Vladimir Putin (Rusia), Beata Szydlo (Polonia) y Víktor Orban (Hungría) |
Alemania ha cedido al lobby LGTB. Sólo los países del Este, los que sufrieron la bota soviética, siguen defendiendo la familia y la libertad frente a la Ideología de Género. La Europa del Este es el Fantasma de las Navidades Pasadas, es espejo del camino que podríamos tomar si quisiéramos.
Candela Sande | 02/07/2017
Hace 221 años, el médico británico Edward Jenner observó que quienes sobrevivían a enfermedades infecciosas no volvían a contraerlas, y conjeturó que inoculando gérmenes débiles de una patología podía prevenirse que el sujeto enfermara de ella. Así nacían las vacunas, que tantos millones de vidas han salvado.
Quizá sea exagerado, e incluso insultante para tantos mártires, llamar ‘cepa débil’ al férreo régimen soviético impuesto a la Europa del otro lado del Telón de Acero, pero sí da la sensación de que esos países tienen pocas probabilidades de volver a optar por una ideología que aún tiene predicamente, prestigio y curiosas variedades de lo más exitosas de este lado.
Están vacunados de comunismo y, de rebote, prácticamente inmunes a esa cepa mutada, lo ‘políticamente correcto’.
Alemania ya tiene, como casi todos los países occidentales, su ‘matrimonio igualitario’ por ley, aunque siga siendo de hecho tan imposible hoy como hace cien años o dentro de otros cien.
Decía Chesterton que si os empeñáis en llamar ‘margarita’ a todas las flores, no habréis conseguido nada más que destruir un hermoso nombre.
De los grandes, solo Italia resiste, y pueden apostar a que le quedan dos telediarios. La canciller Merkel ha votado personalmente en contra, si eso tiene alguna validez fuera del cálculo electoral de tirar la piedra y esconder la mano. De hecho, en su partido, la CDU, una holgada mayoría se ha opuesto. En el resto, la unanimidad ha sido absoluta.
En Irlanda están ya en ese runrún previo que tan bien conocemos para acabar con esa antigualla que es la penalización del aborto. El progreso, ya saben, que avanza disciplinadamente por el camino que marcan nuestras élites, que para eso son las que definen el progresismo.
Y luego está el Este. Es curioso el destino de estos países. Han pasado medio siglo disfrutando, si bien a la fuerza, del régimen más progresista imaginable, el culmen del progreso, lo que Sartre llamaba “la filosofía insuperable de nuestro tiempo”, el comunismo. Y cuando al fin han salido de cincuenta años de aislamiento para unirse en un fraternal abrazo con el resto de sus hermanos europeos, ha sido para encontrar una recepción notablemente fría.
Mientras dormían el largo letargo comunista, el ‘mundo libre’ vivía un proceso del que ellos -algo bueno tiene que tener la tiranía- se mantuvieron ajenos. Ellos volvían a la Europa democrática y libre que recordaban, a retomar donde lo habían dejado antes de que los tanques soviéticos les convenciesen de las bondades del marxismo-leninismo.
Pero, como un sujeto que despierta de un prolongado coma, descubren que todo su entorno ha cambiado hasta hacerse irreconocible. Por eso a veces parecen una reliquia.
Pero no lo son. Son, en un sentido, un recordatorio de que todo es posible, de que el ‘progreso’ no tiene por qué estar previamente marcado, y en una dirección que hace inviable cualquier futuro a largo plazo.
Europa del Este es el Fantasma de las Navidades Pasadas, es espejo del camino que podríamos tomar si quisiéramos. Son sociedades democráticas, de libre mercado, muchas dentro de la Unión Europea y de la OTAN… Pero sus pueblos toman decisiones que van a contrapelo de lo que es norma al otro lado del ya invisible Muro.
Podría decirse, en palabras del ex presidente norteamericano Barak Obama, que están “en el lado equivocado de la Historia”, una magnífica expresión que delata hasta qué punto el progresismo es una fe. En la realidad, la Historia no tiene un “lado correcto”, no describe una línea invariable desde “lo malo” hasta “lo bueno”.
Lo que constituye dogma en Occidente -una islita que avanza a toda velocidad hacia la irrelevancia planetaria- podría definirse como una receta para la extinción.
Sencillamente, sucede, y si hay que usar una analogía geométrica para definirla, aunque ninguna sea exacta, ‘circular’ responde algo mejor a lo observado que ‘lineal’.
De hecho, lo que supuestamente está en “el lado correcto”, lo que constituye dogma en Occidente -una islita que avanza a toda velocidad hacia la irrelevancia planetaria- podría definirse como una receta para la extinción.
Si alguien se toma la molestia de reflexionar sobre las consecuencias lógicas, prácticas, de las causas de moda tendrá que concluir que apuntan más a la desaparición de nuestra civilización que a su prosperidad y avance.
Quién iba a decirlo, que del otro lado de Europa llegarían para recordarnos al ‘mundo libre’ que otro Occidente es posible.
Fuente: https://www.actuall.com/criterio/familia/cruda-realidad-ideologia-genero-nuevo-telon-acero-cae-occidente/
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