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sábado, 14 de noviembre de 2020

EU, SIN PILOTO EN LA TEMPESTAD

 


Pablo Hiriart | 13/11/2020

Al presidente no le aflige ni le acongoja. Está ocupado en su único tema: él.

En su lucha por conservar el puesto, Trump ha sumado una crisis política a la crisis sanitaria.

Ayer envió mensajes vía Twitter para desacreditar el resultado de los comicios y afirmó, sin pruebas, que votos acreditados a Biden en Pensilvania le correspondían a él.

Son malas noticias para Estados Unidos, y pésimas para México.

Mientras aquí no se controle la pandemia, no habrá recuperación económica duradera en este país.

Y si le va mal a Estados Unidos, le va mal a México.

Peor aún: el presidente y su falta de convicción democrática ha ido hundiendo a su país en una crisis política nunca antes vista.

Y no es descabellado un escenario inédito el próximo 20 de enero: agentes del Servicio Secreto sacando a Trump de la Casa Blanca.

De aquí a ese día Donald Trump seguirá siendo el presidente de Estados Unidos. Conservará el poder que da ser el jefe de la potencia más poderosa de la Tierra.

¿Qué hará Trump en estos dos meses y días que le restan al frente de la presidencia?

Destruir. No hay otro punto en su agenda. Que se mueran los que sea en la pandemia que azota a la Unión Americana, con mayor fuerza que al resto del mundo.

La economía lo va a resentir, si Trump dramatiza y prolonga los estertores de su agonía política.

No es un berrinche sin consecuencias de un mal perdedor, pues desde la Casa Blanca ha boicoteado la transición del gobierno que, le guste o no, entrará en funciones el 20 de enero.

Todo eso, en el centro de una tragedia sanitaria, con mil cien muertos diarios.

Cuando se elige presidente, el encargado de Servicios Generales del gobierno firma un memorándum que da acceso al equipo entrante a oficinas, equipos y funcionarios, para hacer el relevo ordenado de la administración.

La jefa de esa Oficina, Emily Murphy, se ha negado a firmar el documento.

Mike Pompeo, secretario de Estado, dijo que habrá una transición tranquila y sin sobresaltos de la administración Trump… a la administración Trump.

Desde luego que hay crisis política, y no se va a resolver en unos días. La economía lo va a notar, porque detrás de esos desplantes autoritarios está el veneno de la incertidumbre.

Un populista autoritario jamás admite una derrota.

Los que creen en la democracia, y no sólo la usan como escalera para alcanzar el poder, reconocen cuando pierden, pues esa es la regla básica del sistema.

Como recordó ayer Nicholas Kristof, en The New York Times, cuando Barak Obama rebasó los 270 votos electorales en noviembre de 2008, el republicano que resultó perdedor en esa ocasión, John McCain, dijo: “Insto a todos los estadounidenses que se unan a mí, no sólo para felicitarlo, sino para ofrecerle a nuestro próximo presidente nuestra voluntad y nuestro sincero esfuerzo para encontrar formas de unirnos”.

Hillary Clinton, al perder ante su acérrimo rival, dijo de inmediato: “Donald Trump será nuestro presidente. Le debemos mente abierta y la oportunidad de dirigir”.

Al Gore, en 2000, cuando cayó por 535 votos en Florida ante George W. Bush: “Hago un llamado a todos los estadounidenses, particularmente a los que estuvieron con nosotros, a unirnos detrás de nuestro próximo presidente”.

Ahora que Biden rebasó con mucho los 270 votos electorales necesarios para convertirse en el próximo presidente, y derrotó por 5 millones de votos a Donald Trump, éste grita fraude, llama a resistir, atenta contra el sistema electoral, sabotea el proceso de transición y se atrinchera en la Casa Blanca.

Imposible esperar una respuesta democrática de quien no es un demócrata.

Los olmos no dan peras.

Mientras, miles de estadounidenses mueren cada día por una pandemia sin control y que a su presidente le importa un rábano.

https://www.elfinanciero.com.mx/opinion/pablo-hiriart/eu-sin-piloto-en-la-tempestad

sábado, 22 de agosto de 2020

INICIA LA BATALLA (Y SU REPERCUSIÓN EN MÉXICO)

 

Joe Biden y Kamala Harris


Pablo Hiriart | 17/08/2020 

Hoy arranca la convención demócrata en Milwaukee para investir como candidatos a Joe Biden y Kamala Harris, con lo que iniciará la lucha electoral más trascendente de los últimos tiempos para Estados Unidos y con repercusión en el mundo entero. México no será una excepción. 

Para el mundo, el triunfo de Biden implicaría un nuevo impulso a la globalización, un desaliento al auge del populismo, el retorno de la institucionalidad en las relaciones entre países, restablecimiento de las alianzas históricas en Occidente y el Lejano Oriente, una vuelta a la cooperación internacional, y el “adiós al proteccionismo primitivo del trumpismo”, como señaló el Premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz. 

Donald Trump no sólo se juega su reelección, la flama de su ego invicto, sino posiblemente también su libertad. 

Es que en un país como Estados Unidos no se puede violar la Constitución impunemente. 

Ni atentar contra la democracia como ha hecho Trump al cerrarle la llave de los recursos al Servicio Postal, encargado de recibir los sufragios por causa de la pandemia. 

Ni desconocer los resultados bajo el alegato del fraude, en caso de ser derrotado. 

Puede haber consecuencias legales porque el presidente ha mentido en más de 20 mil ocasiones a sus gobernados, como indica la contabilidad diaria que se le lleva. 

No sería remoto que se le quiera sentar en el banquillo por la información falsa que dio a los estadounidenses acerca del coronavirus, que ha matado a más gente en su país –el campeón de la medicina y la investigación científica en el mundo– que en ningún otro. 

O que se haya negado a hacer públicas sus declaraciones de pago de impuestos correspondientes a los años previos a su elección como presidente, en las que sus opositores presumen irregularidades. 

Biden, puntero en todas las encuestas para ganar las elecciones a celebrarse en dos meses y días, ha dicho que no tiene pensado acusar legalmente a Trump en caso de ganar, y que tal vez no sería saludable procesar a un expresidente de Estados Unidos. 

En mucho dependerá cómo se comporte Trump en caso de perder. Y si bien Joseph Biden no es un político de pelea, sí lo es su compañera de fórmula Kamala Harris. 

La elección de Kamala Harris como candidata a vicepresidenta fue un picotazo en la cresta de Trump: mujer, negra, de familia migrante, afroasiática, con estudios superiores, defensora de la legalidad, del medio ambiente, una guerrera que ha ganado batallas notables al manipuleo electoral. 

Es todo aquello que Trump detesta. 

“Su historia es la historia de Estados Unidos”, ha dicho Biden. 

Harris va a lograr, en esta campaña, que el presidente saque lo peor de sí mismo, que no es poco. Su racismo descarado, por ejemplo. 

Quien va a pelear con Trump no es Biden, sino Kamala. 

Kamala –nombre de una diosa hindú, que significa “flor de loto”–, contendió para fiscal del estado de California contra el republicano Steve Colley, muy popular, a quien los primeros resultados dieron por ganador. Hizo un discurso de 'agradecimiento' y los periódicos lo presentaron como triunfador. 

Ella no se replegó, sino que siguió el camino de la ley y tres semanas después, contado el último voto, venció por una diferencia de 0.8 por ciento y se convirtió en la primera procuradora negra de su estado. 

Ahí está la importancia de Kamala Harris en la boleta electoral. Tiene los dientes que le faltan a Biden en el caso, muy posible, de que el resultado de las elecciones del 3 de noviembre se vaya a tribunales. 

Para México son importantes esos resultados, desde luego. 

De ganar Biden se volvería a una relación institucional y no dependiente de la amistad o simpatía con el yerno del presidente de EU. Trabajo conjunto entre dependencias y agencias, e inclusión de los temas de seguridad, derechos humanos, democracia y medio ambiente en el centro de la agenda bilateral. 

Con Trump ha sido una relación heterodoxa: presidente López Obrador contróleme la migración, no se meta conmigo y haga lo que quiera. 

Nuestro Presidente ha jugado con esas reglas, seguramente por considerarlo de interés nacional, aunque también por una explícita identificación personal con Donald Trump. Así lo expresó en una carta al mandatario estadounidense pocos días después (12 de julio 2018) de ganar la presidencia se México: 

“En cuanto a lo político, me anima el hecho de que ambos sabemos cumplir lo que decimos y hemos enfrentado la adversidad con éxito. Conseguimos poner a nuestros votantes y ciudadanos al centro y desplazar al establishment o régimen dominante”. 

¿Se trata de una fatalidad para México esa identificación política AMLO-Trump? No necesariamente. 

Biden es un conocedor de la política latinoamericana, él la llevó como vicepresidente de Barack Obama, y desde luego es un profesional que sabe diferenciar entre personas y países. 

México, por su importancia estratégica, seguirá teniendo una relación preferencial con el inquilino de la Casa Blanca. Las facturas se cobran a los políticos por sus alineamientos equivocados, como hemos visto en el pasado, como lo vemos ahora, y seguiremos viendo en el futuro. 

Hoy por hoy, Biden-Harris ganan las elecciones de Estados Unidos con relativa holgura. Falta que corra algo de agua y mucho de lodo bajo el puente en los siguientes dos meses. No está dicha la última palabra. 

Trump tiene en contra a todo eso que llaman establishment: el sector empresarial, los sindicatos, la mayoría de la clase política, grandes medios de comunicación, los militares, la comunidad de inteligencia… y a los científicos, los latinos, los negros, la academia. 

Su debacle se acentúa por el mal manejo de la pandemia y sus consecuencias en la salud y la economía. 

No está derrotado. Cuenta con defensores, como lo explicó el viernes Thimothy Egan en su artículo en The New York Times: 

“Algunos han excusado la incompetencia de este presidente, su charlatanería, sus bufonadas, sus constantes insultos a las mujeres, a las minorías, a la prensa libre, la exhibición diaria de su narcisismo. Pero ahora sabemos, y nunca debemos olvidarlo, que su ignorancia es letal”. 

jueves, 14 de diciembre de 2017

DONALD TRUMP RECONOCE A JERUSALÉN COMO CAPITAL DE ISRAEL





El pasado miércoles 6 de diciembre, el presidente de Estados Unidos Donald Trump anunció que Estados Unidos reconocía a Jerusalén como la capital de Israel, modificando décadas de una política exterior estadounidense que había dejado decidir el estatus de la ciudad a las negociaciones entre israelíes y palestinos.

La medida desató la ira generalizada en el mundo árabe y musulmán, al tiempo que provocó críticas de las potencias europeas y del Vaticano, que presta mucha atención a los sitios cristianos en una ciudad que es considerada santa para las tres religiones monoteístas.



Antecedentes históricos



El 2 de noviembre de 1917, en carta a uno de los jefes de la banca Rotschild, el canciller de la corona británica, sir Arhur James Balfour, manifestó que su gobierno apoyaría formalmente la creación de un Hogar Nacional Judío en Palestina.

<<Tres decenios después en 1947, la naciente Organización de las Naciones Unidas (ONU) partió Palestina en un Estado judío y otro árabe, pero aclarando: con una tutela especial sobre Jerusalén. No obstante, un año después los sionistas (ultranacionalistas judíos) proclamaron unilateralmente la independencia (15/5/48), ocupando por vía armada Jerusalén Oeste para instalar allí la capital de ¿Palestina? No. De Israel.

Frente a la protesta mundial, la Asamblea General decidió que Jerusalén sería un “corpus separatum” bajo un régimen especial administrado por la ONU, obligando a los sionistas a instalar su gobierno en Tel Aviv (diciembre de 1949, resolución 303). El polaco David Ben Gurión (1886-1973), máximo patriarca del sionismo, dijo entonces que el nuevo Estado protegería los lugares santos de todas las religiones, y aplicaría sucesivamente los principios de la Carta de la ONU.

Luego, en junio de 1967, tras la Guerra de los Seis Días, el sector oriental de Jerusalén (bajo jurisdicción de Jordania) cayó en manos de las Fuerzas de Defensa de Tel Aviv. Anexión que hasta hoy prosigue ininterrumpidamente, con la apropiación de tierras palestinas. Por 99 votos en favor, ninguno en contra y 20 abstenciones, la Asamblea General manifestó que los medios utilizados por Israel para cambiar el estatus de Jerusalén eran nulos y no avenidos.

En la segunda cumbre de los Países Islámicos (Pakistán, 1974), se acordó una resolución sobre Al-Quds (Jerusalén, en árabe), que dice: La retirada de Israel de Jerusalén es la condición inicial más importante e insustituible para restablecer la paz en el Cercano Oriente.

En el decenio de 1970 había 16 embajadas en Jerusalén: 12 de América Latina (Bolivia, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Haití, Panamá, República Dominicana, Uruguay y Venezuela), tres de África (Kenia, Costa de Marfil y Zaire –actual República Democrática del Congo) y una de Europa, la de Holanda, país que en aquellos años operaba como el principal aliado de Tel Aviv en el viejo continente.

En julio de 1980, el Knesset (Parlamento israelí) aprobó una ley mediante la cual declaraba: Jerusalén completa y unida es la capital de Israel. La legislación generó una fuerte respuesta mundial, siendo motivo de disputa con Estados Unidos. El Consejo de Seguridad acordó no reconocer la controvertida ley y otras acciones que busquen alterar el carácter y estatus de Jerusalén (resolución 478).

Holanda y los países referidos mudaron sus misiones a Tel Aviv. Ocasión en la que el presidente de Costa Rica, Óscar Arias, alegó que tener su sede en Jerusalén había sido un error histórico que impedía a su país tener casi cualquier tipo de relación con los países árabes. De su lado, el primer ministro israelí, Menájem Beguín (1913-92), reclamó a Washington por no haber vetado una decisión que calificó de odiosa y vergonzosa.

Con espíritu retorcido, Beguín se preguntó: “¿dónde hay un país en el mundo que no escoge su capital de forma unilateral? En lugar de Washington DC (Washington, distrito de Columbia), yo prefiero decir Jerusalén DC (la capital de David, David’s capital), en referencia al rey David”.
En claro desprecio a todas las resoluciones de la ONU, Tel Aviv trasladó la sede del gobierno a Jerusalén oeste, proclamando su anhelo de convertir a toda la ciudad en capital eterna e indivisible. Objetivo que en la sede del Knesset quedó grabado en placa especial, con letras de oro: del Éufrates al Nilo. O sea, la restauración del Gran Israel bíblico del rey David, que abarcaba Palestina, Mesopotamia, Líbano y el desierto del Sinaí.>>[1]



La respuesta palestina e israelí



Ese mismo miércoles 6, el presidente palestino, Mahmoud Abbas, afirmo que “el reconocimiento del presidente estadunidense, Donald Trump, de Jerusalén como capital de Israel constituye un estímulo para que Tel Aviv continúe su política de ocupación, apartheid y limpieza étnica”, aseguró que este reconocimiento y la mudanza de la embajada, que rompe décadas de una política estadunidense de equidad hacia israelíes y palestinos, es una recompensa a las violaciones israelíes de las resoluciones internacionales. Añadió que también servirá a grupos extremistas que intentan convertir el conflicto en Medio Oriente en una guerra religiosa en medio de conflictos internacionales interminables.

A juicio de Abbas, la medida adoptada por Trump es un socavamiento deliberado de todos los esfuerzos por lograr la paz en la región, y significa, en la práctica, el retiro de Estados Unidos del papel que ha desempeñado durante décadas en las iniciativas al respecto.

Al declarar que Jerusalén es la capital de Israel, Trump eligió ignorar todas las resoluciones internacionales y acuerdos bilaterales, prefiriendo ignorar y contradecir el consenso expresado por muchos países y líderes del mundo sobre el tema, añadió. Como consecuencia, destacó el presidente palestino, nuestra causa nacional está en un momento crítico.

Dirigiéndose al pueblo palestino, Abbas enfatizó que este momento histórico debe servir como incentivo adicional para que todos aceleremos e intensifiquemos los esfuerzos para poner fin a la división y restaurar la unidad nacional palestina para garantizar la victoria de nuestro pueblo en su lucha por la libertad y la independencia.

La decisión de Trump, concluyó Abbas, no cambiará la realidad de la ciudad de Jerusalén ni le dará ninguna legitimidad a Israel en este sentido, porque es una ciudad árabe, cristiana y musulmana, la capital del Estado eterno de Palestina.

En tanto, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, celebró este hito histórico y aseguró que la ciudad no cambiará el statu quo en torno a los lugares santos para judíos, cristianos y musulmanes.



El llamado del Papa Francisco


El Papa al final de la audiencia general del mismo 6 de diciembre de 2017, hizo un llamado a respetar el “Status quo” de la ciudad, que tiene una vocación «especial a la paz» y es «sacra para los hebreos, cristianos y musulmanes». Francisco indicó que espera que prevalezcan «la sabiduría y la prudencia, para evitar añadir nuevos elementos de tensión en un panorama mundial de por sí convulso y marcado por muchos y crueles conflictos». 

«Mi pensamiento ahora va a Jerusalén», dijo el Papa al final de la catequesis en el Aula Pablo VI. «Al respecto, no puedo callar mi profunda preocupación por la situación que se ha creado en los últimos días y, al mismo tiempo, hacer un fuerte llamado para que se comprometan todos a respetar el “Status quo” de la ciudad, conforme a las pertinentes Resoluciones de las Naciones Unidas. Jerusalén es una ciudad única, sagrada para los hebreos, los cristianos y los musulmanes, que en ella veneran los Lugares Santos de las respectivas religiones, y tiene una vocación especial a la paz. Ruego al Señor que tal identidad sea preservada y reforzada para beneficio de la Tierra Santa, del Medio Oriente y del mundo entero, y que prevalezcan la sabiduría y la prudencia, para evitar añadir nuevos elementos de tensión en un panorama ya de por sí convulso y marcado por tantos y crueles conflictos».



Otras reacciones internacionales


Palestinos que enfrentaban a soldados israelíes auxilian a un compañero herido durante las protestas en Ramalá, ayer, por la decisión del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de reconocer Jerusalén como capital de Israel.  Foto Afp

Posteriormente el gobierno de Mahmoud Abbas, anunció que el vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, quien tiene prevista una visita a la región este mes, no será recibido en Palestina. En nombre de Fatah (partido gobernante) digo que no recibiremos al vicepresidente estadunidense en los territorios palestinos, informó Jibril Rajoub, funcionario de la Autoridad Nacional Palestina (ANP).

Mike Pence había pedido reunirse con el presidente de la ANP, Mahmoud Abbas, el 19 de este mes en Belén; pero tal encuentro no tendrá lugar.

En rueda de prensa en la franja de Gaza, adonde llegó para discutir con Hamas la reconciliación interna, el primer ministro palestino, Rami Hamdallah, reiteró que Estados Unidos no puede seguir siendo mediador del proceso de paz. No lo aceptaremos más a usted (Trump) como patrocinador del proceso de paz en Medio Oriente, declaró.

El líder de Hamas, Ismail Haniyeh, llamó a una nueva intifada, o alzamiento contra Israel, en medio de la furia generalizada luego de la decisión de Trump.

Abbas viajó a Ammán para reunirse con el rey de Jordania, Abdulá, indicó la agencia de noticias Wafa.

En tanto, el Hezbolá libanés advirtió que la declaración estadunidense constituye una agresión traicionera y malévola contra los derechos de los palestinos y cierra todos los caminos a las negociaciones. En la primera plana de su diario, Al Akhbar, pidió Muerte para Estados Unidos.
La comisionada de política exterior de la Unión Europea, Federica Mogherini, expresó que el anuncio de Trump tiene un impacto potencial muy preocupante, y llamó a mantener el “statu quo de los lugares santos en Jerusalén”. Además, el bloque europeo expresó su deseo de querer asumir un papel más activo en el estancado proceso de paz para poner fin al conflicto entre israelíes y palestinos.

Alemania dijo que se atendría a las resoluciones de la Organización de las Naciones Unidas sobre el conflicto entre palestinos e israelíes; Francia expresó su desacuerdo con la decisión unilateral estadunidense; España insistió en la solución de dos estados viviendo en paz y seguridad; Rusia manifestó su preocupación por el efecto desestabilizador del anuncio; Arabia Saudita condenó la decisión injustificada e irresponsable de Trump, e Irak protestó e instó a revocarla, ante el embajador estadunidense en Bagdad.

Mientras, el grupo yihadista Estado Islámico lanzó una campaña en la que ridiculiza a Trump, a Netanyahu, al rey saudita Salman y a su hijo Mohammed y los culpa por la destrucción de los lugares santos musulmanes en Jerusalén.

Al Qaeda sentenció: Jerusalén no es propiedad de Trump para que éste se la regale a los judíos.
El movimiento islamita Al Shabab, que opera en Nigeria, apremió a todos los musulmanes a levantarse en armas para defender la mezquita del Al Aqsa (ubicada en Jerusalén) de los ocupantes sionistas, apoyados por Estados Unidos, porque lo que es tomado por la fuerza sólo puede ser regresado por la fuerza. Medios de comunicación talibanes en Afganistán lanzaron consignas similares.

El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, fustigó el reconocimiento estadunidense y consideró que la decisión pone a Medio Oriente en un círculo de fuego.

Gran Bretaña y Estados Unidos alertaron a sus ciudadanos respecto de viajar a Medio Oriente y el norte de África.

Mientras, Trump, al celebrar un Janucá especial en la Casa Blanca, dijo que piensa en el amor que hay en todo Israel y por todas partes en Jerusalén.

El rabino ortodoxo Meir Soloveichik expresó que por primera vez desde la fundación del Estado de Israel, un presidente estadunidense ha declarado con valentía lo que nosotros siempre hemos proclamado, que Jerusalén es la capital de Israel.

Jorge Pérez Uribe



[1] José Steinsgleger, Israel no es un Estado judío, ni Jerusalén su capital eterna, La Jornada.UNAM, 13 de diciembre de 2017.

jueves, 10 de agosto de 2017

LA PRIVATIZACIÓN DE LOS EJÉRCITOS






Jorgé Pérez Uribe

La noticia de esta semana

<<"¿Dónde están los derechos humanos y la justicia?". Es lo que se preguntan los familiares de los fallecidos en 2007 en la capital iraquí, Bagdad, a manos de miembros de Blackwater, una empresa militar privada contratada por el Departamento de Estado norteamericano. Tras ser condenados los presuntos culpables, ahora la sentencia fue anulada.

En 2014, Nicholas Slatten, exguardia de Blackwater, fue declarado culpable de asesinato en primer grado y condenado a cadena perpetua tras comprobarse que fue el primero en disparar contra civiles en la plaza Nisur, en Bagdad. Tres excompañeros suyos, Paul Slough, Dustin Heard y Evan Liberty― recibieron 30 años de prisión cada uno por múltiples cargos de homicidio voluntario e intento de homicidio involuntario.

La semana pasada, el Tribunal de Apelaciones de Estados Unidos anuló la condena y ordenó un nuevo juicio para Nicholas Slatten, alegando que la corte actuó fuera de sus atribuciones cuando no permitió un juicio separado. Además, el Tribunal también ordenó la revisión de los veredictos de sus coacusados […]

La empresa Blackwater fue subcontratada por el Departamento de Estado de EE.UU. por varios millones de dólares y operó durante acciones estadounidenses en Irak y Afganistán. La compañía, aunque gozaba de inmunidad legal, fue criticada en múltiples ocasiones debido a su excesiva agresividad.

Tras verse envuelta en el escándalo de la matanza de civiles iraquíes, con el fin de limpiar su manchada reputación, la empresa tuvo que cambiar su nombre a Xe Services en 2009. En 2011, cambió su denominación una vez más a Academi.>>[1]

Los imperios y sus ejércitos

Característica de los imperios son sus poderosos ejércitos, y su decadencia está frecuentemente ligada a la negativa de sus hijos para enrolarse en los ejércitos, por lo que han tenido que recurrir a ejércitos mercenarios, a los que no les interesa la grandeza del imperio, ni la seguridad de la patria.

Tal es el caso del imperio más poderoso de la antigüedad: el romano, que empezó incorporando en sus filas a hijos de caudillo bárbaros, mismos que al adquirir conocimientos militares y mando se volvieron contra el mismo, como sucedió en el caso de Arminio en el siglo I d. c. Posteriormente el Imperio permitió el asentamiento de pueblos bárbaros en sus territorios fronterizos con la obligación de que los defendieran contra otros pueblos; pero estos no cumplieron o se volvieron finalmente contra el gobierno de Roma. Analicemos más a detalle cómo se generó esta caída.

La caída de Roma

<<Si por algo destacó el Imperio Romano fue por su compleja administración estatal, la cual le permitía imponer un sistema fiscal eficaz mediante el cual el Estado ataba a todos los ciudadanos del Imperio. Este sistema fiscal permitía realizar un gasto público esencial: manutención de un ejército profesional, programas de obras públicas, etc. A su vez, el Estado garantizaba un circuito de redes comerciales complejas y de largo alcance. Todo esto venía aderezado con un sistema monetario versátil y estandarizado que permitía fácilmente integrarse en el mismo.

La caída de Roma supuso que otras estructuras políticas se presentasen como las herederas del antiguo Imperio. Pero es ahora, cuando la autoridad central ha caído, cuando verdaderamente se constituirán como independientes: Odoacro como rex de Italia, el reino de Tolosa visigodo, las últimas reminiscencias romano-estatales con Siagrio, etc.

¿Hasta qué punto pudieron éstas suplantar el complejo papel de la antigua maquinaria estatal? Lo cierto es que no lograron mantener el antiguo orden administrativo y económico. No fue un mal endémico per se de los nuevos gobernantes, sino que el propio Imperio en sus última décadas se vio sumido en los mismos problemas. Pongamos un ejemplo ilustrativo, el sistema fiscal: ¿qué sentido tenía realizar el cobro impositivo si no había una respuesta por parte de la autoridad? ¿De qué le servía al campesino libre entregar una parte de su cosecha si el Estado no podía garantizar el control de sus fronteras?

El resultado fue que desde el siglo IV vamos a presenciar un movimiento sociológico novedoso en la historia romana, el patrocinium (Wickham, 1989): una gran parte de la población rehusaba del pago impositivo porque lo veía injusto e innecesario, es entonces cuando estas gentes buscaron protección en las aristocracias. Estos patronus les permitían guarnecerse ya no solo del enemigo invasor sino también del enemigo interno, los cobradores de impuestos. Una vez adscritos a las propiedades debían de ceder parte de su producción al potentes, además de realizar ciertas prestaciones (corveas) en la hacienda.

Las nuevas estructuras políticas intentaron mantener el antiguo sistema, pero realmente la situación había cambiado demasiado y la herencia romana no se adecuaba a los tiempos que corrían. Por consiguiente vamos a ver como los sistemas fiscales tuvieron un menor recorrido e implantación. El Estado dejó de lado muchas de las antiguas prestaciones, por consiguiente los ejércitos comenzaron a privatizarse (Sanz, 1986) o las antiguas infraestructuras estatales comenzaron a deteriorarse.>>[2]

Los"condottieri" italianos

La profesión mercenaria tiene una larga —si no demasiado honrosa— tradición, uno de cuyos antecedentes son los "condottieri" italianos que entre los siglos XIV y XVI libraban guerras en nombre de los poderosos de su tiempo. Entre ellos encontramos ilustres apellidos como Sforza, Gattamelata, o Colleonico, pero también soberanos como Sigismondo Malatesta, señor de Rímini, o de Federico da Montefeltro, duque de Urbino, que desempeñaron esta actividad durante un tiempo


En la Italia de finales de la Edad Media y el Renacimiento, la figura del condottiero marcó indiscutiblemente una época en que esa península fue víctima de inacabables luchas entre las poderosas ciudades estado, las casas nobiliarias, la Iglesia y los intereses de las monarquías europeas más pujantes o con intereses en esa zona, tales como Aragón (luego España tras la unión de los reinos) o Francia. 

El término condottiero proviene de condotta, que no significa otra cosa que contrato. Así pues, un condottiero era un contratista, eufemismo lo suficientemente ambiguo como para tapar su verdadero significado: mercenario. Sin embargo, los condottieri no eran los típicos mercenarios al uso que suele aparecer en el imaginario popular en cuando se menciona esa palabra con connotaciones tan chungas. De entrada, el condottiero no era el típico sujeto mal encarado y harapiento que se suele pensar, sino miembros de la hidalguía o incluso la nobleza italiana de la época. Eran verdaderos profesionales de la guerra sin más ideología o patria que el puñetero dinero, y que igual servían a una ciudad que, al cabo del tiempo, se ponía al servicio del noble que quería apoderarse de la misma. Hay que recordar que, en aquella época, Italia era un maremagno de ciudades estado, posesiones de Aragón, de Francia, de Roma y de las más encumbradas familias como los Medicis, los Orsini o los Sforza. O sea, que allí ni había patria ni gaitas. Solo intereses personales o familiares.



Las tropas del Imperio Norteamericano

Estados Unidos a lo largo de sus intervenciones en América y Filipinas ha recurrido a tropas reclutadas entre sus numerosos inmigrantes, lo que en el caso de la invasión a México en 1847, redundó en que el Batallón de San Patricio, conformado por inmigrantes irlandeses, identificados con los mexicanos por su religión católica y lo injusto de la invasión, se unieran a las tropas de México, luchando contra el invasor norteamericano.

En las guerras de siglo XX, el Imperio recurrió a la misma fórmula de reclutar inmigrantes, con el premio de obtener la nacionalidad, pero también al reclutamiento de norteamericanos afroamericanos y de blancos pobres, mediante el ofrecimiento de becas universitarias.

La absurda y prolongada Guerra de Vietnam de 1955 a 1975

La participación de Estados Unidos en la Guerra de Vietnam, fue un rotundo fracaso, ya que implicó cerca de 20 años de confrontación, participación de 536,000 efectivos y más de 55.000 muertos. Las consecuencias afectarían definitivamente su forma de hacer la guerra en lo futuro.

1. La oposición a la guerra se extendió dentro y fuera de los Estados Unidos entre la juventud siendo una de las causas del movimiento contra el sistema, creando un movimiento de evasión denominado hippie.

2. La guerra dejo a centenares de miles de soldados con adicción a las drogas y afectados por el agente naranja herbicida usado durante la guerra.

3. Las universidades estadounidenses fueron escenarios de manifestaciones de protesta en contra de la implicación de Estados Unidos en esta guerra.

4. Se dio el síndrome de Vietnam en el cual Estados Unidos perdió su espíritu de nación libertadora y vencedora.

5. Provocó miles de minusválidos, amputados, paralíticos y trastornados mentales.

Las guerras de la familia Bush

1.- Tras 15 años de paz, el Imperio superó el “síndrome de Vietnam” y volvió a las intervenciones armadas, pero ahora con una nueva metodología. Fue el Cesar 41° llamado George Herbert Walker Bush, quien decretó la Primera Guerra del Golfo comúnmente conocida como Operación Tormenta del Desierto. 

La Guerra del Golfo (agosto de 1990 a febrero de 1991) fue un conflicto bélico librado por una fuerza de coalición autorizada por las Naciones Unidas, compuesta por 34 países y liderada por Estados Unidos, contra la República de Irak en respuesta a la invasión y anexión iraquí del Estado de Kuwait. Este fue el nuevo esquema que propondrían los Bush, para repartir los costos financieros y humanos, así como de desprestigio por la intervención contra un país más débil. Además se libró un tipo de guerra de alta tecnología que permitió reducir considerablemente las bajas de los invasores, no así de las fuerzas enemigas, ni de la población civil

2.- Fue George Walker Bush, jr, quien en el primer año del siglo XXI, realiza una intervención en el lejano Afganistán, como represalia a los atentados mediante vuelos comerciales a la Torres Gemelas en Manhattan (que vimos caer como caen los edificios demolidos mediante explosivos), al Pentágono (donde nunca se encontraron restos de un avión) y el vuelo 93 de United Airlines, que no alcanzó ningún objetivo al resultar estrellado en campo abierto, cerca de Shanksville, en Pensilvania. Atentados cometidos por nacidos en Arabia Saudita, pero atribuidos a la red yihadista Al Qaeda de Osama Bin Laden, quien se guarecía en el feudal Afganistan.

Para esta guerra de intervención en Afganistán (2001-2017) el Imperio buscó nuevamente repartir los costos financieros y humanos valiéndose de la ONU, a través de una “coalición internacional comandada por Estados Unidos, en donde participaron además Reino Unido, Canadá, Australia y fuerzas gubernamentales afganas” y posteriormente de una Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad (ISAF), integrada por 49 países, con lo que la aportación de EE. UU., de un total de 112.579 efectivos, se redujo a tan solo 74,400. En la actualidad se estima que permanece una fuerza de 13,500 hombres, 9,000 de los cuales son norteamericanos.

Lo interesante es que en esta guerra empiezan a aparecer empresas como Blackwater, Triple Canopy o DynCorp, que cumplen con tareas de patrullaje, escolta y vigilancia en Afganistán, Arabia Saudita, Somalia e incluso Colombia. Reclutan exmilitares de la SAS inglesa, de los Seals gringos o rudos oficiales surafricanos que ganan hasta 1.000 dólares diarios, y soldados africanos, afganos o latinoamericanos (algunos colombianos), que se juegan la vida por 250 dólares mensuales. 

Su bonanza empezó con la llegada de George W. Bush al poder en 2000. Desde entonces, los ejércitos asumen cada vez menos tareas que no sean estrictamente de combate. La comida para los soldados, la construcción de edificios militares, las traducciones o la mensajería son asumidas por contratistas.

A pesar de sus promesas electorales, el presidente Barack Obama invirtió millones de dólares en estas empresas para servicios de seguridad y de inteligencia. Así en 2012, en Afganistán había 113,491 contratistas frente a 90,000 militares del ISAF. El diario The New York Times informó en febrero de 2012 que en el último año habían muerto en ese país más agentes privados que soldados regulares. En las ramas de inteligencia, según el periódico The Washington Post, cerca del 30 por ciento de la fuerza de trabajo era contratista privado. 

3.- Sin concluir la intervención en Afganistan, EE. UU., inició la Guerra de Irak, también conocida como Segunda Guerra del Golfo, (marzo de 2003 a diciembre de 2011). La invasión llevó a la rápida derrota de las fuerzas iraquíes, el derrocamiento del Presidente Saddam Husein, su captura en diciembre de 2003 y su ejecución en diciembre de 2006. La coalición dirigida por los Estados Unidos en el Irak ocupado trató posteriormente de establecer un nuevo y débil gobierno democrático (que finalmente abriría las puertas al Estado Islámico).

Si bien el pretexto fue ahora “el desarrollo de armas de destrucción masiva” (finalmente no comprobado), el esquema del Imperio fue el mismo, buscar repartir los costos financieros y humanos, valiéndose de una resolución de la ONU, por lo que nuevamente se conformó una coalición multinacional, compuesta por unidades de las fuerzas armadas de los propios Estados Unidos, el Reino Unido y de contingentes menores de Australia, Dinamarca, Polonia, El Salvador, España, Italia, República Dominicana y otros países. A pesar del gran número de fuerzas aliadas, se incrementó la participación de “los contratistas”




Status de las tropas imperiales mercenarias, en la actualidad

<<La tercerización de las operaciones militares le trae grandes beneficios a los gobiernos. Por un lado, como explica John Louth, “el gobierno reduce gastos en nómina, pensiones, burocracia, entrenamiento, licitaciones y los eventuales costos de las heridas o de los traumas posconflicto”. Las empresas también son mucho más flexibles y se adaptan rápido a la demanda. Pero sobre todo, los dirigentes se ahorran problemas. Cuando se muere un militar, el impacto psicológico y político desgasta a cualquier gobierno. Si fallece un contratista no entra en las estadísticas oficiales. Ni siquiera es noticia. 

Esa alternativa es barata y práctica, pero cínica y preocupante, pues queda en un limbo jurídico frente al Derecho Internacional Humanitario (DIH). Los contratistas son civiles, sus empresas no son actores del conflicto, aunque a veces combaten, matan y violan los derechos humanos. En el Ejército, en la CIA o en la DEA los oficiales son responsables de las acciones de sus hombres. Pero para Blackwater (hoy conocida como Academi) y para las empresas de inteligencia como Stratfor solo hay intereses comerciales y una responsabilidad difusa, pues no hay un marco claro hasta donde pueden llegar. 

Otro problema es que los contratos de seguridad no reciben seguimiento, ni evaluación, ni supervisión. Una comisión bipartidista del Congreso de Estados Unidos estimó en 2011 que más de 31.000 millones de dólares se evaporaron en malversaciones, sobrecostos y corrupción. Como lo resalta el informe, “con más de 260.000 contratistas en Irak y Afganistán, y costos por encima de los 206.000 millones de dólares, el gobierno confía demasiado en estas empresas. Las instituciones federales de control no son suficientes para vigilarlas. Esto tiene que cambiar.”>>[3]

Afganistán: ¿se dejará la intervención en manos de los contratistas? 

En la semana del 17 al 23 de julio, ante el alargamiento del conflicto y el fortalecimiento de los talibanes en ese país, trascendió que el asesor especial del presidente Trump, Steve Bannon, y Jared Kushner, asesor y yerno del mandatario propusieron un nuevo plan para ganar la guerra en Afganistán: remplazando al ejército estadunidense con contratistas privados.

“Erik Prince (fundador de la empresa militar Blackwater) y Stephen Feinberg (el propietario de DynCorp International) han creado un plan más barato y mejor que el del Ejército (estadounidense, para Afganistán)”, informan fuentes próximas a los dos empresarios.

También trascendió que el propio Feinberg presentó el mencionado plan al secretario de Departamento de Defensa estadounidense (el Pentágono), Jim Mattis, quien sólo “lo escuchó por educación y respeto”, declarando que no permitirá la involucración del sector privado en el conflicto de Afganistán.


Notas:

[1]https://actualidad.rt.com/actualidad/246607-derechos-humanos-penas-blackwater?utm_source=browser&utm_medium=aplication_chrome&utm_campaign=chrome 

[2]Agustín Sánchez García, para revistadehistoria.es, 10/02/2017, https://revistadehistoria.es/la-caida-de-roma-y-el-comienzo-de-una-edad-feliz 

[3] http://www.semana.com/mundo/articulo/la-guerra-privatizada/254350-3 


viernes, 2 de junio de 2017

"A KENNEDY LO MATÓ LA MAFIA BAJO LA SUPERVISIÓN DE LA CIA, Y EL FBI LO SABÍA SEMANAS ANTES"




31 mayo 2017

Hablamos con Javier García Sánchez, el autor español del libro mejor documentado y más valiente que se ha publicado hasta ahora sobre el asesinato de JFK.

Sin apenas recurrir a Internet, obteniendo la información directa de las fuentes y utilizando un "lenguaje de francotirador". Así es como Javier García Sánchez (Barcelona, 1955) ha logrado que su ensayo sobre el asesinato de John F. Kennedy tenga la precisión y la potencia de un disparo. 'Teoría de la conspiración. Desconstruyendo un magnicidio: Dallas 22/11/63' (editorial Navona) es un volumen imponente, de más de 600 páginas, que combina un paciente trabajo de recopilación documental con una redacción vigorosa, en la que se deja sentir la voz vehemente de un autor comprometido con la verdad y sobre todo enfadado, cansado de mentiras, de ocultación y de esa corrección política que, por cobardía, acaba convirtiéndose en cómplice de la atrocidad.

Nos atiende amablemente por teléfono desde Barcelona.

RT: ¿Es cierto que su intención inicial era escribir una novela sobre esto?

J.G.: Si, iba a ser una novela, pero resulta que hace años me llevé una profunda decepción. Me refiero a 2013, cuando se cumplían 50 años del magnicidio, cuando se suponía que ya todo estaba más que dicho. Era de esperar que en esa ocasión se tratara el tema de una forma más madura, más ponderada, más ajustada a lo que considero que es la verdad, es decir, la conspiración… y de repente fue casi peor que en el año 1963, en cuanto al nivel de mentira. Y ni siquiera fue una mentira sofisticada, sino burda y ampliada. Esto me conmocionó y me dije: "No, no puede ser una novela. Porque esta historia es la novela de terror y ciencia-ficción política más insuperable que se pueda imaginar. Me refiero a los hechos de Dallas y a lo que precipitaron. Iba a ser un libro breve, pero se convirtió en un ensayo largo y denso.



RT: ¿Qué diferencia este ensayo de los muchos que se han publicado hasta ahora sobre el mismo tema?

J.G.: Durante los últimos meses he tenido que soportar que se refieran a mí como "un investigador del magnicidio"…lo cual me debería de honrar. Y sí, en cierto modo he investigado, pero para mí un investigador tiene que ver más con esa imagen de "ratón de archivos"… yo diría que he sido un simple recolector. No he generado ninguna hipótesis nueva sobre el asesinato de Kennedy y de Lee Oswald…ni de los 50 asesinatos que vinieron después, de los que nadie habla (aunque ahora hablaremos)… me he limitado a recolectar libros de un "bando" y del otro. Y lo único original que tiene este libro, y que ha pasado desapercibido a pesar de ser lo más demoledor, es un ataque frontal a otros escritores. Yo me he leído toda la literatura que existe sobre el magnicidio, y nunca antes había visto esta actitud contra otros escritores: se llame Norman Mailer o se llame Stephen King… ya no merecen mi respeto, porque siguen en la mentira, y además de ese modo; el respeto se acaba, aunque yo los venere como escritores. Ésa es mi aportación valiente. Por lo demás me he limitado a recoger, a exponer y a trillar…y ante la sobreabundancia de datos, que el lector decida.

RT: ¿Quién mató a Kennedy, y para qué?

J.G.: A Kennedy le mata un entramado de gente muy preparada. Hablo de tiradores de la mafia. Cuando se dice "la mafia" parece que uno tiene la idea de un mafioso tipo Jack Ruby, el asesino de Lee Harvey Oswald, pues no: eran sobretodo tiradores de élite que iban a quien mejor les pagaba. Y quien mejor les pagaba, normalmente, era la CIA. Es evidente. Entones ese día estaban allí contratados por la mafia, en una operación totalmente supervisada por la CIA (porque la mafia por si sola jamás podría haber hecho todo lo que hizo –no fue sólo matar al presidente y a Oswald, sino colapsar toda la ciudad–); había también anticastristas en aquel movimiento. Y en las altas instancias del FBI lo sabían. Me refiero al propio J. Edgar Hoover y a sus dos o tres subjefes. Lo sabían todo semanas antes. 

Y lo querían matar porque les iba a fastidiar a todos, ya les estaba fastidiando. Estaba metiendo mafiosos en la cárcel, contra lo pactado: ya había encarcelado a 300 y no pensaba parar, y eso no era lo que los Kennedy habían pactado con los capos de la mafia. Iba a sacar a Estados Unidos de la guerra de Vietnam, con el descrédito militar que ello suponía y con el negocio archimillonario que se perdía. Iba a subir los impuestos casi al 30% a los magnates del petróleo y del acero (que era como tocar a Jesús y a la Virgen María). Acababa de invitar a Martin Luther King y a la plana mayor de los negros al despacho oval. Aquello en el sur de los Estados Unidos no sólo era un anatema, sino prácticamente condenarse a muerte. De hecho, las calles de Dallas aquél día están llenas de pasquines donde se leía "está usted condenado a muerte"…y lo mataron aquel día, claro.

RT: Tal como usted acaba de mencionar, y como desarrolla en su libro, el asesinato de JFK no fue sólo el asesinato de un presidente, sino de medio centenar de posibles testigos y personas cercanas al hecho… visto así, fue en realidad una matanza, ¿no?


J.G.: Sí, una matanza. Yo lo llamo "las cosechas de Dallas", porque fue una oleada de asesinatos tras otra. Yo creo en una teoría de los años 80 que apunta a que Lee Oswald estaba en la conspiración, pero no para lo que nos dijeron. Por supuesto, él no disparó al presidente. Estaba allí para otra cosa. Probablemente para detener al comando que lo iba a hacer, que iban a ser "comunistas" entre comillas, que posteriormente otorgarían al gobierno una excusa legítima para atacar Cuba… esta vez de verdad.

Pero justo cuando Kennedy muere, Oswald intuye que todo ha fallado. Lo cierto es que Lee Oswald tendría que haber muerto en aquella hora, después de los disparos, pero no murió: se escapó porque era muy listo. Aunque no lo suficiente para llegar a adivinar en qué trampa le habían metido. A Oswald le detienen unos policías de Dallas que no son los que deberían haberle detenido y abatido. Si el plan hubiese salido bien, hoy no estaríamos hablando de esto. Ni siquiera hablaríamos tanto de Kennedy. Lo recordaríamos como un presidente asesinado por un loco comunista. Pero Oswald habló. Y de repente le matan, precipitadamente, y es ahí cuando la gente empieza a preguntarse qué está pasando. A los cinco días muere otro policía de Dallas, "suicidado" en los sótanos de la comisaría… a la semana ya empezaban a morir personas de Dallas que habían comentado informalmente cosas que apuntaban a la conspiración…y a partir de entonces se registra más de medio centenar de muertes misteriosas de ese tipo.




Y es bochornoso que hasta ahora, incluso después de haber celebrado el 50 aniversario del magnicidio en 2013, nadie, repito, ¡nadie! …se acuerda de los testigos. Como si no existieran. Yo en mi libro digo que esto es como contar la historia del III Reich y de la Segunda Guerra Mundial omitiendo por completo el holocausto.

RT: Después de trabajar durante años recopilando datos macabros, consultando archivos que demuestran las atrocidades cometidas, escribiendo para desmentir falsedades, e intentando demostrar que varias instituciones al más alto nivel político utilizaron su poder para asesinar a varias personas…¿qué sensación le queda?

J.G.: Me cuesta contestarle porque está muy reciente todavía la llaga. Es como parir, me imagino, o como después de una operación, que aún duelen los puntos de sutura… 

Me duele especialmente que este libro -y esto lo sabía antes de escribirlo, y te lo digo con claridad- no puede triunfar. No puede ser un super-ventas. No puede porque no puede, y punto. No debe trascender. También me duele que la prensa local haya ignorado el libro. Ni siquiera lo han mencionado. Es como si el tema de la conspiración cansara a los periodistas. Yo siempre digo que con esta actitud, los periodistas han ido liquidando a Kennedy año tras año. Con sus reticencias a reabrir el tema, con su hastío…en fin, la prensa ha hecho mucho daño.

RT: Permítame que se lo pregunte de nuevo, porque lo que quiero saber es qué sensación le ha quedado a usted con respecto al ser humano después de describir una conspiración tan macabra como esta.

J.G.: ¿Quiere que se lo diga de verdad, con el corazón en la mano?

RT: La verdad es que sí.

J.G.: Pues que somos profundamente gilipollas. Me refiero a fenómenos como el de Stephen King escribiendo sobre el fotograma 313 de la película Zapruder. Cuando un señor tan listo como Stephen King dice que ese fotograma prueba "hasta donde llega el poder de un loco solitario y comunista", yo pienso en aquellos que de verdad se lo han creído… y no encuentro otro calificativo.



Hay un momento en que hay que decir: "¡basta!". Tanta tontería políticamente correcta me está empezando a envenenar. Esto no es más que corrección política y buenismo. El buenismo en política hizo que en los años 90 se recreara de nuevo la falsa imagen de un Lee Oswald loco y misterioso que tuvo suerte en su empeño. Pues al menos en España ahora ya hay una voz que dice "no". Y hay otras voces por ahí que también dicen "no". Aunque nunca tenemos eco, ni lo tendremos.

RT: En este sentido, ¿cree que existe algún tipo de control informativo o cultural en Estados Unidos y en sus países aliados que tiene, entre sus funciones, mantener la verdad oficial en este tema como algo incuestionable?

J.G.: No sé qué decirle. Si me preguntara usted "¿En este mismo momento nos están escuchando en los cuarteles generales de la CIA en Langley, Virginia?". Pues no, tal vez no sea eso. Es algo mucho más sutil. Es que cuando sale este tema y se trata de alguna forma que pueda cuestionar el esquema que tienen establecido desde hace mucho tiempo…es decir, cuando aparece un "perturbado" como yo y sacude los cimientos de la verdad oficial…simplemente se le desprecia: se dice "ah, mira, otro conspirativo"… y no se le hace más caso. ¡Pero es que hay conspiraciones, todos los malditos días del año en muchos países! ¡Y así es la realidad!

RT: ¿Podría decirse que la política contemporánea es conspirativa?

J.G.: Si, yo creo que es conspirativa, a unos niveles muy altos, tan altos que cuesta creerlo. Las personas que van terminando de leer mi libro me dicen: "suena a ciencia-ficción". Les asombra esa abducción colectiva en la mentira. Y yo les digo que yo la veo en mi tierra, en Cataluña, todos los días del año. Veo cómo va enloqueciendo la gente, lo veo en el absurdo de lo que dicen y en lo que creen… por no hablar del resto de España, de Europa… es algo muy generalizado.

RT: Me referiré a algo concreto: cuando usted ve en las noticias que de repente Donald Trump despide al jefe del FBI… ¿en qué tipo de realidades piensa usted?¿Qué cree que está ocurriendo de verdad ahí?

J.G.: Siempre me pregunto lo mismo: qué sabemos, qué nos cuentan, qué vemos en un programa informativo, con qué sesgo y para qué nos lo dicen…No sabemos si son conspiraciones, pero son movimientos brutales del poder, que no se entienden si uno no está muy dentro. En realidad me parece una bagatela, algo inherente a los propios juegos diabólicos del poder, de todos los países y de todas épocas. Si me preguntara usted quién era más malo, la CIA o el KGB le diría que no lo sé, que son lo mismo. Pero volviendo a su pregunta, todos esos movimientos CIA-Donald Trump-FBI me parecen como bailes de salón para despistar. No sabemos lo que está pasando ahí.



Muchas veces me han preguntado si se acabaría la controversia sobre el asesinato de Kennedy si saliera un presidente de los Estados Unidos a decir, públicamente, por televisión y a las 9 de la noche, desde su atril: "señoras y señores, a Kennedy le mató tal o cual persona"… y pidiera disculpas en algo así como un ejercicio de auto-democracia demoledora… pues fíjese, si lo hiciera Obama, yo a lo mejor me lo hubiera creído. Ahora bien, imagínese que eso lo dice mañana Trump: "a Kennedy lo mató la CIA, el FBI y el Pentágono". ¿Usted se lo creería? Yo no.

RT: Entonces… ¿no es posible que ningún presidente estadounidense en el futuro admita lo ocurrido y pida disculpas?

J.G.: La mayor parte de la gente piensa: "seguimos como al principio, sin tener ni idea de quién mató a Kennedy"… y ése es precisamente el principio de la conspiración: lo que quieren es que digas: "seguimos sin saber quién mató a Kennedy". Y si, si se sabe. De los 8 tiradores se sabe al menos el nombre de 5. ¿Qué más quieren? 

Nunca van a admitir lo sucedido. Tenga en cuenta que hubo una masiva participación de instituciones norteamericanas como el Pentágono, la CIA, el FBI… y gente muy "respetable" y con mucho dinero, grandes accionistas de Wall Street…y eso el pueblo americano nunca lo podría aceptar. Creo que el pueblo americano nunca entendería una relación entre la mafia y la CIA. Admitir que las supuestas "fuerzas del bien", es decir, el Gobierno, las instituciones, el Senado, estaban entre la Mafia y la CIA es muy duro para ellos: es una realidad en la que la CIA y la Mafia hacen pagos en heroína… ¡Los tiradores de Dallas cobraron en heroína! Pagarles en dinero era muy peligroso. Se les pagaba con heroína. En maletas. Y esto lo pagaba la mafia. Perdón, la CIA. Eso para un pueblo que se ufana de ser tan demócrata es muy difícil de digerir…prefieren hacer como que no se sabe nada y dejan dormir al fantasma. Al fantasma de Oswald, me refiero. Por eso mi libro no está dedicado a John Fitzgerald Kennedy, sino a Lee Harvey Oswald.



David Romero



Fuente:https://actualidad.rt.com/actualidad/239946-kennedy-mato-mafia-supervision-cia-eeuu?utm_source=browser&utm_medium=aplication_chrome&utm_campaign=chrome