El pasado miércoles 6 de diciembre, el presidente de Estados Unidos Donald Trump anunció que Estados Unidos reconocía a Jerusalén como la capital de Israel, modificando décadas de una política exterior estadounidense que había dejado decidir el estatus de la ciudad a las negociaciones entre israelíes y palestinos.
La medida desató la ira generalizada en el mundo árabe y musulmán, al tiempo que provocó críticas de las potencias europeas y del Vaticano, que presta mucha atención a los sitios cristianos en una ciudad que es considerada santa para las tres religiones monoteístas.
Antecedentes históricos
El 2 de noviembre de 1917, en carta a uno de los jefes de la banca Rotschild, el canciller de la corona británica, sir Arhur James Balfour, manifestó que su gobierno apoyaría formalmente la creación de un Hogar Nacional Judío en Palestina.
Luego, en junio de 1967, tras la Guerra de los Seis Días, el sector oriental de Jerusalén (bajo jurisdicción de Jordania) cayó en manos de las Fuerzas de Defensa de Tel Aviv. Anexión que hasta hoy prosigue ininterrumpidamente, con la apropiación de tierras palestinas. Por 99 votos en favor, ninguno en contra y 20 abstenciones, la Asamblea General manifestó que los medios utilizados por Israel para cambiar el estatus de Jerusalén eran nulos y no avenidos.
En la segunda cumbre de los Países Islámicos (Pakistán, 1974), se acordó una resolución sobre Al-Quds (Jerusalén, en árabe), que dice: La retirada de Israel de Jerusalén es la condición inicial más importante e insustituible para restablecer la paz en el Cercano Oriente.
En el decenio de 1970 había 16 embajadas en Jerusalén: 12 de América Latina (Bolivia, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Haití, Panamá, República Dominicana, Uruguay y Venezuela), tres de África (Kenia, Costa de Marfil y Zaire –actual República Democrática del Congo) y una de Europa, la de Holanda, país que en aquellos años operaba como el principal aliado de Tel Aviv en el viejo continente.
En julio de 1980, el Knesset (Parlamento israelí) aprobó una ley mediante la cual declaraba: Jerusalén completa y unida es la capital de Israel. La legislación generó una fuerte respuesta mundial, siendo motivo de disputa con Estados Unidos. El Consejo de Seguridad acordó no reconocer la controvertida ley y otras acciones que busquen alterar el carácter y estatus de Jerusalén (resolución 478).
Holanda y los países referidos mudaron sus misiones a Tel Aviv. Ocasión en la que el presidente de Costa Rica, Óscar Arias, alegó que tener su sede en Jerusalén había sido un error histórico que impedía a su país tener casi cualquier tipo de relación con los países árabes. De su lado, el primer ministro israelí, Menájem Beguín (1913-92), reclamó a Washington por no haber vetado una decisión que calificó de odiosa y vergonzosa.
Con espíritu retorcido, Beguín se preguntó: “¿dónde hay un país en el mundo que no escoge su capital de forma unilateral? En lugar de Washington DC (Washington, distrito de Columbia), yo prefiero decir Jerusalén DC (la capital de David, David’s capital), en referencia al rey David”.
En claro desprecio a todas las resoluciones de la ONU, Tel Aviv trasladó la sede del gobierno a Jerusalén oeste, proclamando su anhelo de convertir a toda la ciudad en capital eterna e indivisible. Objetivo que en la sede del Knesset quedó grabado en placa especial, con letras de oro: del Éufrates al Nilo. O sea, la restauración del Gran Israel bíblico del rey David, que abarcaba Palestina, Mesopotamia, Líbano y el desierto del Sinaí.>>[1]
La respuesta palestina e israelí
Ese mismo miércoles 6, el presidente palestino, Mahmoud Abbas, afirmo que “el reconocimiento del presidente estadunidense, Donald Trump, de Jerusalén como capital de Israel constituye un estímulo para que Tel Aviv continúe su política de ocupación, apartheid y limpieza étnica”, aseguró que este reconocimiento y la mudanza de la embajada, que rompe décadas de una política estadunidense de equidad hacia israelíes y palestinos, es una recompensa a las violaciones israelíes de las resoluciones internacionales. Añadió que también servirá a grupos extremistas que intentan convertir el conflicto en Medio Oriente en una guerra religiosa en medio de conflictos internacionales interminables.
Al declarar que Jerusalén es la capital de Israel, Trump eligió ignorar todas las resoluciones internacionales y acuerdos bilaterales, prefiriendo ignorar y contradecir el consenso expresado por muchos países y líderes del mundo sobre el tema, añadió. Como consecuencia, destacó el presidente palestino, nuestra causa nacional está en un momento crítico.
Dirigiéndose al pueblo palestino, Abbas enfatizó que este momento histórico debe servir como incentivo adicional para que todos aceleremos e intensifiquemos los esfuerzos para poner fin a la división y restaurar la unidad nacional palestina para garantizar la victoria de nuestro pueblo en su lucha por la libertad y la independencia.
La decisión de Trump, concluyó Abbas, no cambiará la realidad de la ciudad de Jerusalén ni le dará ninguna legitimidad a Israel en este sentido, porque es una ciudad árabe, cristiana y musulmana, la capital del Estado eterno de Palestina.
En tanto, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, celebró este hito histórico y aseguró que la ciudad no cambiará el statu quo en torno a los lugares santos para judíos, cristianos y musulmanes.
El llamado del Papa Francisco
El Papa al final de la audiencia general del mismo 6 de diciembre de 2017, hizo un llamado a respetar el “Status quo” de la ciudad, que tiene una vocación «especial a la paz» y es «sacra para los hebreos, cristianos y musulmanes». Francisco indicó que espera que prevalezcan «la sabiduría y la prudencia, para evitar añadir nuevos elementos de tensión en un panorama mundial de por sí convulso y marcado por muchos y crueles conflictos».
Otras reacciones internacionales
Posteriormente el gobierno de Mahmoud Abbas, anunció que el vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, quien tiene prevista una visita a la región este mes, no será recibido en Palestina. En nombre de Fatah (partido gobernante) digo que no recibiremos al vicepresidente estadunidense en los territorios palestinos, informó Jibril Rajoub, funcionario de la Autoridad Nacional Palestina (ANP).
Mike Pence había pedido reunirse con el presidente de la ANP, Mahmoud Abbas, el 19 de este mes en Belén; pero tal encuentro no tendrá lugar.
En rueda de prensa en la franja de Gaza, adonde llegó para discutir con Hamas la reconciliación interna, el primer ministro palestino, Rami Hamdallah, reiteró que Estados Unidos no puede seguir siendo mediador del proceso de paz. No lo aceptaremos más a usted (Trump) como patrocinador del proceso de paz en Medio Oriente, declaró.El líder de Hamas, Ismail Haniyeh, llamó a una nueva intifada, o alzamiento contra Israel, en medio de la furia generalizada luego de la decisión de Trump.
Abbas viajó a Ammán para reunirse con el rey de Jordania, Abdulá, indicó la agencia de noticias Wafa.
En tanto, el Hezbolá libanés advirtió que la declaración estadunidense constituye una agresión traicionera y malévola contra los derechos de los palestinos y cierra todos los caminos a las negociaciones. En la primera plana de su diario, Al Akhbar, pidió Muerte para Estados Unidos.
La comisionada de política exterior de la Unión Europea, Federica Mogherini, expresó que el anuncio de Trump tiene un impacto potencial muy preocupante, y llamó a mantener el “statu quo de los lugares santos en Jerusalén”. Además, el bloque europeo expresó su deseo de querer asumir un papel más activo en el estancado proceso de paz para poner fin al conflicto entre israelíes y palestinos.
Alemania dijo que se atendría a las resoluciones de la Organización de las Naciones Unidas sobre el conflicto entre palestinos e israelíes; Francia expresó su desacuerdo con la decisión unilateral estadunidense; España insistió en la solución de dos estados viviendo en paz y seguridad; Rusia manifestó su preocupación por el efecto desestabilizador del anuncio; Arabia Saudita condenó la decisión injustificada e irresponsable de Trump, e Irak protestó e instó a revocarla, ante el embajador estadunidense en Bagdad.
Mientras, el grupo yihadista Estado Islámico lanzó una campaña en la que ridiculiza a Trump, a Netanyahu, al rey saudita Salman y a su hijo Mohammed y los culpa por la destrucción de los lugares santos musulmanes en Jerusalén.
Al Qaeda sentenció: Jerusalén no es propiedad de Trump para que éste se la regale a los judíos.
El movimiento islamita Al Shabab, que opera en Nigeria, apremió a todos los musulmanes a levantarse en armas para defender la mezquita del Al Aqsa (ubicada en Jerusalén) de los ocupantes sionistas, apoyados por Estados Unidos, porque lo que es tomado por la fuerza sólo puede ser regresado por la fuerza. Medios de comunicación talibanes en Afganistán lanzaron consignas similares.
El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, fustigó el reconocimiento estadunidense y consideró que la decisión pone a Medio Oriente en un círculo de fuego.
Gran Bretaña y Estados Unidos alertaron a sus ciudadanos respecto de viajar a Medio Oriente y el norte de África.
Mientras, Trump, al celebrar un Janucá especial en la Casa Blanca, dijo que piensa en el amor que hay en todo Israel y por todas partes en Jerusalén.
El rabino ortodoxo Meir Soloveichik expresó que por primera vez desde la fundación del Estado de Israel, un presidente estadunidense ha declarado con valentía lo que nosotros siempre hemos proclamado, que Jerusalén es la capital de Israel.
Jorge Pérez Uribe
[1] José Steinsgleger, Israel no es
un Estado judío, ni Jerusalén su capital eterna, La Jornada.UNAM, 13
de diciembre de 2017.
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