miércoles, 25 de septiembre de 2019

AUNQUE QUIERE, LÓPEZ OBRADOR NO SERÁ HUGO CHÁVEZ



López Obrador quisiera ser Hugo Chávez. Afortunadamente para sus conciudadanos, el presidente mexicano no cuenta con los recursos del venezolano 

Por Víctor H. Becerra | septiembre 24, 2019

López Obrador quisiera ser Hugo Chávez, pero no puede. Simplemente no cuenta con el dinero con que el que contó Hugo Chávez, a manos llenas. Tampoco cuenta con una empresa petrolera que sostenga sus proyectos faraónicos o que pueda sostenerlos en un hipotético futuro; más bien al contrario: PEMEX es el lastre colgado en el cuello de su administración. 

Debilidad de las finanzas públicas y un PEMEX convertido en un barril sin fondo y sin remedio, son dos fenómenos paralelos. Así, por ejemplo, por esa astringencia de recursos, el nuevo Proyecto de Egresos del gobierno federal que discute el Congreso, establece el menor nivel de inversión pública en casi un siglo. Y es todavía peor: por cada 100 pesos que el Estado mexicano invertirá en infraestructura durante 2020, 50 pesos serán para PEMEX, tres para salud y dos para educación. 

López Obrador quiere que PEMEX incremente notablemente su producción, pero sin entregarle el dinero que necesita para que ello ocurra, porque sencillamente no lo tiene. La obsesión de López Obrador con PEMEX, en la esperanza de lograr que la empresa financie todos sus proyectos, ha costado hasta hoy niños sin tratamiento para el cáncer y adultos enfermos de SIDA sin medicamentos, mujeres perseguidas y sin refugio, burócratas despedidos sin ninguna prestación, y muchos dramas humanos más. La astringencia presupuestal que el Presidente llama «austeridad» contra la corrupción tiene como uno de sus beneficiaros a una empresa lastrada por lustros, décadas de ineptitud y deshonestidad. 

En su desesperación por salvar a PEMEX (y que la empresa salve a su vez a su gobierno) López Obrador mintió al decir que no endeudaría más al país. Así, hace unos días tuvo que conseguir prestados siete mil quinientos millones de dólares para pagar puntualmente los vencimientos de la deuda de PEMEX en 2019 y 2020. 

López Obrador ciertamente recibió la empresa petrolera más endeudada del mundo y colocó al frente a funcionarios bisoños que en unas cuantas semanas perdieron la confianza de los mercados. De modo que solo le queda endeudarse para pagar intereses, lo cual es inviable en el largo plazo. Refinanciar solo es sostenible en el largo plazo, si esperas generar más dinero del que pides. Si, por el contrario, empiezas a generar menos dinero (como hoy sucede), eventualmente la situación va a ser insostenible, que es exactamente lo que ya está pasando con PEMEX. Así, la petrolera en algún momento va a llevar a López Obrador (y al país) a la quiebra. La única solución entonces será vender activos para cubrir sus obligaciones, reducir su pasivo laboral vía despidos, y aun así, lo más probable es que no le alcance para generar dinero suficiente para cubrir sus crecientes obligaciones. 

Todo esto es lo que actualmente le está pasando a PEMEX: ya no es lo suficientemente rentable para cubrir sus pasivos (el precio del petróleo ha bajado y todo parece indicar que seguirá bajando). Su producción extractiva ha caído sin remedio y esa es su principal fuente de ingresos, mientras que la refinación nunca ha sido un verdadero negocio: en estricta racionalidad económica, le sería más barato comprar toda la gasolina en Estados Unidos. 

Es indudable que, en el pasado lejano y reciente, ha habido una pésima administración en PEMEX y que por eso ha llegado a su situación actual. De otro modo, no estaría tan endeudada a los niveles fabulosos en los que se encuentra. Pero también es innegable que la administración de López Obrador no está ayudando en nada a que salga de su situación actual, sino que parece empecinarse en cavar más hondo bajo sus pies. 

PEMEX simplemente no es sostenible, algo que se ha dicho en todos los tonos y por todos los analistas serios de este país, así que al final vendrá una baja en su calificación crediticia, lo que va a arrastrar a su vez la calificación del país. Al poco tiempo será el riesgo país el degradado, lo que va a tener un impacto en el tipo de cambio y en el consumo interno, pues muchas de las cosas que consumimos son importadas. 

PEMEX hoy es básicamente una máquina beoda que quema miles de millones de dólares. Siendo realista y pragmático, López Obrador debería quebrarla o deshuesarla y venderla por partes. La única manera de evitar esto es retomar las subastas de campos petrolíferos o permitir la inversión con socios, todo a lo que se niega el gobierno mexicano por sinrazones ideológicas (que no parece que cambiará en el futuro cercano). 

Proyectos como la refinería de Dos Bocas van a terminar convirtiéndose en otros barriles sin fondo y van a agravar aún más la situación financiera de PEMEX, todo por la búsqueda del sueño lopezobradorista de autosuficiencia energética, a pesar de que la tendencia a nivel mundial es reducir la dependencia de hidrocarburos y orientarse hacia otras fuentes energéticas. 

El único consuelo, si lo hay, es que López Obrador no tendrá los recursos para convertirse en la versión mexicana de Hugo Chávez. Simplemente no tiene con qué. Y es bueno que así sea: en vista de la terrible situación en la que el chavismo dejó a Venezuela (y el kirchnerismo a Argentina o el sandinismo a Nicaragua) cualquier otra alternativa es el mal menor.


viernes, 13 de septiembre de 2019

LA DEPREDACIÓN DE LA AMAZONIA Y EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN



I.-La depredación de la Amazonia


<<Entre enero y el 29 de agosto, los datos satelitales del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE) contabilizaron 87.257 puntos de incendios, 51,9% de ellos en la selva tropical. La cifra se actualiza a diario y Brasil aún tiene por lo menos un mes y medio de sequía por delante. 

La serie histórica del INPE muestra que desde 2004 los incendios en ese periodo sólo fueron más numerosos en 2005, 2006, 2007 y 2010, periodos con sequías mucho más severas que las de este año, explica el investigador del Instituto Sociomabiental (ISA) Rodrigo Junqueira. 

"Cuando ocurren fenómenos climáticos como El Niño, hay mayor propensión a incendios porque el ambiente está muy seco", indica. 

Los expertos afirman que la estación seca este año es más húmeda que en años anteriores y recuerdan que en la Amazonía no existen incendios por causa natural. 

"La incidencia del fuego en la región amazónica está directamente relacionada a la acción humana y las llamas acostumbran a seguir el rastro de la deforestación: cuanto más se deforesta, mayor el número de focos de calor", indicó el Instituto de Investigación Ambiental de la Amazonía (IPAM), que también divulgó un estudio mostrando que los municipios que concentran mayores incendios son aquellos en los que hubo mayor deforestación.

Antonio Oviedo, del ISA, sostiene que por primera vez la Amazonía brasileña concentra más de la mitad de los incendios desde el inicio de la estación seca a mediados de julio. 

Entre el 20 de julio y el 20 de agosto, el 65,1% del total de incendios fue en el bioma amazónico. "La Amazonía nunca había concentrado tanto fuego en Brasil", dice Oviedo.

El investigador aseguró que el peor año para la Amazonía en ese periodo había sido 2005, con 46% del total de los incendios. >>[1]

Se considera que los incendios, en su mayoría han sido iniciados por granjeros para limpiar sus tierras, y que se han extendido a zonas deshabitadas de la selva tropical, imponiéndose en los estados del noroeste del país, entre ellos Acre y Rondônia. Al 23 de agosto se estimaban 1,8 millones de hectáreas quemadas. 

Debido a que los incendios han sido tan espesos y extendidos, el humo ha flotado a cientos de kilómetros hasta llegar a la costa Atlántica y a São Paulo, la ciudad más poblada de Brasil, según la Organización Meteorológica Mundial

En redes sociales circularon ampliamente imágenes del cielo de São Paulo, que lucía oscuro durante el día, pero los investigadores dijeron que trabajaban para comprender si el fenómeno tenía relación con los incendios. 


II.- Cuando en São Paulo se hizo de noche a las tres de la tarde





<<De repente, a las tres de la tarde, oscureció en São Paulo. La ciudad, al sureste de Brasil, está a más de 3.000 kilómetros de la Amazonia (norte), pero sintió este lunes durante varias horas el peso de la falta de conciencia que se tiene con los bosques y selvas del país. Los incendios, que se extendían desde hace días por las áreas selváticas y se propagaban por los Estados de Acre, Rondonia, Mato Grosso y Mato Grosso del Sur —alcanzando la triple frontera entre Brasil, Bolivia y Paraguay—, y el mal tiempo fueron los causantes de la oscuridad que se cernió sobre São Paulo. Inmensas áreas de la Amazonia y del Pantanal, otra reserva amenazada en el centro de Brasil, ardían en llamas y el fuerte humo, transportado por el viento en dirección al sureste, impregnó el aire de la ciudad. De esta manera, “contribuyó” la catástrofe natural, según el meteorólogo Marcelo Pinheiro, del Instituto Climatempo, a que el cielo se oscureciera más de lo normal. […] 

Las imágenes de un gran incendio en el Estado de Rondonia, que hace frontera con Bolivia, circularon por las redes sociales durante el fin de semana. También se difundió la fotografía de su capital, Porto Velho, inmersa en una nube de humo. Entre las cinco y las seis de la tarde del lunes, imágenes de satélite en tiempo real de diversas empresas e instituciones internacionales —entre ellas la NASA— mostraron una alta concentración atmosférica de monóxido de carbono (CO) en los Estados norteños de Acre y Rondonia y en la región central de Mato Grosso y Mato Grosso del Sur. El fuego también afectó a lo largo del fin de semana a amplias zonas de Bolivia y Paraguay, que finalmente consiguieron controlar las llamas el lunes por la tarde, después de que se quemaran alrededor de 21.000 hectáreas de la reserva Tres Gigantes, en la región de la triple frontera. 


III.-“La Amazonia es nuestra, no de ustedes” 


El presidente Jair Bolsonaro criticó los datos del INPE, que indican un fuerte aumento de la deforestación en la Amazonia durante los primeros meses de su gobierno. Bolsonaro desacreditó los números en un encuentro con corresponsales, algo que el presidente de la institución, Ricardo Galvão, contradijo públicamente. El físico acabó siendo destituido. >>[2]

El mandatario brasileño, que desde la campaña de 2018 se ha manifestado a favor de flexibilizar los controles que evitan la deforestación, ha restado peso al Instituto Brasileño del Medio Ambiente y de los Recursos Naturales Renovables y ha defendido que se permita la extracción minera en tierras indígenas. También ha entrado en ruta de colisión con Alemania y Noruega, que desde 2008 apoyan económicamente el Fondo Amazonia, uno de los responsables de financiar proyectos de preservación de la selva brasileña. Los dos países han congelado las ayudas. 

<<El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, recibió ayer por primera vez desde que asumió el cargo en enero a la prensa extranjera. No fue una rueda de prensa tradicional, sino un desayuno con periodistas de 12 medios, entre ellos EL PAÍS. “Gran parte de la prensa tiene una imagen distorsionada de quién soy”, abrió el encuentro Bolsonaro. “Entiendo perfectamente la imagen envenenada que se tiene fuera de Brasil”, abundó el mandatario, señalando a la prensa brasileña. […] 




El desprecio que exhibe Bolsonaro hacia lo que considera una especie de victimismo en Brasil cuando se habla de datos sociales o de minorías suele dejar en segundo plano informaciones como su interés por ampliar negocios con China, que persigue independientemente de su gran aprecio por los EE UU de Donald Trump […] Según el ministro Lorenzoni, Bolsonaro llevará a China un “portafolio” con proyectos para ofrecer a empresas chinas concesiones en Brasil para que inviertan en ampliar carreteras, vías de ferrocarril, puertos, aeropuertos, y en energía. 

El acuerdo comercial del Mercosur también surgió en las preguntas del encuentro, pero la preocupación sobre el medio ambiente dominó buena parte de la conversación. “Lo que firmamos, será respetado”, afirmó Bolsonaro sin mencionar el acuerdo de París para frenar el cambio climático, condición del presidente francés, Emmanuel Macron, para dar el aval al acuerdo del Mercosur con UE. “Pero hay normas ambientales absurdas que promueven un divorcio entre la preservación ambiental y el desarrollo”, dijo, antes de sostener que Brasil es el país que más preserva el medio ambiente en el mundo, con un 58% de bosques nativos. De ahí pasó a asegurar que los datos de deforestación de la Amazonia, que tanto preocupan, son falsos. 

“Si todos los datos de deforestación de los últimos diez años fueran verdad, la Amazonia ya no existiría”, insistió Bolsonaro, cuestionando incluso los datos oficiales de Brasil, que elabora un instituto del propio Gobierno. “Sabemos que si deforestamos esto se transforma en desierto”. 

Según el presidente, hay mucha presión externa sobre la Amazonia para intentar influir en la política brasileña. “La Amazonia es nuestra, no de ustedes”, soltó Bolsonaro, que ve exagerada la preocupación por los indígenas afectados. “Ustedes quieren tratar a los indígenas como seres prehistóricos. Y hay indígenas que quieren trabajar, producir”. 

El formato del encuentro no permitió confrontar al presidente con los datos sobre ataques a reservas indígenas promocionados por dueños de haciendas y empresas de extracción mineral. A ello se sumó el enfado del presidente brasileño ante preguntas incómodas, como las relacionadas con el medio ambiente. “Hay una verdadera psicosis ambiental que deja de existir conmigo”, avisó. […] 

El acuerdo del Mercosur con la UE resurgió finalmente en relación con un posible uso abusivo de pesticidas en la agricultura brasileña. “Eso es parte de una guerra informativa”, rechazó el presidente, aludiendo a que detrás hay una guerra comercial. “Una fake new, usando la expresión de nuestro querido Donald Trump”. >>[3]


III.- Sobre el cuidado de la Casa Común [4]


El 24 de mayo de 2015, el Papa Francisco dio a conocer su Carta Encíclica “Laudato si’ o “Sobre el cuidado de la Casa Común”. 

1. «Laudato si’, mi’ Signore» – «Alabado seas, mi Señor», cantaba san Francisco de Asís. En ese hermoso cántico nos recordaba que nuestra casa común es también como una hermana, con la cual compartimos la existencia, y como una madre bella que nos acoge entre sus brazos: «Alabado seas, mi Señor, por la hermana nuestra madre tierra, la cual nos sustenta, y gobierna y produce diversos frutos con coloridas flores y hierba». 

2. Esta hermana clama por el daño que le provocamos a causa del uso irresponsable y del abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella. Hemos crecido pensando que éramos sus propietarios y dominadores, autorizados a expoliarla. La violencia que hay en el corazón humano, herido por el pecado, también se manifiesta en los síntomas de enfermedad que advertimos en el suelo, en el agua, en el aire y en los seres vivientes. Por eso, entre los pobres más abandonados y maltratados, está nuestra oprimida y devastada tierra, que «gime y sufre dolores de parto» (Rm 8,22). Olvidamos que nosotros mismos somos tierra (cf. Gn 2,7). Nuestro propio cuerpo está constituido por los elementos del planeta, su aire es el que nos da el aliento y su agua nos vivifica y restaura. 




8. Mencionemos, por ejemplo, esos pulmones del planeta repletos de biodiversidad que son la Amazonia y la cuenca fluvial del Congo, o los grandes acuíferos y los glaciares. No se ignora la importancia de esos lugares para la totalidad del planeta y para el futuro de la humanidad. Los ecosistemas de las selvas tropicales tienen una biodiversidad con una enorme complejidad, casi imposible de reconocer integralmente, pero cuando esas selvas son quemadas o arrasadas para desarrollar cultivos, en pocos años se pierden innumerables especies, cuando no se convierten en áridos desiertos. Sin embargo, un delicado equilibrio se impone a la hora de hablar sobre estos lugares, porque tampoco se pueden ignorar los enormes intereses económicos internacionales que, bajo el pretexto de cuidarlos, pueden atentar contra las soberanías nacionales. De hecho, existen «propuestas de internacionalización de la Amazonia, que sólo sirven a los intereses económicos de las corporaciones transnacionales». Es loable la tarea de organismos internacionales y de organizaciones de la sociedad civil que sensibilizan a las poblaciones y cooperan críticamente, también utilizando legítimos mecanismos de presión, para que cada gobierno cumpla con su propio e indelegable deber de preservar el ambiente y los recursos naturales de su país, sin venderse a intereses espurios locales o internacionales. 


IV.-La raíz humana de la crisis ecológica [5]


101. No nos servirá describir los síntomas, si no reconocemos la raíz humana de la crisis ecológica. Hay un modo de entender la vida y la acción humana que se ha desviado y que contradice la realidad hasta dañarla. ¿Por qué no podemos detenernos a pensarlo? En esta reflexión propongo que nos concentremos en el paradigma tecnocrático dominante y en el lugar del ser humano y de su acción en el mundo. 

102. La humanidad ha ingresado en una nueva era en la que el poderío tecnológico nos pone en una encrucijada. Somos los herederos de dos siglos de enormes olas de cambio: el motor a vapor, el ferrocarril, el telégrafo, la electricidad, el automóvil, el avión, las industrias químicas, la medicina moderna, la informática y, más recientemente, la revolución digital, la robótica, las biotecnologías y las nanotecnologías. Es justo alegrarse ante estos avances, y entusiasmarse frente a las amplias posibilidades que nos abren estas constantes novedades, porque «la ciencia y la tecnología son un maravilloso producto de la creatividad humana donada por Dios» [81]. La modificación de la naturaleza con fines útiles es una característica de la humanidad desde sus inicios, y así la técnica «expresa la tensión del ánimo humano hacia la superación gradual de ciertos condicionamientos materiales» [82]. La tecnología ha remediado innumerables males que dañaban y limitaban al ser humano. No podemos dejar de valorar y de agradecer el progreso técnico, especialmente en la medicina, la ingeniería y las comunicaciones. ¿Y cómo no reconocer todos los esfuerzos de muchos científicos y técnicos, que han aportado alternativas para un desarrollo sostenible? 




104. Pero no podemos ignorar que la energía nuclear, la biotecnología, la informática, el conocimiento de nuestro propio ADN y otras capacidades que hemos adquirido nos dan un tremendo poder. Mejor dicho, dan a quienes tienen el conocimiento, y sobre todo el poder económico para utilizarlo, un dominio impresionante sobre el conjunto de la humanidad y del mundo entero. Nunca la humanidad tuvo tanto poder sobre sí misma y nada garantiza que vaya a utilizarlo bien, sobre todo si se considera el modo como lo está haciendo. […] 

105. Se tiende a creer «que todo incremento del poder constituye sin más un progreso, un aumento de seguridad, de utilidad, de bienestar, de energía vital, de plenitud de los valores» [83], como si la realidad, el bien y la verdad brotaran espontáneamente del mismo poder tecnológico y económico. El hecho es que «el hombre moderno no está preparado para utilizar el poder con acierto» [84], porque el inmenso crecimiento tecnológico no estuvo acompañado de un desarrollo del ser humano en responsabilidad, valores, conciencia. Cada época tiende a desarrollar una escasa autoconciencia de sus propios límites. Por eso es posible que hoy la humanidad no advierta la seriedad de los desafíos que se presentan, y «la posibilidad de que el hombre utilice mal el poder crece constantemente » cuando no está « sometido a norma alguna reguladora de la libertad, sino únicamente a los supuestos imperativos de la utilidad y de la seguridad»[85]. El ser humano no es plenamente autónomo. Su libertad se enferma cuando se entrega a las fuerzas ciegas del inconsciente, de las necesidades inmediatas, del egoísmo, de la violencia. En ese sentido, está desnudo y expuesto frente a su propio poder, que sigue creciendo, sin tener los elementos para controlarlo. Puede disponer de mecanismos superficiales, pero podemos sostener que le falta una ética sólida, una cultura y una espiritualidad que realmente lo limiten y lo contengan en una lúcida abnegación.

Jorge Pérez Uribe


Notas:


viernes, 6 de septiembre de 2019

LA TRÁGICA VIDA DE EPIGMENIO GONZÁLEZ, EL INSURGENTE OLVIDADO


Obra anónima, Epigmenio González, siglo XIX, óleo sobre tela. Museo Regional de Querétaro, Secretaría de Cultura.Inah.mx

Presentación 


Uno de los próceres de nuestra independencia, caracterizados por su visión organizativa, su entrega y su valor, fue nada menos que el queretano Epigmenio González, quien infortunadamente fue apresado la noche del 14 de septiembre e inmediatamente encarcelado. Dejó plasmadas sus ideas en varios documentos y finalmente escribió unas brevísimas memorias que ha publicado el Gobierno del Estado de Querétaro. Hombre de gran corazón había adoptado dos niños, y cuidaba de una anciana ciega y de un aprendiz de carpintero. Modesto como fue, no incluye en estas memorias sus valiosas aportaciones a la organización del Movimiento de Independencia; pero algunas de ellas fueron seguidas por don Miguel Hidalgo. El historiador Jesús Reyes Bustos, realizó una exhaustiva investigación sobre su vida que publicó en la Revista Relatos e Historia de México, y que presento a continuación: 


Por: Jesús Reyes Bustos 

Fue uno de los primeros insurgentes pero hoy está casi en el olvido. Pasó veintisiete años en prisión, la mayor parte de ellos en la lejana Filipinas, mientras muchos ya lo daban por muerto. Cuando pudo regresar, ahora su país se llamaba México. No deseó volver a Querétaro, donde había participado en la conspiración que detonaría el movimiento de independencia. Pasó sus últimos años como velador en Guadalajara y nunca quiso saber nada de homenajes ni de la pensión por sus servicios a la patria que ayudó a forjar. 

“Viernes 14 de septiembre. La noche de este día fue apresado D., comerciante y con tienda en la Plazuela de San Francisco, por haberse descubierto cómplice de un levantamiento que tenían premeditado varios individuos. Se encontraron en su casa una porción considerable de balas y cartuchos”. Este era el testimonio que don Francisco Javier Argomániz, vecino de la muy noble y muy leal ciudad de Santiago de Querétaro, plasmaba en su diario en 1810. También confirmaba, en la página del día siguiente, que el corregidor don Miguel Domínguez estaría por correr con la misma suerte, al igual que otros vecinos. 

A partir de aquel viernes, en dicho diario quedarían plasmadas las noticias de que se iba enterando por periódicos, chismes o por ser testigo: que si ya atacaron los independentistas la ciudad de Celaya, que si ya Guanajuato, que si ya murió el “revoltoso” cura Miguel Hidalgo o que si ya encontraron documentos en la celda de don Epigmenio y que ahora sí será condenado a muerte por andar alebrestando a la gente desde la cárcel, en lugar de haberse acogido al indulto real y recuperar su libertad, sus bienes, su buen nombre y su buena posición social, como súbdito responsable y formal de la Corona española que había sido, desde que heredara la famosa tienda La Concepción, en pleno centro de la ciudad queretana, frente a un imponente conjunto franciscano. 

Pero, ¿quién fue Epigmenio González, a quien se le encontraron armas en su casa y después panfletos en su celda, luego de años de estar preso y haber muerto su hermano en los calabozos? ¿Quién se atrevía a seguir en pie de guerra desde lo más profundo de la derrota, desde la Bartolina del Diablo, en el convento queretano de la Santa Cruz? ¿Qué se habría creído ese tal Epigmenio, que aprendió a leer y a escribir confrontando a un sistema que hacía casi imposible que los nacidos pobres tuviesen acceso a una educación formal? ¿Por qué, siendo huérfano y a cargo de su hermano menor Emeterio, pudo levantarse, ganarse la confianza de una mujer rica al grado de que lo nombrara cajero de una de sus tiendas, y que al morir le legara aquel negocio y una casa? ¿Quién carambas es, pues, aquel señor González, que en la actualidad da nombre a una delegación, calles, escuelas o novelas, pero que no es nombrado en las ceremonias del Grito de Independencia de las noches del 15 de septiembre? 



Bajo el cielo queretano 


José María Ignacio Juan Nepomuceno Aparicio Epigmenio nace el domingo 22 de marzo de 1781, a las orillas del poniente de la ciudad de ese Querétaro que aún pertenecía a España, cuando su acueducto tenía la primera capa de estuco y las casas de los peninsulares ricos tenían esclavos; cuando las reformas borbónicas apretaban más el cinturón sobre las colonias hispanas y el saber leer y escribir no era siquiera imaginado para la gente pobre como él. 

Su padre muere cuando él tiene cuatro años y su madre meses después. Queda, junto a su hermano Emeterio de un año, a cargo del abuelo Manuel, albañil de oficio. A los diecisiete pierde al abuelo. Entonces quedan a cargo de Carmen Covarrubias, acaudalada mujer, quien debió haber notado que aquel jovencito poseía una inteligencia fuera del rango medio y sensibilidad de poeta. A Epigmenio se le da hacer cuentas y escribir versos en una época de relativa calma; de esas calmas chichas que son cimbradas por las noticias de guerras entre España y Francia e Inglaterra; de aquellas pausas rotas por el cólera morbo que se lleva a cientos de súbditos y de lo que él será testigo. 

Cuando doña Carmen muere, le lega La Concepción y una casa en la calle del Gusano. Ahora, el joven cajero Epigmenio, apoyado por su hermano, debe seguir prosperando en aquel negocio, conocido en esos tiempos como tienda de indios, y vender entre los habitantes de la ciudad y los empleados de las haciendas que la rodean. También debe mediar entre los gremios de panaderos, dulceros o carniceros y el pueblo. 

Si quiere mantenerse con el mejor surtido entre los pocos negocios de la ciudad, debe tener siempre sus cueros de res, zaleas de borrego y oveja, pieles de chivo y cabra, sebo, manteca, gallinas y pollos, maíz, frijol, cebada, chile, garbanzo, trigo, paja, jarcia, carbón, leña, piloncillo de la sierra, tuna de todas clases y, desde que la Real Audiencia lo permitió, chinguirito que él mismo preparaba con agua, azúcar, anís, canela y uno que otro aroma; además de ofrecer las novedades del mercado del Parián de Ciudad de México, delicias de criollos, peninsulares y de las cocinas conventuales. 

Epigmenio ronda los veintiún años. El amor, por supuesto, se encuentra en la ciudad a flor de piel. Hay tiempo para pasear, para ver y ser vistos, para disfrutar del aroma a cantera mojada que proviene de cada casa, de cada piso, de cada convento y fuente de Querétaro. Los huertos familiares crean un maremágnum de fragancias: durazno, chabacano, higo, chirimoya, zapote, rosas, huele de noche y todo lo que el lector imagine en una ciudad de provincia de hace dos siglos. ¡Ah, lo olvidaba!: el silencio, aquel silencio que exige ahora mucha imaginación, roto apenas por el mugido de la vaca, el relincho de las docenas de caballos, el balido de chivas y borregos, los rebuznos y bramidos, junto a los cantos de todas las palomas y pájaros chillones que aman retozar por las calles. 

Ahí, entre todo ello, el amor aparece en forma de una india que cuida los hijos de un acaudalado español y a quien envían, de vez en vez, por el mandado a la tienda y luego el acomedido cajero la ha de acompañar, cargando la canasta. Aquel joven, amante de la poesía, conocedor de las letras y los números, de alma sensible y con el coraje necesario para ignorar las críticas, se casa con aquella india de nombre Anastasia Juárez. Debido a su posición de rico comerciante, el matrimonio no debió haber sido muy bien visto (este es uno de los puntos a resaltar para comprender, en ulteriores líneas, su actuar). 

Al año de casados procrean un hijo, que muere apenas nacido. Al año siguiente les sucede lo mismo y al siguiente igual. La impronta que debió haberse acuñado en el rostro de ambos padres debió haber sido fuerte, terrible. Por si esto fuera poco, meses después, el cólera, implacable, retorna por su esposa. Se puede uno imaginar a este hombre devastado por la desesperanza, máxime si existe la obligación moral y religiosa de traer al mundo los hijos que Dios envía y que recuerden su paso por este mundo. 



De la conspiración a la guerra 


No obstante aquel dolor, en febrero de 1810, a pocos meses del deceso de doña Anastasia, acepta la invitación a ser parte de las juntas de conspiración que detonarían la Guerra de Independencia: “El que escribe, asociado de Mariano Lozada y Francisco Lojero, tuvimos noticia del proyecto mencionado por el sota-alcaide de la cárcel de Querétaro, don Ignacio Pérez, agente secreto de la señora esposa del Corregidor, don Miguel Domínguez […] erogando los gastos necesarios […] en comprar efectos para munición […] acopiar armas y en fin, en gratificar a algunos de los comprometidos que a menudo pedían el diario para sus casas, y era fuerza darles lo que pedían para tenerlos gratos”. 

Hubo cuatro delaciones antes de aquel 14 de septiembre, cuando comenzaron las detenciones y la paranoia. Mientras el domingo 16 el cura Hidalgo, el capitán Ignacio Allende y ochenta personas más comenzaban la lucha en el pueblo de Dolores (Guanajuato) y atacaban pequeños poblados en derredor de la ciudad de Querétaro, dentro de esta se escondía quien podía, se acusaban unos a otros y había quienes permanecían en la cárcel, como los hermanos González. Se ha de mencionar, sin embargo, que en no pocas ocasiones hubo quienes se retractaron de sus intenciones de rebeldía y aceptaron el indulto real, por lo que sus posesiones y libertad les fueron devueltas. 

La historiografía oficial da cuenta de las batallas y los altibajos sucedidos durante los once años que duró la cruenta guerra, pero habría que rascar un poco más para enterarse de qué es lo que sucedía en otros frentes, como en los calabozos de la ciudad de Querétaro, en los interminables juicios por infidencia, en las ejecuciones por fusilamiento, en la horca o la biepicota, además de la mutilación de miembros en la Plaza de Armas, donde aún se encuentra el Palacio de Gobierno. 

Las poco más de doscientas personas inmiscuidas en la conspiración, en una ciudad que fluctuaría entre veinticinco y treinta mil habitantes, nos darían una idea de la dificultad de mantener estas reuniones en secreto: cantinas, pulquerías, confesionarios y traiciones hicieron que se convirtiera en un verdadero secreto a voces. Tomando en cuenta que hay, de menos, cuatro delaciones documentadas, se podría inferir que las autoridades solo esperaban el momento propicio para actuar. Aun así, como ya se sabe, ese movimiento que se tenía planeado estallar el 12 de diciembre de 1810, logró propagarse de manera tal que a los mismos organizadores sorprendió. 



El largo y lejano encierro

 

Lo que sucede después del Grito de Dolores es harto conocido, pero ¿y don Epigmenio González, quien resultó el primero en ser detenido? Ciertamente no vivía solo. En su casa apresaron también a su hermano Emeterio; a José el cohetero, quien hacía la pólvora y los cartuchos; a su criado Antonio García y su esposa; a un aprendiz de carpintero, a quien permitía pernoctar en su casa; a dos niños huérfanos que acababa de adoptar, y a una anciana ciega, a quien habían recogido de las calles pocos meses atrás. Dice don Epigmenio en sus memorias –de apenas doce páginas– que a él y a su hermano los llevaron a la cárcel militar y al resto a las reales cárceles. 

Mientras la lucha por la independencia seguía a lo largo de aquella Nueva España y se expandía por el centro y sur de América, los hermanos González solo iban de cárcel en cárcel. Así, Emeterio muere en 1813 en un calabozo y, un par de años después, a don Epigmenio le encuentran un panfleto que la Santa Inquisición refirió como “libelo infamatorio, incendiario, cismático, fautor de herejía, respectivamente herético en algunas proposiciones y sumamente injurioso y ofensivo al Santo Oficio”, por lo que lo condenaron a muerte. 

A punto de llevarse a cabo la sentencia contra Epigmenio, a la manera hollywoodense, llega un correo a Querétaro que trae una orden judicial, en la que se permuta la pena de muerte por el exilio en las islas Marianas (en el Pacífico) por diez años, los que devinieron en veinte pero en las Filipinas, al sur de la lejana China. ¿Qué habrá pasado por la mente de este queretano, de este habitante de Tierra Adentro, al saber que lo enviarían al otro lado del mundo? 

De nueva cuenta se le arrojan las circunstancias presentes desde pequeño: orfandad, ausencia de bienes materiales (fueron rematados y repartidos por las autoridades novohispanas), separación de sus seres queridos, y ahora de su terruño, además de estar en calidad de preso. Se puede uno dar la idea de un viaje en mula hacia Ciudad de México y después, en carreta, acondicionada como jaula, al puerto de Acapulco, para de ahí costear hasta Baja California, donde toma un navío más grande y, junto a otros presos, cruza el océano Pacífico, aprovechando las corrientes del Curosivo (o Kuro-Shivo) y los vientos alisios y contra alisios para, después de seis meses, arribar al Japón. Esto sin contar los tifones, las constantes amenazas piratas, el escorbuto y la terrible sed y hambre que eran comunes en aquellos larguísimos viajes. 

Llegar al Japón y caer en cuenta que los idiomas serán un nuevo escollo. De ahí a las islas Marianas y finalmente a las Filipinas, archipiélago compuesto por más de cinco mil islas e islotes, donde los idiomas ilocano, tagalo y docenas más serán los que escuchará durante los siguientes veinte años. Los presos en aquellas islas son los que la Corona española consideraría más peligrosos y dignos de arrinconar, hacinados y enojados: piratas, asesinos, estafadores, violadores de diferentes nacionalidades, como ingleses, franceses, holandeses, chinos, hindúes, malayos y otros. 

Don Epigmenio arriba a este lado del mundo aproximadamente en 1817. En 1821 México declara su independencia. España, sin embargo, no la reconoce sino hasta diciembre de 1836, entre intermitentes intentonas para recuperar sus antiguas colonias en América. Hasta ese año la reina Isabel II ordena liberar a todos los presos por infidencia en sus diferentes cárceles. Las islas Filipinas, aún posesión hispana, no son la excepción. 

Meses después de aquella orden, Epigmenio es puesto en libertad… pero en Manila. La cárcel de Bilibid es la última que lo alberga; cerca hay un mercado. Podría ser que este queretano haya pensado muy seriamente regresar a la seguridad del calabozo, donde bien podía mantener algunas canonjías como escritor de correspondencia de los demás reos. Podría ser, también, que este hombre cincuentón se hubiese paralizado por tanta libertad de golpe, pensando qué hacer, después de veintisiete años de cárcel. 



De vuelta a la patria


En México se le daba por muerto; un callejón frente a la Plaza de Armas de Querétaro llevaba su nombre desde 1827; su pensión por servicios prestados a la patria la cobraban entre su prima y aquellos niños huérfanos que recogiera. Ya había sido nombrado Benemérito de la Patria y ¡él seguía vivo al otro lado del mundo! 

La historia oficial dice que un español lo trajo de nuevo a México. Como quiera, supo regresar. Se quedó a vivir, sin embargo, en la ciudad de Guadalajara. Ya no quiso retornar a Querétaro ni que se le regresaran sus bienes confiscados, ni tampoco su pensión. 

Con la perspectiva que otorgan dos siglos de distancia, podemos elucubrar que no quería ya nada de la ciudad donde fue traicionado o que, al estar en prisión por casi tres décadas, no le cabían esperanzas ni rencores. Comprender el poder de la paciencia, encerrado en calabozos por días… meses… años…, le debieron haber otorgado una idea de las posesiones y del tiempo que muy difícilmente alguien más tendría. Si le regresaban o no sus bienes, le daría lo mismo; si le hacían homenajes o no, también. 

El ayuntamiento de Guadalajara le otorga dos pequeñas casas y después le dan empleo como velador de la Casa de Moneda de la capital jalisciense. Fallece bastante viejo para la época: a los 77 años. El cólera, implacable, le ocasiona la muerte en aquella casa de la calle De los Pericos. Era el 19 de julio de 1858, cuando la Guerra de Reforma se encontraba en su apogeo. 

En la época en que se creó el santoral cívico de este nuevo país, se llamó a crear himnos, se retomaron héroes prehispánicos y símbolos, por lo regular bélicos, que fomentaran el sentido de pertenencia y la identidad mexicana. La lucha de Epigmenio González no fue en el frente de batalla; tampoco fue ideólogo, ni militar ni sacerdote; su lucha se dio al interior de sí mismo para no volverse loco, para no suicidarse y poder retornar a México para servir como ejemplo. Es tiempo de retomar este tipo de modelos, ¿no creen?

Bibliografía:
  • Memorias de Don Epigmenio González. Relato histórico de los principios de la revolución de Independencia en Querétaro. Ediciones del Gobierno de Estado, Querétaro, 1970.
  • Revista Relatos e Historias en México, N° 119, México, 2018, mes de julio