Antonio Maza Pereda
La pregunta no es ociosa. Dos días después de las elecciones en los Estados Unidos, las discusiones no terminan, los enconos se profundizan. Y se radicalizan. Hay quienes canonizan a Trump y quienes lo satanizan. Pero sobre todo todavía no queda claro por qué ganó el señor Trump.
Obviamente, los más molestos son los analistas políticos y los encuestadores que fracasaron rotundamente al tratar de vaticinar los resultados de esta elección. Eran ya las 10 de la noche del día de las elecciones y todavía algunos analistas decían que podía haber algún cambio de última hora. Ahora esos mismos que fallaron, que no pudieron interpretar los sentimientos de los votantes de los Estados Unidos, son los que nos están prediciendo cuál va a ser las consecuencias de este nuevo gobierno. Uno esperaría que después de haber demostrado su incapacidad para entender la situación política de ese país, tardarían algún tiempo en atreverse a opinar. Pero no ha sido así.
Algunos análisis bastante lúcidos, si bien escasos, se han hecho sobre el tema. En 2012 el Partido Demócrata de los Estados Unidos obtuvo casi 66 millones de votos, contra casi 61 millones de votos del partido Republicano. En las elecciones actuales los Republicanos obtuvieron poco menos de 60 millones de votos y los demócratas casi lo mismo, unos 200,000 votos más que los republicanos pero que, dado el sistema de votación indirecta de Estados Unidos, le permitió al señor Trump ganar la presidencia. Alejandro Hope dijo, con sobrada razón, que Trump no ganó, que la señora Clinton fue quién perdió la presidencia, porque ella perdió más de 6 millones de votos de los que obtuvo su partido hace cuatro años. En cambio los republicanos prácticamente perdieron casi 1 millón de votos.
Al parecer el tema es el desencanto del electorado con la clase política, similar a lo que ha ocurrido en otras partes del mundo. Y aquí no se trató de ver quién ganaba más votos, sino de ver quién perdía menos. Que en este caso fue Donald Trump, jugando la carta de externo a la clase política y atacando en conjunto al sistema actual. Lo que ha ocurrido tiene paralelos con los plebiscitos para definir la salida del Reino Unido de la Unión Europea y el plebiscito sobre los arreglos de la paz en Colombia. Ambos referendos propiciados por las clases políticas de esos países y ambos rechazados por una población que ya no cree en los políticos.
Otro gran perdedor es la Prensa. Una parte muy importante de la televisión y la prensa tradicional, apoyaron y defendieron a la señora Clinton. Prácticamente hasta el último momento siguieron insistiendo en que era la triunfadora. Su fracaso para influenciar al electorado pone en duda el papel que se le ha asignado de "el cuarto poder". Esto, unido al hecho de que las noticias por medios electrónicos y, en buena medida, las noticias que la gente recibe a través de las redes sociales, tienen cada vez más credibilidad de la que tienen los medios tradicionales, los periódicos, el radio y la televisión.
Evidentemente, un gran perdedor son los encuestadores. Con esquemas cada vez más sofisticados, con algoritmos que va más allá de las encuestas, casi unánimemente sostuvieron que la señora Clinton ganaría por un margen cómodo. Hoy es muy dudoso que los tomadores de decisiones en materia electoral, sigan basando sus resultados en los pronósticos de estas empresas. Para todo efecto práctico, bien podrían seguir el antiguo y probado método de los griegos y romanos que tenían augures que pronosticaban los resultados de las batallas analizando las entrañas de aves.
Creo que lo que no se está entendiendo es el ocaso, la decadencia incluso de la clase política tal como la conocemos. En todos los países los partidos están fallando en entender el sentir ciudadano. Se puede criticar a Trump por sus ideas, por sus actitudes, pero hay que reconocer que supo leer las intenciones de un electorado que ha sentido que no se le toma en cuenta en cuestiones políticas. Se ha dicho que sus votantes fueron mayormente blancos, pobres, poco educados, mientras que los de la señora Clinton fueron mayormente no blancos, educados, de nivel económico mayor. O sea, precisamente los que forman una parte menor del electorado del país. Las propuestas de Trump resonaron en una parte importante de la población que se siente abandonada por la clase política. El resultado está ahí. Y probablemente también el riesgo: el aislacionismo, la discriminación racial, el culto a las armas y otros conceptos más que se le critican al ahora presidente electo, son sostenidos por una parte importante de la población de los Estados Unidos.
¿Qué podemos esperar? Es un tema muy amplio que merece un artículo aparte. Es claro que no podemos caer en el juego de satanizar o canonizar al señor Trump. Seguramente habrá, como en la mayoría de los humanos, luces y sombras. En el nivel más amplio, las consecuencias serán para la forma de gobernar que han elegido una buena parte de los países de este mundo. Una llamada muy severa de atención a las clases políticas y al sistema de partidos. Una convocatoria a las mejores mentes del mundo y, por supuesto, de nuestro país, para pensar modos nuevos para renovar y darle credibilidad a la democracia. Ese es el tema de largo plazo, ese es el tema de la próxima década o más, posiblemente. Al final, la administración Trump pasará como una nota de pie de página en la historia. Como la mayoría de los temas que hoy nos preocupan. El cambio del sistema partidario, será el hito de este siglo.
@mazapereda
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