martes, 14 de julio de 2020

A LA BUENA DE DIOS




"Estamos a la espera de un milagro para que el número de contagios, y de muertes, comience a descender de manera sostenida, porque estrategia no hay."


Pablo Hiriart |
14/07/20

La soberbia, esa mala consejera que nubla la mente y envenena el alma cuando se requiere ecuanimidad, es la causante de la muerte de miles de seres humanos en México por el Covid.

Hugo López-Gatell se equivocó en el diagnóstico y en el método para enfrentar la pandemia, y en lugar de su renuncia exhibe soberbia y recurre a la mentira para justificar lo injustificable.

Treinta y cinco mil muertos, según él, y alrededor de 50 mil de acuerdo con la extrapolación de datos del Registro Nacional de Población.

Estamos a la espera de un milagro para que el número de contagios, y de muertes, comience a descender de manera sostenida, porque estrategia no hay.

Nunca la hubo, y ahí están los resultados.

De acuerdo con el portal de Naciones Unidas (Noticias ONU), México es el quinto país con más muertes por coronavirus. Eso no lo inventó un periódico ni un columnista.

Los datos no mienten.

¿No es correcto comparar defunciones en países altamente poblados, como México, con otros de menor población?

De acuerdo con ourworldindata, si se toman a los 20 países con mayor población en el mundo, México ocupa –actualmente– el tercer lugar en muertes al día por millón de habitantes.

Entre el 3 y el 10 de junio, cada dos minutos murió un mexicano de coronavirus, y 14 personas se contagiaron (Reforma, 12 de julio).

Hasta la semana pasada, veintitrés por ciento de los contagiados corresponde a personal médico, quizá la tasa más alta del mundo.

Los ahorros y el desprecio por la ciencia han matado personas que deberían estar vivas.

El doctor López-Gatell tuvo tres meses para preparar una estrategia y no se hizo.

Cierto, ha habido una irresponsabilidad general en el aumento de contagios, pero la principal recae en el gobierno.

El jueves de la semana antepasada el subsecretario López-Gatell dijo con aplomo:

“El viernes 13 de marzo identificamos que se habían triplicado los casos de días anteriores... y en ese momento, con tan sólo 12 casos, doce casos, ya habíamos identificado con anterioridad que era muy importante cerrar las actividades, hacer una medida masiva que llamamos Jornada Nacional de Sana Distancia, antes de que comenzara a subir rápidamente la curva epidémica”.

Falso, no lo hicieron. La Jornada de Sana Distancia inició el 23 de marzo. Por eso la propagación del virus y las muertes.

Al día siguiente de ese cierre inexistente (13 de marzo) se celebró en la CDMX el festival Vive Latino, con más de 100 mil personas.

A mediados de marzo –cuando según López-Gatell ya habían cerrado las actividades–, el gobierno federal imprimió un volante que difundió masivamente, en abierto desdén por la gravedad de la pandemia.

Decía: “No hay necesidad de cancelar eventos masivos, actividades escolares y sociales... Recuerda: la enfermedad causada por el coronavirus Covid-19 NO ES GRAVE”.

¿No es grave? Treinta y cinco mil muertes según López-Gatell.

Y no hay para cuándo porque no existe estrategia de contención.

Los países asiáticos lograron bajar drásticamente los contagios porque tuvieron confianza en la ciencia.

Aquí quedamos en manos del trébol de la buena suerte y de un médico que se equivocó por completo y debió haber corregido o renunciar. Se obstinó en la estrategia de mitigación y no de contención.

Qué bueno que al fin haya más respiradores y camas, pero ninguna de esas medidas frena el coronavirus.

Se desechó la contención y por cada infectado hay 1.79 pruebas. Nada, si de prevenir, confinar y dar seguimiento a casos se trata, de acuerdo con lo que explica la doctora Laurie Ann Ximénez-Fyvie, jefa del Laboratorio de Genética Molecular de la UNAM.

Esa es la realidad. Perdimos la guerra contra el Covid por soberbia de un funcionario.

Se equivocó, y seguirá muriendo gente por la falta de estrategia. Y no hay ningún dato serio que nos diga que la pandemia va para abajo.

Estamos, pues, a la buena de Dios.

jueves, 2 de julio de 2020

DOS AÑOS, MÉXICO RESISTE

Pablo Hiriart | 02/07/2020

Si vemos los resultados, en lugar de festejos por el segundo aniversario del triunfo del obradorismo en las elecciones presidenciales, ayer 1 de julio debió declararse luto nacional e izar la bandera a media asta en el Zócalo capitalino.

Salvo por un detalle, extraordinario, y para muchos inimaginable hace dos años: México ha resistido.

Lo que se veía como una ola imparable, destinada a ahogarlo todo, no ha podido avasallar ni se podrá perpetuar en Palacio Nacional.

El proyecto de entregarle todo el poder a un solo hombre está fracasando. Su reelección está muerta.

Pese a las diferencias y a las heridas de una derrota monumental hace dos años, la oposición política no se echó en brazos de Morena como se temía. Se ha reagrupado. No desapareció.

En el Congreso cierran filas los opositores y hacen frente común, no para obstruir lo positivo, sino para frenar al despotismo.

La Suprema Corte sigue siendo un contrapeso a los bazucazos anticonstitucionales del Presidente, a pesar de que han hecho, y seguirán haciendo, todo tipo de esfuerzos para someterla al Ejecutivo, incluyendo la coacción a ministros.

No obstante la campaña cotidiana que encabeza el titular del Ejecutivo para desprestigiar, amedrentar, asfixiar económicamente y destruir su moral, buena parte de la prensa y del gremio periodístico han resistido.

A través de los medios se ha informado y explicado a la sociedad de los intentos totalitarios del Presidente más poderoso en muchas décadas.

Una parte activa de la sociedad ha estado vigilante de que las instituciones no se doblen ante las embestidas del aparato de propaganda y de chantaje del gobierno.

Falta mucho por vivir, ver y sufrir, pero México resiste.

El daño que causará el obradorismo será histórico, en aumento de la pobreza y la desigualdad.

Brutal está siendo el deterioro del empleo.

Crece la violencia delictiva y el Presidente tiene más empatía con los criminales que con las víctimas.

Se derrumba la economía porque ahuyentan la inversión y mataron la confianza.

López Obrador apuesta a que Trump nos saque del hoyo económico.

Su desprecio hacia la ciencia, la salud y a la investigación se concreta en el presupuesto.

El atropello al Estado de derecho es el pan de cada día.

La frialdad hacia el dolor humano parece no tener límites. Niños con cáncer a los que todavía no surten medicinas. Médicos y enfermeras que se contagian de Covid por ahorros criminales.

Los delincuentes que detienen salen libres, y algunos grandes cárteles de las drogas, el crimen y la extorsión, gozan de manera ostensible del favor presidencial.

El daño del obradorismo a México está siendo profundo y, en vidas, irreparable.

Pero se van a ir. No van a ganar las siguientes elecciones porque no se les ha permitido arrasar y la población exige oposición unida ante el peligro mayor.

La perversidad del gobierno logró unir a la oposición y abrió los ojos de ministros de la Corte que estaban con López Obrador.

Como personas inteligentes, ya dimensionan el tamaño de la crisis provocada por la mala administración y saben que López Obrador se va a ir y ellos se van a quedar.

Falló el intento de prolongar el mandato de un Ejecutivo, el de Baja California, para sentar precedente y eternizar a AMLO en la Presidencia.

Esa maniobra fue fraguada y operada desde la Secretaría de Gobernación. A ella se la encargaron, y no pasó. La frenó la Corte. El país resiste.

Esta semana quisieron llamar a un periodo extraordinario de sesiones para, “entre otros” temas, entregarle al Presidente la facultad que tiene la Cámara de Diputados de aprobar el Presupuesto.

López Obrador quiso, mediante iniciativa de ley, que los diputados renunciaran a su función exclusiva en materia presupuestal y dejarle al Presidente la potestad de disponer de los recursos públicos como le venga en gana.

Los diputados de oposición (PAN-PRI-PRD-MC) votaron, en bloque, en contra, y lograron sumar a algunos diputados de Morena.

Adelante con las leyes del T-MEC, pero de ninguna manera para entregarle a un solo hombre, López Obrador, el poder que le corresponde al legislativo. México resiste.

Viene el golpe al INE, anunciado.

Otra vez Mario Delgado, y buena parte de su bancada, harán hasta lo imposible por dinamitar la autonomía del instituto nombrando a reventadores como consejeros, y así devolver al Ejecutivo la tarea de organizar y vigilar las elecciones.

Eso quiere López Obrador, cerrar el INE, vigilar él las elecciones. No va a poder, pues ni en Morena hay consenso para perpetrar ese asalto al órgano electoral. México resiste.

Al estilo Trump, aprendido de esa estrella polar de la maldad que fue su mentor, Roy Cohn, López Obrador cubre de calumnias a medios y comunicadores para minar su prestigio público y después, llegado el momento, aniquilar.

Muy pocos de los atacados por AMLO se han doblado, y un sector de la prensa sigue descubriendo las mentiras del régimen que oculta muertos y maquilla su chapucería sin precedentes en el manejo de la economía, la seguridad y el empleo. México resiste.

El PRI, que por viejo y por diablo sabe mucho, ya no corre a fundirse con Morena. Contra lo esperado, tampoco esta vez va a desaparecer.

El desprestigio de Morena y la manifiesta inercia totalitaria del Presidente de la República los ha hecho reflexionar, o dar un paso al frente.

Sus diez, doce o 14 puntos van a estar en las boletas para hacer alianzas con los partidos de oposición con los que llegue a acuerdos, según dijo su dirigente nacional.

El obradorismo va a maltratar al país y a los ciudadanos, pero se va a ir. Terminará su periodo y adiós.

La nación, en cambio, sobrevivirá. Lo ha demostrado en estos dos años funestos que ameritan bandera a media asta.

Pero México resiste.