sábado, 25 de mayo de 2019

EL PLAN NACIONAL DE DESARROLLO DE LÓPEZ OBRADOR




José de Jesús Castellanos | 15 mayo 2019

Los planes de desarrollo que se han presentado en el país nos ofrecen y prometen importantes transformaciones del país en beneficio de la sociedad. Pero los planes elaborados en la etapa moderna, desde José López Portillo, no han alcanzado el paraíso prometido. Sin embargo, la sociedad es indiferente a dichos documentos pues, como es bien conocido, la mayoría de los mexicanos no lee y menos cuando se trata de documentos oficiales, ya sea por no creer en la autoridad o porque el lenguaje no resulta el más accesible. 

Ahora se ha comentado ampliamente que el Presidente Andrés Manuel López Obrador descartó el Plan elaborado por Hacienda por ser, nuevamente, un documento técnico. En cambio, se dice que redactó, o mandó elaborar, otro diferente que además de la reiterada crítica que hace al neoliberalismo, convirtiéndolo en el perro del mal y las siete plagas de Egipto, incurre en una serie de ofrecimientos y promesas vagas que no están soportadas con los medios presupuestales o las estrategias concretas con los cuales se van a alcanzar. Esto puede provocar que el Plan, si es que los diputados lo aprueban tal cual, pasará a ser una más de las promesas incumplidas. Pero, en este caso y de acuerdo con el estilo presidencial, se señalará a los culpables. 

Un Plan gubernamental requiere, en primer lugar, disciplina interna para su cumplimiento. Y en segundo lugar se requiere confianza en la sociedad para sumarse a las políticas y esfuerzos a los que se invita por medio del mismo, pues por más que se quiera convertir al aparato gubernamental en el eje del desarrollo, sin la participación social esto no es posible. Por ello, los mensajes explícitos o implícitos que va lanzando el Presidente se convierten en un factor importante para prever si el Plan se cumplirá o no, a pesar del lema oficial: “me canso ganso”. 

Quisiera referirme hoy a algunos de los planteamientos del Plan que, de entrada, no coinciden con las acciones y decisiones presidenciales que conocemos hasta el momento. 

Un primer aspecto se refiere a los conflictos sociales. Para el Presidente, durante las tres décadas en las que afirma imperó el neoliberalismo, no fue posible resolver los conflictos entre los distintos sectores, sino que los agudizó al punto de quiebre, generando desestabilización, generando una oligarquía político-empresarial. Reconoce que durante la etapa del desarrollo estabilizador hubo aspectos políticos y sociales inaceptables, que fueron acentuados por los neoliberales: la corrupción, la falta de democracia y la diferenciación entre los mexicanos. Pregunto: ¿las conferencias de prensa mañaneras y los discursos presidenciales están contribuyendo a superar los conflictos? Los calificativos a sus críticos: fifís, conservadores, neoliberales, etc. En cambio, los elogios al pueblo bueno que lo apoya y la forma como se dirige a él resulta contrastante. Otro tanto se puede decir de los chiflidos orquestados contra los gobernadores y los aplausos hacia él. Un de las demandas que hoy se hacen a Andrés Manuel López Obrador, es que no confronte, que unifique. Por lo pronto no lo está haciendo. 

Lo anterior está relacionado con la crítica que hace, acertadamente desde mi punto de vista, a la manipulación del lenguaje de los gobernantes, que me parece se aplica especialmente a los emanados del PRI, independientemente de sus estrategias políticas y que no desembocó, como él afirma, en el régimen oligárquico neoliberal, sino que fue la base de sustentación del sistema priísta. Finalmente, los gobernantes perdieron credibilidad. Me pregunto si ahora el Presidente no ha dado ya pasos firmes por el mismo sendero. La mentira, el maquillaje de los datos o el rechazo cuando se le presentan unos que no coinciden con él, porque responde simple y sencillamente que él tiene “otra información”, son parte de este discurso. Niega a pesar de que existen grabaciones que lo desmienten, como fue el caso de su discurso sobre la presencia de los militares en las calles. Retó a que se le demostrara algo diferente a lo que afirmaba, y a pesar de que se le exhibió diciendo lo contrario, no lo aceptó. 

El Plan Nacional sustenta: “Ante el sistemático quebrantamiento de las leyes, tanto en su espíritu como en su letra, hemos de desempeñar el poder con estricto acatamiento al orden legal, la separación de poderes, el respeto al pacto federal”. Respecto del estricto acatamiento del orden legal, su famoso memorándum sobre no acatar la reforma educativa vigente, lo retrató de cuerpo entero. Primero su concepción de justicia –no definida- y luego la ley. Se le olvidó que al “margen de la ley, nada; por encima de la ley, nadie”. Los gobernadores de los Estados se han sentido afectados por la presencia de sus superdelegados y sus recursos, con la contrastante reducción de los apoyos a las entidades. Y acerca de la separación de poderes, hemos sido testigos de cómo corrige a los legisladores y las dicta línea cuando lo que está por aprobarse o ya aprobado va en contra de sus deseos. También su actuación ha dado pie a roces con la Suprema Corte. 

Hay más que decir, pero concluiré con el título de uno de los apartados del PND: “Respeto a los contratos existentes y aliento a la inversión privada”. ¿Ese principio operó en el caso del Nuevo Aeropuerto Internacional en construcción en Texcoco? Si había corrupción, hasta ahora no comprobada, ¿no hubiera sido suficiente con castigar a los culpables? A ver quién se anima en el futuro. 

Hay dichos, pero no hechos. Prometer no empobrece, dar es lo que aniquila, dice el dicho.

Nota aclaratoria: El presente análisis se publicó bajo el título "El prometer no empobrece", pero siendo esta la frase favorita de cientos de publicaciones decidí cambiarle el título al asunto referido. Fuente: www.yoinfluyo.com/columnas/353-jose-de-jesus.../6572-dar-no-empobrece

sábado, 18 de mayo de 2019

LO NOVEDOSO EN ARTE



Arte, grafiti, escultura, todo mezclado en perfecta armonía.




Teo Revilla Bravo | 17 de mayo de 2019

Lo novedoso, aquello que va rubricado por un marcado carácter presentándose desde unas coordenadas artísticas distintas a las habituales, enseguida atraen poderosamente la atención, pues somos seres por encima de otras consideraciones curiosos. Investigar, descubrir, topar con la sorpresa e indagar, es parte de la riqueza de la vida. Cuando es así, cuando nos encontramos ante una obra altamente centrada, de gran poder de inventiva, bien resuelta a nuestros ojos, sentimos que el hombre y con él la sociedad avanzan un poquito más por el buen camino contrarrestando aspectos sombríos. El artista intenta crear con su obra, el acercamiento a la comprensión de su realidad esencial, llegar a sus últimos elementos integradores, tocar el alma virtuosa e inquieta, ir en búsqueda constante de la realización y de la mejora. Esa obra que se va generando poco a poco sin mucho ruido, a veces con toques iconoclastas ojalá con acierto y valentía, sabe que es parte de la respuesta.




Somos curiosos, sí, pero también debemos ser aventureros viajeros que prescinden de lo asombroso aparencial, así como de lo repetitivo y aburrido que roza o cae directamente en lo superficial o en el engaño. Quizás por eso el artista vocacional es inconformista, un inadaptado que lo pasa mal en el intento por pretender aclarar los estímulos que salen de su alma a borbotones, pues tiene una meta a la que llegar, una idea entre ceja y ceja que desarrollar, un objetivo inmediato por cumplir, un mandato metal que obedecer, una obra nada o poco entendida que emprender. Y lo intenta, obsesivo, a través de la motivación, del trabajo y de la exigencia. Si esto falla, decae, deja de obrar como tal, entra en crisis, muere. Para que esto no suceda, hay que desprenderse constantemente de lo banal y de lo postizo, de todo aquello inservible a lo que nos enganchamos sin darnos cuenta y que tiran de nosotros de una manera poderosa y cruel limitándonos, entorpeciéndonos, impidiendo que avancemos. Debemos prescindir de todo lo que resulte artificial, fingido, interpuesto, o de algún modo manejado o manipulado desde esferas de poder, cualquier poder.





Hay que mutar, extender el radio de acción, contemplar todo el vasto dominio de la situación que se nos presenta; hay que penetrar en esa realidad que pretendemos transformar en algo mejor y sublime que dé sentido a la existencia, para oírnos y olernos vivir y amar, para oírnos y olernos morir tal vez. ¿Cómo lograrlo? Existe en todo ser perceptivo y concienciado una alquimia personal, unos efectos mágicos que trasmutan, unos valores que con poca frecuencia se ponen -por comodidad o descreencia- en práctica. El artista ha de asumir su labor con ilusión, rompiendo esa opacidad y rigidez que se nos echa encima a cada instante que respiramos: la sociedad envenena, ata, va en contra con frecuencia de los intereses netamente humanos que necesita el artista para sobrevivir, ya que tiende a esclavizar, a convertirnos en miembros vigilados, mecanismos fieles colocados en el engranaje que mejor cuadre en cada momento a sus fines. Es el artista, precisamente, quien tiene la facultad de romper ese estado de cosas, esa dinámica machacona, mecánica y dictatorial que nos anula en lo fundamental, para intentar hacer de la realidad algo más traslúcido, más libre y solidario, más expansivo, sorprendente, descontaminado y por supuesto creativo. Así avanzamos, a contracorriente, con mucho esfuerzo y poco ruido, abriéndonos a los sueños que alientan novedades y expanden espacios. El artista es el mago que nos abre los ojos a la luz. No lo entorpezcamos, dejemos que entre esa luz a raudales y nos envuelva en ella.



Barcelona.-20012. 

©Teo Revilla Bravo.



Fuente: https://entrepalabrasysilencios.blogspot.com/2019/05/lo-novedoso-en-arte.html?spref=fb&fbclid=IwAR3mOopPe7vcnkXQksogwCqbxDkjX4CVdikELlGiDTpyh5837ONeNAvihHA

jueves, 9 de mayo de 2019

CUBA Y VENEZUELA: MORIR MATANDO


Hugo Chávez y Fidel Castro. EFE
Maite Rico | 5 de mayo de 2019


Érase una vez un país muy pobre que logró dominar a un país muy rico. Se infiltró en todos sus rincones, desarticuló su sistema político y extrajo sus recursos. Poco a poco, el país rico fue sumergiéndose en la miseria y el caos, mientras el país pobre seguía exprimiéndolo


Podría ser un buen argumento para una serie de ficción distópica. Sin embargo, esto es lo que ocurre con Cuba y Venezuela. La isla arruinada por una dictadura comunista se hace con el control de la potencia petrolera, diez veces más grande y con el triple de población. Sobrevive 20 años gracias al petróleo que le bombea el régimen chavista. Y ahora que su anfitrión se desmorona, La Habana hace lo imposible por apuntalarlo, a costa de prolongar la agonía de los venezolanos. Como el parásito que está dispuesto a desangrar a su presa hasta matarla. 

Venezuela vive momentos decisivos, con una operación en marcha para restablecer la democracia. Un plan negociado entre Juan Guaidó, el presidente encargado, Estados Unidos y altas personalidades del régimen, que pasaría por enviar a Nicolás Maduro a una suerte de exilio dorado, como los sátrapas de rigor. Las noticias son confusas. Lo seguro es que Cuba está tratando de manera agónica de evitar el fin del chavismo. 

El viejo Fidel, mucho más listo que Hugo Chávez, vio en este militar iluminado la tabla de salvación del calamitoso régimen cubano 

Hay que reconocer que, con su extraña simbiosis, Cuba y Venezuela han marcado un hito inédito en la geopolítica mundial. Cuando llegó al poder, en 1999, Hugo Chávez se hincó de hinojos ante su héroe, Fidel Castro, en busca de su bendición para capitanear una revolución socialista continental. Y el viejo Castro, mucho más listo, vio en ese militar iluminado la tabla de salvación de su régimen calamitoso, la ubre a la que aferrarse tras el derrumbe de la URSS, que puso fin en 1990 a unas ayudas de 65.000 millones de dólares (cinco veces el Plan Marshall, con el que EEUU contribuyó a la reconstrucción de Europa tras la II Guerra Mundial). 

Chávez quería asesoría y Castro se la cobró muy cara, en petróleo y divisas. Y de paso infiltró Venezuela como un alien. Con la coartada de la venta de servicios profesionales, llenó el país de cubanos. Oficialmente, en 2013 había unos 45.000 cooperantes, sobre todo personal médico. Extraoficialmente, los funcionarios duplicaban la cifra. Miles de ellos en seguridad y defensa. Hoy La Habana controla el sistema de identificación y pasaportes, registros y notarías públicas, puertos, aeropuertos y puestos migratorios, y los sistemas informáticos del Gobierno, la policía y la petrolera estatal, PDVSA. El espionaje cubano, el G-2, tiene mando en plaza en los servicios de inteligencia venezolanos. Y los militares se reparten por los cuarteles y el Ministerio de Defensa. 

A cambio, La Habana ha estado recibiendo más de 100.000 barriles de petróleo cada día, y vendiendo el excedente a precios de mercado. Súmese a eso inversiones directas, subsidios y contratos millonarios. En total, unos 8.700 millones de euros al año. Fidel Castro logró el control de Venezuela, de la vida de Chávez, que murió en La Habana de un cáncer, y de su sucesor, el obtuso Maduro. 

Con este pacto endiablado, Cuba y Venezuela, el país pobre y el país rico, sellaron sus destinos. Con mucha peor suerte para Venezuela. 

Veamos: gracias a los consejos del castrismo, la economía venezolana se ha hundido sin remedio. Para este año, el FMI prevé una caída del PIB del 25%. La producción de crudo, que llegó a los tres millones de barriles diarios, se ha desplomado hasta los 732.000 barriles. Maduro saquea las reservas de oro del país: en lo que va de año, han retirado 24 toneladas del Banco Central, mientras los gerifaltes militares explotan ilegalmente las minas de oro, diamantes y coltán que venden a turcos, rusos, chinos y árabes. La opulenta Venezuela está hoy en alerta humanitaria. Hay desabastecimiento, apagones y falta de agua. 3,4 millones de personas han abandonado el país. Otros siete millones (25% de la población) necesitan asistencia, según la ONU. 

La Habana controla el sistema de identificación y pasaportes y los sistemas informáticos del Gobierno venezolano, la policía y la petrolera estatal 

¿Y Cuba? La economía, que nunca despegó, está ahora en completo estancamiento. No producen nada y tienen que importar la mayor parte de los alimentos y bienes de consumo. ¡Incluido el azúcar, su gran materia prima! Venezuela ha recortado el suministro petrolero a la mitad, a 50.000 barriles de crudo al día, una cantidad generosa pero que no cubre las necesidades de energía del país. El turismo bajó en 2018 casi un 5%, y como tienen que importar todo, los ingresos han mermado. 

El régimen castrista depende ahora de las remesas del exilio, que el año pasado representaron el 51% de los ingresos de la población cubana. Los cortes de luz son mayores aún que en Venezuela. Cómo estarán las cosas, que el propio Raúl Castro, jefe del Partido Comunista y mandamás en la sombra, ha instado a sus sufridos súbditos a que se preparen para “la peor variante de la economía”. Es decir, un nuevo “periodo especial”, el eufemismo con el que el castrismo describió el terrible periodo de penurias cuando acabó la ayuda soviética y Cuba perdió de golpe el 35% del PIB. 

Un cambio de régimen en Venezuela supondría ahora una merma del 15% del PIB. De ahí las cínicas palabras del viejo Raúl: “Nunca abandonaremos el deber de actuar en solidaridad con Venezuela”. Es decir, sostener al tambaleante Maduro (que no deja de ser un fusible) frente a una rebelión cívica que encabeza Guaidó. Y mientras Cuba y Venezuela, encadenados uno al otro, se hunden sin remedio, la Rusia neo-imperial de Putin y la China voraz de Xi-Jinping vuelan en círculos sobre los moribundos.


Fuente:https://www.vozpopuli.com/opinion/Cuba-Venezuela-morir-matando-opinion-maite-rico_0_1242475951.html

sábado, 4 de mayo de 2019

MIGUEL HIDALGO, EL GRITO DE DOLORES, Y TOMA PACÍFICA DE POBLACIONES (VI)




El grito de Dolores


Entre las tres y las cinco de la madrugada de aquel 16 de septiembre de 1810, ya reunidos los alfareros y cederos de sus pequeñas empresas y los dos serenos del pueblo, alrededor de 15 o 16 personas; mandó Hidalgo a los alfareros traer las armas y hondas ocultas en la alfarería, mismas que se repartieron entre los presentes.

<< Una vez armados los pocos que se habían reunidos, tomó el señor Cura una imagen de nuestra Señora de Guadalupe, y la puso en un lienzo blanco, se paró en el balconcito del cuarto de su asistencia, arengó en pocas palabras a los que estaban reunidos recordándoles la oferta que habíamos hecho de hacer libre nuestra amada patria y levantando la voz dijo:

- ¡Viva nuestra Señora de Guadalupe! ¡Viva la independencia!

Y contestamos:
- ¡Viva!
Y no faltó quien añadiera:
- ¡Y mueran los gachupines!

Acto seguido el cura se dirigió junto con ellos a la cárcel, donde liberó a 50 reos, de allí fueron todos la cuartel por espadas. Se agregaron soldados del destacamento del Regimiento de la Reina. Y todos se distribuyeron para proceder a la prisión de españoles. […]

Mientras tanto el campanero, el cojo Galván, había dado las llamadas para la misa de cinco. Como una de las razones primordiales del movimiento era la defensa de la fe y sus prácticas, lo más seguro es que, una vez aprehendidos los gachupines, gran parte de los sublevados acudiera a la misa dominical, pues era de riguroso cumplimiento comenzando por el propio Hidalgo, aunque no oficiara él sino uno de sus vicarios.

Habiendo salido todos de la Iglesia poco después de las seis, allí en el atrio el cura Hidalgo arengó a la multitud en estos términos:

¡Hijos míos! ¡Únanse conmigo! ¡Ayúdenme a defender la patria! Los gachupines quieren entregarla a los impíos franceses. ¡Se acabó la opresión! ¡Se acabaron los tributos! Al que me diga a caballo le daré un peso; y a los de a pie, un tostón! […]



“Voy a quitarles el yugo”



A las siete de la mañana ya se contaban más de seiscientos los animados a entrar en la insurgencia. Allende y Aldama ayudados por 34 soldados del Regimiento de la Reina, se dieron a la tarea de formar pelotones y dotarlos cuando menos de hondas que tenían guardadas en el Llanito y lanzas de Santa Bárbara de donde había llegado Luis Gutiérrez con más de doscientos jinetes.

Mariano Abasolo no estuvo en el momento de la primera arenga, pues permaneció en su casa, pero más tarde escuchó a Hidalgo mientras se dirigía no a la muchedumbre sino a un grupo de vecinos principales de Dolores. En efecto, el propio cura Hidalgo y Allende mandaron juntar todos los vecinos principales del propio pueblo, y reunidos les dijo el Cura estas palabras:

“Ya sus mercedes habrán visto este movimiento; pues sepan que no tiene más objeto que quitar el mando a los europeos, porque éstos como ustedes sabrán, se han entregado a los franceses y quieren que corramos la misma suerte, lo cual no hemos de consentir jamás y vuestras mercedes, como buenos patriotas, deben defender este pueblo hasta nuestra vuelta que no será muy dilatada para organizar el gobierno.”

Hidalgo encargó la parroquia al padre José María González, generoso devoto de la cofradía de los Dolores. Hubo otras misas dominicales y así unos entraban y otros salían. Almorzaban lo que generalmente se ofrecía en el tianguis dominical

Hidalgo inició también una de las que serían las acciones de mayor trascendencia para el nombramiento: el nombramiento de comisionados para diversos puntos. Por último encargó los obrajes a Pedro José Sotelo y otros.

Habló con sus hermanas Vicenta y Guadalupe, prometiéndoles que pronto volvería, y hacía las once de la mañana montó en caballo negro. Al paso del desfile de cerca de ochocientos sublevados que enfilaron hacia la hacienda de La Erre, pasando por el puente del río Trancas, una joven del pueblo, Narcisa Zapata, le gritó al párroco:

- ¿A dónde se encamina usted señor Cura?

Y éste contestó:
- Voy a quitarles el yugo muchacha.
A lo que replicó Narcisa:
- Será peor si hasta los bueyes pierde, señor Cura>> [1]


Retrato hablado de Hidalgo al momento del Grito de Dolores



De conformidad con Carlos María de Bustamante –contemporáneo de Hidalgo-: <<Era Hidalgo bien agestado, de cuerpo regular, trigueño, ojos vivos, voz dulce, conversación amena, obsequioso y complaciente; no afectaba sabiduría; pero muy luego se conocía que era hijo de las ciencias. Era fogoso, emprendedor y a la vez arrebatado. >> [2]

Lucas Alamán que vivió la batalla por Guanajuato muy joven y que se convertiría en uno de sus mayores detractores lo describe así: <<Era de mediana estatura, cargado de espaldas, de color moreno y ojos verdes vivos, la cabeza algo caída sobre el pecho, bastante cano y calvo, como que pasaba ya de 60 años [en realidad 57], pero vigoroso, aunque no activo ni pronto en sus movimientos; de pocas palabras en el trato común, pero animado en la argumentación a estilo de colegio, cuando entraba en el calor de alguna disputa. Poco aliñado en su traje, no usaba otro que el que acostumbraban entonces los curas de pueblos pequeños. >> [3]

<<A este retrato convendría añadir que normalmente su genio era suave –como había escrito Riaño-, bien que alguna que otra vez estallará en cólera; que no obstante la conciencia de su saber era humilde; que gozaba las fiestas con suma alegría y no desdeñaba conversar con mujeres de alguna gracia; que compartía la vida al igual con aristócratas que con indios y castas; que sus pasiones eran la música y la fiesta brava; que era excesivamente pródigo y se la pasaba endeudado sin mayor angustia, y, en fin que era astuto como un zorro. Más por encima de todo, a partir de aquel día del Grito mostraría el más grande de los resentimientos contra los europeos, como que había acogido y albergado en su corazón los agravios padecidos por todos los nacidos en estas tierras de parte de aquellos.

En lo físico sólo faltaría decir que era buen jinete y así montado en caballo negro, emprendía su ruta de libertad y destrucción. Esa personalidad destacaba en la muchedumbre, pero al mismo tiempo se iba diluyendo en ella. Acababa de abrir la cueva de los vientos y el vendaval lo rebasaría. La biografía de Hidalgo tiende a perderse en la historia de la guerra. >>[4]



Toma pacífica de las poblaciones aledañas



Recordemos que uno de las primeras encomiendas que había realizado hidalgo era nombrar comisionados para invitar a las poblaciones cercanas a unirse a su movimiento y así trazando un ovalo, se dirigió primero a la hacienda de La Erre, cuyo administrador Miguel Malo había dispuesto comida para los sublevados. Terminada la comida cerca de las dos de la tarde, marcharon a San Miguel el Grande, mientras Hidalgo exclamaba: “¡Adelante señores! Ya se ha puesto el cascabel al gato. Falta ver quiénes son los que sobramos”.

<<Al atardecer se detuvieron brevemente en el santuario de Atotonilco, donde el capellán Remigio González ofreció de merendar a los dirigentes. Hidalgo habiéndose dirigido a la sacristía, que sin duda conocía bien, tomo un estandarte de la Virgen de Guadalupe enarbolándolo como una de las banderas del movimiento. A partir de entonces el grito de “¡Viva la Virgen de Guadalupe!” resonaría incesantemente.

Mientras todo esto sucedía se acercaban dos destacamentos militares, uno proveniente de Querétaro, enviado a capturar a Allende y Aldama y otro de Guanajuato para capturar a Hidalgo, pero al enterarse del tamaño del contingente alzado, se retiraron.

Durante los primeros meses del movimiento los insurgentes blandieron diversas banderas, a menudo las mismas de los batallones de soldados regulares que se les agregaban, pero destacaron La guadalupana elegida por Hidalgo, y la que llevaba la imagen de Fernando VII, que se avenía más con la postura de Allende y que Hidalgo ni impuso ni prohibió; esto último porque le atraía partidarios. >>[5]



San Miguel el Grande: “Sólo queda la autoridad de la nación”



Cuando arribaron a San Miguel el Grande, ya se conocían las noticias provenientes de Dolores, por lo que el coronel Narciso de la Canal, comandante del Regimiento de la Reina al que pertenecía Allende y su cuñado el alférez Manuel Marcelino de las Fuentes, convocaron a una reunión del Ayuntamiento con el alcalde Ignacio Aldama, así como con Juan de Humarán, Justo Cruz Baca, Francisco Landeta, Domingo Berrio y otros. Humarán propuso salir a recibirlos, mientras que los demás, que Aldama y Cruz Baca fueran en comisión a hablar con los sublevados en tanto se reunirá la tropa para resistir. Mientras tanto De la Canal recibía al sargento Francisco Camúñez –que de Querétaro venía a aprehender a Allende y Aldama. De la Canal dejó el mando a Camúñez, advirtiéndole de la poca lealtad de los soldados, ya que eran fieles a Allende, -efectivamente solo se contaron 40 leales a la Corona-.

Los comisionados, platicaron con Ignacio Allende, sobre los propósitos de los insurgentes y regresaron a San Miguel para comunicar a los demás del ayuntamiento que los alzados eran ya cerca de mis doscientos y que mucha gente de San Miguel se iba sumando a los insurrectos.

Los insurgentes entraron por el barrio de San Juan de Dios como a las siete de la noche de ese 16 de septiembre, con Allende a la cabeza e Hidalgo en la retaguardia. Allende procedió a la aprehensión de los españoles reunidos en las Casas Reales.

La multitud saqueó la tienda de Francisco Landeta e intento hacerlo con la de Pedro Ulibarri, pero Allende se interpuso y los retiró a cintarazos.

La primera confrontación entre Allende e Hidalgo, se dio a temprana hora del lunes 17, cuando numerosos sublevados empezaron a apedrear casas de españoles, a gritar mueras e intentar saqueos. Allende se levantó en bata y chinelas y montando a caballo, cintareó a varios hasta que calmó el alboroto. <<Hidalgo se lo criticó, arguyendo que convenía tolerar a la muchedumbre, pues era la manera de contar con ellos. Allende replicó que el movimiento sólo tendría éxito con tropa disciplinada de la que fuera defeccionando (de las filas realistas), pues casi todos eran americanos, en cambio el populacho sólo provocaba desórdenes y buscaba saquear. Se acaloraron los ánimos y Allende expresó que mejor Hidalgo se separara del movimiento y lo dejará sólo. Hidalgo ofreció arengar al pueblo para que obrara sin excesos y conservaría la jefatura de la causa, mientras que Allende organizaría la tropa y las campañas. >> [6]

Por la tarde se reunieron los principales criollos en las casas consistoriales presididos por los caudillos y se procedió a nombrar una junta gubernativa para la población presidida por el mismo alcalde Ignacio Aldama.

Entonces apareció el capitán Mariano Abasolo, que había estado de incognito en San Miguel y se incorporó a la causa, encargándosele formar nuevos pelotones, así como designar a los administradores de las haciendas de peninsulares. Mariano Hidalgo, tesorero de la causa, recibió el dinero de las alcabalas y 23,000 pesos de la Iglesia hallados en casa de Landeta. Por la noche, gracias a diversas requisiciones, los fondos del movimiento llegaron a 80,000 pesos en efectivo.


Por Chamacuero: la primer proclama insurgente


El contingente insurgente abandonó San Miguel en la madrugada del miércoles 19, llevándose a los españoles presos. Probablemente en el trayecto a Chamacuero, alguno de los caudillos, que no Hidalgo, redactó la primera proclama que ha llegado a nosotros:

<<El día 16 de septiembre de 1810 verificamos los criollos en el pueblo de Dolores y villa de San Miguel el Grande, la memorable y gloriosa acción de dar principio a nuestra santa libertad, poniendo presos a los gachupines quienes para mantener su dominio y que siguiéramos en la ignominiosa esclavitud que hemos sufrido por trescientos años, habían determinado entregar este reino cristiano al hereje rey de Inglaterra, con que perdíamos nuestra santa fe católica, perdíamos a nuestro legítimo rey don Fernando Séptimo, y que estábamos en peor y más dura esclavitud.

Por tan sagrados motivos, nos resolvimos los criollos a dar principio a nuestra sagrada redención, pero bajo los términos más humanos y equitativos, poniendo el mayor cuidado para que no se derramara una sola gota de sangre; ni que el Dios de los Ejércitos fuera ofendido. Se hizo, pues, la prisión, conforme a los sentimientos de la humanidad que nos habíamos propuesto, sin embargo de que el vulgo ciego saqueó una tienda, sin poder contener este hecho tan feo y que estábamos sumamente adoloridos. Se prendieron a todos, menos a los señores sacerdotes gachupines; se pusieron en una casa cómoda y decente todos los presos, y se les está atendiendo en los caminos en donde andan con nuestro ejército, con cuanto es posible, para su descanso y comodidad.

Este ha sido el suceso; y nuestros enemigos quieren pintarlo con negros colores en horror e iniquidad, con el fin de atraer a su partido a nuestros propios hermanos los criollos, con el detestable pensamiento de que nos destruyamos y matemos criollos con criollos, para que los gachupines queden señoreando nuestro reino, oprimiéndonos con su dominio y quitándonos nuestra substancia y libertad.

Pero, ¿qué criollo por malo que sea, ha de querer exponer su vida contra sus hermanos, sin esperanza alguna más de seguir el captiverio, quizá peor del que hasta aquí hemos tenido?

Nuestra causa es santísima, y por eso estamos todos prontos a dar nuestras vidas. ¡Viva nuestra santa fe católica, viva nuestro amado soberano el señor don Fernando Séptimo, y vivan nuestros derechos, que Dios [y] la naturaleza nos han dado!

Pidamos a su Majestad Divina la victoria de nuestras armas, y cooperemos a la buena causa con nuestras personas, con nuestros arbitrios y con nuestros influjos, para que el Dios omnipotente sea alabado en estos dominios, ¡Y que viva la fe cristiana y muera el mal gobierno!>> [7]

La proclama, no firmada por caudillo alguno, solo difundía que el movimiento trataba de acabar con la sujeción colonial y oponerse a la entrega del reino, así como de mostrar que la prisión de europeos había sido moderada. Pero hacía falta la explicación de un plan propositivo, cosa que Mora, oriundo precisamente de Chamacuero, adonde se dirigían entonces los insurgentes, echa muy de menos: “Semejante desconcierto y falta de plan disgustó a muchas personas que por su influjo y riqueza hubieran sido el apoyo más poderoso de la revolución.” Entre ellos se encontraba nada menos que el joven teniente criollo Agustín de Iturbide, Dragón del regimiento de la Reina de Valladolid.

En realidad sí había un plan, cuando menos el de Epigmenio González; pero Hidalgo lo siguió solamente en algunas líneas. “Este jefe se cerró en que lo que convenía era popularizar la revolución, haciéndola descender hasta las últimas clases.”



En Celaya, Capitán general


En Celaya el ayuntamiento y el clero salieron a dar la bienvenida a los insurgentes, que entraron al alba del jueves 20. Sin embargo algunos criollos acomodados, apostaron criados armados en las azoteas, lo que ocasionaría la primera baja de la guerra, cuando uno de estos criados disparo al aire al ver que apedreaban la casa custodiada e inmediatamente fue acribillado de un disparo y esto dio lugar a un saqueo. Allende reprobó el hecho e Hidalgo lo disculpó, hasta que la queja de una mujer por estupro llevó al caudillo a dar la pena de muerte al violador.

El viernes 21 se reunió para revista al contingente de más de cuatro mil personas, siendo proclamado Hidalgo capitán general, Allende teniente general y mariscal Juan Aldama; además se dio el título de Protector de la Nación a Hidalgo. Desde entonces ya afloraban las diferencias entre Hidalgo y Allende, ya que Allende se quejaría de que el cura “empezó a disponer por sí solo”, si bien habían determinado de “no determinar cosa alguna que no fuese de acuerdo con los tres”.

Ahí se ponderó la decisión de seguir a la ciudad de Querétaro o a la de Guanajuato; optándose por la primera, ya que en Querétaro había partidarios detenidos y estaba prevenida, en tanto que Guanajuato no tenía mayor resguardo. El sábado 22 se intentó proseguir con la organización de las multitudes, parte de las cuales se adelantó rumbo a Salamanca, en tanto Hidalgo continuó enviando comisionados por diversos puntos.



Salamanca e Irapuato: “Los pueblos se entregan voluntariamente”


El domingo 23, después de misa, el ejército emprendió la marcha hacia occidente, al atardecer entraron a Salamanca, donde pernoctaron.

Hacía mediodía del martes 25 el contingente se encaminó a saquear la hacienda de Temascatio y luego entraron a Irapuato en donde fueron recibidos triunfalmente; para entonces el contingente ascendía ya a más de nueve mil hombres, de los cuales ocho mil eran indios mal armados. La importante villa de León se pronunciaría por la insurgencia el día 27. En forma semejante lo haría la congregación de Silao que ya había ya recibido a los insurgentes.

<<De esta manera la mancha de la insurrección se iba cerrando sobre la región que ocupaba la ciudad y real de minas de Guanajuato, con la consiguiente angustia del teniente Riaño: “Los pueblos se entregan voluntariamente a los insurgentes. Hiciéronlo ya en Dolores, San Miguel, Celaya, Salamanca e Irapuato; Silao está pronto a verificarlo”. Y aún más allá, pues el cura Hidalgo seguía nombrando otros comisionados para extender la causa, entre ellos a José Antonio Torres, administrador de una hacienda de san Pedro Piedra Gorda (hoy Manuel Doblado>>.[8] A él le encomendaría la Nueva Galicia.


Jorge Pérez Uribe

Notas:

[1] Carlos Herrejón Peredo, Hidalgo: maestro, párroco e insurgente, Ed. Clío, libros y videos, S.A. de C.V., México, 2014, pág. 229, 230

[2] Carlos María de Bustamante, Cuadro histórico de la Revolución Mexicana, t. I, 1961, pp.202-203
[3] Lucas Alamán, Historia de México, t. I, 1942, pág.227
[4] Carlos Herrejón Peredo, op. cit., pág.233
[5] Ibíd., pág. 233
[6] Ibíd., pág. 233
[7] Ibíd., págs. 235, 236
[8] Ibíd., pág.242