Primera predicación de Adviento del padre Raniero Cantalamessa, ofmcap., predicador de la Casa Pontificia (2 diciembre 2016).
El padre Raniero Cantalamessa, ha realizado esta mañana en el Vaticano la primera predicación de Adviento en la que ha reflexionado sobre lo que quiere decir “Creo en el Espíritu Santo”.
Si pensábamos que con la conclusión del Concilio Vaticano II todo había terminado, ahora nos enteramos que al celebrase el 50º aniversario de su clausura el 8 de diciembre de 2015, "se concluyó la primera fase de “después del Concilio” y se abre otra. Si la primera fase ha estado caracterizada por los problemas relativos a la “recepción” del Concilio, esta nueva se caracterizará, creo, por el completar e integrar el Concilio; en otras palabras, el releer el Concilio a la luz de los frutos producidos, dando luz también a lo que falta, o que estaba presente solo en la fase seminal."
"La mayor novedad del post Concilio, en la teología y en la vida de la Iglesia, tiene un nombre precioso: el Espíritu Santo. El Concilio no había ignorado su acción en la Iglesia, pero había hablado casi siempre en passant [1], mencionándolo a menudo, pero sin dar luz al rol central, ni tampoco en la constitución sobre la Liturgia."
Por otro lado, el predicador ha recordado que el año que viene se celebra el 50º aniversario del inicio, en la Iglesia católica, de la Renovación Carismática. “Es uno de los muchos signos –el más evidente por la inmensidad del fenómeno– del despertar del Espíritu y de los carismas en la Iglesia”, ha asegurado. Al respecto ha precisado que el Concilio había allanado el camino a su acogida, hablando en la Lumen gentium, de la dimensión carismática de la Iglesia.
De este modo, Cantalamessa ha señalado que después del Concilio se multiplicaron los tratados sobre el Espíritu Santo. Y en los últimos años –ha observado– estamos asistiendo a un paso decidido hacia delante en esta dirección. En esta línea, el padre Raniero ha proseguido la predicación analizando la “teología del tercer artículo”, que hace referencia al artículo del credo sobre el Espíritu Santo. Tal corriente –ha explicado– no quiere sustituir a la teología tradicional, sino más bien estar a su lado y vivificarla.
En el credo actual, “se parte de Dios Padre y creador, de Él se pasa al Hijo y a su obra redentora, y finalmente al Espíritu Santo operante en la Iglesia”. En la realidad, ha precisado, “la fe sigue el camino inverso”. Fue la experiencia pentecostal del Espíritu “que llevó a la Iglesia a descubrir quién era verdaderamente Jesús y cuál había sido su enseñanza”.
En otras palabras, “en el orden de la creación y del ser, todo parte del Padre, pasa por el Hijo y llega a nosotros en el Espíritu; en el orden de la redención y del conocimiento, todo comienza con el Espíritu Santo, pasa por el Hijo Jesucristo y vuelve al Padre”.
Esto no significa, ha advertido, que el credo de la Iglesia no sea perfecto o que deba ser reformado. “Es la forma de leerlo que de vez en cuando es útil cambiar, para rehacer el camino con el que se ha formado”, ha aconsejado el predicador.
A continuación, ha anticipado que intentará en las tres meditaciones de Adviento, “proponer reflexiones sobre algunos aspectos de las acciones del Espíritu Santo, partiendo justamente del tercer artículo del credo que se refiere a esto”.
De este modo ha planteado tres preguntas. Primero, ¿qué vida da el Espíritu Santo? Respuesta: da la vida divina, la vida de Cristo. “Una vida sobre-natural, no una super-vida natural”, ha precisado. Segundo, ¿dónde nos da tal vida? Respuesta: en el bautismo, que es presentado de hecho como un “renacer del Espíritu”, en los sacramentos, en la palabra de Dios, en la oración, en la fe, en el sufrimiento aceptado en unión con Cristo. Tercero, ¿cómo nos da la vida, el Espíritu? Respuesta: haciendo morir las obras de la carne.
En el Espíritu Santo –ha explicado– quedará siempre el Dios escondido, también si logramos conocer los efectos. Él es como el viento: no se sabe de dónde viene y adonde va, pero se ven los efectos cuando pasa. Es como la luz que ilumina todo lo que está delante, quedando esa escondida. Por esto, ha observado el padre Raniero, es la persona menos conocida y amada de los Tres, a pesar de que sea el Amor en persona. “Nos resulta más fácil pensar en el Padre y en el Hijo como “personas”, pero es más difícil para el Espíritu”, ha advertido. Por esta razón, ha asegurado que “comprenderemos plenamente quién es el Espíritu Santo solamente en el paraíso”.
[1] RAE: dicho sea de paso, de paso
[2] RAE: Dicho del Padre y del Hijo: Producir, por medio de su amor recíproco, al Espíritu Santo.
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