Trump, López Obrador y Bolsonaro |
Pablo Hiriart | 03 / agosto / 2020
De ninguna manera es casualidad que los tres países con
más personas muertas por la pandemia tengan presidentes populistas: Estados
Unidos, Brasil y México.
El fracaso en el combate a la pandemia en estos tres
países tiene el mismo origen: entusiasmar a la población con soluciones fáciles
a problemas complejos.
Las consecuencias, como hemos visto, son catastróficas.
Eso es el populismo.
Trump, Bolsonaro y AMLO comparten el mismo desdén por la
ciencia y el conocimiento. Los tres han sido agresivos contra las eminencias
médicas de sus países.
Han recortado presupuestos a las áreas epidemiológicas
de sus respectivos sistemas de salud, porque lo consideraron gasto inútil.
Gobernar “no tiene mayor ciencia”. Sólo basta la
voluntad del macho cabrío que guía al rebaño.
La ciudadanía juzgará en las urnas, con el voto, el
desempeño de estos tres gobiernos. Y está por verse cómo reaccionarán los
populistas ante la posibilidad de perder el poder.
En Estados Unidos el presidente Trump ha sugerido
posponer las elecciones porque se prepara un “fraude” en su contra.
Aquí en México, ¿alguien se imagina a López Obrador
entregando la banda presidencial a un panista?
Jair Bolsonaro, con estrella decadente luego de un
arranque llamativo, primero intentaría un golpe de Estado antes que devolver la
presidencia a sus adversarios políticos.
Los populistas no aceptan perder, y los tres pueden ser
derrotados en las urnas.
Trump es quien tiene elecciones más próximas y va abajo
en todas las encuestas. De continuar la tendencia, sus reacciones son
imprevisibles. Ya dio suficientes avisos de que le van a hacer “fraude” y por
tanto no aceptaría un resultado adverso.
Aquí en México habrá elecciones legislativas el próximo
año y no se ve por dónde Morena pueda ganar la mayoría absoluta. Va a perder.
No cuenta con nada que ofrecer más que circo, pero eso tiene un límite.
El límite es cuando se pierde el empleo y no hay
suficiente comida para llevar a la mesa familiar.
Ahí el circo deja de ser eficaz. Podrán meter a la
cárcel a cientos de adversarios políticos –algunos, ciertamente, vulgares
delincuentes–, pero la falta de ingresos y de seguridad se paga.
La muerte de un familiar, de un amigo o un vecino por
coronavirus, se cobra en las urnas.
Imposible que Morena salga indemne después del desastre
económico y sanitario que su ignorancia y su soberbia han provocado.
Iban a ser, en el peor de los escenarios, seis mil muertos
por coronavirus. Pero vamos en casi 48 mil (oficialmente), llegaremos a 70 mil
o cien mil, más los que Salud no cuenta porque mueren en sus casas.
Nueve gobernadores piden la salida de López-Gatell como
encargado de combatir la pandemia, porque el desastre y la mortandad son
demasiado grandes.
El gobierno perdió el control sobre la pandemia. De
hecho, nunca lo tuvo. A la mortandad responden con ironías politiqueras, como
el subsecretario cuestionado.
O con desplantes que ofenden la inteligencia del más
incauto: “están enojados con López-Gatell porque se les acabó el negocio
corrupto”, dijo ayer el coordinador de los diputados de Morena, Mario Delgado.
El partido gobernante no tiene con qué refrendar su
mayoría en la Cámara de Diputados, salvo que la oposición cometa el error de
pelearse con el Presidente y no con sus políticas públicas.
La oposición tiene todo para ganar el próximo año, a
reserva de que se peleen con AMLO y no con Morena, donde anidan toda suerte de
“alimañas” y “tepocatas”, como decía el candidato Fox de los priistas en el
poder.
El Presidente es incapaz de dialogar y entenderse con
los que piensan diferente. No hay manera.
¿Cómo reaccionará ante un Congreso opositor?
¿Cómo reaccionará Trump en caso de perder las
elecciones?
¿El populismo aceptaría entregar el poder si lo pierde,
en Estados Unidos?
¿Lo podría compartir, como tal vez lo mande el
electorado en México?
Estamos cerca de saberlo.
https://www.elfinanciero.com.mx/opinion/pablo-hiriart/el-estertor-del-populismo
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