viernes, 18 de julio de 2014

SARAZHEVO 1914





“La historia del mundo es la suma de aquello que hubiera sido evitable.”

Bertrand Arthur William Russell




La historia es la ciencia que tiene como objeto de estudio el pasado de la humanidad y como método el propio de las ciencias sociales. Su objeto son los hechos históricos acontecidos y registrados. Para la historia el pretérito pluscuamperfecto de subjuntivo del verbo haber (hubiera o hubiese) no existe. Sin embargo, no podemos ignorar que en este pretérito pluscuamperfecto está reflejada la libertad del hombre.

Es de notar que es un gran Doctor en Historia, nada menos que Jean Meyer, quien se atreve a considerar el efecto de una serie de hechos y decisiones erróneas en los sucesos ocurridos en junio de 1914, que llevaron al desencadenamiento de "La Gran Guerra”



Jean Meyer | 29 de junio de 2014


Ayer, 28 de junio, hace cien años, el príncipe heredero del Imperio austro-húngaro, Franz Ferdinand y su esposa Sophie, iban a celebrar su cumpleaños de matrimonio. No alcanzaron a festejar porque habían ido a Sarazhevo[1], polvorosa y pequeña ciudad de provincia, capital de Bosnia Herzegovina, a la periferia del imperio. Y en Sarazhevo les esperaba la muerte. La muerte se presentó a la cita. 

No me gustan las conmemoraciones pero aprovecho la oportunidad para explicar que el accidente existe en la historia, como en la vida. ¿Qué hubiera pasado si el archiduque no va a Sarazhevo? No cae bajo las balas del pobre, joven y tuberculoso estudiante Gavrilo Prinzip y no hay guerra, esa que los sobrevivientes llamaron La Gran Guerra y que nosotros llamamos Primera Guerra Mundial, porque después vino otra, las dos consecuencias de los balazos que mataron al archiduque… Pero ahí en Sarazhevo, está la placa que reza: “Desde este punto el 28 de junio de 1914 Gavrilo Prinzip asesino al heredero del trono austro-húngaro Franz Ferdinand y su esposa Sophie” El asesino se llamaba Prinzip ¿principio o príncipe? El principio que guió su mano era el nacionalismo exaltado de los serbios que soñaban con una Gran Serbia que incluiría todos los territorios donde vivían serbios, pocos o muchos.

La fatalidad no existe en Historia, la guerra aquella no era inevitable, como no era inevitable el suicidio de Europa. Para empezar el archiduque nunca debió ir a Sarazhevo. Todos sabían que el lugar era peligrosísimo y que los terroristas, apoyados por los servicios secretos de Serbia, estaban al acecho. La lista de atentados cometidos por ellos desde 1908 era muy larga. Franz Ferdinand no era ningún cobarde, pero la víspera preguntó todavía a su tío, el emperador Francisco José, hermano de nuestro Maximiliano, si de veras su presencia en Sarazhevo era indispensable. Este le dijo que sí. El príncipe contestó que no le gustaría dejar tres huerfanitos.

Su presentimiento resultó certero, por más que, posiblemente, no haya sabido que el 28 de junio era, es todavía, para los serbios una fecha inolvidable, la de la batalla de Kosovo Polié en 1389, cuando los turcos derrotaron al príncipe mártir Lazar: aquel mismo día un héroe serbio entró bajo la tienda del sultán victorioso y lo mató. Era el ídolo de Gavrilo Prinzip.



¿Qué hubiera pasado si hubiesen proporcionado verdadera seguridad a la pareja? No se la dieron, sino mínima, porque la pobre Sophie ni era del agrado de la familia Habsburgo y de la Corte, porque pertenecía a la pequeña nobleza. Les contaré como eso peso incluso después de su muerte. Publicaron en la prensa local el itinerario que iba a seguir, en coche descubierto, el archiduque y su esposa. Así los seis miembros del comando serbio pudieron tomar posición y lanzar sus granadas; no alcanzaron su blanco pero hirieron a los pasajeros del coche siguiente. El archiduque no se inmutó y mantuvo el programa. Al terminar la ceremonia en el Ayuntamiento pudo salir directamente de la ciudad y escapar al destino. No. Quiso ir al hospital para visitar a los heridos. En lugar de tomar el Libramiento, el chofer se metió en las callecitas de un centro que se parece al de Guanajuato. Para colmo se metió en la calle equivocada; al darse cuenta, se echó de reversa y quedo atorado con la banqueta. Gavrilo Prinzip (el comando se había dispersado) no podía creerlo: justo enfrente, a pocos metros, Franz Ferdinand. No podía fallar, no falló. 



De haber sido Sophie una princesa, una duquesa, Viena hubiera organizado grandes funerales a los cuales hubieran asistido todos los monarcas europeos. El zar, el emperador alemán y el rey de Inglaterra (Tres primos), y el presidente francés. Y se hubieran puesto de acuerdo. Sin guerra. 


[1] Sarajevo, más castellanizado (nota del blogger)


Fuente: El universal, 29 de junio de 2014, México




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