sábado, 27 de agosto de 2022

AMARRAR AL SUCESOR E INCENDIARLE LA CASA


Relevo. Adán Augusto López, Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard y el presidente López Obrador. Foto: Miguel Dimayuga

Preámbulo

Debo confesar que desde su aparición, soy lector de la revista Proceso, ya que ha tenido excelentes analistas y gracias a ello he podido conocer y "adivinar" muchas de las estrategias que seguirá la izquierda. En la difícil situación actual me ha maravillado la visión del autor de éste análisis, con la que coincido plenamente y es la del fin de éste gobierno y el comienzo del próximo, que sería similar al derrumbe del 2° Reich, en la cual el mesiánico Führer, arrastraría a su pueblo, a su inmolación, antes que rendirse y pactar la paz con el enemigo.

Pienso que a estas alturas de 4a.Transformación, la mayoría estará de acuerdo en que estamos frente a un presidente con un serio "trastorno mental de la personalidad" [1], que en forma similar al dictador de Nicaragua, anhela seguir gobernando, probablemente hasta su muerte y dejar su recuerdo en la Historia y que de no conseguirlo podría tratar de destruir todo lo preservado a la fecha para vengarse y ser recordado.

Elisur Arteaga Nava | martes, 23 de agosto de 2022.

En este mundo todo se acaba, incluso un sexenio. A lo bueno se acostumbra uno fácil, dice el refrán. AMLO no se hace a la idea de tener que abandonar el poder. Debe hacerlo en 2024. Para lo que tiene que ver con su 4T, no confía en nadie, ni en sus “delfines”: Marcelo Ebrard y Claudia Sheinbaum. El tercero, el otro López, también tabasqueño, no levantó. Lo poco que había levantado lo perdió cuando abrió la boca, con su desafortunada frase: “Yo tampoco confío en usted”. Hay otras. Él no cuenta.

Ante la alternativa de tener que abandonar el poder en 2024, AMLO intentará dejar el cargo a uno de los dos. Lo hará a condición de que quede amarrado y sin posibilidad de adoptar una política propia o de tomar decisiones que difieran de su proyecto. En una palabra: pretende impedir que dé marcha atrás a su 4T, en especial, a la militarización del país y a su concepto de lo que debe ser México: un Estado militarista y de bienestar a base de derrochar los fondos públicos.

Para impedir que su sucesor abandone su proyecto, cuando pudo, reformó la Constitución; ahora que no puede, pretende hacerlo a través de “decretazos”. Considera que ha comprado la voluntad de los militares a base de contratos, administración de obras y de concesiones. Cuenta con ellos. También parte del supuesto de que, a la clase baja, a los pobres, los tiene amarrados; son suyos por razón de las pensiones y becas. Amenazará: votar por la oposición significará, para las Fuerzas Armadas, la pérdida del estatus quo las beneficia y para los desprotegidos, la pérdida de las pensiones.

AMLO, no contento con dejar a su sucesor comprometido con un proyecto que política y económicamente es inviable e insostenible y, por lo mismo, pudiera no hacerlo propio; antes de entregarle el mando, le incendiará la casa; lo hará con fin de impedirle asuma plenamente el poder y se sienta tentado a abandonar su proyecto. En forma paralela desprestigió a las instituciones, en especial a la Corte.

No provocará un levantamiento en Chiapas. Quienes fueron zapatistas no creen en él. La violencia, que la habrá, viene y vendrá de la delincuencia organizada; se dará, preferentemente, en los estados de Sinaloa, Jalisco, Zacatecas, Michoacán, Chihuahua y Guanajuato. Es previsible que se manifieste de manera generalizada y sangrienta.

AMLO impedirá que su sucesor tenga éxito en su gestión y que crezca políticamente. Aspira a que los mexicanos lo añoren y le pidan que regrese al cargo: a apagar el incendio que él mismo, por su perversidad, provocó. Apuesta a que su sucesor sea incapaz de apagarlo. Ese será el resultado de su actuación contra toda lógica. Tenía que apellidarse López. Eso mismo hacía su tocayo de apellido: Antonio López de Santa Anna.

AMLO intenta dejar a gente incondicional en las gubernaturas de los estados, a fin de que, a través de su acción, se impida cualquier desviación de su proyecto o desconocimiento de su persona. De ahí que haya escogido gente mediocre, sin méritos propios, que por sí no tenían o tienen ninguna posibilidad de llegar a serlo; tal es el caso de gobernadores locales que le deben agradecimiento y fidelidad absoluta: Evelyn Salgado, de Guerrero; Jara Cruz, de Oaxaca, Ramírez Bedolla, de Michoacán; Delfina Gómez y Rocío Nahle, si llegan a ocupar las gubernaturas de los estados de México y Veracruz.

AMLO pretende que, merced a los muchos beneficios, canonjías y favores que ha hecho a las Fuerzas Armadas, sean ellas los guardianes de su legado político y las que defiendan las “conquistas” alcanzadas durante su sexenio. Confía en que los militares sean un factor de presión sobre su sucesor para impedirle realizar cambios. Olvida que, hasta ahora, las Fuerzas Armadas son fieles a las instituciones y no a quienes temporalmente los mandó o benefició. No tienen memoria.

Unas Fuerzas Armadas todopoderosas podrían convertirse en un factor político determinante en los países alejados de los Estados Unidos de América; no es el caso de México. Llegado el momento, ese país podría influir en un cambio radical o impedir un golpe militar encaminado a continuar con la política que se ha seguido. En las actuales circunstancias, al no existir el peligro comunista, difícilmente el país del norte aceptará un gobierno militar en nuestro país.

López Obrador piensa en todo. Considera la posibilidad de un eventual triunfo de la oposición: que se alce con la victoria en el Congreso de la Unión o la Presidencia de la República. Parte de la premisa, en ese eventual supuesto, de que los militares, por los favores recibidos, serán los que velarán por la vigencia de su proyecto y de que no se dé marcha atrás.

El modelo de desarrollo de la 4T es insostenible económica y políticamente. Quien asuma la Presidencia en 2024, sea moreno o de la oposición, para afianzarse en el poder, necesitará romper con AMLO; ello implicará, necesariamente, un alejamiento radical de su política. Ese paso, también, implicará destruirlo: meterlo a la cárcel o desterrarlo. En el mejor de los casos mandarlo de embajador a Somalia. Mientras viva o esté libre no se estará quieto. Siempre será un factor de desestabilización. Su sucesor tendrá que inventarle unas mañaneras. La esposa de López de Santa Anna solía pagar a gente pobre para que hiciera antesala en su casa, a fin de que sintiera que seguía siendo importante.

La política de AMLO polariza. No puede continuar. Su sucesor deberá interrumpirla; dar un volantazo de 180 grados y romper con él. Si es Claudia, por ser limitada, lo hará por presión de quien sea presidente de Estados Unidos y de los inversionistas, nacionales y extranjeros. Si es Marcelo, para poder gobernar y no precipitarse en el vacío, lo hará por sí. Si su sucesor resulta ser de la oposición, significará cárcel segura para él, el destierro de su familia y la reestructuración total de la Corte. Así de sencillo.


Notas:
[1]https://novusdiesest.blogspot.com/2022/02/psicopatologia-del-presidente-lopez.html

lunes, 22 de agosto de 2022

ASÍ SE CREA UN NARCO-ESTADO


Venezuela pasó a ser narcoestado desde que se dio a las Fuerzas Armadas el papel de proteger los cargamentos de drogas que llegan de Colombia.



Pablo Hiriart | agosto 19, 2022

BOGOTÁ, Colombia.- Militarizar el país y abrir los brazos a los grandes cárteles del narcotráfico fue la manera en que Venezuela pasó de ser una democracia ejemplar a un narco-Estado miserable.

El amasiato entre poder político, poder militar y cárteles de las drogas hace que un inepto en la Presidencia sea imbatible.

Escribo esto a propósito del debate que hay en México acerca de militarizar la Guardia Nacional y los múltiples encargos dados a las Fuerzas Armadas, que no rinden cuentas a nadie por el velo de la ‘seguridad nacional’.

México no es un narco-Estado, pero si se avanza en la militarización del país, acompañada de cuatismo con el narco, nuestro destino será el de los venezolanos.

Cárteles de las drogas y Fuerzas Armadas al servicio de un proyecto político es la fórmula del veneno.

En Venezuela, el chavismo no va a entregar nunca el poder, así pierda 10 veces seguidas las elecciones.

Si cae el poder en manos de la oposición, todos los integrantes de ese complejo político-militar-criminal que gobierna Venezuela estarán en riesgo de ir a la cárcel.

Peor aún: serían extraditados porque tienen orden internacional de captura, por narcotráfico.

Tras la pérdida del poder, lo que viene para ellos es la extradición.

Venezuela pasó a ser narco-Estado desde que se dio a las Fuerzas Armadas el papel de proteger los cargamentos de drogas que llegan de Colombia, y que gerentes de los cárteles de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación sacan del país gobernado por Maduro, vía aérea, hacia México.

Los protectores del traslado de drogas por el territorio venezolano son los militares, por lo que ganan fortunas, y para sobrevivir sólo tienen que impedir que gane la oposición.

Esa fue la clave del éxito chavista, para desgracia de los venezolanos de bien: militarizar, militarizar, militarizar, y poner a las Fuerzas Armadas al servicio de los narcos colombianos y de sus capataces mexicanos.

A los generales y altos oficiales de Venezuela se les conoce popularmente como ‘el cártel de los soles’, por sus insignias castrenses, pero en realidad no operan con la estructura de un cártel.

El ‘cártel de los soles’ es un revoltijo de autoridades del partido gobernante, Ejército, Marina, policías (militarizadas), servicios de inteligencia, comandos creados por el chavismo ‘para cuidar al pueblo’.

Sus cabezas son Diosdado Cabello –político y militar en retiro, compañero de Chávez en el intento de golpe de Estado–, el general Dimir Padrino –ministro de Defensa– y uno de los hombres más ricos del chavismo, exministro del Interior, exgobernador, Tareck el Aisam.

Todos ellos tienen orden de aprehensión en Estados Unidos, igual que el presidente Maduro.

Los militares venezolanos no necesitan ensuciarse las manos con el trasiego de la droga ni con embarcarla: sólo deben dejar hacer. También los gobernadores (del partido gobernante) tienen su rol y su tajada.

Quienes introducen la droga a Venezuela son las guerrillas colombianas, disidencias de las FARC y ELN. Disidencias, porque no se acogieron a los acuerdos de paz con el gobierno de Colombia y volvieron ‘al monte’ a matar y a traficar con drogas en nombre del pueblo, de Marx, de Lenin y de la sociedad sin clases.

Son grupos criminales binacionales. Una de las disidencias de las FARC, por ejemplo, tiene en Venezuela mil 900 hombres armados –según informes de militares colombianos–, que son protegidos por el régimen de Nicolás Maduro, en nombre de la patria grande de Bolívar.

Y el otro grupo disidente –que nunca quiso paz– tiene unos 5 mil guerrilleros en armas dentro de Colombia y en Venezuela.

Todos ellos, más el ELN (Ejército de Liberación Nacional), operan en Venezuela con la protección del ‘cártel de los soles’.

Los estados venezolanos que reciben el mayor volumen de cocaína para transportar a México son los de Táchira y Zulia.

Ambos están a tiro de piedra del Catatumbo colombiano, una de las regiones con mayor producción de coca y su derivado.

Táchira (Venezuela) es gobernado por Fredy Bernal, exjefe de la Policía Nacional y alto mando en los servicios de inteligencia de su país, que tiene los amarres con los líderes de las narcoguerrillas colombianas.

Y el estado de Zulia no sólo es importante por su inmensa riqueza petrolera, sino por ser caribeño: está inundado de pistas clandestinas desde donde salen los aviones con droga hacia México.

Los embarques son supervisados por gerentes de los cárteles de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación. Gerentes, porque esos grupos criminales no han mandado a Colombia y a Venezuela a sus sicarios, sino a especialistas que cuidan la calidad del producto y el transporte.

Al militarizar Venezuela y abrir los brazos a las narcoguerrillas colombianas y a los grandes carteles mexicanos, todo el andamiaje de poder en ese país gana dinero.

Y si sueltan el poder, o se traicionan entre ellos, pierden la libertad.

No hay manera de sacarlos, aunque este año tengan (prospectivas 2022 del FMI) una inflación de 500 por ciento y sea el país más peligroso de América Latina (Mapa ABC internacional de la criminalidad).

Tampoco hay posibilidad de alternancia en el poder ni de respeto a los derechos humanos.

Ese es un narco-Estado, que nació de la militarización, permisividad con el narco y la obsesión de perpetuarse en el poder/.

https://www.elfinanciero.com.mx/opinion/pablo-hiriart/2022/08/19/asi-se-crea-un-narco-estado