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miércoles, 3 de febrero de 2016

¿A QUÉ VIENE A MÉXICO EL PAPA FRANCISCO?



A la víspera del viaje a México, el Papa Francisco dialogó a distancia y en diferido con 33 mexicanos de diez ciudades distintas que le dirigieron sus preguntas y expectativas respecto al viaje pastoral que realizará del 12 al 17 de febrero. “Voy a buscar la riqueza de fe que tienen los mexicanos”.

El Papa, conocido por su devoción mariana, escuchó las preguntas de los mexicanos, desde su casa, la residencia de Santa Marta en el Vaticano, a través de una conexión organizada por Notimex, Agencia de Noticias del Estado Mexicano en colaboración con el Centro Televisivo Vaticano, difundida este martes 3 de febrero.

El Sucesor de Pedro llenará su maletín negro con 13 discursos y anticipó de alguna manera una parte de sus contenidos. “Si yo voy ahí, es para recibir lo mejor de ustedes y para rezar con ustedes, para que los problemas de violencia, de corrupción y todo lo que ustedes saben que está sucediendo, se solucionen”, constató.


Pero oigamos de su propia voz, cuales son los motivos que lo traen a México (video de 4 minutos):






Texto de la transcripción del video


¿Qué nos viene a traer a México?, preguntó Jorge Armando desde Ciudad de México al Papa.

“Yo voy a México no como un Rey Mago cargado de cosas para llevar, mensajes, ideas, soluciones a problemas, no sé pensemos todas esas cosas. Yo voy a México como un peregrino, voy a buscar en el pueblo mexicano, que me den algo. No voy a pasar la canastita, quédense tranquilos, pero voy a buscar la riqueza de fe que tienen ustedes, voy a buscar contagiarme de esa riqueza de fe.


Tengo ganas de ir a México para vivir esa fe con ustedes. O sea que voy con el corazón abierto para que se llene de todo aquello que ustedes me pueden dar. Ustedes tienen una idiosincrasia, una manera de ser que es fruto de un camino muy largo, de una historia que se fue forjando lentamente, con dolores, con éxitos, con fracasos, con búsquedas, pero hay como un hilo conductor.


Ustedes tienen mucha riqueza en el corazón y, sobre todo, ustedes no son un pueblo huérfano porque se glorían de tener Madre, y cuando un hombre, o una mujer, o un pueblo no se olvida de su Madre, te da una riqueza que vos no la podés describir, la recibís, la transmitís.
Bueno, yo voy a buscar un poco todo eso en ustedes. Un pueblo que no se olvida de su Madre, esa madre mestiza, esa madre que lo forjó en la esperanza. Conocen ustedes el chiste de aquel mexicano que decía: “Yo soy ateo pero soy guadalupano”. Tenía sentido, de un pueblo que no quiere ser huérfano. Por ahí, quizás está la gran riqueza que yo voy a buscar. Voy como peregrino de ustedes y ¡gracias por recibirme!


Fuente http://es.aleteia.org/2016/02/03/que-siente-por-virgen-de-guadalupe-el-papa-francisco-seguridad-ternura/


jueves, 3 de diciembre de 2015

EL AÑO SANTO DE LA MISERICORDIA, ANTE UN MUNDO CONVULSIONADO






No me cabe la menor duda que el Dios de los cristianos, no es creación del hombre, ya que su lógica es totalmente opuesta a la nuestra, toda vez que, a más iniquidad -en vez de castigo y destrucción- nos ofrece más perdón, más misericordia.



<<El Papa Francisco anunció el viernes 13 de marzo en la Basílica de San Pedro la celebración de un Jubileo de la Misericordia, un Año Santo extraordinario.

Este Jubileo comenzará con la apertura de la Puerta Santa en la Basílica Vaticana durante la Solemnidad de la Inmaculada Concepción el 8 de diciembre y concluirá el 20 de noviembre de 2016 con la solemnidad de Cristo Rey del Universo.

El Pontífice anunció el Año Santo así: “queridos hermanos y hermanas, he pensado a menudo en cómo la Iglesia puede poner más en evidencia su misión de ser testimonio de la misericordia. Es un camino que inicia con una conversión espiritual. Por esto he decidido convocar un Jubileo extraordinario que coloque en el centro la misericordia de Dios. Será un Año Santo de la Misericordia, Lo queremos vivir a la luz de la palabra del Señor: 'Seamos misericordiosos como el Padre'”.

“Estoy convencido de que toda la Iglesia podrá encontrar en este Jubileo la alegría de redescubrir y hacer fecunda la misericordia de Dios, con la cual todos somos llamados a dar consuelo a cada hombre y cada mujer de nuestro tiempo. Lo confiamos a partir de ahora a la Madre de la Misericordia para que dirija a nosotros su mirada y vele en nuestro camino” exclamó el papa Francisco en la convocatoria.

Los orígenes del Jubileo se remontan al judaísmo. Este Año santo se celebraba cada 50 años, y durante el mismo se debía restituir la igualdad a todos los hijos de Israel, ofreciendo nuevas posibilidades a las familias que habían perdido sus propiedades e incluso la libertad personal.

Por otro lado, a los ricos, el año jubilar les recordaba que llegaría el tiempo en el que los esclavos israelitas, llegados a ser nuevamente iguales a ellos, podrían reivindicar sus derechos.

La Iglesia inició la tradición del Año Santo con el Papa Bonifacio VIII, en el año 1300, quién previó la realización de un jubileo cada siglo.

Desde el año 1475 –para permitir a cada generación vivir al menos un Año Santo- el jubileo ordinario comenzó a espaciarse cada 25 años. >>[1]

Hasta la fecha se ha celebrado 26 Años Santos ordinarios. El último fue el Jubileo del año 2000, proclamado por San Juan Pablo II.

<<El rito inicial del Jubileo es la apertura de la Puerta Santa. Se trata de una puerta que se abre solamente durante el Año Santo, mientas el resto de años permanece sellada. Tienen una Puerta Santa las cuatro basílicas mayores de Roma: San Pedro, San Juan de Letrán, San Pablo Extramuros y Santa María Mayor.


El rito de la apertura expresa simbólicamente el concepto que, durante el tiempo jubilar, se ofrece a los fieles una “vía extraordinaria” hacia la salvación. Luego de la apertura de la Puerta Santa en la Basílica de San Pedro, serán abiertas sucesivamente las puertas de las otras basílicas mayores.>>[2]

La “vía extraordinaria” hacia la salvación, consiste en la indulgencia plenaria, es decir, la condonación total de la pena que nos puede llevar al purgatorio; si el penitente escucha misa, se confiesa y comulga, de acuerdo con las normas de la Iglesia. Los fieles podrán ganar las indulgencias plenarias una vez por día, y aplicarlas a la remisión de los pecados en el Purgatorio de las personas fallecidas.

En un acto inusitado –el pasado 29 de noviembre, en su visita a tres naciones de África- el Papa Francisco abrió la Puerta Santa de la Catedral de Bangui en la República Centroafricana como un importante gesto para alentar la paz en este país y el mundo. Esta es la primera vez que un Pontífice realiza este gesto fuera de Roma y en un templo distinto a las basílicas papales de la Ciudad Eterna.

<<El Santo Padre dijo antes de abrir la Puerta Santa que “en esta tierra sufriente también están todos los países del mundo que están pasando por la cruz de la guerra. Bangui se convierte en la capital espiritual del mundo”.

“Todos nosotros pedimos paz, misericordia, reconciliación, perdón, amor. En toda la República Centroafricana y en todos los países del mundo que sufren la guerra, pidamos la paz. Y todos juntos pidamos amor y paz. Pidamos juntos”.

El pedido del Pontífice resonó entre la multitud que coreaba el pedido de paz en la lengua nativa de la región.>>[3]

Unos 5 mil obispos en todo el mundo estarán abriendo las puertas santas de sus catedrales de manera simultánea el 13 de diciembre, En el caso de la ciudad de México, además se habilitarán una Puerta Santa en la Basílica de Guadalupe y en las ocho Vicarías Episcopales que tienen al frente un obispo auxiliar. En todas ellas se podrá obtener la indulgencia plenaria.


Jorge Pérez Uribe



[1]https://www.aciprensa.com/noticias/papa-francisco-anuncia-un-ano-santo-de-la-misericordia-85927/ 
[2] Íbidem 
[3] https://www.aciprensa.com/noticias/papa-francisco-primer-pontifice-en-abrir-una-puerta-santa-fuera-de-roma-62251/

miércoles, 14 de octubre de 2015

PARA ENTENDER EL SÍNODO DE LA FAMILIA




¿Qué piensa el actual Pontífice, sobre la familia de la actualidad, sobre el objetivo y temas a tratar y sobre la metodología a seguir, en el Sínodo de la Familia que se celebra del 5 al 25 de octubre?

En la Vigilia de Oración organizada por la Conferencia Episcopal Italiana para rezar por el Sínodo de los Obispos, el día 3 de octubre, Francisco pronunció una homilía, destacando entre otros aspectos:

Necesidad y espíritu del Sínodo


<<¿Vale la pena encender una pequeña vela en la oscuridad que nos rodea? ¿No se necesitaría algo más para disipar la oscuridad? Pero, ¿se pueden vencer las tinieblas?

En ciertas épocas de la vida –de esta vida llena de recursos estupendos–, preguntas como esta se imponen con apremio. Frente a las exigencias de la existencia, existe la tentación de echarse para atrás, de desertar y encerrarse, a lo mejor en nombre de la prudencia y del realismo, escapando así de la responsabilidad de cumplir a fondo el propio deber.>>

Entonces se refirió a la experiencia del profeta Elías, quién por miedo huye hasta el Horeb, el monte de Dios. Pero ahí le llega la palabra del Señor preguntando: “¿Qué haces aquí, Elías?” (1 R 19,3.8-9). <<La gracia de Dios no levanta la voz, es un rumor que llega a cuantos están dispuestos a escuchar la suave brisa: los exhorta a salir, a regresar al mundo, a ser testigos del amor de Dios por el hombre, para que el mundo crea...

Con este espíritu, hace precisamente un año, en esta misma plaza, invocábamos al Espíritu Santo pidiéndole que los Padres sinodales –al poner atención en el tema de la familia – supieran escuchar y confrontarse teniendo fija la mirada en Jesús, Palabra última del Padre y criterio de interpretación de la realidad.

Esta noche, nuestra oración no puede ser diferente. Pues, como recordaba el Patriarca Atenágoras, sin el Espíritu Santo, Dios resulta lejano, Cristo permanece en el pasado, la Iglesia se convierte en una simple organización, la autoridad se transforma en dominio, la misión en propaganda, el culto en evocación y el actuar de los cristianos en una moral de esclavos.

Oremos, pues, para que el Sínodo que se abre mañana sepa reorientar la experiencia conyugal y familiar hacia una imagen plena del hombre; que sepa reconocer, valorizar y proponer todo lo bello, bueno y santo que hay en ella; abrazar las situaciones de vulnerabilidad que la ponen a prueba: la pobreza, la guerra, la enfermedad, el luto, las relaciones laceradas y deshilachadas de las que brotan dificultades, resentimientos y rupturas; que recuerde a estas familias, y a todas las familias, que el Evangelio sigue siendo la «buena noticia» desde la que se puede comenzar de nuevo. Que los Padres sepan sacar del tesoro de la tradición viva palabras de consuelo y orientaciones esperanzadoras para las familias, que están llamadas en este tiempo a construir el futuro de la comunidad eclesial y de la ciudad del hombre.

Cada familia es siempre una luz, por más débil que sea, en medio de la oscuridad del mundo. La andadura misma de Jesús entre los hombres toma forma en el seno de una familia, en la cual permaneció treinta años. Una familia como tantas otras, asentada en una aldea insignificante de la periferia del Imperio. […]

La Iglesia es una casa abierta, lejos de grandezas exteriores, acogedora en el estilo sobrio de sus miembros y, precisamente por ello, accesible a la esperanza de paz que hay dentro de cada hombre, incluidos aquellos que –probados por la vida– tienen el corazón lacerado y dolorido.

Esta Iglesia puede verdaderamente iluminar la noche del hombre, indicarle con credibilidad la meta y compartir su camino, sencillamente porque ella es la primera que vive la experiencia de ser incesantemente renovada en el corazón misericordioso del Padre.>>

El drama de la soledad, el amor entre el hombre y la mujer, y la familia.


Al día siguiente, 4 de octubre, se celebró la misa la Misa de apertura del Sínodo de los Obispos sobre la Familia, en la Basílica de San Pedro en el Vaticano. A ella asistieron los Padres Sinodales y demás invitados a la Asamblea de los Obispos.

Las lecturas se centraron en tres aspectos: el drama de la soledad, el amor entre el hombre y la mujer, y la familia.

El drama de la soledad

<<Adán… vivía en el Paraíso, ponía los nombres a las demás creaturas, ejerciendo un dominio que demuestra su indiscutible e incomparable superioridad, pero aun así se sentía solo, porque «no encontraba ninguno como él que lo ayudase» (Gn 2,20) y experimentaba la soledad.

La soledad, el drama que aún aflige a muchos hombres y mujeres. Pienso en los ancianos abandonados incluso por sus seres queridos y sus propios hijos; en los viudos y viudas; en tantos hombres y mujeres dejados por su propia esposa y por su propio marido; en tantas personas que de hecho se sienten solas, no comprendidas y no escuchadas; en los emigrantes y los refugiados que huyen de la guerra y la persecución; y en tantos jóvenes víctimas de la cultura del consumo, del usar y tirar, y de la cultura del descarte.

Hoy se vive la paradoja de un mundo globalizado en el que vemos tantas casas de lujo y edificios de gran altura, pero cada vez menos calor de hogar y de familia; muchos proyectos ambiciosos, pero poco tiempo para vivir lo que se ha logrado; tantos medios sofisticados de diversión, pero cada vez más un profundo vacío en el corazón; muchos placeres, pero poco amor; tanta libertad, pero poca autonomía... Son cada vez más las personas que se sienten solas, y las que se encierran en el egoísmo, en la melancolía, en la violencia destructiva y en la esclavitud del placer y del dios dinero.

Hoy vivimos en cierto sentido la misma experiencia de Adán: tanto poder acompañado de tanta soledad y vulnerabilidad; y la familia es su imagen. Cada vez menos seriedad en llevar adelante una relación sólida y fecunda de amor: en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, en la buena y en la mala suerte. El amor duradero, fiel, recto, estable, fértil es cada vez más objeto de burla y considerado como algo anticuado. Parecería que las sociedades más avanzadas son precisamente las que tienen el porcentaje más bajo de tasa de natalidad y el mayor promedio de abortos, de divorcios, de suicidios y de contaminación ambiental y social.>>

El amor entre el hombre y la mujer

<<… el corazón de Dios se entristeció al ver la soledad de Adán y dijo: «No está bien que el hombre esté solo; voy a hacerle alguien como él que le ayude» (Gn 2,18). Estas palabras muestran que nada hace más feliz al hombre que un corazón que se asemeje a él, que le corresponda, que lo ame y que acabe con la soledad y el sentirse solo. Muestran también que Dios no ha creado el ser humano para vivir en la tristeza o para estar solo, sino para la felicidad, para compartir su camino con otra persona que es su complemento; para vivir la extraordinaria experiencia del amor: es decir de amar y ser amado; y para ver su amor fecundo en los hijos, como dice el salmo de hoy (cf. Sal 128).

Este es el sueño de Dios para su criatura predilecta: verla realizada en la unión de amor entre hombre y mujer; feliz en el camino común, fecunda en la donación recíproca. Es el mismo designio que Jesús resume en el Evangelio de hoy con estas palabras: «Al principio de la creación Dios los creó hombre y mujer. Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne. De modo que ya no son dos, sino una sola carne» (Mc 10,6-8; cf. Gn 1,27; 2, 24).

Jesús, ante la pregunta retórica que le habían dirigido – probablemente como una trampa, para hacerlo quedar mal ante la multitud que lo seguía y que practicaba el divorcio, como realidad consolidada e intangible-, responde de forma sencilla e inesperada: restituye todo al origen de la creación, para enseñarnos que Dios bendice el amor humano, es él el que une los corazones de dos personas que se aman y los une en la unidad y en la indisolubilidad. Esto significa que el objetivo de la vida conyugal no es sólo vivir juntos, sino también amarse para siempre. Jesús restablece así el orden original y originante.

La familia

«Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre» (Mc 10,9). Es una exhortación a los creyentes a superar toda forma de individualismo y de legalismo, que esconde un mezquino egoísmo y el miedo de aceptar el significado auténtico de la pareja y de la sexualidad humana en el plan de Dios.

De hecho, sólo a la luz de la locura de la gratuidad del amor pascual de Jesús será comprensible la locura de la gratuidad de un amor conyugal único yusque ad mortem[1].

Para Dios, el matrimonio no es una utopía de adolescente, sino un sueño sin el cual su creatura estará destinada a la soledad. En efecto el miedo de unirse a este proyecto paraliza el corazón humano.

Paradójicamente también el hombre de hoy –que con frecuencia ridiculiza este plan–permanece atraído y fascinado por todo amor autentico, por todo amor sólido, por todo amor fecundo, por todo amor fiel y perpetuo. Lo vemos ir tras los amores temporales, pero sueña el amor autentico; corre tras los placeres de la carne, pero desea la entrega total.

En efecto «ahora que hemos probado plenamente las promesas de la libertad ilimitada, empezamos a entender de nuevo la expresión “la tristeza de este mundo”. Los placeres prohibidos perdieron su atractivo cuando han dejado de ser prohibidos. Aunque tiendan a lo extremo y se renueven al infinito, resultan insípidos porque son cosas finitas, y nosotros, en cambio, tenemos sed de infinito»[2]

En este contexto social y matrimonial bastante difícil, la Iglesia está llamada a vivir su misión en la fidelidad, en la verdad y en la caridad.

  • Vive su misión en la fidelidad a su Maestro como voz que grita en el desierto, para defender el amor fiel y animar a las numerosas familias que viven su matrimonio como un espacio en el cual se manifiestan el amor divino; para defender la sacralidad de la vida, de toda vida; para defender la unidad y la indisolubilidad del vínculo conyugal como signo de la gracia de Dios y de la capacidad del hombre de amar en serio.
  • Vivir su misión en la verdad que no cambia según las modas pasajeras o las opiniones dominantes. La verdad que protege al hombre y a la humanidad de las tentaciones de autoreferencialidad y de transformar el amor fecundo en egoísmo estéril, la unión fiel en vínculo temporal. «Sin verdad, la caridad cae en mero sentimentalismo. El amor se convierte en un envoltorio vacío que se rellena arbitrariamente. Éste es el riesgo fatal del amor en una cultura sin verdad». (Benedicto XVI, Enc. Caritas in veritate, 3).
  • Vivir su misión en la caridad que no señala con el dedo para juzgar a los demás, sino que -fiel a su naturaleza como madre – se siente en el deber de buscar y curar a las parejas heridas con el aceite de la acogida y de la misericordia; de ser «hospital de campo», con las puertas abiertas para acoger a quien llama pidiendo ayuda y apoyo; de salir del propio recinto hacia los demás con amor verdadero, para caminar con la humanidad herida, para incluirla y conducirla a la fuente de la salvación.

Una Iglesia que enseña y defiende los valores fundamentales, sin olvidar que «el sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado» (Mc 2,27); y que Jesús también dijo: «No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar justos, sino pecadores» (Mc 2,17). Una Iglesia que educa al amor autentico, capaz de alejar de la soledad, sin olvidar su misión de buen samaritano de la humanidad herida.

Recuerdo a san Juan Pablo II cuando decía: «El error y el mal deben ser condenados y combatidos constantemente; pero el hombre que cae o se equivoca debe ser comprendido y amado [...] Nosotros debemos amar nuestro tiempo y ayudar al hombre de nuestro tiempo.»[3] Y la Iglesia debe buscarlo, acogerlo y acompañarlo, porque una Iglesia con las puertas cerradas se traiciona a sí misma y a su misión, y en vez de ser puente se convierte en barrera: «El santificador y los santificados proceden todos del mismo. Por eso no se avergüenza de llamarlos hermanos» (Hb 2,11).

Con este espíritu, le pedimos al Señor que nos acompañe en el Sínodo y que guíe a su Iglesia a través de la intercesión de la Santísima Virgen María y de San José, su castísimo esposo.

Naturaleza y metodología del Sínodo


El día 5 de octubre se efectuó la primera sesión o Congregación General del Sínodo. En el saludo del Papa Francisco a los participantes, dejó ver cuál es la naturaleza y la metodología a seguir en el Sínodo:

<<La Iglesia retoma hoy el diálogo iniciado con la proclamación del Sínodo Extraordinario sobre la familia para evaluar y reflexionar juntos sobre el Instrumentum Laboris (Documento de trabajo) elaborado de la Relatio Synodi(Documento final del Sínodo de 2014) y de las respuestas de las conferencias episcopales y de los organismos con derecho.

El Sínodo es un caminar juntos con el espíritu de colegialidad y sinodalidad, adoptando valientemente la parresía, el celo pastoral y doctrinal, la sabiduría, la franqueza y poniendo siempre delante de nuestros ojos el bien de las familias y la suprema lex: la salus animarum (salud del alma).

El Sínodo no es un congreso o un parlamento, no es un parlamento o un senado donde nos ponemos de acuerdo. El Sínodo es una expresión eclesial es decir, la Iglesia que camina junta para leer la realidad con los ojos de la fe y con el corazón de Dios.

Es la Iglesia que se interroga sobre la fidelidad al depósito de la fe, que por ella no representa un Museo para mirar y menos salvaguardar, sino que es una fuente viva de la cual la Iglesia bebe para saciar e iluminar el depósito de la vida […]

En el Sínodo, el Espíritu habla a través de la lengua de todas las personas que se dejan conducir por Dios que sorprende siempre, del Dios que revela a los pequeños aquellos que esconde a los sabios e inteligentes, del Dios que ha creado la ley y el sábado para el hombre y no viceversa, del Dios que deja las 99 ovejas para buscar la única oveja perdida, del Dios que es siempre más grande que nuestras lógicas y nuestros cálculos.

El Sínodo podrá ser un espacio de la acción del Espíritu Santo sólo si nosotros participantes nos revestimos de coraje apostólico, de humildad evangélica y de oración confiada […]

El único método del Sínodo es el de abrirse al Espíritu Santo, con coraje apostólico, con humildad evangélica y con oración confiada, para que sea Él el que nos guíe, ilumine y nos haga poner delante de los ojos con nuestros pareceres personales la fe en Dios, el bien de la Iglesia y la salus animarum[4].>>


Jorge Pérez Uribe




[1] Hasta la muerte
[2] Joseph Ratzinger, Auf Christus schauen. Einübung in Glaube, Hoffnung, Liebe, Freiburg 1989, p. 73
[3] Discurso a la Acción Católica italiana, 30 de diciembre de 1978, 2 c: L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española, 21 enero 1979, p.9
[4] Salud del alma.

jueves, 8 de octubre de 2015

EL SÍNODO DE LA FAMILIA Y “EL HUMO DE SATANÁS”






Antecedentes



Como uno de los eventos más trascendentales del papado de Francisco, -está sin duda- la XIII Asamblea General Extraordinaria del Sínodo de Obispos, convocada bajo el lema «Los desafíos pastorales de la familia en el contexto de la evangelización», y que tuvo lugar en el Vaticano entre el 5 y el 19 de octubre de 2014, popularmente fue conocida como el Sínodo sobre la familia. Su objetivo y desarrollo nos lleva a pensar en el histórico Concilio Vaticano II. El Latín que es el idioma oficial para estos eventos fue sustituido por primera vez por el italiano.

Este sínodo fue el preámbulo y preparación de otro más largo y más extenso, la XIV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de Obispos «Jesucristo revela el misterio y la vocación de la familia», que estamos celebrando del 5 al 25 de octubre de 2015. Como es costumbre, al finalizar este sínodo el papa presentará una exhortación apostólica postsinodal conclusiva sobre el tema. Por sus contenidos, los dos sínodos conforman una unidad en dos etapas, con un período en medio de casi un año. El teólogo y arzobispo de Chieti-Vasto, Bruno Forte, secretario especial del sínodo, señalaba que ese período intermedio podría resultar determinante: «La gran novedad de la metodología del sínodo, que antes aparecía encorsetado, es este período entre los dos sínodos, porque va a involucrar a la base de la Iglesia, a los demás obispos y a los fieles». Y en efecto así ha ocurrido, pero también ha sido el período para una gran polarización entre los revolucionarios y los conservadores, que se han atrincherado y definido territorios.


“Esta película ya la vi”



Estudiante de bachillerato durante los años del Vaticano II, quizás no conocía mucho sobre religión y política, pero me parecía evidente el enfrentamiento de las dos corrientes: los progresistas o liberales y los tradicionalistas o conservadores y ahora que observo lo que está pasando con el Sínodo de la familia, no puedo sino exclamar: “esta película ya la vi”, y “se parece a la del Concilio Vaticano II”. Y es que se observa la misma lucha de dos grupos de “iluminados” que luchan encarnizadamente por hacer prevalecer “su verdad”. En el medio un Papa, al que buscan presionar o influenciar con sus escritos, desplegados, actos públicos y amenazas veladas. Y allá en el fondo, olvidado, Jesucristo, el fundador de la Iglesia Católica y lo que es peor, negada la asistencia del Espíritu Santo prometida por Jesucristo, cuando abandonando a sus discípulos, regresó a los Cielos.

Si bien lo anterior es humanamente entendible, ya que el hombre es un “zoon politicón” en el concepto de Aristóteles, él cual afirmaba que “El hombre y el animal por naturaleza son sociales, pero solo el hombre es político, siempre y cuando viva en comunidad”.

Pero es inentendible para los “adultos mayores” que vivieron el proceso del Concilio Vaticano II y que caen en los mismos errores de los falsos “profetas” del Concilio Vaticano II. Fue totalmente inútil que hayan vivido esta experiencia, de la cual no obtuvieron ninguna enseñanza, ya que adoptan las mismas actitudes necias de entonces (y estoy pensando -por ejemplo- en el anciano cardenal español Antonio María Rouco).

<< “Hay más oposición al Papa de lo se imagina. Se sabe que hay un porcentaje que supera el 50% de gentes de la Curia que actúan bajo cuerda en su contra. Dudan del Papa. Cuestionan ciertas medidas. Conocemos sus nombres, como los diez cardenales que firman el libro con Rouco”, afirma José María Castillo, uno de los grandes pensadores cristianos. Fue jesuita y ha tenido relación con el también jesuita Francisco, que le considera un maestro.>>[1]

En el bando contrario encontramos entre otros a los cardenales Walter Kasper y Reinhard Marx (este último encabeza un movimiento cismático en Alemania).


“El humo de Satanás”


Paulo VI, el Papa que sucedió al ahora santo: Juan XXIII, -convocante al Vaticano II-, y a quién toco continuar los trabajos del Concilio Ecuménico y llevarlos a buen puerto, en una homilía pronunciada en la solemnidad de San Pedro y San Pablo apóstol, el 31 de octubre de 1973 recordando el Concilio Vaticano II, se refirió concretamente a la situación comentada: << Se diría que a través de alguna grieta ha entrado, el humo de Satanás en el templo de Dios. Hay dudas, incertidumbre, problemática, inquietud, insatisfacción, confrontación. Ya no se confía en la Iglesia, se confía más en el primer profeta profano —que nos viene a hablar desde algún periódico o desde algún movimiento social— para seguirle y preguntarle si tiene la fórmula de la verdadera vida; y, por el contrario, no nos damos cuenta de que nosotros ya somos dueños y maestros de ella. Ha entrado la duda en nuestras conciencias y ha entrado a través de ventanas que debían estar abiertas a la luz: la ciencia. Pero la ciencia está hecha para darnos verdades que no alejan de Dios, sino que nos lo hacen buscar aún más y celebrarle con mayor intensidad. Por el contrario, de la ciencia ha venido la crítica, ha venido la duda respecto a todo lo que existe y a todo lo que conocemos. Los científicos son aquellos que más pensativa y dolorosamente bajan la frente y acaban por enseñar: “no sé, no sabemos, no podemos saber”.

Es cierto que la ciencia nos dice los límites de nuestro saber, pero todo lo que nos proporciona de positivo debería ser certeza, debería ser impulso, debería ser riqueza, debería aumentar nuestra capacidad de oración y de himno al Señor; y, por el contrario, he aquí que la enseñanza se convierte en palestra de confusión, en pluralidad que ya no va de acuerdo, en contradicciones a veces absurdas.

Se ensalza el progreso para luego poder demolerlo con las revoluciones más extrañas y radicales, para negar todo lo que se ha conquistado, para volver a ser primitivos después de haber exaltado tanto los progresos del mundo moderno.

También en nosotros, los de la Iglesia, reina este estado de incertidumbre. Se creía que después del Concilio vendría un día de sol para la historia de la Iglesia. Por el contrario, ha venido un día de nubes, de tempestad, de oscuridad, de búsqueda, de incertidumbre y se siente fatiga en dar la alegría de la fe. Predicamos el ecumenismo y nos alejamos cada vez más de los otros. Procuramos excavar abismos en vez de colmarlos.>>

San Juan Crisóstomo refiriéndose a estas situaciones comentaba: <<Luchamos unos contra otros, y es la envidia la que nos arma unos contra otros… Si todos se afanan por así por perturbar el Cuerpo de Cristo, ¿a dónde llegaremos? estamos debilitando el cuerpo de Cristo… Nos declaramos miembros de un mismo organismo y nos devoramos como lo harían las fieras.>>

Los defensores del legado histórico de la Iglesia católica parecen olvidar que la Iglesia fundada por Jesucristo, no es una sociedad meramente humana en sí, sino que como lo declaró el Vaticano II, es el “Cuerpo Místico de Cristo”: <<Cuando fueron privados los discípulos de su presencia visible, Jesús no los dejó huérfanos (cf Jn 14, 18). Les prometió quedarse con ellos hasta el fin de los tiempos (cf Mt 28 20), les envió su Espíritu (cf Jn 20, 22; Hch 2, 33). Por eso la comunicación con Jesús se hizo más intensa: “por la comunicación de su Espíritu a sus hermanos reunidos de todos los pueblos, Cristo los constituye místicamente en su cuerpo” (LG 7)>>.


Conclusión



En otras palabras la situación que se vislumbra alrededor del Sínodo, es la acción del maligno que fomenta la envidia, la soberbia de algunos dirigentes y principalmente las dudas de fe: en la infabilidad del Papa y en la asistencia del Espíritu Santo a la Iglesia, que son dogmas de fe, es decir verdades reveladas de las que el creyente no puede dudar.

Tanto líderes, como creyentes -si quieren ayudar a que prevalezca la verdad y no su verdad-, deben tener fe en el Santo Padre, y orar por que Dios le ilumine. Él finalmente, como lo hizo Paulo VI, tomará los dos proyectos o los que hubiera y se encerrara en una velada de oración (o las que hagan falta) con el Santísimo y como consecuencia presentará una exhortación apostólica postsinodal conclusiva sobre el tema, que hará las veces de “ley” o última palabra, a observar.

Si sienten que les falla la fe, deben recordar que esta es gratuita, que es un Don, un regalo de Dios, por lo que simplemente deberían pedir su incremento; pero ello implica una gran humildad, que pienso en muchos casos no se dará, porque lo que sobra es soberbia.

Da mucho que pensar la negativa que tienen en la asistencia del Espíritu Santo a la Iglesia Católica, ya que si no reconocen esta verdad no se entiende que hacen dentro de ella, además de que todo creyente bien informado sabe que todos los pecados se perdonan, menos los pecados contra el Espíritu Santo.


Jorge Pérez Uribe


[1] http://politica.elpais.com/politica/2015/10/03/actualidad/1443898001_053125.html?id_externo_rsoc=FB_CM

viernes, 17 de julio de 2015

LAUDATO SI’




(INTRODUCCIÓN O PRESENTACIÓN)



1. «Laudato si’, mi’ Signore» –«Alabado seas, mi Señor»-, cantaba san Francisco de Asís. En ese hermoso cántico nos recordaba que nuestra casa común es también como una hermana, con la cual compartimos la existencia, y como una madre bella que nos acoge entre sus brazos: «Alabado seas, mi Señor, por la hermana nuestra madre tierra, la cual nos sustenta, y gobierna y produce diversos frutos con coloridas flores y hierba»[1].

2. Esta hermana clama por el daño que le provocamos a causa del uso irresponsable y del abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella. Hemos crecido pensando que éramos sus propietarios y dominadores, autorizados a expoliarla. La violencia que hay en el corazón humano, herido por el pecado, también se manifiesta en los síntomas de enfermedad que advertimos en el suelo, en el agua, en el aire y en los seres vivientes. Por eso, entre los pobres más abandonados y maltratados, está nuestra oprimida y devastada tierra, que «gime y sufre dolores de parto» (Rm 8,22). Olvidamos que nosotros mismos somos tierra (cf. Gn 2,7). Nuestro propio cuerpo está constituido por los elementos del planeta, su aire es el que nos da el aliento y su agua nos vivifica y restaura.

Nada de este mundo nos resulta indiferente


3. Hace más de cincuenta años, cuando el mundo estaba vacilando al filo de una crisis nuclear, el santo Papa Juan XXIII escribió una encíclica en la cual no se conformaba con rechazar una guerra, sino que quiso transmitir una propuesta de paz. Dirigió su mensaje Pacem in terris a todo el «mundo católico », pero agregaba «y a todos los hombres de buena voluntad ». Ahora, frente al deterioro ambiental global, quiero dirigirme a cada persona que habita este planeta. En mi exhortación Evangelii gaudium, escribí a los miembros de la Iglesia en orden a movilizar un proceso de reforma misionera todavía pendiente. En esta encíclica, intento especialmente entrar en diálogo con todos acerca de nuestra casa común.

4. Ocho años después de Pacem in terris, en 1971, el beato Papa Pablo VI se refirió a la problemática ecológica, presentándola como una crisis, que es « una consecuencia dramática » de la actividad descontrolada del ser humano: « Debido a una explotación inconsiderada de la naturaleza, [el ser humano] corre el riesgo de destruirla y de ser a su vez víctima de esta degradación »[2].También habló a la FAO sobre la posibilidad de una «catástrofe ecológica bajo el efecto de la explosión de la civilización industrial», subrayando la «urgencia y la necesidad de un cambio radical en el comportamiento de la humanidad», porque «los progresos científicos más extraordinarios, las proezas técnicas más sorprendentes, el crecimiento económico más prodigioso, si no van acompañados por un auténtico progreso social y moral, se vuelven en definitiva contra el hombre»[3].

5. San Juan Pablo II se ocupó de este tema con un interés cada vez mayor. En su primera encíclica, advirtió que el ser humano parece «no percibir otros significados de su ambiente natural, sino solamente aquellos que sirven a los fines de un uso inmediato y consumo»[4]. Sucesivamente llamó a una conversión ecológica global[5]. Pero al mismo tiempo hizo notar que se pone poco empeño para «salvaguardar las condiciones morales de una auténtica ecología humana»[6]. La destrucción del ambiente humano es algo muy serio, porque Dios no sólo le encomendó el mundo al ser humano, sino que su propia vida es un don que debe ser protegido de diversas formas de degradación. Toda pretensión de cuidar y mejorar el mundo supone cambios profundos en «los estilos de vida, los modelos de producción y de consumo, las estructuras consolidadas de poder que rigen hoy la sociedad»[7].El auténtico desarrollo humano posee un carácter moral y supone el pleno respeto a la persona humana, pero también debe prestar atención al mundo natural y «tener en cuenta la naturaleza de cada ser y su mutua conexión en un sistema ordenado»[8]. Por lo tanto, la capacidad de transformar la realidad que tiene el ser humano debe desarrollarse sobre la base de la donación originaria de las cosas por parte de Dios[9].

6. Mi predecesor Benedicto XVI renovó la invitación a «eliminar las causas estructurales de las disfunciones de la economía mundial y corregir los modelos de crecimiento que parecen incapaces de garantizar el respeto del medio ambiente»[10]. Recordó que el mundo no puede ser analizado sólo aislando uno de sus aspectos, porque «el libro de la naturaleza es uno e indivisible», e incluye el ambiente, la vida, la sexualidad, la familia, las relaciones sociales, etc. Por consiguiente, «la degradación de la naturaleza está estrechamente unida a la cultura que modela la convivencia humana »[11]. El Papa Benedicto nos propuso reconocer que el ambiente natural está lleno de heridas producidas por nuestro comportamiento irresponsable. También el ambiente social tiene sus heridas. Pero todas ellas se deben en el fondo al mismo mal, es decir, a la idea de que no existen verdades indiscutibles que guíen nuestras vidas, por lo cual la libertad humana no tiene límites. Se olvida que «el hombre no es solamente una libertad que él se crea por sí solo. El hombre no se crea a sí mismo. Es espíritu y voluntad, pero también naturaleza»[12]. Con paternal preocupación, nos invitó a tomar conciencia de que la creación se ve perjudicada «donde nosotros mismos somos las últimas instancias, donde el conjunto es simplemente una propiedad nuestra y el consumo es sólo para nosotros mismos. El derroche de la creación comienza donde no reconocemos ya ninguna instancia por encima de nosotros, sino que sólo nos vemos a nosotros mismos»[13].

Unidos por una misma preocupación


7. Estos aportes de los Papas recogen la reflexión de innumerables científicos, filósofos, teólogos y organizaciones sociales que enriquecieron el pensamiento de la Iglesia sobre estas cuestiones. Pero no podemos ignorar que, también fuera de la Iglesia Católica, otras Iglesias y Comunidades cristianas –como también otras religiones– han desarrollado una amplia preocupación y una valiosa reflexión sobre estos temas que nos preocupan a todos. Para poner sólo un ejemplo destacable, quiero recoger brevemente parte del aporte del querido Patriarca Ecuménico Bartolomé, con el que compartimos la esperanza de la comunión eclesial plena.

8. El Patriarca Bartolomé se ha referido particularmente a la necesidad de que cada uno se arrepienta de sus propias maneras de dañar el planeta, porque, «en la medida en que todos generamos pequeños daños ecológicos», estamos llamados a reconocer «nuestra contribución –pequeña o grande– a la desfiguración y destrucción de la creación»[14]. Sobre este punto él se ha expresado repetidamente de una manera firme y estimulante, invitándonos a reconocer los pecados contra la creación: «Que los seres humanos destruyan la diversidad biológica en la creación divina; que los seres humanos degraden la integridad de la tierra y contribuyan al cambio climático, desnudando la tierra de sus bosques naturales o destruyendo sus zonas húmedas; que los seres humanos contaminen las aguas, el suelo, el aire. Todos estos son pecados»[15]. Porque «un crimen contra la naturaleza es un crimen contra nosotros mismos y un pecado contra Dios»[16].

9. Al mismo tiempo, Bartolomé llamó la atención sobre las raíces éticas y espirituales de los problemas ambientales, que nos invitan a encontrar soluciones no sólo en la técnica sino en un cambio del ser humano, porque de otro modo afrontaríamos sólo los síntomas. Nos propuso pasar del consumo al sacrificio, de la avidez a la generosidad, del desperdicio a la capacidad de compartir, en una ascesis que «significa aprender a dar, y no simplemente renunciar. Es un modo de amar, de pasar poco a poco de lo que yo quiero a lo que necesita el mundo de Dios. Es liberación del miedo, de la avidez, de la dependencia»[17]. Los cristianos, además, estamos llamados a « aceptar el mundo como sacramento de comunión, como modo de compartir con Dios y con el prójimo en una escala global. Es nuestra humilde convicción que lo divino y lo humano se encuentran en el más pequeño detalle contenido en los vestidos sin costuras de la creación de Dios, hasta en el último grano de polvo de nuestro planeta »[18].

San Francisco de Asís


10. No quiero desarrollar esta encíclica sin acudir a un modelo bello que puede motivarnos. Tomé su nombre como guía y como inspiración en el momento de mi elección como Obispo de Roma. Creo que Francisco es el ejemplo por excelencia del cuidado de lo que es débil y de una ecología integral, vivida con alegría y autenticidad. Es el santo patrono de todos los que estudian y trabajan en torno a la ecología, amado también por muchos que no son cristianos. Él manifestó una atención particular hacia la creación de Dios y hacia los más pobres y abandonados. Amaba y era amado por su alegría, su entrega generosa, su corazón universal. Era un místico y un peregrino que vivía con simplicidad y en una maravillosa armonía con Dios, con los otros, con la naturaleza y consigo mismo. En él se advierte hasta qué punto son inseparables la preocupación por la naturaleza, la justicia con los pobres, el compromiso con la sociedad y la paz interior.

11. Su testimonio nos muestra también que una ecología integral requiere apertura hacia categorías que trascienden el lenguaje de las matemáticas o de la biología y nos conectan con la esencia de lo humano. Así como sucede cuando nos enamoramos de una persona, cada vez que él miraba el sol, la luna o los más pequeños animales, su reacción era cantar, incorporando en su alabanza a las demás criaturas. Él entraba en comunicación con todo lo creado, y hasta predicaba a las flores «invitándolas a alabar al Señor, como si gozaran del don de la razón»[19]. Su reacción era mucho más que una valoración intelectual o un cálculo económico, porque para él cualquier criatura era una hermana, unida a él con lazos de cariño. Por eso se sentía llamado a cuidar todo lo que existe. Su discípulo san Buenaventura decía de él que, «lleno de la mayor ternura al considerar el origen común de todas las cosas, daba a todas las criaturas, por más despreciables que parecieran, el dulce nombre de hermanas»[20]. Esta convicción no puede ser despreciada como un romanticismo irracional, porque tiene consecuencias en las opciones que determinan nuestro comportamiento. Si nos acercamos a la naturaleza y al ambiente sin esta apertura al estupor y a la maravilla, si ya no hablamos el lenguaje de la fraternidad y de la belleza en nuestra relación con el mundo, nuestras actitudes serán las del dominador, del consumidor o del mero explotador de recursos, incapaz de poner un límite a sus intereses inmediatos. En cambio, si nos sentimos íntimamente unidos a todo lo que existe, la sobriedad y el cuidado brotarán de modo espontáneo. La pobreza y la austeridad de san Francisco no eran un ascetismo meramente exterior, sino algo más radical: una renuncia a convertir la realidad en mero objeto de uso y de dominio.

12. Por otra parte, san Francisco, fiel a la Escritura, nos propone reconocer la naturaleza como un espléndido libro en el cual Dios nos habla y nos refleja algo de su hermosura y de su bondad: «A través de la grandeza y de la belleza de las criaturas, se conoce por analogía al autor» (Sb 13,5), y «su eterna potencia y divinidad se hacen visibles para la inteligencia a través de sus obras desde la creación del mundo» (Rm 1,20). Por eso, él pedía que en el convento siempre se dejara una parte del huerto sin cultivar, para que crecieran las hierbas silvestres, de manera que quienes las admiraran pudieran elevar su pensamiento a Dios, autor de tanta belleza[21]. El mundo es algo más que un problema a resolver, es un misterio gozoso que contemplamos con jubilosa alabanza.

Mi llamado


13. El desafío urgente de proteger nuestra casa común incluye la preocupación de unir a toda la familia humana en la búsqueda de un desarrollo sostenible e integral, pues sabemos que las cosas pueden cambiar. El Creador no nos abandona, nunca hizo marcha atrás en su proyecto de amor, no se arrepiente de habernos creado. La humanidad aún posee la capacidad de colaborar para construir nuestra casa común. Deseo reconocer, alentar y dar las gracias a todos los que, en los más variados sectores de la actividad humana, están trabajando para garantizar la protección de la casa que compartimos. Merecen una gratitud especial quienes luchan con vigor para resolver las consecuencias dramáticas de la degradación ambiental en las vidas de los más pobres del mundo. Los jóvenes nos reclaman un cambio. Ellos se preguntan cómo es posible que se pretenda construir un futuro mejor sin pensar en la crisis del ambiente y en los sufrimientos de los excluidos.

14. Hago una invitación urgente a un nuevo diálogo sobre el modo como estamos construyendo el futuro del planeta. Necesitamos una conversación que nos una a todos, porque el desafío ambiental que vivimos, y sus raíces humanas, nos interesan y nos impactan a todos. El movimiento ecológico mundial ya ha recorrido un largo y rico camino, y ha generado numerosas agrupaciones ciudadanas que ayudaron a la concientización. Lamentablemente, muchos esfuerzos para buscar soluciones concretas a la crisis ambiental suelen ser frustrados no sólo por el rechazo de los poderosos, sino también por la falta de interés de los demás. Las actitudes que obstruyen los caminos de solución, aun entre los creyentes, van de la negación del problema a la indiferencia, la resignación cómoda o la confianza ciega en las soluciones técnicas. Necesitamos una solidaridad universal nueva. Como dijeron los Obispos de Sudáfrica, «se necesitan los talentos y la implicación de todos para reparar el daño causado por el abuso humano a la creación de Dios»[22]. Todos podemos colaborar como instrumentos de Dios para el cuidado de la creación, cada uno desde su cultura, su experiencia, sus iniciativas y sus capacidades.

15. Espero que esta Carta encíclica, que se agrega al Magisterio social de la Iglesia, nos ayude a reconocer la grandeza, la urgencia y la hermosura del desafío que se nos presenta. En primer lugar, haré un breve recorrido por distintos aspectos de la actual crisis ecológica, con el fin de asumir los mejores frutos de la investigación científica actualmente disponible, dejarnos interpelar por ella en profundidad y dar una base concreta al itinerario ético y espiritual como se indica a continuación. A partir de esa mirada, retomaré algunas razones que se desprenden de la tradición judío-cristiana, a fin de procurar una mayor coherencia en nuestro compromiso con el ambiente. Luego intentaré llegar a las raíces de la actual situación, de manera que no miremos sólo los síntomas sino también las causas más profundas. Así podremos proponer una ecología que, entre sus distintas dimensiones, incorpore el lugar peculiar del ser humano en este mundo y sus relaciones con la realidad que lo rodea. A la luz de esa reflexión quisiera avanzar en algunas líneas amplias de diálogo y de acción que involucren tanto a cada uno de nosotros como a la política internacional. Finalmente, puesto que estoy convencido de que todo cambio necesita motivaciones y un camino educativo, propondré algunas líneas de maduración humana inspiradas en el tesoro de la experiencia espiritual cristiana.


16. Si bien cada capítulo posee su temática propia y una metodología específica, a su vez retoma desde una nueva óptica cuestiones importantes abordadas en los capítulos anteriores. Esto ocurre especialmente con algunos ejes que atraviesan toda la encíclica. Por ejemplo: la íntima relación entre los pobres y la fragilidad del planeta, la convicción de que en el mundo todo está conectado, la crítica al nuevo paradigma y a las formas de poder que derivan de la tecnología, la invitación a buscar otros modos de entender la economía y el progreso, el valor propio de cada criatura, el sentido humano de la ecología, la necesidad de debates sinceros y honestos, la grave responsabilidad de la política internacional y local, la cultura del descarte y la propuesta de un nuevo estilo de vida. Estos temas no se cierran ni abandonan, sino que son constantemente replanteados y enriquecidos.




[1] Cántico de las criaturas: Fonti Francescane (FF) 263.
[2] Carta ap. Octogesima adveniens (14 mayo 1971), 21: AAS 63 (1971), 416-417
[3] Discurso a la FAO en su 25 aniversario (16 noviembre 1970): AAS 62 (1970), 833.
[4] Carta enc. Redemptor hominis (4 marzo 1979), 15: AAS 71 (1979), 287.
[5] Cf. Catequesis (17 enero 2001), 4: L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (19 enero 2001), p. 12.
[6] Carta enc. Centesimus annus (1 mayo 1991), 38: AAS 83 (1991), 841.
[7] Ibíd., 58, p. 863.
[8] Juan Pablo II, Carta enc. Sollicitudo rei socialis (30 diciembre 1987), 34: AAS 80 (1988), 559.
[9] Cf. Id., Carta enc. Centesimus annus (1 mayo 1991), 37: AAS 83 (1991), 840.
[10] Discurso al Cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede (8 enero 2007): AAS 99 (2007), 73.
[11] Carta enc. Caritas in veritate (29 junio 2009), 51: AAS 101 (2009), 687
[12] Discurso al Deutscher Bundestag, Berlín (22 septiembre 2011): AAS 103 (2011), 664.
[13] Discurso al clero de la Diócesis de Bolzano-Bressanone (6 agosto 2008): AAS 100 (2008), 634.
[14] Mensaje para el día de oración por la protección de la creación (1 septiembre 2012).
[15] Discurso en Santa Bárbara, California (8 noviembre 1997); cf. John Chryssavgis, On Earth as in Heaven: Ecological Vision and Initiatives of Ecumenical Patriarch Bartholomew, Bronx, New York 2012.
[16] Ibíd.9.
[17] Conferencia en el Monasterio de Utstein, Noruega (23 junio 2003).
[18] Discurso « Global Responsibility and Ecological Sustainability: Closing Remarks », I Vértice de Halki, Estambul (20 junio 2012).
[19] Tomás de Celano, Vida primera de San Francisco, XXIX, 81: FF 460.
[20] Legenda maior, VIII, 6: FF 1145.



Texto integro del documento en formato PDF (descargable): http://w2.vatican.va/content/francesco/es/encyclicals/documents/papa-francesco_20150524_enciclica-laudato-si.html

viernes, 15 de agosto de 2014

FRANCISCO: “¡NO SE ODIA EN NOMBRE DE DIOS!”




Antecedentes


Para los lectores asiduos de este blog, no será una sorpresa el rumbo que han tomado los acontecimientos de un año a la fecha, en Irak y El Levante (Siria y Líbano). En el post del 29 de agosto de 2013 (Lista la “intervención humanitaria en Siria), reporté:

<<Mientras la región medioriental en conjunto vive un gélido invierno árabe, donde destaca la contrarrevolución militar egipcia, arrojan mucha luz las operaciones sincronizadas de la resucitada Al Qaeda en Irak, Siria y Líbano bajo la denominación subregional específica ISIS: Islamic State of Iraq and Al-Sham –Estado Islámico de Irak y Al-Sham (Siria y Líbano)–, bautizado por los multimedia anglosajones como el grupo salafista/takfiri más radical de los sunitas de Al Qaeda (Financial Times, 18/8/13), que busca derrocar a Bashar y desestabilizar a Irak y al Líbano para la creación de su califato levantino>>

En el post del 4 de julio de este año (El grupo jihadista “Estado Islámico” restaura el Califato, tras un siglo), retomé la metamorfosis del grupo conocido como Ejército Islámico de Irak y el Levante o EIIL, –Isil, por sus siglas en inglés, y Daesh en árabe–, a Estado Islámico; y en el del 11 de julio, me refirí a Abu Bakr Al Bagdadí, el autoproclamado Califa del estado islámico en todo el mundo y rebautizado como el Califa Ibrahim, así como al territorio del Califato (¿Qué es un Califa, el califato Islámico y sus aspiraciones?

Empezaron a circular, entonces, noticias procedentes de la tercera ciudad en importancia de Irak: Mosul, que había caído en manos del EIIL el 10 de junio. Considerada la tercera ciudad en importancia de Irak, con cerca de dos millones de habitantes, la ciudad tenía más de 60,000 cristianos, que después de la invasión norteamericana de 2003 disminuyeron a 20,000.

Ya en el siglo II de nuestra era, la ciudad tenía presencia cristiana. Era una base vital para la Iglesia en Oriente, la autoproclamada Iglesia nestoriana, que la convirtió en sede metropolitana. También estaban presentes los monofisitas, la hoy Iglesia siro-ortodoxa. Estas iglesias usaban el siriaco, un idioma cercano a los apóstoles, y los pueblos siro-parlantes aún sobreviven en el área de Mosul.

Mosul era el centro de una red de monasterios, algunos de los cuales estaban entre los más antiguos e influyentes de todo el movimiento monástico. A cuarenta kilómetros de la ciudad encontramos San Elías y San Mateo (Mar Mattai) del siglo IV, Rabban Hormizd y Beth `Abhe de los siglos VI y VII, y muchos más: Mar Bihnam, Mar Gewargis (San Jorge), Mar Mikhael (San Miguel). Como en Europa occidental, estos lugares eran cruciales para la vasta tradición de la fe y enseñanza cristianas, y los más grandes no tenían nada que envidiar a Monte Cassino o Iona. En su apogeo, Mar Mattai era uno de los mayores claustros del mundo cristiano, con miles de monjes.

En los últimos días vivían en la ciudad unas 500 familias cristianas, a las que Estado Islámico dio en la tercer semana de julio un ultimátum: debían convertirse al islam o pagar un "impuesto de protección" de 750 dólares, si no querían morir.

En su Angelus del domingo 20 de julio, el Papa Francisco levantó su voz: <<He recibido con preocupación las noticias que llegan de las comunidades cristianas en Mossul (Irak) y de otros lugares de Oriente Medio, donde las mismas, desde el inicio del cristianismo, han vivido con sus conciudadanos ofreciendo una significativa aportación al bien de la sociedad. Hoy son perseguidas; nuestros hermanos son perseguidos, son expulsados, deben dejar sus casas sin tener la posibilidad de llevar nada con ellos. A estas familias y a estas personas quiero expresar mi cercanía y mi constante oración. Queridos hermanos y hermanas que sois perseguidos, sé cuánto sufrís, sé que estáis despojados de todo. Estoy con vosotros en la fe en Aquél que ha vencido el mal. Y a vosotros, aquí en la plaza y a quienes nos siguen por medio de la televisión, dirijo la invitación a recordar en la oración a estas comunidades cristianas. Os exhorto, además, a perseverar en la oración por las situaciones de tensión y de conflicto que persisten en diversas zonas del mundo, especialmente en Oriente Medio y en Ucrania. Que el Dios de la paz suscite en todos un auténtico deseo de diálogo y de reconciliación. La violencia no se vence con la violencia. ¡La violencia se vence con la paz! Oremos en silencio, pidiendo la paz; todos, en silencio... María Reina de la paz, ruega por nosotros>>.

Francisco puso en marcha a la diplomacia vaticana, remitiendo a los embajadores acreditados ante la Santa Sede una "nota verbal” para que la hicieran llegar a sus gobiernos y así la Comunidad Internacional se interesara por la situación.

Precisamente el portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, leyó un nuevo llamamiento para que la Comunidad Internacional ponga fin a este "drama humanitario”.

Empezaron a llegar las fotos de los cristianos crucificados y el valiente ejemplo de Mahmoud Al ‘Asali, profesor de leyes en el departamento de pedagogía de la Universidad de Mosul; quien no aceptó permanecer en silencio frente a la violencia en contra de los cristianos de Mosul, obligados a decidir entre la conversión al Islam, el pago de la «jizya» (impuesto islámico para los no musulmanes) o la fuga. Así, el profesor Mahmoud Al ‘Asali, tuvo el valor de denunciar abiertamente esta forma de brutal limitación que, según su opinión, va en contra de los preceptos del Islam. Un gesto que pagó con la vida: los milicianos del Isil lo asesinaron el 21 de julio en Mosul.



Irak: ن, ¡Todos somos nazarenos!



Pero antes de darles a elegir entre la conversión, el impuesto, la huida o la muerte, los islamistas empezaron por marcar todas las casas de los cristianos con un ن, a menudo inscrito en un círculo.




Este símbolo es de hecho una letra del alfabeto árabe, el «nombre», que corresponde a la «N» del alfabeto latino, una N por «Nasarah», es decir, nazareno, el término peyorativo con el que se designa a los cristianos en el Corán.

En apoyo a los cristianos de Irak perseguidos en la más total indiferencia, entre el drama ucraniano y el conflicto palestino-israelí, los cristianos de todo el mundo están llamados a mostrar este símbolo – ن - en las redes sociales.



Los yihadistas destruyeron el 25 de julio la tumba y mezquita de Jonás, también venerado por los islamícos. 



El patriarca caldeo Louis Raphael Sako hizo un llamamiento a las Naciones Unidas para que el Consejo de Seguridad no permanezca como un simple observador de las continuas atrocidades que están cometiendo los extremistas islamistas del llamado Estado Islámico creado en el norte de Irak. En particular, hacía referencia a la situación de Mosul, donde miles de familias de cristianos han sido obligados a dejar la ciudad y abandonar sus casas y propiedades. En las últimas 24 horas han muerto 40 personas en Irak a causa del conflicto.

El patriarca Sako habló también sobre la llamada del Papa en una entrevista a Radio Vaticano. "Estamos muy agradecidos y emocionados por su solidaridad, simpatía y oración. Ha dicho que está muy cerca de los cristianos y que reza por Irak. Cuando le he dicho que los cristianos son fuertes en la fe y en la esperanza, ha dicho: '¡Bien, bien! ¡No perdáis la esperanza!'", ha afirmado. Asimismo ha indicado que "es realmente un apoyo paterno para nosotros, es una cercanía muy importante, que nos da la fuerza, la confianza de perseverar y esperar una situación mejor en Irak".

Sobre la destrucción de lugares sagrados por parte del Estado Islámico, el patriarca afirma que "estos grupos tienen una ideología muy fuerte. Representan, por tanto, un peligro no solo para los cristianos, sino también para los musulmanes del mundo entero. Ellos han comenzado con destruir la gran mezquita histórica de Jonás, donde se dice -según la tradición- que está la tumba del profeta. La mezquita fue construida sobre las ruinas de una iglesia caldea. Lamentablemente ha sido destruida completamente, como otras mezquitas, y amenazan también nuestras iglesias. Estos yihadistas - Isis y otros- son un peligro para el mundo entero".





Por otro lado, el patriarca subraya que "los cristianos deben estar unidos, como también los musulmanes, los suníes y los chiíes. Deben tomar una posición muy clara para un discurso religioso abierto, equilibrado, si no perderán. El cristianismo oriental debe continuar viviendo. Nosotros, en nuestros institutos, formamos una generación abierta a cristianos y musulmanes. Todos los ciudadanos deben, no solo sobrevivir, sino vivir en libertad y dignidad, y esta es la responsabilidad del mundo entero, cristianos y musulmanes".
Finalmente, Sako explica en la entrevista que las familias cristianas que han sido expulsadas de sus casas necesitan ayudan. "Nosotros como Iglesia hemos dado mucho realmente. El Pontificio Consejo Cor Unum ha mandado 40 mil dólares y el domingo iré al norte para llevar una ayuda del Patriarcado a todos. Hay una pequeña esperanza, pero los muros entre los grupos étnicos y confesionales son realmente altos".

El día 6 de agosto, la Iglesia Católica en pleno, se unió a la jornada mundial  de oración por la paz en Irak, convocada por el patriarca Sako.


La carta del Papa a Ban Ki-moon



El 9 de agosto. el papa Francisco envió una carta al Secretario General de la ONU Ban Ki-moon expresando <<He pedido a Su Eminencia el Cardenal Fernando Filoni, Prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos -que sirvió como Representante de mis predecesores, el Papa San Juan Pablo II y el Papa Benedicto XVI, ante el pueblo de Irak-, que manifieste mi cercanía espiritual y que exprese mi preocupación, y la de toda la Iglesia católica, por el intolerable sufrimiento de aquellos que solo desean vivir en paz, armonía y libertad en la tierra de sus antepasados. Con el mismo espíritu, le escribo, Señor Secretario General, y pongo ante usted las lágrimas, los sufrimientos y los gritos desesperados de los Cristianos y de las otras minorías religiosas de la amada tierra de Irak. Mientras renuevo mi llamado urgente a la comunidad internacional a intervenir para poner fin a la tragedia humanitaria en curso, animo a todos los organismos competentes de las Naciones Unidas, en particular a los responsables de la seguridad, la paz, el derecho humanitario y la asistencia a los refugiados a continuar sus esfuerzos en conformidad con el Preámbulo y a los Artículos pertinentes a la Carta de las Naciones Unidas […] Confiado en que mi llamado -que uno al de los Patriarcas Orientales y de los demás líderes religiosos-, encontrará una respuesta positiva, aprovecho la oportunidad para renovar a Vuestra Excelencia mi más alta consideración.>>

La Santa Sede pide con un lenguaje inédito a los líderes musulmanes del mundo que condenen públicamente los crímenes contra las minorías en Irak [1]



<<El Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso este martes -12 de agosto- ha condenado “sin ambigüedad" las que llama “prácticas indignas” de los milicianos del Estado Islámico en Irak. El dicasterio del Vaticano critica abiertamente las masacres, las decapitaciones, los impuestos para los cristianos, las expulsiones forzadas, el rapto de mujeres, la destrucción de lugares de culto, entre otros actos de persecución. “Ninguna causa puede justificar tal barbarie y ciertamente no una religión” confirmó. 

“Este Pontificio Consejo, todos aquellos comprometidos en el diálogo Interreligioso, los seguidores de todas las religiones, así como todos los hombres y las mujeres de buena voluntad, no pueden sino que denunciar y condenar sin ambigüedad estas prácticas indignas del hombre” asegura el comunicado. 

A propósito de la “restauración del Califato” en Irak y de la persecución de los cristianos en el país, el Pontificio Consejo para el Diálogo Inter-religioso del Vaticano ha emitido una declaración para denunciar “los crímenes” que se hacen en nombre del Califato, al mismo tiempo que recuerda su “abolición el 29 de octubre de 1923 por Kamal Ataturk, fundador de la Turquía moderna”.
“La contestación de esta restauración por parte de la mayoría de las instituciones religiosas y políticas musulmanas no ha impedido a los jihadistas del ‘Estado Islámico’ de cometer […] actos criminales indecibles” confirma la declaración.

Asimismo, el Vaticano invitó a los líderes religiosos musulmanes a rechazar la violencia que arremete contra “los cristianos y los Yazidi” entre otras minorías en Irak. Ante la situación dramática exigió una “posición clara y valiente por parte de los responsable religiosos, sobre todo musulmanes, de las personas comprometidas en el diálogo Inter-religioso y de todas las personas de buena voluntad”. 

“Todos debemos - prosiguió el comunicado- unánimemente condenar sin alguna ambigüedad estos crímenes y denunciar la invocación religiosa para justificarlos” 

El Pontificio Consejo para el Diálogo Inter-religioso, presidido por el cardenal, Jean-Louis Tauran, no hace giro de palabras y menciona los crímenes del Califato en Irak: 

  • Masacres de personas por el sólo motivo de pertenecer a una religión;
  • La aborrecible práctica de la decapitación, de la crucifixión y de colgar cadáveres en las plazas públicas; 
  • La decisión impuesto a los cristianos y los Yazidi entre la conversión al Islam, el pago de un impuesto (la jizya) o el éxodo; 
  • La expulsión forzada de decenas de miles de personas, incluidos niños, ancianos, mujeres embarazadas y enfermos; 
  • El rapto de muchachas y de mujeres pertenecientes a las comunidades Yazidi y cristianas como botín de guerra (Sabaya); 
  • La bárbara imposición de la práctica de la infibulación (mutilación de los genitales femeninos); 
  • La destrucción de los lugares de culto y de los mausoleos cristianos y musulmanes;
  • La ocupación forzada o la profanación de Iglesias y monasterios; 
  • La remoción de crucifijos y de otros símbolos religiosos cristianos y de otras comunidades religiosas; 
  • La distribución del patrimonio religioso y cultural cristiano de falo inestimable; 
  • La violencia abierta con el objetivo de aterrorizar la gente para obligarla a rendirse o de escapar. 


En peligro la cultura del diálogo y la convivencia que ha costado siglos


“Por otro lado, no podemos olvidar que los cristianos y los musulmanes han vivido juntos - sea con altos y bajos- durante siglos, construyendo una cultura de la convivencia y de la civilización digna de orgullo. Sobre esta base es que en los últimos años, el diálogo entre cristianos y musulmanes ha continuado y se ha profundizado”. >>



Hillary Clinton descubre la verdad a medias



Hillary Clinton, Secretaria de Estado de enero de 2009 a febrero de 2013, concedió una entrevista el pasado día 10 de agosto a Jeffrey Goldberg de la revista The Atlantic, relacionada con su reciente libro Hard Choices, que causó mucho furor por su crítica teatral, al presidente Obama –debido a su error de no haber intervenido en Siria–, así como en su apreciación “de haber financiado y entrenado mal a los rebeldes sirios, por lo cual surgió el Estado islámico”. A su juicio el no haber ayudado al Grupo Central del Ejército Libre de Siria desembocó en un gran vacío que los yihadistas han llenado ahora. Es decir, lo incorrecto no fue la imperialista intervención en territorio sirio -que aún tiene sumido al país en una guerra civil- para ayudar a los rebeldes, sino haberlo hecho al grupo incorrecto.
En tanto en la Cámara de Representantes de Estados Unidos, el congresista Frank Wolf denunciaba que los cristianos están sufriendo un genocidio en Irak mientras que el gobierno de Estados Unidos y las Naciones Unidas permanecen en silencio.

"Creo que lo que está ocurriendo con los cristianos en Irak es un genocidio y un crimen contra la humanidad", señaló Wolf.

"¿Dónde está Occidente? ¿Dónde está el gobierno de Obama? ¿Dónde está el Congreso? El silencio es ensordecedor”.









Jorge Pérez Uribe



[1]http://www.aleteia.org/es/internacional/articulo/salto-de-calidad-a-las-relaciones-vaticano-islam-la-verdad-sin-pelos-en-la-lengua-5292667780988928