lunes, 29 de junio de 2020

LA SILLA LO EXHIBIÓ TAL CUAL ES




Pablo Hiriart | 24/06/2020 

Alguna vez un expresidente –he conversado con todos en mi carrera, desde De la Madrid a Peña Nieto–, me dijo que cuando te sientas en la silla se transparenta lo que eres. No se puede ocultar nada, ni defectos ni debilidades ni virtudes. 

Hoy vemos en Palacio Nacional a un hombre que batalló como pocos por llegar a la Presidencia, y en menos de dos años nos mostró que no tiene nada en la mente y en su corazón habitan el rencor y el resentimiento. 

El país se va a descomponer más y a México le va a ir peor debido a esas carencias de nuestro Presidente, que sólo lucha por acumular poder para destruir y controlar. 

No atina a nada constructivo, pues nadie da lo que no tiene. 

Ante la destrucción del país, él y sus cercanos alientan la confrontación entre mexicanos. 

Todos los días, sin faltar uno, nos hablan de peligros de golpes de Estado, de conspiraciones, inventan complots de empresarios, campañas desestabilizadoras, atacan a los medios de comunicación, amedrentan periodistas, señalan que hay médicos confabulados, papás de niños con cáncer que traen agenda política. 

Cada mañana nos despertamos con un nuevo pleito de López Obrador. Y muchas, muchas mentiras. 

Sus pleitos cuestan vidas humanas, empleos, delitos, crímenes, empresas cerradas, debilitamiento del Estado de derecho, falta de confianza para invertir. 

¿Cómo es posible que desde la Presidencia de la República se atice la polarización y el encono entre mexicanos (en el que algunos, lamentablemente, caen), cuando su función es exactamente la contraria? 

Es posible por las características de Andrés Manuel López Obrador: mucho enojo, y “el vacío del mundo en la oquedad de su cabeza”, para decirlo en palabras del poeta andaluz. 

Lo anterior no es una ofensa personal, sino una rigurosa y desoladora descripción de quien lleva el mando del país. 

¿No? A ver, que sus defensores nos digan cuál es el plan del Presidente para enfrentar la crisis económica. 

No tiene. Si existiera algún proyecto económico del gobierno ya lo conoceríamos, pero sólo vemos destrucción. 

El análisis de BBVA que registra hoy El Financiero indica que 600 mil empresas están paralizadas y sin ingresos, con incertidumbre de si van a poder operar nuevamente o no. 

Ante ese enorme problema para el país, ¿qué hace el Presidente? Nada. Cero. Que quiebren, dijo al empezar la crisis y de ahí no se ha movido. 

Si cada una de esas empresas tiene, o tenía, cinco trabajadores en promedio, significa que dos millones se quedaron sin sueldo y tal vez igual número de familias sin ingresos. 

A ver, ¿y el Presidente humanista, progresista, en qué temas anda? En ninguno que dé respuesta al drama salarial. Lo suyo son los pleitos y no las soluciones. 

Todos los analistas han cambiado sus previsiones de la caída del PIB para México, y se mueve desde -8.4 y -10 por ciento. ¿Alguna previsión para el golpazo? Nada. Cero. 

Al Presidente le da lo mismo que la economía caiga a -3 o que caiga a -12. No le aflige que por cada punto se pierdan alrededor de 200 mil empleos formales. 

¿Calumnio? ¿Sí le aflige? Entonces enseñen cuáles son las medidas contra cíclicas. ¿Seguro de desempleo? ¿Salario solidario? ¿Ingreso básico universal? ¿Apoyo fiscal a las empresas? 

No tiene nada que ofrecer. Pero espanta a la inversión extranjera, se ensaña contra las empresas y deja en el aire a los trabajadores cesantes. 

Enrique Cárdenas publicó la semana anterior en estas páginas que según el EQUIDE de la Universidad Iberoamericana, a fin de año habrá 95 millones de pobres en México, siendo mujeres y niños los más afectados. 

Estamos hablando de una crisis de hambre, con el drama humanitario, social y de seguridad que ello implica. 

¿Algún plan de contingencia para evitarlo, o atenuarlo al menos? Nada, no hay absolutamente nada. ¿Primero los pobres? 

Que no nos digan que sus programas sociales son la respuesta, porque con los recortes y rediseño de la política social, ahora los apoyos llegan a menos personas que en el sexenio anterior. 

Según CONEVAL, este año entre seis y diez millones de personas entrarán a las filas del hambre. Y el 'neoliberal' que le antecedió en el cargo sacó a dos millones de mexicanos de la pobreza extrema. 

AMLO no es lo que aparentaba y decía. 

Muy bien que se cobren más impuestos, aunque lo cierto es que se presiona a empresas para que desistan de exigir devoluciones. 

Pero dejémoslo en que está bien. Pregunta: ¿para qué usan el dinero? ¿Para fortalecer la economía? ¿Para salvar la planta productiva y recuperarnos más rápido de la crisis? ¿Para atender a los que están perdiendo sus empleos? 

Nada de eso. Lo usan para gastar en un Tren Maya, que sus vías costarán 140 mil millones de pesos, que será necesario subsidiar de manera permanente, para el cual habrá que tirar miles de árboles –apenas en su primera etapa–, y va a quemar, en plena selva, 166 mil millones de litros de combustible fósil al año, según informa la Manifestación de Impacto Ambiental. 

¿Cuál ha sido el programa para atender la emergencia sanitaria? 

No hay, nunca lo hubo. Puros parches e improvisaciones que nos han costado miles de muertes. 

¿No? Digan algo. Un par de argumentos que no sean insultos. No tienen. 

Se pidió un préstamo de mil millones de dólares al Banco Mundial. Correcto. ¿Para Salud? No, a la Secretaría de Salud le quitaron mil 500 millones de pesos en el primer trimestre. 

Ese dinero es para construir sucursales del Banco del Bienestar, al frente del cual nombraron, el lunes, a una abogada sin conocimiento de la materia, pues ella es “terapeuta de transmisión de energía cósmica” (La Jornada). 

Tanto batallar por sentarse en la silla, para exhibir que no tenía nada en la mente y le sobraba ímpetu destructivo en el corazón. 


sábado, 20 de junio de 2020

DOCTOR CHUNGA, YA VÁYASE POR FAVOR


Pablo Hiriart | 19/06/2020

El coronavirus está fuera de control en el país y el encargado de contenerlo se encuentra absolutamente extraviado.
Peor estamos nosotros, los ciudadanos.

La ingenuidad es un mérito, como dice Borges, pero un pasito adelante se transforma en algo que se denomina con una muy mexicana expresión. En eso caemos al admitir la permanencia de Hugo López-Gatell al frente de la estrategia nacional contra el coronavirus.

El señor se debió haber ido hace tiempo porque no da una, y cada día justifica por qué lo corrieron del equipo de expertos que combatió, exitosamente, la influenza AH1N1 en 2009.

O tal vez por eso lo mantienen, porque lo echó Felipe Calderón.
Para este doctor dan lo mismo seis mil muertos que 30 mil, 35 mil y 60 mil.

Ha hablado de las cuatro cifras, en diferentes momentos, como si se estuviera refiriendo a cabezas de ganado. Son personas fallecidas o que van a morir.

Cada muerto es una familia desgarrada y se le trata con la frialdad de un asunto sanitario.

López-Gatell desestimó la aplicación de pruebas, las boicoteó en los estados, y ayer Epidemiología anunció que las ampliará a grupos de síntomas leves. Entonces, ¿sí o no a las pruebas?

Uno ya no sabe si sirve o no sirve el cubrebocas, porque el encargado de proteger a la población de la pandemia nos dijo que no era útil. Sheinbaum lo contradijo, puso mascarilla obligatoria, y los capitalinos nos quedamos atrapados entre las dos opiniones.

¿Nos la ponemos o no? ¿A quién obedecemos?

El Presidente, que despacha en la capital, le cree a López-Gatell y no se la pone. Llama a “reconquistar la libertad” y salir a la calle “con prudencia”. Muchos siguen su ejemplo.

Alfredo del Mazo, que gobierna una parte importante del Valle de México, pide mascarilla obligatoria y que la gente permanezca en sus casas hasta que baje la ola de contagios.

El doctor López-Gatell cambió de opinión esta semana, cuando leyó un artículo que tiene por coautor al Premio Nobel, Mario Molina, en que destaca la importancia del cubrebocas.

Ahí sí, bueno sí.

¿Y cuándo va a bajar la ola de contagios?

López-Gatell nos dijo que el pico de la pandemia se daría entre el ocho y el diez de mayo. Luego adelantó la fecha: sería el seis de mayo. Después, que sería en los primeros días de junio.

No acertó en ninguna, porque seguimos en máximos históricos.
Para él da igual mayo que junio. O julio o agosto. ¿Cómo puede ser eso? ¿Qué clase de científico es?

Y luego, las mentiras del doctor. Ahí están.

En reiteradas ocasiones ha dicho que desde enero se comenzaron los trabajos para recibir a la epidemia y proteger a la población. Eso es falso.
Hace una semana y media todavía llegaban los aviones cargados de compras de emergencia de las mascarillas que López-Gatell decía que no servían, y equipo de protección para el personal médico que no se compró a tiempo.

¿Cuál preparados? ¿Cómo que desde enero?

Para López-Gatell daba lo mismo comprar el equipo en febrero que en mayo. Ni jabón, ni batas, ni gel desinfectante, ni gafas había en los hospitales cuando el encargado de combatir la pandemia posaba, de frente y de perfil, serio y sonriente, en la revista Quién.

Es una vergüenza y una tragedia.

Tragedia porque el 20.2 por ciento de los infectados en México son médicos, enfermeras y paramédicos. La media de contagios de trabajadores de la salud en Estados Unidos es de 3.3 por ciento. Aquí 20.2.

En marzo López-Gatell fue al Senado donde tranquilizó al país con el mensaje de que la tasa de letalidad del coronavirus sería de entre 2.5 y 3.2 por ciento.

¿Cuál fue la cifra correcta? La tasa de letalidad (contagiados que mueren) en México es de 11.9 contra una media de 5.5 en el resto del mundo.

Ahí en el Senado López-Gatell informó que “los efectos del Covid-19 no serán mayores a los que existen normalmente por la influenza estacional”.

¿Qué dice la realidad? Dice que con la reciente influenza estacional fallecieron 269 personas, y por el Covid-19 han muerto casi 20 mil personas en México... oficialmente.

Increíble que López-Gatell siga en el puesto. Que no lo hayan sustituido. Y que muchos le sigan creyendo.

El manejo del número de contagios y muertes es otro baúl de vaciladas.

Primero había que multiplicar por cuatro, luego por diez. Para él da igual.

Los subregistros están documentados con actas de defunción y el motivo: Covid-19. No hay relación entre el número de muertos y lo que informa López-Gatell.

Y si un día se dispara la cifra de fallecimientos, nos dice que se trata de rezagos de días anteriores.

El miércoles, el representante del IMSS en la conferencia vespertina, informó que el Instituto tiene un rezago de 957 muertos que no han puesto en los reportes, pero poco a poco lo irán haciendo.

¿Cómo los van a incorporar? ¿Unos 150 el martes, 400 el jueves, y así?

Son personas las que se mueren. Tienen hijos, padres o hermanos.

Están perdidos. Su negligencia y altivez, mata.

Para encabezar la lucha contra una pandemia de tal agresividad necesitábamos un médico a la altura de los grandes epidemiólogos que ha habido y hay en México.

La decisión fue política. Se eligió a un Doctor Chunga. Ya debe irse.

domingo, 7 de junio de 2020

SUECIA: LA TERCERA VÍA ANTE EL CORONAVIRUS



El primer ministro de Suecia, Stefan Löfven

Antecedentes


26 marzo, 2020 

El domingo 22 de marzo, el primer ministro de Suecia, Stefan Löfven, se dirigió al país con un discurso breve discurso de tan sólo 5 minutos en la televisión sobre la epidemia del Covid-19, durante los cuales recordó que la crisis sanitaria en su país se encontraba sólo en su inicio. 

Löfven avisó a los ciudadanos de que el gobierno podría tomar próximamente decisiones que tendrían “un impacto sobre la vida cotidiana” y llegar sin más preaviso. En medio del cierre generalizado en toda Europa, el primer ministro del país escandinavo no anunció ninguna medida concreta. 

Suecia parecía un oasis de paz (y actividad económica) en medio de una Europa que alzaba barricadas por todas partes. 

De momento, los suecos seguían acudiendo a los parques, yendo a los cines y haciendo las compras habituales. Los comercios permanecían en general abiertos, y sólo los eventos de más de 500 personas fueron prohibidos. 

Los niños fueron a la escuela, y la enseñanza sólo se interrumpió en las universidades, que hacen cursos a distancia, pero mantuvieron abiertas sus instalaciones. El gobierno recomiendó a los ciudadanos que presentaran síntomas que no salieran de casa. Y se dio el mismo consejo a los mayores de 70 años en general. 

La estrategia de Suecia ante el coronavirus, que había sufrido hasta 36 víctimas mortales, se resumió, en una palabra: progresividad. Como explicó su ministro del interior, Mikael Damberg, “no se trataba de tomar la buena decisión, sino de tomarla en el momento oportuno”. 

Pero esta manera de actuar cuesta entenderla incluso en el contexto de los disciplinados y organizados países nórdicos: Noruega, Finlandia y Dinamarca habían tomado medidas mucho más drásticas a pesar de presentar como su vecino sueco números de casos bajos en comparación a otros países europeos más al sur. 

¿Por qué Suecia no actuó pues como otros países similares y que se encuentraban ante una situación prácticamente idéntica? 

Según la agencia sueca de salud, el confinamiento total que otros países han adoptado no era viable a largo plazo porque la población no lo puede soportar. Otra razón que el epidemiólogo de estado Anders Tegnell dio es que, además, el confinamiento es contraproducente. Recordemos como las largas noches, los cortos días y la falta de sol, deprimen en general a la población y son causa de muchos suicidios.

Es costumbre que en las pocas horas de luz, la población se vuelque a las calles, a esquiar, a patinar en el hielo o simplemente a caminar por parques y calles. 

Suecia: la tercera vía ante el coronavirus




¿Dos meses después, ¿en qué punto se encuentra Suecia ante el virus?


20 mayo, 2020

Suecia decidió dejar que el virus circulara libremente entre la población, concentrando las restricciones y medidas de protección sólo en las personas vulnerables, como los ancianos

A finales de marzo, ForumLibertas explicaba el modelo de Suecia para hacer frente a la epidemia del nuevo coronavirus. 

Este país nórdico adoptó a principios de marzo una postura insólita. No decretó el confinamiento casi total, como pasó en Europa, incluidos los vecinos de Suecia, Noruega, Dinamarca y Finlandia. Pero tampoco hizo esfuerzos particulares para contener la epidemia y evitar una escalada de contagios a nivel nacional, como Corea del Sur, Taiwán, Australia o Nueva Zelanda. 

Suecia sorprende porque decidió seguir una tercera vía. 


Las autoridades de Estocolmo consideraron que era demasiado tarde para tratar de detener la propagación del virus. El modelo de éxito taiwanés, consistente en cerrar fronteras a los posibles infectados, realizar tests a escala masiva, distribuir material de protección y mantener la economía abierta, fue juzgado impracticable. 

Pero el gobierno sueco no se decantó tampoco por la alternativa evidente, la de parar la economía casi totalmente para evitar el colapso del sistema sanitario. 

Suecia decidió pues dejar que el virus circulara libremente entre la población, concentrando las restricciones y medidas de protección sólo en las personas vulnerables, como los ancianos. Se trata de la estrategia de “inmunidad masiva”, propuesta también por Angela Merkel y Boris Johnson antes de que ambos líderes cambiaran de opinión. 

Los ciudadanos del país escandinavo tienen fama de disciplinados, y su estilo de vida es mucho más individual que el de los países latinos. Por ejemplo, el porcentaje de población que vive sola en Suecia es mucho más elevado que en el sur de Europa. 

Estocolmo esperaba que sus características sociales le ayudarían a evitar tanto un colapso sanitario como un descalabro económico. 

Dos meses después de haber hecho esta elección, ¿en qué punto se encuentra Suecia ante el virus? 

Primeramente, ha quedado demostrado que la estrategia de Estocolmo conlleva un elevado precio en vidas humanas. Según el recuento de la Universidad John Hopkins, hasta el 16 de mayo ha habido 3.646 víctimas mortales de coronavirus en Suecia. 

Como en toda Europa, una buena parte de las muertes se han producido en las residencias de ancianos, lo que demuestra la falta de eficacia de las medidas de protección para los más vulnerables anunciadas por el gobierno sueco. 

Los países vecinos de Suecia presentan cifras muy, muy inferiores. Noruega, que tiene aproximadamente la mitad de los habitantes, lamentó por el momento 232 muertos. Finlandia, con una población similar a la de Noruega, 297. Finalmente, Dinamarca ha sufrido 537 para una población de tamaño similar. Estamos hablando de más de 10 veces menos de muertes que en Suecia. 

Las muertes por millón de habitante que presenta Suecia son más bajas que las de España, Italia o el Reino Unido. Pero mucho más elevadas que en Portugal, Alemania o los países de Europa del este, y se acercan a las de Francia. 

En segundo lugar, se podría esperar que, desde un punto de vista económico, la decisión de Estocolmo podría haber salvado la economía sueca de la recesión que se dibuja en toda Europa.

Pero a pesar de las muertes más elevadas, el modelo sueco no ha conseguido mitigar la caída económica. Según las previsiones de la Comisión Europea, tanto Suecia como Finlandia y Dinamarca sufrirán pérdidas similares este año, de entorno al 6% del PIB. 

Para más, la Unión Europea prevé que, de los tres países nórdicos, Suecia sea el que sufrirá el mayor incremento del paro. 

Este hecho se podría explicar en parte por la dependencia de Suecia de las cadenas de suministro internacionales, fuertemente tocadas por la epidemia, ya que el país dispone de una industria más potente que sus vecinos. 

Ante los malos datos en términos de mortalidad y pérdidas económicas, Anders Tegnell, el epidemiólogo que diseñó la respuesta de Suecia al Covid–19, espera al menos conseguir un porcentaje de personas inmunizadas superior a los demás países. 

Según afirma Tegnell, basándose en una modelación matemática de los contagios, en torno al 40% de los habitantes de Estocolmo habrán pasado el virus a finales de mayo. Algo que situará a Suecia en una mejor posición que los otros países europeos para hacer frente a una eventual segunda oleada de contagios. 

Quizá el doctor sueco tenga razón si la vacuna no llega el próximo invierno. De momento, sin embargo, los resultados obtenidos no son alentadores, y el verano reducirá en cualquier caso la circulación del virus en toda Europa.