Presentación:
En junio de 2006, el historiador Enrique Krauze, publicó en la revista Letras Libres (número 90) un ensayo titulado López Obrador, el mesías tropical. Para éste trabajo, además de la investigación histórica reciente, sostuvo entrevistas con el entonces, Jefe de Gobierno del Distrito Federal.
Ante la imposibilidad de obtenerlo fácilmente y debido a la actualidad que vuelve a tener, por la nueva postulación de López Obrador como candidato presidencial, me permito ofrecer un extracto del mismo, reordenando párrafos y resumiendo lo más posible los aspectos históricos de Tabasco.
A los personajes mesiánicos en la historia, frecuentemente tendemos a tacharlos de locos o esquizofrénicos, sin entender que una persona que no percibe adecuadamente la realidad, difícilmente puede actuar en ella, y menos aún, manipularla a su favor.
Biografía
<<Nacido el 13 de noviembre de 1953 en el pequeño pueblo de Tepetitlán, en el seno de una esforzada familia de clase media dedicada a diversos ramos del comercio [...] “Fue un niño muy vivaracho -recordaba su padre- pero tenía una enfermedad: no se le podía decir nada ni regañarlo porque se trababa.” Según parece le decían “piedra” porque pegaba duro: “Se peleaba con alguien, le ganaba y salía con esa sonrisita burlona de te gané.” Era malo para las matemáticas y bueno para el béisbol, aunque “cuando perdía su equipo, terminaba enfurecido”. Tepetitlán tenía unas cuantas calles, pero los López Obrador vivían a sus anchas: “No teníamos barreras –recuerda uno de sus hermanos-, teníamos el pueblo entero, era nuestro” [...]
En su edición del 9 de julio de 1969, los periódicos Rumbo Nuevo, Diario de Tabasco y Diario Presente, consignaban la muerte de su hermano, José Ramón López Obrador. Los hechos habían ocurrido a las dieciséis horas del día anterior, en el almacén de telas “Novedades Andrés”, propiedad de la familia en Villahermosa. De la declaración que rindió Andrés Manuel López Obrador ante el agente del ministerio público (recogida parcialmente en la prensa), se desprendía que los dos hermanos habían tenido una discusión. Tomando un arma, José Ramón había querido convencer a su hermano de “espantar” a un empleado de una zapatería cercana. Andrés Manuel habría intentado disuadirlo, pero José Ramón lo tildaba de miedoso. De pronto al darle la espalda a su hermano, Andrés Manuel escucho un disparo. Trató de auxiliarlo y quiso llevarlo rápidamente con un médico, pero al poco tiempo José Ramón dejó de existir. Versiones distintas consignaban que a Andrés Manuel, accidentalmente se le había escapado un tiro. La declaración ministerial desapareció de los archivos [...]
En los años sesenta se mudaron a Villahermosa, capital del estado, en los setenta Andrés Manuel estudio ciencias políticas en la UNAM y se hospedó en la Casa del Estudiante Tabasqueño. A partir de 1977, hasta 1996, pasaría la mayor parte del tiempo en su patria chica.
Su trayectoria de líder social y activista político [...] había comenzado en 1976 como director de campaña de Carlos Pellicer, cuando el viejo poeta lanzó su campaña como senador del PRI [...] Pellicer moriría en 1977, pero recomendaría a su discípulo con el gobernador Leandro Rovirosa. [...]
En 1982 tomó posesión un nuevo gobernador, Enrique González Pedrero [...] hombre de izquierda y teórico de la política [...] le encomendó la dirección del PRI estatal. López Obrador puso en marcha una reforma democrática interna no muy distinta de la que Madrazo había intentado en su momento. Se dice que, al advertir en el proyecto ecos de la organización territorial del Partido Comunista Cubano, González Pedrero le advirtió “esto no es cuba”, pero el líder insistió en su plan. >>
Referentes históricos e ideológicos
<<La historia de Tabasco lo apasionaba tanto o más que la historia de México. Con evidente gusto me refirió su buena impresión de los dos grandes jefes del siglo XX en Tabasco (Tomás Garrido Canabal y Carlos Madrazo) [...]
Era difícil que un hombre sin mundo entendiera el mundo y el lugar de su país en el mundo. Era difícil que un hombre encerrado en su mundo viera la necesidad de reformarlo en un sentido a la vez realista y moderno. En el concepto de López Obrador, todo lo que México requería estaba en su pasado “La cosa es simple hay que ser como Lázaro Cárdenas en lo social y como Benito Juárez en lo político.” >>
López Obrador gobernante
<< López Obrador se manifestaba cada vez más como un gobernante popular y populista. De temple rudo, combativo y apasionado, orador incendiario, su vía para emular a Cárdenas consistió en ofrecer un abanico de provisiones gratuitas, entre ellas el reparto de vales intercambiables por alimentos equivalentes a setecientos pesos mensuales, a todas las personas mayores de setenta años. Estos programas, sobre todo el de apoyo a los “adultos mayores” (del cuál no existe padrón), le granjeaban una gran simpatía pero no atacaban de fondo los problemas. “Andrés y su equipo no conocían la complejidad de la problemática social de la ciudad”, me dijo Clara Jusidman, su amiga de muchos años y su jefa en los años ochenta, en el Instituto Federal del Consumidor. En el gobierno perredista de Cuauhtémoc Cárdenas (1997-1999), Jusidman y su equipo habían establecido las bases de una amplia red de “facilitadores” que procuraba atender diversas necesidades relacionadas con la ruptura del tejido social en el DF. “Todo esto se desmanteló –lamentaba Jusidman-, se privilegiaron medidas sociales de relativa simplicidad pero con efectos masivos, como fue la entrega de ayudas económicas a los adultos mayores, a las madres solteras y a las familias con personas discapacitadas; o el montaje de dieciséis escuelas preparatorias y de una universidad sin requisitos de ingreso y con muy poco tiempo de planeación.” Claramente el criterio que las sustentaba era más político e ideológico que práctico y técnico. Lo mismo ocurrió en otros ámbitos. A un costo que nunca se aclaró, en tiempos de López Obrador se construyeron los segundos pisos del Anillo Periférico pero se relegaron necesidades mucho más urgentes que la fluidez vial para los automovilistas: el transporte público, al abasto de agua, la inseguridad, el empleo. Entre 2000 y 2004, el crecimiento del PIB en el DF fue inferior al promedio acumulado en el resto de las entidades. Y el empleo formal entre 2000 y 2005 creció menos que en el resto del país. [...]
A partir de las ruidosas querellas legales en que se vio involucrado en 2004 y 2005, el jefe de gobierno recurrió a una retórica de polarización social que Cárdenas no habría avalado. Su vocabulario político se impregnó del conflicto entre las clases. Sus enemigos eran los enemigos del pueblo: “los de arriba”, los ricos, los “camajanes”, los “machucones”, los “finolis”, los “exquisitos”, los “picudos”. [...]
Con López Obrador, la teoría de la conspiración se volvió política de Estado: toda crítica era parte de un “complot” para desbancarlo. >>
Austeridad republicana
<< López Obrador había afirmado en innumerables ocasiones, que admiraba a Benito Juárez sobre todos los seres en la tierra. Pero su identificación política con Juárez era, sencillamente, insostenible. [...]
La “austeridad republicana” de los gobiernos juaristas (1858-1872) debía hallar su contraparte en un manejo impecable de las finanzas públicas. No fue el caso. La opacidad en las cuentas públicas del gobierno del DF era entonces (y sigue siendo, hasta la fecha) la zona más turbia en su desempeño. Fox había sacado adelante una Ley de Transparencia que abría a cualquier ciudadano las cuentas públicas del gobierno federal. Muchos gobiernos estatales hicieron lo mismo, pero el DF frenó y limitó la idea, aduciendo que era muy onerosa y, cuando no tuvo más remedio que aceptarla, durante mucho tiempo se negó a dar oficinas al nuevo organismo. Finalmente, inconforme con el consejo nombrado, modificó la ley para disolverlo y nombrar otro. >>
Su posición ante la Ley
<< En octubre de 2003, una sentencia judicial dictada por un tribunal de circuito obligaba al gobierno del Distrito Federal a pagar una suma (en verdad absurda) por la expropiación de unos terrenos. López Obrador exclamó en términos extrañamente evangélicos: “Ley que no es justa no sirve. La ley es para el hombre, no el hombre para la ley. Una ley que no imparte justicia no tiene sentido” y agregó: “La Corte no puede estar por encima de la soberanía del pueblo. La jurisprudencia tiene que ver, precisamente con el sentimiento popular. O sea que si una ley no recoge el sentir de la gente, no puede tener una función eficaz [...] La Corte no es una junta de notables ni un poder casi divino.”
Si la ley era injusta había caminos institucionales para cambiarla [...] Pero el asunto no era legal sino político. Al litigar el asunto en los medios y negar la autoridad de la Suprema Corte de Justicia, el “Peje” había dado una primera muestra de su idea de justicia y su imagen condicionada de la división de poderes. Un paisano suyo explicó el fundamento de su actitud: “Tiene un concepto marxista del derecho, para él es una arma de la burguesía para dominar al proletariado.”
En mayo de 2004, otro proceso judicial comenzaría a ocupar las planas de los diarios y el espacio de los noticieros. El gobierno del DF se había negado a respetar una orden de suspensión dictada por un juez dentro de un juicio de amparo. El juez turnó el asunto a la Procuraduría para su consignación. Ante la posibilidad real de verse privado del fuero por la Cámara de diputados y ser sometido a juicio, [...] López Obrador pasó de nuevo a la ofensiva, dobló las apuestas, declaró que no emplearía abogados ni se defendería y que –como admirador de Gandhi y Mandela- prefería ir a la cárcel en vez de acatar una orden que consideraba injusta. >>
Su religiosidad
<< Según algunas versiones, su religión, como la de más de un de un veinte por ciento de tabasqueños, era evangélica. Según su propio testimonio es católico, aunque no practicante [...] En todo caso, su religiosidad fue buscando cauces propios, políticos, pero habría de tener una inspiración garridista [1]: puritana, dogmática, autoritaria, proclive al odio sobre todas las cosas, redentorista. [...]
Hacia mediados de 2004, el tema del liderazgo religioso comenzó a aparecer explícitamente en las entrevistas de López Obrador. El no buscaba el poder, sino la oportunidad de servir al prójimo. Su desapego de los bienes terrenales, su pureza, no eran sólo virtudes personales sino argumentos de autoridad política indisputable, pruebas de que él tenía la razón, que sus adversarios estaban equivocados o actuaban de mala fe. Para entonces ya se refería a su persona en términos inconfundiblemente mesiánicos: yo estoy convocando a un movimiento de conciencia, un movimiento espiritual, mucha gente que me ve, gente humilde, lo que me dice es que está orando [...] Yo soy muy demócrata y muy místico, estoy en manos de la gente. >>
Enrique Krauze en su ensayo ya no pudo comentar lo siguiente, pero pienso que sin duda lo habría hecho.
En el escudo del movimiento iniciado en 2006 y bautizado en enero de 2011, se observan los referentes ideológicos de López Obrador: el águila republicana de Benito Juárez y un lema, -que realmente llama la atención-: “Sólo el pueblo puede salvar al pueblo” ¿Por qué utilizar el término “salvación”, más aplicable al terreno religioso que al político? Obviamente la salvación implica un salvador, “un mesías”
Quiénes son sus referentes históricos e ideológicos
Tomás Garrido Canabal (1890-1943), discípulo del general Salvador Alvarado y de Felipe Carrillo Puerto, formado bajo la dirección del general Francisco J. Mújica -gobernador carrancista y después obregonista (1915-1916)-, quién víctima de su jacobinismo cambio el nombre de la capital de San Juan Bautista a Villahermosa, además de promover el incendio de imágenes en el marco de una «campaña desfanatizadora». Masón como sus mentores, mostraba una contradictoria mentalidad jacobina y socialista, puritana y fascista. Gobernador de Tabasco en tres períodos interrumpidos instauró la ley seca contra el alcoholismo. Todo estaba regulado: el apagado de luces a las 21.30 horas, cooperativas de distribución agrícolas controladas por el gobierno, ligas de resistencia para cada gremio de trabajadores o empleados. Para los niños y jóvenes se crearon los “camisas rojas” que uniformados con colores rojinegros, recorrían las calles con disciplina fascista y servían como tropas de adoctrinamiento y choque en la campaña “contra Dios y la religión”. El éxito obtenido en Tabasco –clausura de todas las iglesias- hizo que Lázaro Cárdenas lo trajera como Ministro de Agricultura y Ganadería con la misión de “Tabasqueñizar a México”.
Ya en la capital, instituyó los “camisas rojas” bajo el nombre de "Jóvenes Revolucionarios", que iniciaron sus agresiones contra los católicos y su templos. Así en 1934 cuando se disponían a quemar el templo de San Juan Bautista en la Plaza de Coyoacán, mataron a la joven de 27 años María de la Luz Camacho, e hirieron a otras personas que indefensas trataban de impedir el atentado. La reacción de los católicos fue tal, que el general Cárdenas tuvo que despedir a su ministro, que partió al exilio.
Carlos Alberto Madrazo Becerra (1915-1969) fue becado por Garrido, fue fundador de los “camisas rojas” a quiénes encabezaba en Coyoacán, y fue quien disparó contra María de la Luz Camacho.
También colaboró con Vicente Lombardo Toledano en la Universidad Obrera y fue presidente de la Confederación de Estudiantes Socialistas de México, lo mismo que de la de Jóvenes Mexicanos, antes fue uno de los fundadores de la “Confederación de Estudiantes Socialistas del Sureste”, que incluía también obreros y campesinos.
Gobernador de tabasco de 1959 a 1964 y presidente del Partido revolucionario Institucional (PRI) de 1964 a 1965, tuvo que renunciar ante sus diferendos con el presidente Días Ordaz.
Nadie lo consigna, pero debió de ser parte del bloque socialista dentro del PRI, bloque conformado por Lázaro Cárdenas del Río, Luis Echeverría Álvarez, Porfirio Muñoz Ledo, Cuauhtémoc Cárdenas, etc., que tuvo una participación activa en el trágico desenlace de Tlatelolco 1968, al crear una brigada que dispararía contra estudiantes y ejército.
El fin de la historia y comienzo de la esperanza
<< López Obrador admiraba al político en Garrido, pero no veía que el político era inseparable del teólogo. El celo antirreligioso de Garrido Canabal era en sí mismo “religioso”, un reverso torcido y cruel del celo que furiosamente combatía [...]
El otro gran líder de tabasco (mitad cacique, mitad caudillo) había sido Carlos Madrazo. López Obrador se refirió a él en Entre la historia y la esperanza y en entrevistas posteriores
Tengo recuerdos de él cuando llegaba a mi pueblo –rememoraba López Obrador-. Había cierta veneración por los hombres del poder. Cuando Madrazo visitaba Tepetitlán se ponían arcos de triunfo con palmas, las calles se adornaban [...] lo recibían las mujeres más bellas del pueblo.
Finalmente, junto a Garrido y Madrazo, en el libro Entre la historia y la esperanza aparecía un tercer personaje. Era el sucesor natural de ambos. Como ellos, gustaba de sentir “la veneración por los hombres del poder”, y compartía con ellos “el ferviente deseo de gobernar”. Heredaría sus virtudes y corregiría sus defectos; él era un idealista de izquierda; nunca se reprocharía su indefinición porque se había atrevido a salir del espacio institucional; no se identificaba con “los de arriba”, el sólo quería el poder para servia a “los de abajo”. El si sabría como purificar a la Revolución. En él terminaba la historia y comenzaba la esperanza: Era naturalmente Andrés Manuel López Obrador. >>
Jorge Pérez Uribe a 26 de junio de 2012
[1] De Tomás Garrido Canabal
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