martes, 31 de diciembre de 2019

DIEZ CISNES NEGROS Y DIEZ CISNES BLANCOS PARA 2020



Ernesto O' Farrill Santoscoy* | 30 de diciembre de 2019 


Cada año en Bursamétrica acostumbramos realizar, por estas fechas, un ejercicio de imaginación en donde planteamos algunas posibles sorpresas positivas y otros eventuales sucesos inesperados negativos para el próximo año. 

El marco teórico sobre el que se basa este ejercicio parte de la teoría del cisne negro de Nassim Nicholas Taleb publicada en 2007, casualmente unos meses antes de la crisis hipotecaria. Este filósofo escéptico y matemático libanés, nacionalizado estadounidense, cuestiona en esencia la fragilidad del conocimiento humano y la imposibilidad de predecir el futuro basándose en el pasado. 

El cisne negro es un suceso que se caracteriza por los siguientes atributos: 

1. Es un evento único, exclusivo, muy poco frecuente o inédito, fuera de las expectativas normales; realmente impredecibles. 

2. Que se genera sorpresivamente y que tiene un impacto espectacular de gran alcance; o una profunda repercusión, incluso global. 

Pese a su condición de alta improbabilidad, o de rareza, la naturaleza humana, nuestra racionalidad, hace que busquemos o inventemos explicaciones de su existencia después del hecho, con lo que, erróneamente, se hace explicable y predecible, según nosotros. 

La lógica del cisne negro nos lleva a entender que lo que no sabemos es más importante que lo que sabemos. Muchos cisnes negros pueden estar exacerbados por el hecho de ser inesperados. La incapacidad de predecir lo raro, lo inaudito, lo improbable, implica la incapacidad de predecir el curso de la historia, dada la incidencia de estos sucesos en la dinámica de los acontecimientos.

Una pequeña cantidad de cisnes negros está en el origen de casi todo lo concerniente a nuestro mundo, desde el éxito de las ideas, la evolución de la ciencia y las religiones, hasta la dinámica de los acontecimientos históricos y los elementos de nuestra propia vida personal. Dado que los cisnes negros son impredecibles, tenemos que amoldarnos a su existencia.

Hay muchas cosas que podemos hacer si nos centramos en lo que no sabemos. Los cisnes negros no tienen que tener forzosamente una repercusión o connotación negativa. Un descubrimiento científico puede ser un cisne negro muy benéfico para la humanidad. Además todo en la vida tiene su lado positivo y su aspecto negativo.

Sin embargo, para poder distinguir, en este ejercicio de imaginación, que sería benéfico para la economía y los mercados financieros y que sería perjudicial, les llamaremos a unos cisnes blancos y negros. En cada caso los primeros 5 puntos se refieren a la economía global y los 5 restantes se enfocan a México. 


Los 10 principales cisnes negros para el 2020: 



1. La guerra comercial de EU con China se sale de control, y termina con la gravación al 100 por ciento del comercio entre ambos países. 

2. El déficit fiscal en Estados Unidos aumenta más de lo previsto. Las tasas de los T-Bills se disparan, ante la demanda de recursos prestables del Tesoro norteamericano. 

3. El mercado laboral en la unión americana llega a generar una importante presión salarial, causando una aceleración de la inflación, que a su vez provoca un incremento en las tasas de la FED. 

4. Los mercados emergentes podrían sufrir una salida generalizada de capital financiero mayor que la que se vivió en el pasado, ante los incrementos en tasas de interés y la menor propensión al riesgo. 

5. La generación de una guerra de divisas generalizada: Ante los embates proteccionistas del presidente Trump, los incrementos en los aranceles en el mundo, se podrían compensar con devaluaciones de las monedas. 

6. La desconfianza de los agentes económicos se acelera y genera una recesión prolongada más profunda en México. 

7. México pierde el grado de inversión: Lo que nos lleva a un círculo vicioso de mayores costos financieros, mayor déficit fiscal, menor crecimiento, menores calificaciones. 

8. La inseguridad o la corrupción se salen de control afectando a la actividad económica y a la estabilidad de los mercados financieros mexicanos. 

9. El Congreso norteamericano rechaza el T-MEC y exige una reapertura de las negociaciones. 

10. El presidente Trump decide imponer sanciones al Gobierno de México por el narcotráfico. 


Los 10 principales cisnes blancos: 



1. El juicio de impeachment avanza y el presidente Trump es obligado a renunciar o es destituido. 

2. La economía de los Estados Unidos continúa acelerándose sin inflación, lo que beneficia al sector exportador de México. 

3. Después del Brexit, en el Reino Unido se propone un nuevo referéndum y gana la opción de regresar a la Unión Europea. 

4. La guerra comercial entre EU y China se resuelve con rapidez y las medidas proteccionistas de Trump se revierten. 

5. Las tendencias nacionalistas, proteccionistas y antidemocráticas en el mundo desaparecen, o se revierten. 

6. El presidente López Obrador decide abandonar el proyecto del aeropuerto de Santa Lucía y decide concesionar al sector privado el proyecto del aeropuerto de Texcoco. También decide reabrir la inversión privada en energía eléctrica y en hidrocarburos sin restricciones, de acuerdo a la reforma vigente. 

7. México encuentra yacimientos de petróleo y gas en aguas someras similares al potencial que tuvo Cantarell. 

8. La superestructura del Estado de derecho se fortalece en tal grado que es suficiente para inyectar confianza. 

9. México y China deciden iniciar negociaciones para un Tratado de Libre Comercio de gran envergadura. 

10. La corrupción y la inseguridad se frenan significativamente.


* El autor es presidente de Bursamétrica Casa de Bolsa

sábado, 21 de diciembre de 2019

TERCERA PREDICACIÓN DE ADVIENTO: "MARÍA EN NAVIDAD"




El Papa Francisco asistió esta mañana en la Capilla “Redemptoris Mater” del Palacio Apostólico, junto a la familia pontificia, a la tercera predicación de Adviento del Padre Raniero Cantalamessa, quien prosiguió sus reflexiones a partir del tema "María en la Navidad", profundizando sobre tres dimensiones de su maternidad: "la física, la metafísica y la espiritual".

Ciudad del Vaticano 

En su tercera predicación de Adviento, el Padre Raniero Cantalamessa recordó que los “pasos” que estamos siguiendo sobre "las huellas de María" a lo largo de estas reflexiones "corresponden bastante fielmente al desarrollo histórico de su vida, como resulta de los Evangelios". 

«La meditación sobre María llena de fe nos ha llevado al misterio de la Anunciación; la del Magnificat al misterio de la Visitación, y ahora la de María “Madre de Dios” a la Navidad. De hecho, fue en la Navidad, en el momento en el cual dio a luz a su hijo primogénito (Lc 2, 7), no antes, que María pasa a ser verdadera y plenamente Madre de Dios», afirmó el Predicador de la Casa Pontificia explicando que al hablar de María, la Escritura destaca constantemente dos momentos fundamentales, que "corresponden a aquellos que también la experiencia humana común considera esenciales para que haya una maternidad verdadera y plena: concebir y dar a luz". 

Dos momentos fundamentales de María: concebir y dar a luz 


«Mira –dice el ángel a María- concebirás y darás a luz un hijo (Lc 1, 31). Estos dos elementos están presentes incluso en la narración de Mateo: La criatura que ha “concebido” es obra del Espíritu Santo y ella “dará a luz” un hijo (cfr. Mt 1, 20s)», añadió el padre Raniero. 

Asimismo, el Predicador indicó que "Madre de Dios", además de ser el título dogmático más antiguo e importante de la Virgen, "que fue definido por la Iglesia en el Concilio de Éfeso en el 431 como verdad de fe que todos los cristianos deben creer"; es un título que expresa "uno de los misterios y, para la razón, una de las paradojas más altas del cristianismo": "es el fundamento de toda la grandeza de María". 

En este sentido, el fraile capuchino destacó que María "no empieza a ser Madre de Dios en el concilio de Éfeso en 431, al igual que Jesús no empieza a ser Dios en el concilio de Nicea en 325, que lo define como tal; sino que ya lo era antes", ya que "sucede como con el descubrimiento de una nueva estrella: no nace en el momento en el que su luz llega a la tierra y el observador la ve, sino que existía ya de antes, quizás desde miles de años luz antes". 

Las tres fases de la maternidad de María 


Y en este proceso que lleva a la proclamación solemne de "María Madre de Dios", el padre Raniero distingue tres grandes fases: La maternidad física, la metafísica y la espiritual. 

La maternidad física de María, es aquella que se desarrolla en la fase más antigua del cristianismo, empleada para demostrar la verdadera humanidad de Jesús. "Fue en este período y en este clima que se formó el artículo del credo: nacido (o encarnado) del Espíritu Santo y de María Virgen. Esto, al comienzo, quería decir simplemente que Jesús es Dios y hombre", afirmó el teólogo. 

En cuanto a la maternidad metafísica, esta fase sucede durante la época de las grandes controversias cristológicas del siglo V-continuó argumentando el Predicador- cuando el problema central, en torno a Jesús, no era ya el de su verdadera humanidad, sino el de la unidad de su persona: "la maternidad de María no es ya vista sólo en referencia a la naturaleza humana de Cristo, sino, como es más justo, en referencia a la única persona del Verbo hecho hombre. Debido a que esta única persona que María genera según la carne no es otra que la persona divina del Hijo, como consecuencia, ella aparece verdadera Madre de Dios”. 

Por último está la fase de la maternidad espiritual, o de fe, "que hace de María la primera y la más santa hija de Dios, la primera y la más dócil discípula de Cristo, la creatura que – escribe incluso san Agustín –por el honor debido al Señor, no se debe ni siquiera mencionar cuando se habla del pecado”. 


El "título" María Madre de Dios es el punto de encuentro 


Además el padre Cantalamessa señaló que el título de “Madre de Dios” es incluso hoy el punto de encuentro "y la base común a todos los cristianos, desde la cual retomar para reencontrar el acuerdo en torno al lugar de María en la fe", ya que éste "es el único título ecuménico, no sólo de derecho, porque fue definido en un Concilio ecuménico, pero también de hecho porque es reconocido por todas las Iglesias". 

Y en el ejercicio diario de la vida cristiana en la que el creyente busca imitar a la Madre de Dios, "en este camino sobre las huellas de María", el Predicador afirmó en su meditación en que la clave consiste en contemplar los “pasos” individuales realizados por ella para después imitarlos en nuestra vida. ¿Pero cómo se puede imitar esta característica de la Virgen de ser Madre de Dios? 

¿Cómo se puede imitar a la Madre de Dios? 


"Debemos recordar que la maternidad divina de María se realiza sobre dos planos: sobre un plano físico y sobre un plano espiritual"- dijo Cantalamessa- "María es Madre de Dios no sólo porque lo ha llevado físicamente en su seno, sino también porque lo concibió primero en el corazón con la fe". Por consiguiente, "no podemos imitar a María en el primer sentido, generando de nuevo a Cristo, pero podemos imitarla en el segundo sentido, que es el de la fe". 

Oración delante del pesebre en la víspera de Navidad 


Para finalizar, el Predicador de la Casa Pontificia recordó que en las tres meditaciones de Adviento "hemos intentado prepararnos para la Navidad en la escuela de la Madre de Dios. Ahora que hemos llegados al final no nos queda más que unirnos a ella en una contemplación silenciosa y adoradora del Dios hecho hombre por nosotros", concluyó el fraile capuchino invitando a rezar delante del pesebre una bella oración de la liturgia bizantina en la víspera de Navidad: 

« ¿Qué podemos ofrecerte como regalo, oh Cristo nuestro Dios, por haber aparecido en la tierra asumiendo nuestra propia humanidad? Cada una de las criaturas moldeadas por tus manos te ofrece algo para darte gracias: los ángeles te ofrecen su canción, los cielos la estrella, los magos sus dones, los pastores su maravilla, la tierra una cueva, el desierto un pesebre. ¡Pero te ofrecemos una Madre virgen! ». 

domingo, 15 de diciembre de 2019

SEGUNDA PREDICACIÓN DE ADVIENTO: MARÍA EN LA VISITACIÓN



El Papa Francisco asistió esta mañana en la Capilla “Redemptoris Mater” del Palacio Apostólico, junto a la familia pontificia, a la segunda predicación de Adviento del Padre Raniero Cantalamessa, quien prosiguió sus reflexiones a partir de María en el Magníficat

Ciudad del Vaticano 

En su segunda predicación de Adviento el Padre Raniero Cantalamessa se refirió a María en la Visitación, a partir de su cántico de alabanza, el Magníficat, en que la Virgen dice: “Proclama mi alma la grandeza del Señor”. El Predicador de la Casa Pontificia explicó que esta meditación conduce con María a la montaña, a la casa de Isabel, donde la Madre de Dios hablará directamente y en primera persona con su cántico de alabanza, el Magníficat. Y al recordar que hoy el Sucesor de Pedro celebra cincuenta años de sacerdocio, el Padre Cantalamessa afirmó que con el cántico de la Virgen, que es la oración que más espontáneamente brota del corazón en una ocasión parecida, se podría participar de alguna manera en su jubileo.


Comprender el Magníficat 


El Predicador dijo ante todo que para entender el Magníficat es preciso decir algo sobre el sentido y la función de los cánticos evangélicos que tienen la función de explicar “pneumáticamente” lo que sucede, es decir, poner de relieve, con palabras, el sentido del acontecimiento, confiriéndole la forma de una confesión de fe y de alabanza. Y señaló que “indican el significado escondido del acontecimiento que debe ser puesto de manifiesto”, a la vez que “son parte integrante de la narración histórica; no constituyen un entreacto ni se trata de pasajes separados, porque todo acontecimiento histórico está constituido por dos elementos: por el hecho y por el significado del hecho”. Mientras los cánticos “introducen ya la liturgia en la historia”. Y, además, estos cánticos son “palabra de Dios”, inspirada por el Espíritu Santo.

Una nueva mirada sobre Dios 


Refiriéndose concretamente al Magníficat el Padre Cantalamessa dijo que no interesa tanto saber si lo compuso María, “cuanto saber si lo compuso por inspiración del Espíritu Santo”, puesto que en él habla el Espíritu Santo. Y así, el cántico de María “contiene una mirada nueva sobre Dios y sobre el mundo”. A lo que añadió que “la mirada de María se dirige a Dios” mientras en la segunda parte, “su mirada se dirige al mundo y a la historia”. De manera que “el primer movimiento del Magníficat es hacia Dios” que tiene el primado absoluto sobre todo. Y “María no se demora en responder al saludo de Isabel; no entra en diálogo con los hombres, sino con Dios. Ella recoge su alma y la abisma en el infinito que es Dios. En el Magníficat se ha ‘fijado’ para siempre una experiencia de Dios sin precedentes y sin comparaciones en la historia”.

En otra parte de su meditación el Predicador afirmó que “el conocimiento de Dios provoca, por reacción y contraste, una nueva percepción o conocimiento de uno mismo y del propio ser, que es el verdadero”. Sí, porque “el yo no se capta más que delante de Dios. En presencia de Dios, pues, la criatura se conoce finalmente a sí misma en la verdad. Y vemos que así sucede también en el Magníficat. María se siente ‘mirada’ por Dios, entra ella misma en esa mirada, se ve cómo la ve Dios”.


El júbilo de María


También dijo que “María no atribuye la elección divina a su humildad sino únicamente a la gracia de Dios”. Puesto que “pensar diversamente sería destruir la humildad de la Virgen”. “María glorifica a Dios en sí mismo, aunque lo glorifique por aquello que ha obrado en ella, es decir, a partir de la propia experiencia, como hacen todos los grandes orantes de la Biblia. El júbilo de María es el júbilo escatológico por el obrar definitivo de Dios y es el júbilo de la criatura que se siente amada por el Creador, al servicio del Santo, del amor, de la belleza, de la eternidad. Es la plenitud de la alegría”.


Riqueza y pobreza eternas 


Tras analizar semánticamente cómo María describe lo que siente el Padre Cantalamessa invitó a observar lo que ha ocurrido en la historia, en el sentido de que los poderosos no fueron derribados materialmente de sus tronos ni los humildes ensalzados; a Herodes se lo siguió llamando “el Grande” y María y José tuvieron que huir a Egipto por su causa. Por eso explicó que no era un cambio social y visible lo que se esperaba, porque el “reino de Dios se ha manifestado” provocando “una revolución silenciosa” y “radical” en la fe.

Lo que “no significa” que sea “menos real y radical, menos serio, sino que lo es infinitamente más”. “Se trata – dijo el Predicador – de una riqueza eterna y de una pobreza igualmente eterna”. 

El Magníficat, escuela de evangelización y de conversión 


En este punto de su reflexión el predicador dijo que no se trata de algo que se debe sólo predicar, sino de algo que se debe, ante todo, practicar. “María puede proclamar la bienaventuranza de los humildes y de los pobres, porque ella misma está entre los humildes y los pobres”. Y “el cambio radical manifestado por ella debe suceder ante todo en la intimidad de quien repite el Magníficat y ora con él”. El hombre que vive “para sí mismo”, cuyo Dios no es el Señor, sino el propio “yo”, es un hombre que se ha construido un trono y se sienta en él dictando leyes a los demás. 

Y añadió que “María nos exhorta, con dulzura materna, a imitar a Dios, a hacer nuestra su opción. Nos enseña los caminos de Dios. El Magníficat es verdaderamente una escuela maravillosa de sabiduría evangélica. Una escuela de conversión continua”. Y dijo además que “por la comunión de los santos en el cuerpo místico, todo este inmenso patrimonio se une ahora al Magníficat”. 
“Gracias a este maravilloso cántico, María continúa glorificando al Señor durante todas las generaciones; su voz, como la de un corifeo, sostiene y arrastra a la de la Iglesia” 

sábado, 7 de diciembre de 2019

PRIMERA PREDICACIÓN DE ADVIENTO: ENTRAMOS EN LA ESTELA DE MARÍA



El Papa francisco asiste a la Primera Predicación de Adviento | 7 de diciembre de 2019 

En su primera predicación de Adviento dirigida al Santo Padre y a los cardenales, arzobispos y obispos; secretarios de las Congregaciones y prelados de la Curia romana y del Vicariato de Roma, el Padre Raniero Cantalamessa reflexionó en este camino “hacia la Navidad, acompañados por la Madre de Dios”, tal como se desprende del tema general de estas meditaciones del Predicador de la Casa Pontificia. Y lo hizo, como todos los años, en el espléndido escenario de la Capilla Redemptoris Mater del Palacio Apostólico a partir de las 9.00 de la mañana. 


El profeta, el precursor y la Madre 


El Predicador comenzó recordando que cada año la liturgia nos prepara a la Navidad con tres guías: Isaías, Juan Bautista y María, es decir, “el profeta, el precursor y la madre”. A lo que añadió que “el primero lo anunció desde lejos, el segundo lo señaló presente en el mundo y la Madre lo llevó en su seno”. Por esta razón – explicó el Padre Cantalamessa – para el Adviento de este año pensó en confiarse “enteramente a la Madre de Dios”. Sí, porque “nadie mejor que ella – dijo – puede predisponernos a celebrar con fruto el nacimiento de Jesús”. Y también porque “Ella no ha celebrado el Adviento, sino que lo ha vivido en su carne”. 

De ahí que haya afirmado que se comienza este camino contemplando a María en la Anunciación. En efecto, cuando la Virgen llegó a la casa de Isabel, ésta la acogió con gran alegría y, “llena del Espíritu Santo”, exclamó: ¡Dichosa tú que creíste! Porque se cumplirá lo que el Señor te anunció. De modo que el “evangelista Lucas se sirve del episodio de la Visitación como medio para mostrar lo que se había cumplido en el secreto de Nazaret y que sólo en el diálogo con una interlocutora podía manifestarse y asumir un carácter objetivo y público”. 


María creyó y se convirtió en Madre del Señor 


Y añadió que lo grandioso que había ocurrido en Nazaret, después del saludo del ángel, es que María creyó y se convirtió en “Madre del Señor”. Así fue como se produjo el acto de fe más grande y decisivo en la historia del mundo. A la vez que de las palabras de Isabel: “Dichosa tú que creíste”, se ve cómo ya en el Evangelio, la maternidad divina de María no es entendida sólo como maternidad física, sino mucho más como maternidad espiritual, fundada en la fe. 


El riesgo de la fe 


Tras analizar algunos aspectos de lo que significó para María este acto de fe, el Predicador recordó que “Dios no engaña nunca”, ni tironea a las criaturas a un determinado consenso escondiéndole las consecuencias, tal como se ve en todos los grandes llamados del Creador. De manera que, “a la luz del Espíritu Santo, que acompaña el llamado de Dios, Ella ciertamente vislumbró que también su camino no sería diferente al de todos los demás llamados”. Sin embargo – prosiguió – en el plano humano, María se encuentra en una soledad total. Algo que en la actualidad podría ser “el riesgo de la fe”, entiendo, por lo general, con el riesgo intelectual y dijo que “para María se trató de un riesgo real”. 

Fe y esperanza en la estela de María 


El Padre Cantalamessa afirmó que además que “como la estela de un bello barco va ensanchándose hasta desaparecer y perderse en el horizonte, así es la inmensa estela de los creyentes que forman la Iglesia”. Y dijo que comienza con “una punta” que es la fe de María, su “fiat”. Sí, porque la fe, junto con su hermana “la esperanza”, es lo único que no comienza con Cristo, sino con la Iglesia y por lo tanto, con María, que es el primer miembro, en orden de tiempo y de importancia. 

Además destacó que la vida de la Virgen no sirve sólo para acrecentar nuestra devoción privada, sino también nuestra comprensión profunda de la Palabra de Dios y de los problemas de la Iglesia. “María nos habla primero de la importancia de la fe”, dijo. Y “la fe es la base de todo”; “tan querida a Dios que hace depender de ella prácticamente todo, en sus relaciones con el hombre”. A la vez que recordó que “gracia y fe” son los dos pilares de la salvación. 

Y al resaltar diversos aspectos de la fe de María que pueden ayudar a la Iglesia de hoy a creer más plenamente dijo que la Virgen se incluye humildemente en el grupo de los creyentes, se convierte en la primera creyente de la nueva alianza, como Abraham fue el primer creyente de la antigua alianza. Y que el Magníficat está lleno de esta fe basada en las Escrituras y de referencias a la historia de su pueblo. 

“¡Creamos también nosotros! Contemplar la fe de María nos mueve a renovar sobre todo nuestro acto de fe personal y de abandono en Dios” 

Ante la pregunta de ¿qué hacer entonces?, el Predicador respondió que es sencillo: “después de haber orado, para que no sea una cosa superficial, decir a Dios con las palabras mismas de María: ‘¡Heme aquí, soy el esclavo, o la esclava, del Señor: hágase en mí según tu palabra!’”. Es decir, recordar que María dijo su “fiat” en un modo optativo, con deseo y alegría. Algo que todos deben y pueden imitar y de modo especial deben hacerlo los sacerdotes y cualquiera que esté llamado, de alguna manera, a transmitir la fe y la Palabra de Dios a los demás. 

Creamos también nosotros – fue la invitación final del Padre Cantalamessa – para que lo que se actualizó en María se actualice también en nosotros. Y concluyó diciendo: 

“Invoquemos a la Virgen con el dulce título de Virgo fidelis: ¡Virgen creyente, ruega por nosotros!”