Por Denise Meade Gaudry*
Esto lo escribí hace más de 2 años y como la psicopatología no desaparece sino que puede incrementar sus síntomas, sigue vigente.
Voy a tratar de explicar la diferencia entre la insania y la salud mental de forma fácil y sin tecnicismos, para lograr entender lo que hoy observamos en el presidente de México.
A través de la historia de la psicología y de la psiquiatría, se han llevado a cabo diversas clasificaciones de la conducta que se considera normal o anormal. Existen dos manuales diagnósticos, que han sido actualizados con los años y que nos marcan a los profesionales de la salud mental, cuáles son las enfermedades mentales y los criterios para su diagnóstico: DSM y CIE.
La normalidad de una conducta no significa que sea lo más adecuado o lo más sano, sino que corresponde a lo que se encuentra dentro de la norma de esa sociedad, es decir, las conductas que realizan la mayoría de ese grupo de personas. Por tanto, la salud mental es contextual. Por lo que, cuando una persona se conduce fuera de esa normalidad, se le considera anormal o que padece una enfermedad mental.
Los trastornos mentales son justamente eso, las clasificaciones que se han hecho de esas conductas fuera de la norma.
Cuando escuchamos la palabra “loco” o enfermo mental, nos imaginamos a un personaje con lenguaje o conductas que pareciera no ser compatible con nuestra realidad, ¿no? Sin embargo, no siempre es así. Las enfermedades mentales se clasifican en dos: Las de tipos neurótico y las de tipo psicótico. Estas últimas efectivamente, afectan a la persona de tal manera que pierde el contacto con la realidad y lo incapacita mentalmente. Nos referimos, por ejemplo, a una persona que sufre esquizofrenia, delirios, alucinaciones, etc.
Lo que vemos como conducta o lenguaje nos indica claramente que padece una condición mental anormal o enfermedad mental. En estos casos, se trata de un desbalance en la química del cerebro y es muy evidente.
Sin embargo, las enfermedades mentales de tipo neurótico son más difíciles de identificar o de diagnosticar a simple vista, ya que la persona no pierde el contacto con la realidad y pueden continuar funcionando en su contexto, de forma aparentemente normal. Pero, presenta disfuncionalidad en su actuar cotidiano, así como lenguaje “chistoso” o errático. Ideas extrañas o extremas. Irritabilidad, solo por dar un ejemplo, pues dependerá del tipo de trastorno que presente.
Cada uno de estos trastornos tiene sus propias características y, por tanto, sus criterios para poder ser diagnosticados.
Todos, sin excepción, tenemos *RASGOS* de los denominados trastornos mentales. ¡Así es! Se refiere a las posibilidades de ser o de actuar de las personas.
Por ejemplo, si una persona tiene pensamientos de que necesita limpiar y no puede salir de su casa sin hacerlo o de mantener todo en orden, esto corresponde a que esa persona podría tener *RASGOS* del trastorno obsesivo compulsivo, sin ser una actividad que la incapacite funcionalmente.
Cuando esas ideas obsesivas y conductas compulsivas se exacerban y no le permiten funcionar adecuadamente, le causan un dolor emocional a el/ella o a las personas que la rodean, entonces sí podríamos estar hablando de un *TRASTORNO MENTAL DE PERSONALIDAD*. Esa es la diferencia entre la conducta normal y la anormal (psicopatológica).
Aún con un trastorno, esa persona sigue conviviendo socialmente y de involucrarse en la vida cotidiana y social, y en la de muchos de los casos, ignora que lo padece, aunque los demás, notan algo “raro” o se les complica convivir con él/ella.
Por lo anterior, podemos entender que la mayoría de las personas que sufren serios trastornos de personalidad, se encuentran entre nosotros y no sabemos el porqué de su actuar. Simplemente deducimos que es algo “raro” o nos percatamos que es una persona o se hace mucho daño o que le hace daño a los demás.
Su lenguaje o su actuar nos parece “extraño”, pero no consideramos que “sea para tanto” como para considerarle enfermo mental, pero puede que sí lo sea, y uno peligroso para los demás o para sí mismo. Además, una persona puede padecer la combinación de varios trastornos, no solo uno particularmente.
*Particularmente en el caso de López*, en su conducta y en su lenguaje se observa:
Una clara *falta de empatía* por el daño que causa, no se responsabiliza de sus actos, culpa a los que lastima y se victimiza; además, se considera superior a los que llama sus “adversarios” y considera que él está por encima de la ley; también, sufre de delirios de grandeza y miente descaradamente sin ningún reparo ni remordimiento, aunado una clara falta de control de impulsos en su lenguaje y en su conducta.
Para él todo es blanco o negro, es decir, o estás con él o en su contra, reflejo de la inestabilidad emocional y de su inseguridad. Sus reacciones denotan ira inapropiada, intensa o incontrolable;
*Trastorno narcisista de la personalidad*
Significa que tiene un sentido grandioso de su propia importancia y lo absorben fantasías de éxito ilimitado; se considera especial y único: sólo puede ser comprendido por, y sólo debería asociarse con otras personas especiales o de alto estatus personal o institucional; requiere excesiva admiración (es un síntoma que denota una baja autoestima y una gran preocupación por cómo lo ven los demás); tiene un sentido exagerado y no equitativo de sus propios derechos.
Intenta recibir halagos constantemente, desplegando un gran encanto. Espera un trato especial y se irrita con los que protestan.
Organiza actos de reconocimiento a sus “éxitos” (tren maya y otros eventos).
Es orgulloso y envidioso.
Espera una gran dedicación de los demás y puede hacerles trabajar en exceso sin tener en cuenta el impacto que esto pueda tener en sus vidas.
Asimismo, piensa que se le debe todo y es muy pretencioso, con irrazonables expectativas de un trato especialmente favorable o de una aceptación automática de sus deseos. Es reacio a reconocer o identificar las necesidades y sentimientos de los demás y frecuentemente es envidioso de los demás o cree que los demás le tienen envidia, mostrando actitudes y comportamientos arrogantes, altivos o prepotentes.
*Trastorno paranoide de la personalidad*
Sospecha, sin base suficiente, de que los demás se van a aprovechar de él, le quieren hacer daño o lo quieren engañar.
En las observaciones o los hechos más inocentes, vislumbra significados ocultos que son degradantes o amenazadores; alberga rencores durante mucho tiempo (Calderón), por ejemplo, no olvida los insultos, injurias o desprecios; percibe ataques a su persona o a su reputación que no son aparentes para los demás y está predispuesto a reaccionar con ira o a contraatacar.
Es reivindicador nato, pues él decide quiénes son los buenos y quiénes los malos, sin medir las consecuencias ni la oportunidad. Suele ser “provocado” por los adversarios y no dudan en acusar sin pruebas, incluso a sus propios correligionarios.
Es rencoroso e incapaz de tolerar las críticas, un señalamiento o una observación.
Tolera muy mal un ataque o una crítica.
Siempre hay enemigos que combatir: Los fifís, los corruptos, la prensa fifís, los empresarios, etc.
*Trastorno histriónico de la personalidad*
Necesita ser el centro de atención en el escenario de su vida y reclama un auditorio o espectadores como estímulo para su accionar diario. Necesita llamar la atención, brillar, ser considerado por todos, aún por los adversarios. Tolera muy mal un ataque, una crítica, igual que el paranoico.
Practica el gatopardismo (acomoda el discurso a la audiencia) –cambiar un poco para no cambiar nada-, y la simulación camaleónica, aunque no pierde su hábito de pavo real.
Es vivaz, seductor y dramático en sus presentaciones.
Adopta posturas demagógicas y permisivas para que lo crean tolerante, compasivo y bueno.
Se siente incómodo en situaciones en las que no es el centro de atención y tiene un estilo de hablar que se basa excesivamente en las impresiones o generalizaciones, pero que carece de detalles.
*Trastorno antisocial de la personalidad*
Lo característico es el desprecio y violación a las leyes y a los derechos de los demás, o de las principales normas o reglas sociales. Utiliza el engaño y manipulación como recursos más frecuentes para obtener sus deseos.
Engaño, que se manifiesta por mentiras repetidas, utilización de alias o estafa para provecho o placer personal.
Impulsividad o fracaso para planear con antelación.
Irritabilidad y agresividad, que se manifiesta por peleas o agresiones físicas repetidas (historia de López en su juventud y como oposición).
Desatención imprudente de la seguridad propia o de los demás.
Ausencia de remordimiento, que se manifiesta con indiferencia o racionalización del hecho de haber herido o maltratado a alguien. Siempre justifica y culpa a los que lastima. La víctima siempre va a ser él.
Estas solo son algunas de las características de personalidad que le hemos visto en público al presidente, sin embargo, no sabemos cómo se comporta en la vida privada para que pudiéramos aumentar o confirmar el cuadro de patologías.
La información que nos brinda todos los días, es suficiente para determinar y observar claras señales de que padece de la combinación de varios trastornos mentales, como: trastorno de personalidad narcisista, paranoide, antisocial y límite, acompañados de megalomanía, baja autoestima y un profundo resentimiento social.
Tristemente para los mexicanos, como su nombre lo indica, “son personalidad”, lo que significa que no se quita. Al contrario, pueden aumentar los síntomas y acentuarse. Es por lo que día a día nos sorprendemos de las que hoy llamamos coloquialmente “ocurrencias” o “locuras”, pero no lo son, es el reflejo de su insania mental.
*La Dra. Denise Y. Meade Gaudry cuenta con Doctorado (P.D.) en Psicología clínica por la Universidad de las Américas, A. C. y es doctora en psicoterapia; maestra en psicoterapia, perito en psicología forense, especialista en violencia familiar y de género, en abuso sexual infantil y en reprocesamiento de trauma.
Actualmente realiza el Doctorado en Neurociencias y psicopatología forense, del Instituto Nacional de Ciencias Penales y el Instituto de Neurología.
2 comentarios:
Jorge, gracias por compartir ésta información, habrá que compartirla con urgencia, saludos
Efectivamente, hay que compartirla, para que la gente entienda que ese "no somos iguales, somos diferentes", se refiere a un profundo daño sicológico que sólo puede llevar al caos.
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