domingo, 28 de febrero de 2021

“¡CONVERTÍOS Y CREED EN EL EVANGELIO!”

 


Primera predicación de Cuaresma del cardenal Raniero Cantalamessa | 26/02/2021

Esta mañana, en el sexto y último día de los ejercicios espirituales del papa Francisco y la Curia Romana, llevados a cabo de modo individual a causa de la pandemia, tuvo lugar en el Aula Pablo VI de la Ciudad del Vaticano el primer sermón de Cuaresma del Predicador de la Casa Pontificia, el cardenal Raniero Cantalamessa. El tema de este año es: “¿Quién dices que soy?”

A partir de las 09.00 de la mañana, en el Aula Pablo VI los cardenales, arzobispos, obispos, prelados de la Familia Pontificia, con los empleados de la Curia Romana y del Vicariato de Roma y los Superiores generales o los Procuradores de las Órdenes religiosas pertenecientes a la Capilla Pontificia asistieron a la Primera predicación de Cuaresma del cardenal Raniero Cantalamessa, predicador de la Casa Pontificia.

“¡Convertíos y creed en el Evangelio!”


Con el tema general de “¿Quién dices que soy?”, se llevó a cabo la primera predicación de este tiempo litúrgico en el sexto y último día de los ejercicios espirituales del Papa y la Curia Romana, realizados este año de modo individual a causa de la pandemia. Los siguientes sermones se tendrán los viernes 5, 12 y 26 marzo.

El predicador de la Casa Pontificia comenzó explicando que dedicaba esta primera meditación a una introducción general al tiempo cuaresmal, antes de entrar en el tema específico programado, una vez terminados los ejercicios espirituales de la Curia. Y recordó que en el Evangelio del Primer Domingo de Cuaresma del Año B han escuchado el anuncio programático con el que Jesús inicia su ministerio público: “El tiempo se ha cumplido, y el Reino de Dios se ha acercado; ¡Convertíos y creed en el Evangelio!”. Por esta razón su meditación se basó en este llamamiento de Cristo que es siempre actual.

Al respecto explicó que de conversión se habla en tres momentos o contextos diferentes del Nuevo Testamento. Y dijo que cada vez se resalta un nuevo componente suyo. De manera que esos tres pasajes dan una idea completa de lo que es la metanoia evangélica, a la vez que añadió:

“Hay una conversión para cada estación de la vida. Lo importante es que cada uno de nosotros descubra la adecuada para él en este momento”

¡Convertíos, es decir, creed!


El cardenal Cantalamessa dijo que la primera conversión es la que resuena al principio de la predicación de Jesús y que se resume en las palabras: “Convertíos y creed en el Evangelio” (Mc 1,15), parágrafo a partir del cual explicó lo que significa la palabra conversión:

“`Convertíos y creed´ no significan dos cosas diferentes y sucesivas, sino la misma acción fundamental: ¡Convertíos, es decir, creed! `Prima conversio fit per fidem´, dice santo Tomás de Aquino: La primera conversión es creer. Todo esto requiere una verdadera `conversión`, un cambio profundo en la forma de concebir nuestras relaciones con Dios. Exige pasar de la idea de un Dios que pide, que manda, que amenaza, a la idea de un Dios que viene con las manos llenas para dársenos del todo. Es la conversión de la `ley´ a la `gracia´, que era tan querida para san Pablo”

“Si no os convertís y no os hacéis como niños…”


Tras referirse al segundo pasaje en el que, en el Evangelio, se vuelve a hablar de la conversión y en el que entre otras cosas se lee: “En verdad os digo: si no os convertís y nos hacéis como en niños, no entraréis en el reino de los cielos” (Mt 18,1-4)., el Predicador afirmó:

“También para nosotros hacernos niños significa volver al momento en que descubrimos que fuimos llamados, en el momento de la ordenación sacerdotal, de la profesión religiosa, o del primer verdadero encuentro personal con Jesús. Cuando dijimos: ¡Sólo Dios basta! y creímos en ello”

“No eres ni frío ni caliente”


En el tercer contexto en el que tiene lugar la invitación a la conversión, el Cardenal predicador dijo que “lo dan las siete cartas a las Iglesias del Apocalipsis”, que “están dirigidas a personas y comunidades que, como nosotros, han vivido durante mucho tiempo la vida cristiana y, más aún, ejercen en ellas un papel de liderazgo”. Y añadió que, de estas siete cartas del Apocalipsis, “la que sobre todo debería hacernos reflexionar es la carta a la Iglesia de Laodicea”, cuyo tono duro dice: “Conozco tus obras: no eres ni frío ni caliente… Porque eres tibio, no eres ni frío ni caliente, te voy a vomitar de mi boca… Sé celoso y conviértete” (Ap 3, 15s).

“Se trata de la conversión de la mediocridad y de la tibieza. En la historia de la santidad cristiana el ejemplo más famoso de la primera conversión, del pecado a la gracia, es san Agustín”

Además, el Predicador recordó que “el ejemplo más instructivo de la segunda conversión, de la tibieza al fervor, es santa Teresa de Jesús”, que dijo de sí misma algo “exagerado y dictado por la delicadeza de su conciencia”, que puede servirnos a todos para un examen de conciencia:

“De pasatiempo en pasatiempo, de vanidad en vanidad, de ocasión en ocasión, a meterme tanto en muy grandes ocasiones y andar tan estragada mi alma en muchas vanidades […]. Dábanme gran contento todas las cosas de Dios; teníanme atada las del mundo. Parece que quería concertar estos dos contrarios, tan enemigo uno de otro, como es vida espiritual y contentos y gustos y pasatiempos sensuales”

Después de destacar que “según el Nuevo Testamento hay una circularidad y una simultaneidad, de modo que, si es cierto que la mortificación es necesaria para alcanzar el fervor del Espíritu, también es cierto que el fervor del Espíritu es necesario para llegar a practicar la mortificación”, el Predicador de la Casa Pontificia aludió a San Ambrosio, “cantor por excelencia, entre los Padres latinos, de la sobria ebriedad del Espíritu”, quien dijo:

“También hay otra ebriedad que está operando a través de la lluvia penetrante del Espíritu Santo. Así, en los Hechos de los Apóstoles, los que hablaban en diferentes idiomas se aparecieron a los oyentes como si estuvieran llenos de vino”

Hacia el final de su predicación el cardenal Cantalamessa afirmó que “el bautismo en el Espíritu ha demostrado ser un medio sencillo y poderoso para renovar la vida de millones de creyentes en casi todas las Iglesias cristianas”. Y concluyó invitando a pedir a la Madre de Dios “que nos obtenga la gracia que obtuvo del Hijo en Caná de Galilea. Por su oración, en aquella ocasión, el agua se convirtió en vino. Pidamos que a través de su intercesión el agua de nuestra tibieza se convierta en el vino de un fervor renovado. El vino que en Pentecostés provocó en los Apóstoles la sobria ebriedad del Espíritu y los hizo fervientes en el Espíritu”.

https://www.vaticannews.va/es/vaticano/news/2021-02/primera-predicacion-de-cuaresma-del-cardenal-cantalamessa.html?fbclid=IwAR2inB2sEp8TIybM3XSmfpfiNhFsYQaFTYXqqlvtvAZtUTKckLjCrZJ9Tl0

sábado, 20 de febrero de 2021

UNA «CURA DE DESINTOXICACIÓN»… DEL ALMA



Por Cardenal Raniero Cantalamessa, OFM Cap.

«’Que se aumente el trabajo de estos hombres –decía de los hebreos el faraón a sus ministros- para que estén ocupados en él, de forma que no presten oído a las palabras de Moisés y no piensen en sustraerse de la esclavitud’ (Ex 5, 9). Los «faraones» de hoy dicen, de modo tácito pero no menos perentorio: «Que se aumente el alboroto sobre estos jóvenes, que les aturda, para que no piensen, no decidan por su cuenta, sino que sigan la moda, compren lo que queremos nosotros, consuman los productos que decimos nosotros». ¿Qué hacer? Al no podernos ir a desierto hay que hacer un poco de desierto dentro de nosotros. San Francisco de Asís nos da, al respecto, una sugerencia práctica. «Tenemos –decía– una ermita siempre con nosotros; allí donde vayamos y cada vez que lo queramos podemos encerrarnos en ella como ermitaños. ¡El eremitorio es nuestro cuerpo y el alma es la ermita que habita dentro!». En este eremitorio «portátil» podemos entrar, sin saltar a la vista de nadie, hasta mientras viajamos en un autobús concurridísimo. Todo consiste en saber «volver a entrar en uno mismo» cada tanto. ¡Que el Espíritu que «empujó a Jesús al desierto» nos lleve también a nosotros, nos asista en la lucha contra el mal y nos prepare a celebrar la Pascua renovados en el espíritu!»

Con Jesús en el desierto: I Domingo de Cuaresma B Génesis 9, 8-15; 1 Pedro 3, 18-22; Marcos 1, 12-15

Concentrémonos en la frase inicial del Evangelio: «El Espíritu empujó a Jesús al desierto». Contiene un llamamiento importante en el inicio de la Cuaresma. Jesús acababa de recibir, en el Jordán, la investidura mesiánica para llevar la buena nueva a los pobres, sanar los corazones afligidos, predicar el reino.

Pero no se apresura a hacer ninguna de estas cosas. Al contrario, obedeciendo a un impulso del Espíritu Santo, se retira al desierto donde permanece cuarenta días, ayunando, orando, meditando, luchando. Todo esto en profunda soledad y silencio.

Ha habido en la historia legiones de hombres y mujeres que han elegido imitar a este Jesús que se retira al desierto. En Oriente, empezando por san Antonio Abad, se retiraban a los desiertos de Egipto o de Palestina; en Occidente, donde no había desierto de arena, se retiraban a lugares solitarios, montes y valles remotos.

Pero la invitación a seguir a Jesús en el desierto se dirige a todos. Los monjes y los ermitaños eligieron un espacio de desierto; nosotros debemos elegir al menos un tiempo de desierto. Pasar un tiempo de desierto significa hacer un poco de vacío y de silencio en torno a nosotros, reencontrar el camino de nuestro corazón, sustraerse al alboroto y a los apremios exteriores para entrar en contacto con las fuentes más profundas de nuestro ser.

Bien vivida, la Cuaresma es una especie de cura de desintoxicación del alma. De hecho no existe sólo la contaminación de óxido de carbono; existe también la contaminación acústica y luminosa. Todos estamos un poco ebrios de jaleo y de exterioridad. El hombre envía sus sondas hasta la periferia del sistema solar, pero ignora, la mayoría de las veces, lo que existe en su propio corazón. Evadirse, distraerse, divertirse: son palabras que indican salir de sí mismo, sustraerse a la realidad. Hay espectáculos «de evasión» (la TV los propina en avalancha), literatura «de evasión». Son llamados, significativamente, fiction, ficción. Preferimos vivir en la ficción que en la realidad. Hoy se habla mucho de «alienígenas», pero alienígenas, o alienados, lo estamos ya por nuestra cuenta en nuestro propio planeta, sin necesidad de que vengan otros de fuera.

Los jóvenes son los más expuestos a esta embriaguez de estruendo. «Que se aumente el trabajo de estos hombres –decía de los hebreos el faraón a sus ministros– para que estén ocupados en él, de forma que no presten oído a las palabras de Moisés y no piensen en sustraerse de la esclavitud» (Ex 5, 9). Los «faraones» de hoy dicen, de modo tácito pero no menos perentorio: «Que se aumente el alboroto sobre estos jóvenes, que les aturda, para que no piensen, no decidan por su cuenta, sino que sigan la moda, compren lo que queremos nosotros, consuman los productos que decimos nosotros».

¿Qué hacer? Al no podernos ir a desierto hay que hacer un poco de desierto dentro de nosotros. San Francisco de Asís nos da, al respecto, una sugerencia práctica. «Tenemos –decía– una ermita siempre con nosotros; allí donde vayamos y cada vez que lo queramos podemos encerrarnos en ella como ermitaños. ¡El eremitorio es nuestro cuerpo y el alma es la ermita que habita dentro!». En este eremitorio «portátil» podemos entrar, sin saltar a la vista de nadie, hasta mientras viajamos en un autobús concurridísimo. Todo consiste en saber «volver a entrar en uno mismo» cada tanto.

¡Que el Espíritu que «empujó a Jesús al desierto» nos lleve también a nosotros, nos asista en la lucha contra el mal y nos prepare a celebrar la Pascua renovados en el espíritu!

https://caminocatolico.com/comentario-del-evangelio-del-domingo-una-lcura-de-desintoxicacionr-del-alma-por-raniero-cantalamessa-ofm-cap/

miércoles, 17 de febrero de 2021

EL TRIUNFO DE LOS CÍNICOS




Pablo Hiriart | 15/02/2021

MIAMI, Florida.- El sábado el Senado de Estados Unidos absolvió a Donald Trump y los populistas fanáticos tienen algo importante que festejar: la democracia ya no se defiende con vigor en casi ninguna parte.

Fue absuelto gracias a un mecanismo que los déspotas del siglo 21 manejan a la perfección: extorsionar, chantajear.

Los demócratas, en el mundo en general, han sido confundidos con la falsa premisa de que la conciliación consiste en dejar pasar los delitos de los aspirantes a totalitarios y grupos de fanáticos que los siguen y ejecutan sus directrices.

Perdieron la Presidencia de Estados Unidos, pero quedaron inmunes.

Ellos pueden violar la ley, marchar armados por la calle, intimidar a los funcionarios electorales e incitar a la toma de un Congreso para evitar que certifique una elección que ellos, sin pruebas, acusan de fraudulenta.

Todo se les perdona, en aras de la reconciliación.

Creen que con ser 'buenas gentes' con los que usan métodos anticonstitucionales, se granjearán su simpatía y 'ya no lo volverán a hacer'

Ceden en aras de la 'conciliación' o de la conveniencia coyuntural.

La historia nos ha enseñado, una y otra vez, que los artífices de esos ataques a la democracia tarde o temprano se salen con la suya cuando se les toleran sus desmanes.

Trump podrá seguir activo en política y no se extrañen que en 2024 esté nuevamente en la boleta.

Así lo dijo al saberse absuelto: “Nuestro movimiento histórico, patriótico y hermoso para hacer que Estados Unidos vuelva a ser grande, acaba de comenzar”.

El sábado los demócratas en el Senado consintieron que no se llamara a comparecer a testigos de la incitación a la insurrección.

Se doblaron fácil: el abogado de Trump les respondió que, si ellos llamaban testigos, él llamaría a más de 100.

Es decir, el juicio en el Senado se alargaría por tiempo indeterminado.

¿Cuál es la prioridad hoy en Estados Unidos? Salvar vidas, y salvar a la población y a las empresas de los estragos económicos de la pandemia.

Para dar ese paso, que es urgente, los demócratas necesitan que los planes de Biden sean votados favorablemente por los republicanos.

Y si la discusión del Pleno del Senado se hubiera extendido, cada día que pase serían recursos retenidos al combate a la pandemia, presupuesto no autorizado para ampliar la vacunación, dinero que no llega a la gente y a las empresas.

Así los republicanos pudieron frenar la sentencia de culpabilidad. O tal vez el resultado de la votación hubiera sido el mismo, pero el costo a la imagen del trumpismo se habría elevado.

Conforme a mi formación de periodista mexicano, tengo la impresión de que el presidente Biden pidió al líder de sus senadores votar cuanto antes y dar vuelta la página.

La vida es primero, sí. Y en ese sentido Biden tiene razón. O quizá, toda la razón.

Pero la factura de no haber inhabilitado a Trump la van a pagar los estadounidenses, tarde o temprano.

Se necesitaban 67 votos para que Trump fuera castigado, y los demócratas tienen 50. Los otros 50 senadores son republicanos, aunque siete de ellos votaron por la condena a quien promovió el asalto a la democracia.

Esos siete pasarán a la historia de su partido. Mostraron que aún existe la ética en algunos políticos –sean del bando que sean–, aunque les cueste la reelección.

Los otros 43 senadores republicanos son una partida de cínicos (al cinismo también se llega por la vía de la conveniencia política), como lo es Trump y su abogado en el Congreso.

El abogado del expresidente, Mitchel van del Veen, en la tribuna del Senado no desmontó ninguna de las pruebas: los videos de Trump alegando fraude antes de los comicios, sus tuits con mentiras sobre computadoras alteradas, dijo que ganó por una abrumadora ventaja, la llamada que hizo al secretario de Gobierno de Georgia para que le agregue 11 mil 800 votos, su mensaje al vicepresidente Pence para frenar la certificación, la convocatoria a los radicales a reunirse afuera de la Casa Blanca el 6 de enero, su incitación a esos violentos a marchar al Capitolio, su silencio en lugar de frenar el asalto…

En defensa de Trump, el abogado dijo, textualmente, en el Senado: “En lugar de expresar el deseo de que se impida que la sesión conjunta (que certificó el triunfo de Biden) llevara a cabo sus actividades, la premisa completa de sus comentarios (de Trump) fue que el proceso democrático se desarrollaría y debería desarrollarse de acuerdo con la letra de la ley”.

¿Eso convenció a 43 senadores republicanos?

Claro que no. Los convenció el poder que conserva Trump en las bases republicanas. Con él en contra, no llegarían lejos.

Los convenció alguien que tiene dinero y aliados para apoyar sus campañas (acaba de recolectar 250 millones en donativos para la organización Salvar a América, creada originalmente para costear la impugnación de las elecciones).

De ese tamaño son los 43 senadores republicanos que absolvieron a Trump.

Lo dijo, y lo dijo bien, Madeleine Dean, representante demócrata: “Si no arreglamos esto y lo llamamos como fue, el mayor de los crímenes constitucionales cometidos por un presidente en Estados Unidos, el pasado no será pasado: el pasado será futuro”.

sábado, 6 de febrero de 2021

EL PRESIDENTE DE MÉXICO SE ESTÁ PERFILANDO PARA UNA PELEA CON WASHINGTON

 


"La administración Biden no puede permitirse pasar por alto a su vecino del sur."

Por Denise Dresser | 1 de febrero de 2021

Francisco Canedo / Xinhua / Redux

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha prometido un regreso a la normalidad diplomática en lugar de una locura personal, multilateralismo en lugar de unilateralismo, y una política exterior llevada a cabo a través de canales institucionalizados en lugar de a través de Twitter. La mayoría de los gobiernos extranjeros han saludado el cambio con alivio, pero los aplausos no han sido unánimes. Algunos países se beneficiaron de la falta de compromiso o escrutinio que obtuvieron bajo el ex presidente Donald Trump. México, en particular, parece listo para recibir la agenda de Biden no con los brazos abiertos, sino con el puño elevado.

Ya sea por pragmatismo político o por temor genuino, el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador cultivó estrechos lazos con Trump y aceptó las demandas de Estados Unidos de renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y controlar la inmigración. A cambio, Trump hizo la vista gorda ante el surgimiento de un régimen populista autoritario que comenzó a renegar de muchos de los compromisos que había asumido como socio norteamericano.

Ahora, López Obrador no está ocultando su deseo de pelear con Biden. Se negó a felicitar al presidente electo desde el principio y luego envió una nota de felicitación tardía y helada que contrastaba fuertemente con la efusiva carta que escribió a Trump en 2016. Aprobó una ley que impone restricciones a los agentes extranjeros que operan en México, incluidos los de la CIA, la Administración Antidrogas (DEA) y el FBI. Retrocedió en la reforma energética, algo que su predecesor implementó con el fin de fomentar la inversión extranjera, haciendo que se rebasaron el retorno a una política energética dominada por los monopolios estatales. Y sugirió que la Iniciativa Mérida para la seguridad bilateral podría ser terminada. En caso de que estas medidas no enviaran un mensaje lo suficientemente directo, el presidente mexicano ha ofrecido además asilo político a Julian Assange, se ha negado a condenar la violencia que los partidarios de Trump desataron en el Capitolio de Estados Unidos, arremetió contra Facebook y Twitter por "censurar" a Trump e invitó al presidente ruso Vladimir Putin a visitar México. Claramente, López Obrador está preparando el escenario para la confrontación con la nueva administración en la Casa Blanca.

Las turbulencias en la relación bilateral con México no parecen haber hecho el radar del equipo Biden o su lista de prioridades. Pero un regreso a la relación entre Estados Unidos y México antes que el TLCAN, cuando el conflicto y la distancia prevalecieron sobre la cooperación, podrían revertir muchos de los objetivos que la administración Biden considera vitales. Estados Unidos necesita la cooperación mexicana en materia de seguridad, política comercial y lucha contra la pandemia de coronavirus. Tampoco puede permitirse un México que retroceda sobre la democracia, se niegue a ver el cambio climático como una amenaza existencial o no controle una pandemia que no respete las fronteras. El presidente de México se está echando a perder por una pelea, y Washington no debe esperar a que los riesgos se conviertan en inevitabilidades que podrían poner en peligro la contención de la pandemia y la recuperación de la interrupción que ha causado.

UNA ALIANZA PROFANA

La administración Trump descuidó la mayoría de los asuntos latinoamericanos, ejerció una mano pesada en Cuba y Venezuela, y se obsesionó con la inmigración y la frontera con México. Durante su campaña presidencial y a lo largo de su mandato, Trump utilizó a México como una "piñata política" en un esfuerzo por irritar a su base electoral: los mexicanos eran "violadores" y "criminales", Estados Unidos fue asediado por caravanas de inmigrantes ilegales, y el TLCAN era un mal trato que debía ser renegociado para defender los intereses estadounidenses. Estos temas recurrentes se tradujeron en políticas, como la construcción de un muro en partes de la frontera entre Estados Unidos y México, que pusieron a México a la defensiva debido a la asimetría en la relación.

López Obrador optó por lidiar con la imprevisibilidad de Trump mediante una política calculada de apaciguamiento. Como candidato a la presidencia en 2018, López Obrador había expresado fuertes críticas a las posturas anti-mexicanas y antiinmigrantes de Trump, incluso publicó un libro llamado Oye, Trump (Hey, Trump). Pero una vez en el cargo, López Obrador invirtió posiciones y forjó una alianza pragmática con el hombre que una vez había criticado. Cuando Trump intensificó su retórica antiinmigración y amenazó con imponer aranceles a las exportaciones mexicanas, López Obrador comenzó a reprimirse a los centroamericanos que había acogido inicialmente y a quienes había prometido un tránsito seguro.

Trump había declarado con frecuencia que México terminaría pagando por el muro fronterizo: de hecho, México se convirtió en el muro. Su gobierno trató a los inmigrantes de una manera que sus políticos habían denunciado a menudo, desplegando la recién formada y militarizada Guardia Nacional para perseguirlos y deportarlos.

López Obrador forjó un modus vivendi con Trump en el que México aceptó todas las demandas, hizo múltiples concesiones y adoptó políticas de inmigración que una vez había considerado inaceptables. El gobierno mexicano permitió a los Estados Unidos imponer unilateralmente su política de Permanecer en México, también conocida como los Protocolos de Protección de Migrantes, en las que los inmigrantes que presentaban solicitudes de asilo en los Estados Unidos fueron deportados de vuelta a través de la frontera para esperar indefinidamente, a pesar de que México no pudo proporcionar seguridad a su propia población, y mucho menos a los inmigrantes, en medio del aumento de la delincuencia y la violencia.

Parte del cumplimiento de López Obrador tomó la forma de silencio. Una crisis humanitaria se erigió en la región fronteriza de México, pero el presidente del país continuó aceptando las políticas que la crearon. Estados Unidos impuso políticas de separación familiar y confinaron a los niños en jaulas, pero el presidente mexicano no dijo nada. Las autoridades migratorias estadounidenses llevaron a cabo redadas y deportaron arbitrariamente a los mexicanos, sin provocar comentarios del presidente. Y los sentimientos anti-mexicanos se representaron en los Estados Unidos, culminando en crímenes de odio como la masacre en El Paso en 2019. Aun así, López Obrador miró para otro lado.

López Obrador forjó un modus vivendi con Trump en el que México aceptó todas las demandas, hizo múltiples concesiones y adoptó políticas de inmigración que una vez había considerado inaceptables.

Lo hizo a cambio de que Trump hiciera la vista gorda ante la recesión democrática en México. Al frente de lo que López Obrador llama la "Cuarta Transformación" del país, el presidente ha desmantelado los controles y equilibrios y debilitado las instituciones autónomas del país. Ataca regularmente a los medios de comunicación y a la sociedad civil y se ha hecho con el control discrecional del presupuesto. Algunas de sus políticas han reforzado la militarización de la seguridad pública. En total, el presidente mexicano parece decidido a impulsar a su país de vuelta a una era de gobierno dominante del partido.

Debido a que México carece de una oposición cohesionada, el sueño de López Obrador de un control centralizado parece estar cerca de convertirse en realidad. El presidente ha gestionado desajuste la crisis COVID-19, que ha producido una recesión económica catastrófica, pero su popularidad sigue sin ser cargada. Incluso ha declarado que la pandemia le cayó como anillo al dedo, qué se traduce libremente como "cayó como maná del cielo", porque la emergencia le permitió llevar a cabo medidas antidemocráticas excepcionales que podrían haber encontrado resistencia en tiempos más normales.

Trump y López Obrador compartieron algunas ciertas afinidades obvias. Ambos tendían a desacreditar a los medios de comunicación, insultar a los líderes de la oposición, etiquetar las críticas como "noticias falsas", evitar las máscaras faciales y minimizar la amenaza de COVID-19. El líder mexicano elogió a su homólogo estadounidense como un verdadero líder, lo comparó con Abraham Lincoln, e incluso viajó a Washington D.C., en medio de la pandemia para respaldar la candidatura presidencial de Trump y elogiar su respeto por la soberanía de México. La relación fue tan amable que cuando Estados Unidos arrestó al general Salvador Cienfuegos, ex secretario de defensa mexicano, por cargos de drogas, López Obrador persuadió a Washington para que devolviera al general a México. La DEA había pasado cinco años acumulando pruebas contra Cienfuegos, pero el fiscal general de Trump solicitó que la fiscalía retirara su caso. El gobierno de México celebró el regreso del general como un triunfo de estrechos lazos entre amigos.

Esa charla ha cesado con el cambio en la administración estadounidense. El presidente mexicano que hace tan poco subrayó la amistad ahora parece estar listo para envolverse en su bandera nacional y defender el honor de su país, que él considera amenazado. Las razones detrás de este cambio abrupto son personales y políticas. López Obrador no teme a Biden como temía a Trump. Por lo tanto, un discurso políticamente calculado de soberanía nacional y antiamericanismo es de nuevo más útil que costoso. Con él, López Obrador puede reunir a su base antes de las elecciones de mitad de período en julio de 2021, cuando 15 gobernaciones y el control del Congreso estarán en juego. Puede hacer de Biden una frustración y una distracción de la profunda recesión económica de México y los estragos de COVID-19.

Pero más allá de los imperativos políticos que están impulsando la divergencia de López Obrador con Biden, algo más profundo está en juego. En su mejor momento, el TLCAN reforzó la estabilidad política y el desarrollo económico en México, ayudando a inocular al país contra los cambios en las políticas pendulares y el conflicto con los Estados Unidos. El acuerdo buscaba reconocer y promover la integración, un objetivo del que López Obrador ha retrocedido, presionando en su lugar para un regreso a un modelo económico que mira hacia adentro que recuerda a la década de 1970.

ELEGIR UNA PELEA

Hace dos años, López Obrador firmó una versión renegociada del TLCAN conocida como el Acuerdo Estados Unidos-México-Canadá (USMCA). Pero muchas de las políticas del presidente mexicano van en contra de las disposiciones del tratado y el objetivo más amplio de compromiso con el mundo. La Ciudad de México iba a construir un aeropuerto internacional que sirviera como centro latinoamericano, pero López Obrador puso fin al proyecto. Ha tratado de garantizar que los monopolios estatales puedan seguir dominando el sector energético revisando los contratos de gas con inversores extranjeros y arrebatando el control de los reguladores autónomos de energía, entre otras medidas. Como resultado, México se ha vuelto menos atractivo para los inversionistas en los mercados emergentes. El crecimiento económico del país se estaba desacelerando incluso antes de la pandemia. Ahora, se prevé que su PIB se contraiga en un nueve por ciento en 2021, a medida que miles de empresas cierren y millones de puestos de trabajo desaparezcan.

López Obrador bien puede anticipar que enfrentará críticas de los Estados Unidos bajo Biden sobre comercio y otras cuestiones. El presidente mexicano seguramente preferiría no enfrentar el escrutinio de su historial en materia de derechos humanos y libertad de expresión, y mucho menos por su incumplimiento de las normas laborales estipuladas en la USMCA o las cláusulas de libre comercio sobre energía. Si el gobierno de Biden decide presionar a México sobre estos asuntos, López Obrador denunciará la "intervención imperialista" y desviará la atención a su lucha con el presidente estadounidense.

En verdad, los problemas han estado gestando en la relación de seguridad y comercio de Estados Unidos con México durante algún tiempo.

En verdad, los problemas han estado gestando en la relación de seguridad y comercio de Estados Unidos con México durante algún tiempo. López Obrador prometió a la administración Trump que México investigaría a Cienfuegos a su regreso a México, pero luego rompió esa promesa e incluso publicó archivos confidenciales sobre el caso que la DEA había proporcionado. El Departamento de Justicia envió una carta de condena enérgica. Tres miembros salientes del gabinete de Trump adoptaron un tono igualmente acrimonioso en una carta condenando a México por socavar los compromisos comerciales en el sector energético. En respuesta, López Obrador ha insistido en que México tiene el derecho soberano de determinar las políticas internas, a pesar de sus obligaciones bajo la USMCA. Su tono no ha sido colaborativo ni consensuado, sino beligerante.

El polvo de México con la DEA y las agencias de seguridad de Estados Unidos desentraña problemas para la cooperación en las áreas cruciales de seguridad y narcotráfico. El ejército mexicano ha venido a actuar con una autonomía cada vez mayor y un control civil o una rendición de cuentas cada vez menos. Este militar mexicano empoderado se resiste a trabajar con agencias de inteligencia estadounidenses, tal vez porque tiene vínculos con los cárteles de la droga y busca proteger a sus altos funcionarios de la justicia. La nueva ley de agentes extranjeros en México limita aún más la capacidad de los agentes de la ley estadounidense para operar y compartir información. El resultado es que Washington ve cada vez más a México como un socio poco confiable en una serie de áreas importantes.

CONFLICTO ANUNCIADO

La agenda de Biden en América Latina parece comenzar con la inmigración. Ya ha anunciado un plan de ayuda económica y seguridad diseñado para abordar las causas profundas que impulsan a la gente a huir hacia el norte. Sus otras prioridades incluyen la reconstrucción de puentes con Cuba y el abordamiento de la crisis humanitaria en Venezuela, mientras busca promover la democracia y los derechos humanos en la región mientras combate la corrupción. México no parece registrarse como una preocupación primordial.

Pero muchos de los ambiciosos planes de Biden, particularmente en lo que respecta a la inmigración, requerirán una amplia colaboración con México en un momento en que un mal viento parece estar soplando entre los dos países. La nueva administración puede quedar atrapada en la incómoda posición de solicitar la asistencia de México para detener el flujo de caravanas centroamericanas incluso mientras se enfrenta a López Obrador por la democracia, los derechos humanos, las normas laborales y el cambio climático. Si Biden decide intercambiar la cooperación en inmigración por silencio en otros temas problemáticos, estará repitiendo el libro de jugadas de Trump y permitiendo que los problemas se agudicen.

Muchas de estas dificultades se han agudizado en el último año. México tiene una de las tasas de letalidad COVID-19 más altas del mundo. La pandemia está aumentando en un país que comparte una frontera porosa de 2.000 millas con los Estados Unidos, al igual que la violencia: México tuvo 35.000 homicidios en 2020, el más alto registrado en la historia del país. López Obrador respondió empoderando a los militares a expensas de la cooperación bilateral en materia de seguridad. Los bloqueos han exprimido la economía del país, pero el gobierno se ha negado a implementar políticas fiscales para mitigar los daños. Y López Obrador parece más decidido a resucitar una economía basada en el carbono y el petróleo que en presionar al país para que aborde los imperativos del cambio climático.

Sin embargo, el equipo de Biden parece ajeno a la regresión democrática, la debacle económica y la pandemia incontrolada en México. La administración ha designado a Cuba y Venezuela como países de preocupación, y ha hecho declaraciones públicas centradas en gran medida en Centroamérica y cuestiones migratorias y de asilo. Pero México sigue siendo un punto ciego peligroso. El populismo nacionalista de López Obrador y el riesgo que representa para la democracia, el cambio climático y la lucha contra la corrupción están sorprendentemente ausentes de una agenda que supuestamente prioriza esas preocupaciones. Estados Unidos necesita una política de México diseñada para frenar los peores instintos de López Obrador y llevarlo de vuelta al redil norteamericano para asegurar a un vecino política y económicamente estable.

Jeffrey Davidow, ex embajador de Estados Unidos en México, una vez hizo comparada la relación entre los dos países con uno entre un oso y un puercoespín. Estados Unidos se cierne sobre México, eligiendo a veces fanfarronear y en otras hibernar, retirando su atención por completo. Hipersensible a la interferencia de Estados Unidos, México siempre está dispuesto a mostrar sus plumas. La relación entre Estados Unidos y México tiene importantes ramificaciones para el comercio, la seguridad, las drogas, la energía e incluso la salud, e incluso el gobierno de López Obrador busca contrarrestar las prioridades de Biden en casi todos los frentes. Si Biden no encuentra la manera de restablecer la relación, México y Estados Unidos volverán a un patrón de abandono, marcado por casos de conflicto, una renovada política de puercoespines que sacará sangre de ambos países en medio de una pandemia que exige soluciones colaborativas, no instintos animales.