Por Jorge Pérez Uribe
La dictadura del `partido único´
En el primer semestre de 1976 José Guillermo Abel López Portillo y Pacheco recorría la República Mexicana, en su carácter de candidato presidencial del Partido Revolucionario Institucional (PRI), y de sus partidos comparsas: el Partido Popular Socialista (PPS) y el Partido Auténtico de la Revolución Mexicana (PARM), para el período de 1976-1982.
Hijo y nieto de célebres políticos e intelectuales, era poseedor de una gran inteligencia y cultura y quizás por lo mismo no estaba satisfecho con ser candidato único para la Presidencia -situación propia de las dictaduras marxistas que pululaban entonces-. Le había fallado la fiel oposición del PAN, en el cual “no se habían puesto de acuerdo para designar candidato” [1]. El único opositor con el que contaba era Valentín Campa, candidato presidencial del Partido Comunista Mexicano, que por ser partido sin registro oficial, no podía aportar votos válidos. Así pues la larga campaña de ocho meses y medio, se convirtió en un tour para que el candidato conociera el país y para el romance que López Portillo sostenía con su ayudante Rosa Luz Alegría, a la postre, Secretaría de Turismo.
La apertura política
Una vez como presidente López Portillo, encargó al político, intelectual e historiador Jesús Reyes Heroles, ahora Secretario de Gobernación promover cambios sustantivos en el esquema electoral para abrir espacios y hacer frente a la inminente realidad política. Así fueron convocados al debate la oposición en pleno y el mundo académico e intelectual para consensuar la reforma, que se expresó en modificaciones constitucionales y en la aprobación, en diciembre de aquel año, de la Ley Federal de Organizaciones Políticas y Procedimientos Electorales (LOPPE), misma que ordenaba la estructura de un Colegio Electoral; otorgaba el registro a más de una organización que permanecía en la clandestinidad (como el mencionado Partido Comunista); permitía las coaliciones; abría tiempos oficiales en radio y televisión para la promoción de las distintas fuerzas políticas; contenía la nueva fórmula de la representación proporcional (consistente en la repartición de cien escaños entre los partidos según el porcentaje nacional de sufragios que obtuviesen en ese rubro de votación, independientemente de los distritos electorales ganados o perdidos, garantizando de ese modo la presencia parlamentaria de todas las siglas y corrientes); y aumentaba de 186 a 400 el número de diputados que integrarían la Cámara Baja, lo cual obligó a la construcción del faraónico Palacio Legislativo de San Lázaro para darles cabida.
Para la siguiente elección presidencial de 1982 se agregaron: el Partido Socialista Unificado de México (PSUM), el Partido Demócrata Mexicano (PDM), el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), el Partido Socialista de los Trabajadores (PST), y el Partido Social Demócrata (PSD).
Es en la reforma legal de 1987 que se acuerda el financiamiento público de carácter pecuniario para los partidos políticos. Los criterios de los cuales se partía era el número de votos obtenidos en las elecciones federales inmediatamente anteriores y el número de curules logradas en la Cámara de Diputados por cada partido, lo que se denominó como “costo mínimo de una campaña para diputado”.
El PAN en un principio rechazó esa paga, pero después decidió aceptarla para capacitación de sus miembros y luego como en todos los partidos iría para remunerar a su burocracia interna, renta de locales y demás.
La memorable contienda de 1988
La elección de 1988, quizás haya sido donde hubo mayor pasión en la elección presidencial. Un fuerte PAN encabezado por el fogoso Manuel Clouthier que aplicaba la Doctrina Social de la Iglesia en un novedoso lenguaje: “tanto más pueblo cuanto sea posible, tanto menos gobierno cuanto sea necesario” y una poderosa coalición de izquierda conformada por el PARM, el PPS y un nuevo partido: el Partido del Frente Cardenista de Reconstrucción Nacional (PFCRN) conformado por la Corriente Democrática al interior del PRI, que se separó del mismo en 1987, liderada por Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, Porfirio Muñoz Ledo, Rodolfo González Guevara, E Ifigenia Martínez de Navarrete y que apoyaba a Cuauhtémoc Cárdenas para la presidencia. También compitieron Rosario Ibarra de Piedra por el desaparecido Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) y Heberto Castillo por el Partido Mexicano Socialista (PMS), quién declinó su candidatura a favor de Cuauhtémoc Cárdenas.
Desde temprano estaba la gente formada en las casillas y todo el día hubo movimiento de electores. La gente seguía las noticias sobre el conteo nocturno efectuado por Colegio Electoral y repentinamente, el secretario de Gobernación Manuel Bartlett (ahora prominente miembro de MORENA), salió a declarar que “se cayó el sistema” cuando iba ganando la coalición de izquierda. Finalmente, el triunfador muchas horas después, fue el candidato del PRI Carlos Salinas de Gortari, La protesta post electoral con marchas y concentraciones tanto por parte del PAN como por la Coalición de Izquierda fue fuerte y memorable. Eran años en que los partidos vivían sus principios constitutivos y se ceñían a su ideología. Las protestas no fueron en balde, ya que se logró autonomizar el manejo y control del proceso electoral que seguía controlando el gobierno.
Como resultado de las Reformas realizadas a la Constitución en materia electoral, el Congreso de la Unión expidió el Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (COFIPE) en 1990 y ordena la creación del Instituto Federal Electoral (IFE), a fin de contar con una institución imparcial que diera certeza, transparencia y legalidad a las elecciones federales.
Subsidiar (¿o corromper?) la democracia
Con la reforma constitucional y legal de 1990, también se ampliaron los conceptos de financiamiento público:
a) Por actividad electoral;
b) Por actividades generales como entidades de interés público;
c) Por subrogación del Estado de las contribuciones que los legisladores habrían de aportar para el sostenimiento de sus partidos, y
d) Por actividades específicas como entidades de interés público, manteniendo el criterio dual, proporcional al número de votos y escaños. Con la reforma de 1993 se agregó un concepto más, el desarrollo político, que se otorgaba a los partidos con registro más reciente, razón por la cual no tenían financiamiento público [2].
Antes de 1993 no se establecían reglas respecto del financiamiento privado ni sobre topes de gastos de campaña, tampoco sobre mecanismos de información, supervisión y fiscalización de los ingresos y gastos de los partidos políticos y, en consecuencia, no se establecían sanciones sobre el particular. Fue con la reforma constitucional y legal de 1993 cuando se estableció, además de las disposiciones que regulaban el financiamiento público directo a los partidos políticos, normas relativas al financiamiento privado. De igual forma, se prohibió el financiamiento proveniente de los poderes federales, de los estados o de los ayuntamientos, distinto del regulado conforme a la propia normativa electoral. Asimismo, se prohibieron las aportaciones de entidades públicas, de extranjeros, de ministros de culto y de empresas mercantiles. Se determinó que las aportaciones privadas no serían deducibles de impuestos, y se previó la obligación de los partidos de presentar informes respecto de sus ingresos y egresos. Las aportaciones anónimas se permitían hasta un monto total equivalente al 10% de lo recibido por financiamiento público. Se fijaron límites a las aportaciones individuales y de personas morales, en 1% y 5%, respectivamente, del monto total del financiamiento público otorgado a todos los partidos. Se establecieron reglas para fijar topes a los gastos de campaña, siendo atribución del Instituto Federal Electoral el determinarlos, y la imposición de sanciones estaba a cargo del entonces Tribunal Federal Electoral.
Con la reforma electoral de 1996, los partidos políticos pactaron un marco normativo en la Constitución y en la ley sobre las condiciones de la competencia, que incluyó: -Un financiamiento público predominante frente al privado.
Se habló entonces de los partidos como de franquicias, que efectivamente fueron adquiridas por varias familias como la de Jorge González Torres y su hijo Jorge Emilio González Martínez con el Partido Verde o la de Gustavo Riojas Santana, su esposa Bertha Alicia Simental García y su hermana Norma Patricia Riojas Santana, con el Partido de la Sociedad Nacionalista, también la poderosa líder del magisterio, Elba Esther Gordillo y familia, adquirieron su franquicia mediante el Partido Nueva Alianza.
Pero el “futuro político” estaba también en hacer carrera dentro de un partido, empezando como simpatizante, luego como empleado bien remunerado del mismo, para luego presentarse como candidato a diputado local, en otro período como candidato a diputado federal y finalmente como candidato a senador. Si esto falla en algún periodo, también se puede fungir como alcalde, síndico o asesor de algún diputado o senador.
La pérdida de principios y de ideales políticos
Si en 1988, aún estaban estos encarnados en sus militantes, a lo largo del tiempo se han ido olvidando y sustituyendo por la ambición de detentar una posición, ya sea en este u otro partido, independientemente de su plataforma política e ideológica.
Quizás donde sea más evidente es en el Partido Acción Nacional, fundado en 1939 por Manuel Gómez Morín junto con Efraín González Luna, Aquiles Elorduy, Luis Calderón Vega, Francisco Fernández Cueto, Alejandro Ruiz Villaloz, Rafael Preciado Hernández, Juan Gutiérrez Lascuráin y Manuel R. Samperio, entre otros. El PAN a pesar de ser un partido político laico, sostiene una ideología humanista, afín a las ideas cristianas, tomistas y de la democracia cristiana. En años anteriores era indispensable para el progreso de sus militantes el tomar los cursos de formación que se ofrecían durante cada año. Su plataforma de principios y valores era repetida constantemente en los medios y en las sesiones de trabajo. Sin embargo en el 2000, llegó a la presidencia Felipe calderón Hinojosa, quien cuando era presidente del partido tenía como lema “ganar la Presidencia, sin perder el Partido”, pero cuando estuvo en la Presidencia olvido todo y quiso ganar el Partido pero para él; por lo que empezó a perseguir al Presidente del PAN, Manuel Espino, para poner en su lugar a su incondicional Germán Martínez Cázares, ahora vocero de AMLO. Calderón violando estatutos y demás colocó a sus incondicionales en puestos claves, muchos verdaderos panistas abandonaron el partido. Se perdió la selectividad en la aceptación y se incorporó a gente que se afiliaba para conservar su “chamba” en el gobierno o bien para buscar “chamba” en el mismo. Se puede hablar de un PAN antes y después de Calderón.
En los partidos de izquierda ocurrió algo semejante, ya que si bien fueron fundados por viejos luchadores sociales del Partido Comunista Mexicano e incluso miembros de las guerrillas, con el tiempo y el flujo del dinero, estos principios e ideales, cayeron en el olvido, siendo sustituidos por la ambición político-económica.
Notas:
[1] Personalmente pienso que fue una estrategia del PAN, para lograr la apertura del sistema político, creado por los generales triunfadores en la revolución Mexicana: Álvaro Obregón, Plutarco Elías Calles y Lázaro Cárdenas, sistema hermético que controlaba las elecciones y los medios de difusión.
[2] Rosa Adriana Figueroa Álvarez Regulación del financiamiento de los partidos políticos en México, Orozco Henríquez, José de Jesús. “El financiamiento y fiscalización de los partidos políticos en México: sus fortalezas y debilidades al año 2003”, Election Law Journal, Volumen 3, Número 3, 2004, p. 476. Revista del Instituto de Investigaciones Legislativas del Senado de la República “Belisario Domínguez” Pluralidad y consenso | .
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