha ocurrido. Rusia se ha convertido en un sistema cada vez más autoritario, una enorme gasolinera con capacidad nuclear. Con sus recursos naturales ha reconstruido su potencial militar. Es un régimen autoritario sin problemas de balanza de pagos y con una capacidad militar muy puesta al día, porque cuando Putin llegó el ejército ruso estaba en mínimos pero ya no. Es ahora un actor no solo regional, sino con ansias globales. En el Cáucaso, Siria, Libia, Mali... dispuesto a reconstruir -Putin nunca lo escondió, lo dijo en Múnich en 2007- el imperio zarista, más que la URSS. Y a eso no le haces frente con tratados comerciales y la prédica de los Derechos Humanos nada más.
P.- ¿Pero cree de verdad que esto es el despertar europeo? Es una sacudida, no hay duda, pero los precedentes muestran que Europa espabila en las crisis, pero luego se deja ir.
R.- Está claro que Europa sólo reacciona cuando realmente las circunstancias lo exigen. El euro es el hijo de la reunificación alemana, sin ella hubiéramos seguido años dándole vueltas, mareando la perdiz, con el ECU. El Fondo de Recuperación Next Generation y la emisión de deuda colectiva es la respuesta a la pandemia, al constatar un problema del que no se podía culpar a nadie, a diferencia de la crisis del euro. Ahora le hemos visto las orejas al lobo, o más bien las garras al oso, y se ha reaccionado bien. Con algún retraso, pero rapidez increíble en el sprint final. En 24 horas históricas se ha hecho más que en meses anteriores. Ahora todo dependerá de acontecimientos que no están bajo nuestro control, al menos en parte. No sabemos lo que va a hacer Rusia. Vengo de Moldavia y tienen muchas razones para la inquietud. No sabemos cómo vamos a digerir un millón de refugiados, que pueden ser muchos más mañana si siguen los bombardeos. Cómo van a quedar las relaciones rusas si se apodera de la mitad de Ucrania. Estamos entrando en un mundo desconocido.
P.- Europa puede querer hablar ese "lenguaje del poder" que usted menciona mucho, o quizás incluso debe, pero, ¿sabrá hacerlo? Hemos visto a ministros hablando de que estamos en guerra económica con Rusia, haciendo que el Kremlin avise de que las guerras económicas suelen terminar en guerras reales. Y otros hablando de la necesidad de "eliminar físicamente" a Putin. El tablero principal en geopolítica requiere conocimientos, saber estar, práctica muy delicada con potencias nucleares.
R.- No tenemos, como UE, la capacidad respuesta militar porque nunca la hemos querido tener. No hay que pedir a la UE que haga lo que nunca se le ha pedido y para lo que no está preparada o concebida. No le pidan peras al olmo. El ejército europeo es una entelequia, tenemos 27 ejércitos cuyo gasto, sumado, es cuatro veces el de Rusia e igual al de China, pero no en los mismos niveles ni con la misma voluntad política de autorizarlos que los regímenes autoritarios. Podemos pensar lo que queramos de Putin, pero es un señor que dispone de armas nucleares, por lo tanto hay que hacer lo necesario, pero sin estridencias ni estrambotes. Porque ya es suficiente lo que estamos haciendo como para generar una tensión más fuerte con alguien que, insisto, es una potencia nuclear, y eso son palabras mayores. Europa sigue siendo un conglomerado de estados y yo lidio con esa heterogeneidad todos los días, una comunidad de 27 vecinos de diferentes tamaños, con visiones del mundo diferentes y hasta opuestas, con intereses distintos, prioridades, vecinos muy diversos. No es la misma historia, cultura o geografía y ponerlos de acuerdo y operar con las instituciones, allí donde hay competencias transferidas, es complicado. Exige, como mínimo, mucho tiempo.
P.- Ucrania está invadida. Su ejército no puede derrotar al ruso. Puede resistir, no sabemos cuánto, ¿qué escenario maneja la UE?
R.- Nuestro escenario es castigar la economía rusa y a sus responsables, a los oligarcas que apoyan a Putin y apoyar la resistencia en Ucrania. Nunca se pensó en intervenir militarmente, tampoco la OTAN, porque eso sería la Tercera Guerra Mundial. Tenemos que ser capaces de poner límites fuertes y castigar la economía rusa, con medidas que hace una semana no estaban ni en la agenda. Y ayudar a Ucrania, para dar ocasión a la negociación y al alto al fuego. Y a continuación debe intervenir la diplomacia. Pero la diplomacia no puede ser solo europea o estadounidense, aquí tiene un papel que jugar la diplomacia china.
P.- ¿China? ¿Cree que va a ser mediadora? Sus intereses pueden ser precisamente que las grandes potencias, y en especial su vecina, se desgasten y sufran. ¿Por qué pararlo o por qué ahora?
R.- Porque no hay alternativa. No podemos ser nosotros los mediadores, es obvio. No hay formato Normandía posible. Y no puede ser EEUU: ¿Quién si no? Debe ser China, confío en ello.
P.- ¿Se lo han pedido oficialmente? ¿Es algo que usted haya tratado en sus conversaciones?
R.- Ni lo hemos pedido ni lo han pedido ellos, pero como tiene que ser una potencia y ni EEUU ni Europa lo pueden ser, China podría serlo.
P.- ¿Dónde está el límite? La UE está armando al ejército que lucha contra Rusia, financiándolo, atacando su economía, proporcionando inteligencia, satélites. ¿Qué más se puede hacer sin que eso sea un casus belli?
R.- No se puede entrar en combate directo. No puede haber soldados, ni ser enemigos directos, que chocan militarmente, esto está claro, los ucranianos lo saben. Rusia lo sabe. Ese es el límite.
P.- ¿Conciben que esto, un accidente o malentendido, lleve a un conflicto abierto? Suena impensable, pero también parecía imposible la invasión, la ocupación, destrozar ciudades.
R.- Es un escenario que hay que evitar, y creo sinceramente que Rusia tiene mucho interés en que no se produzca, pero estamos dando armas a alguien que combate. La simple entrega física de las armas es un proceso delicado. Hungría por ejemplo ha dicho que no va a dejar que pasen por su territorio por eso mismo. Está claro que en cuanto pase la frontera ese armamento será un blanco. Hay que tener sangre fría, organizarlo bien. Tener cuidado. No está en el interés de nadie pasar a mayores. Cuando hace unos meses presenté mi Plan Estratégico para la Defensa Europa dije: "Europa está en peligro". Desgraciadamente, hemos tenido ocasión de comprobarlo demasiado pronto. Ahora hay que readaptarse y mirar el mundo como es. Los europeos hemos construido la Unión como un jardín a la francesa, ordenadito, bonito, cuidado, pero el resto del mundo es una jungla. Y si no queremos que la jungla se coma nuestro jardín tenemos que espabilar.
P.- Hace dos décadas Kagan dijo aquello de que los europeos somos de Venus mientras los americanos eran de Marte.
R.- Hay un dato muy claro. Después de Helsinki, los acuerdos que estabilizan la arquitectura de seguridad cayendo la tensión nuclear, Europa ha pasado de gastar en su conjunto, en términos homogeneizados, en torno al 4% del PIB en gasto militar al 1,5%. Hemos partido casi por cuatro el esfuerzo en materia de Defensa. ¿Es esto razonable cuando Europa está en peligro?
P.- ¿En quién pensaba al decir "no olvidaremos a los que no están de nuestro lado? ¿Era mensaje interno, externo o ambas?
R.- Ha habido estas semanas una unidad increíble, remarcable, que no es de fachada. Nunca habría pensado que en 24 horas se pudieran decantar un montón de cosas, acuerdos, sanciones que se habían discutido sin avanzar un milímetro. La unidad transatlántica e intraeuropea es real y espectacular y Putin no lo esperaba. Cuando mandó 27 cartas, a todas las capitales, mensajes a los países escandinavos por separado, tratando de ignorar a la UE como actor, y buscando respuestas diferentes para dividirnos, se encontró de respuesta una sola carta firmada por mí. Lavrov se enfadó, diciendo que escribió cartas a los ministros y le respondía un burócrata. Pues mire, la contesta la UE. Esa unidad es preciosa y hay que mantenerla y para eso necesitamos un equilibrio. Con esa frase yo pensaba en aquellos países con los que tenemos relacionados de partenariado muy importantes, que reciben mucha ayuda, y que esperamos que se alineen con nuestra política exterior en estos casos. Mire Serbia, un país candidato a entrar en la UE que por eso mismo tiene que estar en línea con la UE si aspira a entrar. Hubiera sido muy difícil de digerir que no estuviera en la condena, y eso que es un país con grandes lazos con Rusia, pero ha estado donde debía. En cambio, otros, que reciben mucha ayuda, que dicen estar en nuestra comunidad de valores, no. Nos preocupa la situación en África, donde muchos se han abstenido en la condena de la ONU. Algunos están cada vez más bajo la órbita rusa, como Mali. Otros por malas relaciones con nosotros, como Etiopía o Sudán. Pero ha habido demasiados casos de abstenciones.
P.- ¿Y España? Ha habido cierta polémica dentro del Gobierno, dudas, mensajes nada claros sobre si se enviarían armas y material letal o no, o sólo se financiaría lo que manden otros. ¿Le ha preocupado?
R.- No he oído a nadie hablar de eso o quejarse. España está perfectamente alineada, ha apoyado entusiastamente sacar a Rusia del Swift o utilizar el fondo europeo para armar a Ucrania, y va a dar armas en una relación bilateral. Así que no, ninguna.
P.- ¿No es algo extraño quejarse de que otros países no condenan o no están del todo alineados cuando tienen sus intereses, pero mientras dejamos fuera de las sanciones la energía o a los bancos principales del país, porque los pagos se canalizan a través de ello?
R.- La política internacional exige una gran dosis de realismo. Porque las cosas son como son y no como nos gustaría que fueran. Yo me conformo con que los europeos entiendan cómo son las cosas por lo menos. Si alguien me dice que hay que dejar de comprar ya gas a Rusia me parece muy bien, pero me tiene que decir cómo vamos a calentar nuestros hogares mañana y hacer funcionar todo el país. El gas ruso sólo es el 9%, pero está muy concentrado en algunos países. Europa tiene ante sí una tarea muy clara, cancelar su dependencia energética de Rusia, pero yo llevo 20 años escuchando esta cantinela y cada año esa dependencia ha ido aumentando, no reduciéndose. Porque decidimos renunciar a la energía nuclear, al carbón, porque el consumo ha ido aumentando, porque el gas es fácil de utilizar, versátil. Hay que desarrollar las renovables, pero eso va a llevar tiempo.
P.- La Brújula Estratégica de la UE, en la que su equipo lleva mucho trabajando para fijar la evolución de la política de seguridad, defensa, etc., estaba previsto que se publicara a finales de este mes. ¿Se mantiene o van a necesitar tiempo para redefinirlo tras todo lo que está pasando?
R.- Hay que revisarla, refocalizarla, definir algunos de los desafíos que estaban identificados pero que se ha visto que son mucho más fuertes. Hay que refocalizarla, pero siempre es fácil encontrar buenas razones para no ir al dentista. Creo que no hay que retrasarlo porque nunca sabes a qué conduce un retraso o qué puede pasar. Ahora, en caliente, es cuando hay que poner sobre la mesa el problema y las opciones.
P.- ¿Va a salir adelante el acuerdo con Irán?
R.- Está pendiente de un hilo, puede caer de un lado o del otro. Llevamos trabajando día y noche, mi gente ha estado meses en Viena, yo al tanto siempre. Es muy posible que salga, pero no es imposible que no salga. Es de verdad el típico acuerdo en el que nada está cerrado hasta que todo está cerrado, y puede saltar en el último instante por una condición de más o de menos.
P.- Hace un año usted recibió críticas muy duras tras su viaje a Moscú y una rueda de prensa con Lavrov, entre ellas las mías. Esta semana, tras las sanciones y su intervención en el Parlamento Europeo, está pasando lo contrario. Es su mejor momento desde que llegó al cargo justo cuando se disparaban las habladurías en Bruselas diciendo que no terminaría la legislatura. ¿Se ve reivindicado?
R.- Me habían dicho que éste era un trabajo imposible, pero lo acepté. Y no es imposible, pero tiene una enorme dificultad, más interna que externa, por el entramado institucional en el que funcionamos. Las críticas y aplausos responden mucho a cómo funcionan las democracias, que tienen a veces un cierto componente masoquista, de autocrítica más dura. En el viaje a Rusia, antes de empezar la rueda de prensa, Lavrov me preguntó si iba a hablar de Navalni, y le dije que obviamente sí, porque había ido justo para eso y justo cuando lo estaban juzgando. Y él me respondió que sacaría el tema de Cataluña y el independentismo. ¿Qué tenía que hacer? ¿Enzarzarme en una discusión con el ministro de Exteriores ruso? No iba a hacer eso. La única alternativa era seguir repitiendo mi discurso y evitar la confrontación directa. ¿Pareció como si mirara para otro lado y rehuía el combate? Sí, claro, pero ¿qué iba a hacer si no? No nos dijeron que se estaban expulsado a diplomáticos, hubiéramos cancelado la comparecencia. Cuando nos enteramos nos levantamos y nos fuimos. No me arrepiento de ese viaje, había que hacerlo.
P.- ¿Va a terminar la legislatura?
R.- Si la naturaleza me da las fuerzas suficientes, sí. Porque es una tarea tan apasionante como agotadora.
Fuente:https://www.elmundo.es/internacional/2022/03/04/62221cb5fc6c838e738b456f.html?cid=BESOCYEM01&utm_source=twitter&utm_medium=social_besocy&utm_campaign=BESOCYEM01
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