jueves, 14 de enero de 2016

LA COP 21, UNA CUMBRE DE BUENOS DESEOS




A pesar de la incertidumbre causada por los atentados terroristas en la ciudad de París el 13 de noviembre de 2015, se desarrolló en la misma, a fines de ese noviembre, la XXI Conferencia Internacional sobre Cambio Climático o 21ª Conferencia de las Partes y la 11ª Conferencia de las Partes en calidad de reunión de las Partes en el Protocolo de Kyoto (COP21/CMP11), del 30 de noviembre al 11 de diciembre de 2015.

Con un gran reto de seguridad y a un costo altísimo, dado que hubo 30,000 policías y 285 controles de seguridad, se contó con la asistencia de numerosos Jefes de Estado, y representantes de 195 países que participaron en las sesiones de trabajo desarrolladas durante 12 días del agonizante 2015.

Meternos a reseñar los asuntos discutidos, propuestas y rechazos, sería demasiado largo y tedioso, ya que por ejemplo el documento final de `Aprobación del Acuerdo de París´, consta tan solo de 40 páginas, por lo que me limitaré a un comentario general y crítico de lo sucedido.

Si bien el Acuerdo reconoce que “el cambio climático es un problema común de la humanidad, por lo que las Partes, al adoptar medidas para hacer frente al cambio climático, deberían respetar, promover y tomar en consideración sus respectivas obligaciones con respecto a los derechos humanos, el derecho a la salud, los derechos de los pueblos indígenas, las comunidades locales, los migrantes, los niños, las personas con discapacidad y las personas en situaciones de vulnerabilidad y el derecho al desarrollo”; mete sin que vengan al caso “la igualdad de género, el empoderamiento de la mujer y la equidad intergeneracional”.

La Conferencia pareció por momentos ser un centro de negocios y así <<El portavoz del gobierno de Estados Unidos declaró que el acuerdo está abriendo oportunidades para nuevos negocios y los presidentes de los bancos Mundial e Interamericano de Desarrollo afirmaron su disposición a un apoyo financiero.

Empresas multinacionales, que realizaron un intenso lobbying dentro de la conferencia, afirmaron su satisfacción. Así, Paul Polman, director de Unilever, dijo que ella liberará billones de dólares y la inmensa creatividad de innovación del sector privado. El director de Shell, David Hove, declaró que la perspectiva de limitar el aumento del calentamiento de la tierra a 1.5 grados Celsius para finales de este siglo ayudará al desarrollo de nuevas técnicas, la captura y almacenamiento de carbono y el enterramiento de carbonos, como también de otras técnicas de geoingeniería.>>[1]

Francois Houtart nos ofrece una síntesis de lo propuesto en las reuniones de trabajo: <<Un buen número de países del sur, los más afectados por el cambio climático, pedían decisiones con carácter de obligación, pero eso fue rechazado por grandes países como Estados Unidos y China. El análisis de las exclusiones nos permitirá entender mejor la lógica del documento final.

Al principio, la problemática vinculaba la defensa del planeta con el concepto de los derechos humanos. La oposición de Arabia Saudita hizo abandonar la idea, que quedó solamente en el preámbulo. Eso excluyó la perspectiva de justicia social, en referencia con las poblaciones más vulnerables. Se excluyó también la referencia a los pueblos indígenas y el papel que juegan en la defensa de la madre tierra. No fue retenida la idea, presentada por Ecuador, de una corte internacional sobre los crímenes contra la naturaleza, lo que prolonga la impunidad en ese campo. Se concentró sobre la disminución de la producción de carbono y de gases de efecto invernadero, abandonando así a una visión holística de la cuestión climática y concentrándose sobre tecnologías de mitigación de emisiones. El concepto de deuda climática, por los países industrializados en favor de las naciones del sur, fue rechazado. Se excluyeron del acuerdo los transportes marítimos y aéreos, que representan 10 por ciento de emisiones de gases. Hubo una oposición radical de las potencias petroleras a la idea de no explotación para promover un equilibrio vía absorción del carbono. En breve, todas estas exclusiones indican una filosofía de base que no permite una visión completa de la cuestión y la limita a un aspecto particular (el carbono) que se queda dentro de soluciones técnicas, bajo la orientación de las multinacionales y los intereses de países específicos.

Hubo de todo

Para completar el análisis debemos abordar el tema de las propuestas. Se plantea la idea de una neutralidad climática después de la oposición de Arabia Saudita y de Venezuela al concepto de decarbonización. El mercado de carbono, ya iniciado por el acuerdo de Kyoto, se ampliará, introduciendo la lógica del mercado como eje central de la solución. Eso permitirá que continúe la emisión de gases por industrias o países (China, India, África del Sur) a condición de financiar acciones de mitigación, como la reforestación de ciertas zonas. Lo que pasó con la bolsa del carbono en Londres permite prever la integración de este sector dentro de la lógica del capitalismo financiero y, en particular, de la especulación.>>[2]

Tampoco en el aspecto financiero, los acuerdos revelan un importante esfuerzo para disminuir las emisiones tóxicas: <<Para financiar los esfuerzos de los países del sur a desarrollarse sin producir más gases negativos se prevé a partir de 2020 una suma anual de 100 mil millones. Esta suma puede aparecer muy elevada. Sin embargo, entran en ella programas ya existentes y que no añaden nada de nuevo al compromiso de ayuda. Por otra parte, la Agencia Internacional de Energía de Naciones Unidas estima que se necesitarían 10 veces más, es decir, un millón de millones de dólares, para estabilizar el clima. El acuerdo de París se queda muy por debajo de las necesidades y no es vinculante. A título de comparación, según Gabriel Zucman en su libro La riqueza escondida de las naciones (Barcelona, 2015), el dinero existente en los paraísos fiscales del mundo se puede estimar en 5,800 billones de euros (más de 6 billones de dólares). Ello significa que se podría financiar el equivalente de 60 veces la promesa de la conferencia de París con el dinero ilegal y seis veces lo que la agencia de energía de la ONU estima necesario. En un reciente libro se estimó el dinero francés refugiado en la banca suiza en 180 mil millones de euros, suma superior a la contribución anual prevista por la conferencia de París. No es la falta de dinero, sino la voluntad política de tocar el sistema financiero. Con la crisis de 2008, se estima que los gobiernos del norte gastaron entre 2007 y 2011 unos 4.6 billones de euros para salvar el sistema bancario (David Fernández, La Directa, 18/10/11). La crisis climática aparentemente no vale tanto.>>[3]

El objetivo general de la Convención era reducir las emisiones de gases de efecto invernadero para limitar el aumento de la temperatura global a 2 °C (3.6 & nbsp; °F). Por encima de los niveles preindustriales 

El 12 de diciembre de 2015 los 195 países participantes lograron por consenso un pacto global, el Acuerdo de París, para reducir las emisiones como parte del método para la reducción de gases de efecto invernadero. En el documento de 40 páginas los miembros acordaron reducir sus emisiones de carbono "lo antes posible" y hacer todo lo posible para mantener el calentamiento global "muy por debajo de 2 grados C". 

El ministro de Relaciones Exteriores de Francia, Laurent Fabius dijo que este plan "ambicioso y equilibrado" era un "punto de inflexión histórico" en el objetivo de reducir el calentamiento global. Por su parte James Hansens, de la NASA (uno de los mejores especialistas del cambio climático), y ahora profesor en la Universidad de Colombia en Nueva-York, afirma que para él, la conferencia de París fue un fraude.

Quizás el punto más débil del Acuerdo, es que no es vinculante, (es decir, “que una, obligue o vincule al grupo de sujetos para los cuales ha sido creado”), en tanto 55 países que produzcan más del 55% de los gases de efecto invernadero del mundo no hayan ratificado el Acuerdo. Por lo que cada país que ratifique el acuerdo establecerá necesariamente un objetivo de reducción de emisiones, pero la cantidad será voluntaria.

La firma del Acuerdo tendrá lugar el próximo 22 de abril de 2016


Jorge Pérez Uribe



[1] Francois Houtart, La Conferencia de París sobre el clima, Telesur, 16 de diciembre de 2015
[2] Ibídem
[3] Ibídem