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jueves, 6 de noviembre de 2014

A UN AÑO DE LA “PEREGRINACIÓN Y ENCUENTRO CONTINENTAL GUADALUPANO”




Lo tengo muy presente, lo recuerdo con cierta nostalgia. Fue hace un año del 16 al 19 de noviembre (ver post: Peregrinación y Encuentro Continental Guadalupano del 21 de noviembre de 2013)

Días antes el amigo Reyes me invitó a un evento muy importante de una agrupación laical, pero había ya efectuado mi inscripción al Encuentro Guadalupano, le expliqué que consideraba muy importante mi participación en él para reportearlo, ya que los grandes medios masivos no son proclives a reportar estos eventos. Me sentí apenado con él, pero existía una gran atracción hacía el “Encuentro” y no era para menos. De los 9 cardenales que iban a participar, dos pertenecían al grupo de ocho que conformaba la comisión creada por el Papa Francisco para reformar la Curia Romana, además de que asistirían cerca de 60 obispos de toda América y Filipinas, así como los integrantes de la Pontificia Comisión para América Latina, es decir, la crema y nata de la Iglesia Católica enfocada a este continente.




No había señalamientos de etiqueta, pero por la naturaleza del evento pensé que lo adecuado era la formalidad del traje con corbata (y no me equivoqué). Reconocí a las grandes figuras del evento y ellos me miraban también como preguntándose quién sería yo. No sabían que era un simple macehual como Juan Diego que acudía –sin saberlo- a escuchar la voluntad de la “niña del Tepeyac”.

El evento continental se iba a desarrollar en las instalaciones de la llamada “Plaza Mariana”, -recién construida- pero a las que no había accesado con anterioridad.

Memorable fue el rosario que efectuamos subiendo y bajando por el cerro del Tepeyac, en un atardecer magnífico, libre de contaminación o nublados, en el cual se podían observar perfectamente los dos volcanes al oriente de la ciudad: el Iztaccíhuatl y el Popocatépetl. Ya nos lo había advertido Mons. Eduardo Chávez: “la Virgen prepara sus días” 


Hay eventos en la vida, de los cuáles podemos afirmar que fuimos uno antes y otro con posterioridad a ellos. Pues bien este fue en mi vida algo crucial. Para mí fue un verdadero “encontronazo” con la Guadalupana, de frente y sin intermediarios. Conocí como no lo había hecho hasta entonces el hecho guadalupano y a ese gran desconocido Juan Diego Cuautlatoatzin. Entonces fue cuando entendí, la invitación que se me había corrido desde lo alto y que realmente lo único que tuve que hacer fue acceder a ella, que no estaba yo allí, tanto para reportear, como para establecer un diálogo cercano y profundo con la “niña del Tepeyac”, que como a Juan Diego, quería trasmitirle sus deseos.

Fueron cuatro días de intenso conocimiento del milagro guadalupano, de la realidad americana, de cómo podía ayudar la Iglesia a revertir la falta de educación, la pobreza, la delincuencia y demás problemas que nos agobian; así como efectuar una mejor evangelización. Pero también fueron cuatro días de reflexión personal y de un profundo diálogo con Santa María de Guadalupe. Expuse mis peticiones, mis más hondos deseos y ella también.

Memorable fue también la vigilia mariana del lunes 18 en donde el Cardenal Marc Ouellet entregó al Cardenal Norberto Rivera, el obsequio que mandaba el Papa Francisco a la “Guadalupana” un bellísimo ramillete con una rosa de oro.


Recuerdo la clausura del evento el martes 19, con una Solemne Celebración Eucarística por la evangelización de los pueblos, presidida por el Cardenal Marc Ouellet y aún resuenan en mis oídos sus palabras: “Que el Espíritu de la Misión Continental despliegue ampliamente sus dones a todas las naciones. ¡Que toda América sea atravesada por un gran soplo misionero!” y la despedida final con la mexícanisima expresión: “¡Viva Cristo Rey y Nuestra Señora de Guadalupe!”

La temática del Encuentro y las conclusiones se fueron “aterrizando” con posterioridad a distintos niveles, mediante ciclos de conferencias. Recuerdo por ejemplo un ciclo en la Universidad Pontificia, al que fui invitado por el amigo Luis y que obviamente decliné, ya que había estado nada menos que, en el lanzamiento de los temas.

A un año puedo decir que aunque aparentemente soy el mismo ha habido un cambio radical en mí y en mí actividad como comunicador, el cual no me esperaba. Lo que he logrado en este tiempo no ha sido porque yo me lo haya propuesto, no, simplemente las cosas se han ido dando por la intercesión de “Nuestra Señora del Tepeyac”, y en ello he conocido también, cual es su voluntad.

Un año después, sé lo que le debía haber respondido al amigo Reyes y es lo siguiente:

<<Amigo Reyes, he recibido una invitación muy especial de la Virgen de Guadalupe, para un encuentro de cuatro días con ella. Además de que no puedo rechazar una invitación de tan alta investidura, de éste encuentro dependerá mi salvación y lo que haya de hacer de aquí en adelante. Considero entenderás la importancia del encuentro, ya que sabré cuáles son los deseos que la Virgen tiene para mí. Adicionalmente podré reportear el evento y publicarlo en mi blog, para que muchos se enteren>>. 

Indudablemente, el amigo Reyes -un hombre de fe-, habría entendido la relevancia de mi peregrinación al Tepeyac.


Jorge Pérez Uribe

jueves, 12 de diciembre de 2013

POEMA A LA VIRGEN DE GUADALUPE






Virgen de Guadalupe Señora, mi Señora, dueña mía y, mi esperanza, tú que nos viniste a sembrar de ternura, de fe… ven a cosechar tus frutos, ven a llenarnos de luz que con el tiempo se ha ido extinguiendo… parece mentira estarte suplicando que hagas tu quinta aparición, si ya te apareciste, si te estás apareciendo a cada instante aunque nos hayas dado ojos para ver y no veamos tu grandeza… Señora, mi Señora dueña mía y mi esperanza, vestida de turquesa y luz viniste, te tuviste que materializar para poder cobijarnos bajo tu embrujo celestial… Porque te tuviste que parar en la luna, reflejo del misterio y la intuición? Porque no sobre la tierra para que no cuidaras de los sueños de tus hijos sino de sus realidades… Hazte realidad de nuevo, te pido desde mis precarios sentidos, aunque una realidad tan grande seas… y por ello no te podemos apreciar. Déjame ser una estrella de tu vestido o el cordón negro que ciñe tu talla. Señora, mi señora, dueña mía y, mi esperanza y mi esperanza será poder siempre en tu nombre ayudar!




Mado*, diciembre 12, 2009


*Poetisa española radicada en México, su nombre es María Dolores Dyn

jueves, 5 de diciembre de 2013

JUAN DIEGO CUAUHTLATOATZIN





Biografía


Nació alrededor de 1474, en el barrio de Tlayácac, Cuauhtitlán, perteneciente al reino de Texcoco. Por ser de la etnia chichimeca, fue formado en la cultura tolteca y no en la cultura mexica (mal conocida como "azteca").

Haciendo un símil con el pueblo griego, podríamos considerar a los mexicas como los espartanos de la meseta del Anáhuac y a los toltecas como a los atenienses, es decir, en tanto los mexicas eran un pueblo fundamentalmente guerrero y eran educados para la guerra, con excepción de los gobernantes, que gozaban de una educación más amplia, los toltecas apreciaban las bellas artes, las ciencias y su educación era más humanista.

No fue noble sino macehual, es decir, una "persona común y corriente".

Cuauhtitlán, fue de los primeros pueblos que recibieron la evangelización de los misioneros franciscanos. Fray Toribio de Benavente “Motolinia”[1] afirmaba que “entre los pueblos ya dichos de la laguna dulce, el que más diligencia puso para llevar frailes que los enseñasen y en ayuntar más gente y en destruir los templos del demonio, fue Cuauhtitlán”

Entra en los registros históricos a partir del año de 1524, en que fue bautizado, a los 48 años, recibiendo después el sacramento matrimonial con su pareja María Lucía. Dos años después realizaron la promesa de castidad conociendo que la castidad y la virginidad eran agradables a Dios. María Lucía murió en 1529, dos años antes de las apariciones del Tepeyac.

Juan Diego acudía todos los sábados y domingos a Tlatelolco, un barrio de la Ciudad de México, en donde había doctrina y se celebraba Misa. Para ello tenía que salir muy temprano del pueblo de Tulpetlac, donde vivía y caminar hacia el sur hasta bordear el cerro del Tepeyac.

El documento que narra las apariciones de la Virgen de Guadalupe al vidente Juan Diego es el Nican Mopohua, pero también se le menciona en el Nican Motecpana y muy especialmente en las Informaciones Jurídicas de 1666.

Después de las apariciones, se entregó plenamente al servicio de Dios y de su Madre, lo que lo llevó a solicitar al obispo fray Juan de Zumárraga que le permitiera construir una choza pegada a la ermita construida a Santa María de Guadalupe. Los indios de Cuauhtitlán fueron los que construyeron la ermita a la Virgen y después edificaron una humilde choza al lado de la ermita.

Murió en 1548 a la edad de 74 años, hay que agregar que ese mismo año murió el obispo fray Juan de Zumárraga, a quien le tocó vivir y certificar el hecho de las apariciones Guadalupanas. Fue enterrado, igual que su tío Bernardino en la choza junto a la ermita. 

Si bien en vida fue reconocido como un varón santo y recibió la veneración especialmente de los indígenas, no fue sino hasta el 9 de abril de 1990, que Juan Pablo II reconoció la santidad de vida mediante un Decreto de Beatificación.




El milagro que le valió el reconocimiento de santidad


Posteriormente, se inició la Causa de Canonización para la cual se exigía un milagro. Si bien había un ramillete de milagros documentados a lo largo de los siglos, se escogió, el más documentado y actual, mismo que transcribo: <<… el 3 de mayo de 1990, el joven Juan José Barragán desesperado por su situación familiar y personal, en un momento de tremenda depresión, lágrimas y frustración, protagonizó una acalorada discusión con su madre; en esa difícil mañana fue cuando el joven Juan José corrió a la cocina del departamento ubicado en la Ciudad de México y tomando entre sus manos un cuchillo quiso quitarse la vida. Entre forcejeos la madre pudo arrebatarle el cuchillo, pero el joven de apenas 19 años de edad estaba decidido, no quería seguir viviendo, así que corrió hacia la terraza y quiso lanzarse al vacío, diez metros en caída libre, era la altura entre la vida y la muerte; la madre quien corrió detrás de él, como pudo lo sujetó de las piernas. La gente que pasaba por la calle miraba atónita la dramática escena, escuchaban aterrados los gritos que lanzaba la madre del joven, gritos de auxilio pero también de plegaria: “¡Juan Diego, Juan Diego, mi hijo, mi hijo!”; no faltó la persona que trató de abrir la puerta del edificio para subir a auxiliar a la desesperada madre; otro trató de ponerse debajo con los brazos en posición para una posible caída del muchacho y así, eventualmente, tratar de atajar su caída; tanto los que estaban expectantes, como los que querían ayudar fueron importantes testimonios de todo este evento dentro del proceso que posteriormente se llevaría a cabo. La madre no pudo sujetar más a su hijo, ya que éste movía bruscamente las piernas, finalmente se zafó y, de cabeza, cayo esos diez metros hasta que su cráneo dio contra el suelo de cemento; caída libre en la cual no pudo ser atajado o amortiguar el golpe con otra parte de su cuerpo, nada se pudo hacer; el joven yacía como muerto.

La madre, gritando a los cuatro vientos por su hijo, bajo rápidamente por las escaleras los dos pisos que la separaban de su hijo. Persona caritativas cubrieron el cuerpo con una sábana y una veladora iluminaba débilmente la escena; otra persona más llamó a la ambulancia y antes que llegarán los paramédicos, ante el asombro de todos, Juan José se quitó la sábana, la gente no daba crédito a lo que estaba viendo: un muchacho con el rostro deformado, la sangre que le brotaba por los oídos, boca, nariz y ojos, y que reconociendo a su madre, le decía: “madre, ¡qué golpazo me di!”; esto fue un punto interesante pues, a pesar del tremendo golpe, pudo reconocer a su madre; desde este momento se inicia con un reconocimiento del mencionado “ramillete de milagros”. Por fin llegaron los paramédicos, con extremo cuidado fue auxiliado el joven y trasladado al Sanatorio Durango, en la Colonia Roma, donde fue atendido inmediatamente por el doctor Juan Homero Hernández Illescas, quien trato de suministrarle un calmante, pero el joven Juan José pataleaba y manoteaba y no había forma de ser inyectado; esto también forma parte de lo asombroso del hecho, ya que Juan José no perdió la movilidad, o la capacidad motora, a pesar de la gravedad que en un momento más iba a descubrirse con exactitud gracias a los exámenes y radiografías. Los doctores no daban crédito, ¿cómo es posible que éste joven hubiera reconocido a su madre y haya conservado la capacidad motriz, cuando su cráneo estaba totalmente roto y, además de haber perdido mucha sangre, el líquido encéfalo-raquídeo se había salido? ¡Simplemente era inexplicable, como el joven Juan José Barragán siguiera vivo!

Los doctores no salían de su asombro, sin embargo, pensaban que sólo era cuestión de tiempo para que Juan José muriera. Desde que habían conocido la gravedad del caso, el doctor Hernández le había dicho a la madre que si creía en Dios rezara por el restablecimiento de su hijo; la madre inmediatamente le confirmó que ya había elevado su plegaria a Dios, a la Virgen de Guadalupe y a Juan Diego, pues lo tenía muy presente en la mente desde que los medios de comunicación anunciaban la llegada del Papa Juan Pablo II a México para la beatificación del humilde indígena, así que fue en las manos de este indio humilde en donde puso la salud de su hijo. El día 5 de mayo, los doctores tuvieron que decirle a la mamá de Juan José, que no había nada que hacer, simplemente, no sabían cómo todavía seguía vivo, y determinaron que fuera la misma naturaleza del cuerpo de Juan José la que determinará cuándo sería el fin.

El 6 de mayo, exactamente cuando el Papa Juan Pablo II estaba en la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe, en la celebración de la beatificación de Juan Diego, justo en el momento de la consagración, en el Sanatorio Durango algo estaba sucediendo… el joven Juan José se despertó, poco a poco se incorporó, tenía hambre; vio a un enfermo que estaba en la cama contigua, le habían traído una charola de comida, observó que él estaba totalmente dormido, así que aprovecho el momento para acercarse la charola y comer; en ese momento pasó por ahí la enfermera que vio la escena y casi se desmaya, corrió por el doctor, y con la respiración entrecortada le gritó: “¡doctor, doctor, su muerto está comiendo!” ¿qué? -respondió el doctor- “qué dices?; sí, sí, doctor: ¡el joven que debería estar muerto está comiendo Corrieron los dos y al llegar al cuarto se sorprendieron tanto que tardaron algunos momentos para poder coordinar alguna idea… Juan José me comentó tiempo después que él se había asustado por la cara que pusieron tanto el doctor como la enfermera, y de momento pensó que estarían enojados porque ¡estaba comiendo algo que no era suyo! Obviamente los especialistas trataban de responderse que había pasado, Juan José fue sometido a varios exámenes, veían el hueso, sí veían la fractura pero estaba totalmente soldada y ahí estaban las arterias y venas, todo en su lugar. Estaban los signos de las roturas, pero sanas, ¡todo funcionaba perfectamente bien!, ¡el joven no tenía ni siquiera dolor de cabeza! Los doctores no se contentaron con sus propios exámenes, pidieron más y más análisis de otros especialistas, algunos, sin saber que el joven estaba ya perfectamente bien de salud, escribían preguntas, una de ellas es muy singular, pues el especialista escribía: “interesante caso ¿dónde está el cadáver?” Además no hubo secuelas, ninguna, no quedó en estado vegetativo o con alguna discapacidad, como todavía algunos pronosticaban, nada, absolutamente nada. Juan José abandonó el sanatorio el 12 de mayo, por lo que estuvo apenas unos cuantos días en el hospital.

Once años después, en diciembre, en diciembre de 2001, se realizó la certificación del milagro que realizó Dios por medio de Juan Diego, como lo requirió la Congregación para la Causa de los Santos y lo corroboró como un verdadero “ramillete de milagros”. Se confirmó una vez más, no sólo la existencia de Juan Diego, sino sus grandes virtudes como cristiano, su veracidad en la transmisión de toda su experiencia y, ahora, su gran intercesión a favor del necesitado y del que sufre.

Así pues, el 18 de diciembre de 2001 se anunció que se realizaría la Proclamación del Decreto sobre el milagro que, por intercesión de Juan Diego realizó Dios; esto significaba la aprobación de todo el proyecto de canonización de este humilde indígena celebrado por varios años hasta ese momento.>>


Canonización


El 20 de diciembre de 2001 fue proclamado el Decreto del milagro delante del Papa Juan Pablo II. Se invitó al Santo Padre a que efectuara la ceremonia de canonización en México, accediendo a hacerlo el 31 de julio de 2002 -a pesar de lo avanzado de su enfermedad y/o delicado de su salud-.

Y así, en esa memorable fecha, el Papa que se había autodeclarado “mexicano”, que había comentado que en la visita al Tepeyac, había encontrado el camino de su magisterio, que había reconocido a Santa María de Guadalupe, el título de: “Estrella Luminosa de la primera y de la nueva evangelización”, definió e inscribió en el catálogo de los santos a San Juan Diego Cuauhtlatoatzin [2], como primer santo indígena del Continente Americano.

Su fiesta se celebra el 9 de diciembre, fecha de inicio de las apariciones.


Jorge Pérez Uribe


Notas:
[1] En náhuatl: pobre
[2] En náhuatl: Águila que habla cosas divinas

Bibliografía: Eduardo Chávez, La Verdad de Guadalupe, Instituto Superior de Estudios Guadalupanos, 3a.Edición, México, 2012

jueves, 21 de noviembre de 2013

PEREGRINACIÓN Y ENCUENTRO CONTINENTAL GUADALUPANO





Del viernes 16 al martes 19 de noviembre de 2013, se celebró en las instalaciones de la Plaza Mariana –contigua a la Basílica de Guadalupe- en la Ciudad de México, el evento convocado por la Comisión Pontificia para América Latina, la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe, los Caballeros de Colón y el Instituto Superior de Estudios Guadalupanos, en cumplimiento del programa establecido para el Año de la Fe. 

La asistencia de más de un millar de personas, se compuso por más de 60 obispos de América, 9 cardenales, entre ellos dos del denominado G8, es decir, de la comisión creada por el Papa Francisco para reformar la curia y que son el Cardenal Oscar Andrés Rodríguez Madariaga (Tegucigalpa, Honduras) y Cardenal Sean Patrick O'Malley, O.F.M. (Boston, Estados Unidos). También fueron invitados especiales laicos representante de diversos grupos apostólicos. 

El encuentro estuvo presidido por el Cardenal Marc Ouellet, Prefecto de la Congregación para los Obispos y Presidente de la Comisión Pontificia para America Latina y el Dr. Guzmán Carriquiry, Secretario de la misma. 


Metiche como soy, habiendo recibido el correo de un amigo en donde se notificaba del evento y la liga para las inscripciones, entre al sitio de Internet, llene una cédula con mis datos generales. En respuesta se me informó que debía pagar un donativo (para recuperación de gastos: un maletín con el material a utilizar, renta de equipo de traducción y servicio de cafetería); tras efectuar el pago, como respuesta me llegó mi boleto. 

El evento dio inicio el sábado 16 con la entronización de la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe, precedida con un desfile de banderas de América y de otros países del mundo, como Israel, detrás de las cuales venía la imagen de san Juan Diego y de Santa María de Guadalupe. En el presidium se colocó a la izquierda la imagen de Juan Diego, a la derecha la de la Virgen de Guadalupe y al fondo rodeando la mesa las diferentes banderas. 

Tras las palabras de bienvenida, se procedió a la proyección del mensaje audiovisual que envió el papa Francisco, en donde éste, manifestó su pesar por no poder estar presente. 

Los objetivos del encuentro fueron: 

  • Involucrar cada vez más a todas las Iglesias de las Américas en el dinamismo de una “misión continental”, según el legado de la Exhortación apostólica post sinodal “Ecclesia en America”, del Documento conclusivo de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en Aparecida y de las convocatorias pontificias para una “nueva evangelización”. 
  • Confiar la “misión continental” al amor misericordioso de Dios Padre, a la Presencia salvífica de su Hijo y a la gracia del Espíritu Santo, bajo la intercesión de la Santísima Virgen María, madre de Dios, Madre de la Iglesia, Madre de los pueblos americanos. 
  • Iluminar la “misión continental” a la luz del nuevo Pontificado de S. S. Francisco y con los contenidos del magisterio pontificio durante el Año de la Fe, específicamente de la Encíclica “Lumen Fidei” 
  • Predisponer las Iglesias del continente americano a recibir las enseñanzas y proposiciones de la Exhortación apostólica pos-sinodal (de la Asamblea sinodal) sobre la “nueva evangelización para la transmisión de la fe” para dar nuevo ardor. Nuevos métodos y nuevas expresiones a la nueva evangelización en el continente americano. 
  • Peregrinar al Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe para poner las intenciones, recomendaciones y proposiciones de la “misión continental” a los pies de la Estrella de la Nueva Evangelización americana y Madre de la civilización del amor, implorando si intercesión y guía. 
  • Intercambiar experiencias y reflexiones de las Iglesias en el continente americano respecto de la “misión continental”, en un espíritu de comunión y colaboración. 
  • Retomar más intensos vínculos eclesiales y guadalupanos entre las Iglesias del continente y la Iglesia en Filipinas, y proyectar un compromiso conjunto de la misión “ad gentes”, especialmente referida al Extremo Oriente Asiático. 
  • Prepararse a vivir la Festividad de Nuestra Señora de Guadalupe del 12 de diciembre de 2013. 
La dinámica del encuentro consistió en conferencias plenarias, reuniones en grupos de trabajo, rezo de Laudes y del Rosario, culminando las jornadas diarias con una Solemne Celebración Eucarística en la Basílica de Guadalupe. 

El rosario del primer día fue imborrable, ya que tuvo lugar recorriendo el Cerro del Tepeyac, a la puesta del sol, en un día en donde después de días de mal tiempo, se podían observar los volcanes nevados y todo el contorno de la Ciudad de México. Ya había expresado Mons.Chávez que “la Virgen prepara sus días”.  

El día domingo 17, tras una profética conferencia del Prof. Carl Anderson, Caballero Supremo de los Caballeros de Colón, iniciaron los trabajos de los 13 grupo formados para analizar temas tan variados como: la emergencia educativa, matrimonio, familia y cultura de la vida, liturgia, vida consagrada, acción misionera en instituciones educativas, derechos humanos, justicia y solidaridad, migraciones, narcotráfico, pobreza, caridad y solidaridad con los desamparados y revolución en las comunicaciones, entre otros temas. 


En los primeros intercambios, sobre todo con asistentes extranjeros, vi la extrañeza que les causaba la forma en que había llegado y más cuando les externaba que no era dirigente, ni representante de ningún grupo, sino simplemente un laico “de a pié”, eso si, interesado en el asunto. Una religiosa me hizo esta observación: “probablemente no has caído en la cuenta que eres un invitado especial de la anfitriona (la Virgen de Guadalupe) y por haber correspondido a su invitación recibirás grandes beneficios” y créanme así sucedió, ya que los que no éramos invitados especiales participamos en una serie de conferencias con personajes que no me había imaginado conocer: 

Había leído una de las primeras ediciones del libro del Ing. José Aste Tonsmann –ingeniero civil peruano, especializado Ingeniería de los Sistemas de Investigación en la Universidad de Cornell, quién llegó a México para trabajar en IBM y queriendo corresponder a la hospitalidad mexicano pensó en digitalizar inicialmente el calendario azteca, pero cayó en sus manos una revistas en donde se hablaba de una imagen en los ojos de la Virgen de Guadalupe y se avocó a su digitalización, descubriendo hasta diez personajes. Tras dos años de investigaciones publicó el resultado de las mismas-. Ahora pude escuchar de sus labios la crónica y las dificultades con que topó. 

Repasamos el descubrimiento del Doctor Juan Homero Hernández Illescas (q.e.p.d.) sobre las estrellas del manto, que era la posición que guardaban aquel día del 12 de diciembre de 1531. 

También conocí en resultado de las investigaciones del Maestro en Matemáticas Fernando Ojeda Llanés, -en sus propias palabras-, quién ha descubierto una armonía musical en el manto de la imagen Guadalupana y que nos ofreció la grabación de un bellísimo arreglo hecho por un músico. 

Finalmente debo señalar que conocí a ese erudito del tema guadalupano que es el doctor en Historia monseñor Eduardo Chávez, nahuatlato [1], quien además es Rector del Instituto Superior de Estudios Guadalupanos, y fue postulador oficial de la causa de canonización de san Juan Diego, pero además es practicante de la pintura como su servidor. Mons. Chávez fue conferencista del primer día sobre el hecho guadalupano, pero los invitados no especiales pudimos aprovechar su sapiencia ahora con más calma y familiaridad –debo decir que además es un magnífico expositor, con un gran sentido del humor-. 

En fin podemos hablar mucho sobre el fenómeno guadalupano, pero no es el objeto de este post, sino reportar el evento ocurrido estos días; por lo que retomo la reunión. 

El día lunes18, en asamblea plenaria se presentaron los informes de los grupos de trabajo, seguidos por aportaciones individuales para complementarlos y enriquecerlos. 

Después de la Solemne Celebración Eucarística en la Basílica de Guadalupe, se tuvo una vigilia mariana en donde el Cardenal Marc Ouellet entregó al Cardenal Norberto Rivera, Arzobispo de la Ciudad de México el obsequio que mandaba el Papa Francisco a la “Guadalupana” un ramillete de una bellísima rosa de oro. 


El día martes 19, se tuvieron varias intervenciones sobre las <<Especiales prioridades y acentuaciones de la “misión continental” para la Iglesia de Canadá, de Estados Unidos, de Hispanoamérica y el Caribe, de Brasil y de Filipinas>>. Cabe aclarar que no se contó con la intervención de José S. Palma, Arzobispo de Cebú, Filipinas, quién ha permanecido al lado de las víctimas del tifón Haiyan, pero se pidió por las víctimas y damnificados, se les envió una carta a nombre de todos los participantes, además de lo recolectado entre la concurrencia. 

El evento concluyó con una Solemne Celebración Eucarística por la evangelización de los pueblos presidida por el Cardenal Marc Ouellet, en donde a manera de despedida señaló <<que este Encuentro Continental representa para todos los participantes “uno de los grandes beneficios del Año de la Fe, que Su Santidad Benedicto XVI convocó y Nuestro Santo Padre Francisco llevará a término, al igual que la Encíclica Lumen Fidei, que ambos escribieron”. 

El Sr. Card. Ouellet citó algunos de los grandes acontecimientos que deja al mundo católico el Año de la Fe, como la generosa renuncia del Papa Benedicto XVI al pontificado, que resultó ser “el más grande testimonio de fe, para dejar paso a un sucesor más joven que ejerza con mayor eficacia el ministerio petrino”. Hecho que derivó en la elección del primer Papa latinoamericano en la historia: Francisco, “quien ha tomado el timón de la Barca de Pedro con mano firme y nos lleva de sorpresa en sorpresa hacia nuevos horizontes”. 

Mencionó que en este Año de la Fe se confirmó la próxima canonización de los Papas Juan XXIII y Juan Pablo II, “que fueron signos extraordinarios de esperanza para todo el planeta”. Añadió: “todos estos acontecimientos nos invitan a confiar en el Espíritu Santo, que seguirán sorprendiéndonos y que quiere ahora renovar a toda la Iglesia y, especialmente, a la familia”. 

Pidió orar por el próximo Sínodo sobre la familia, que –en sus palabras– deberá afrontar nuevos desafíos. Agradeció nuevamente a Dios “por darnos un Pastor que lleva a cabo, de forma concreta, la Nueva Evangelización”, y exclamó: “Que el Espíritu de la Misión Continental despliegue ampliamente sus dones a todas las naciones. ¡Que toda América sea atravesada por un gran soplo misionero!”>>.[2] 

Concluyó con la exclamación “¡Viva Cristo Rey y Nuestra Señora de Guadalupe!” seguida por el ¡Viva! De toda la concurrencia. 


Notas:
[1] Versado en la cultura y lengua náhuatl. Diccionario de la RAE 
[2] Reportaje de Francisco Luna Macías en SIAME, 19 de noviembre de 2013 

lunes, 10 de diciembre de 2012

LA VIRGEN DE GUADALUPE, SÍMBOLO DE INCULTURACIÓN DE LA FE





Entrevista a monseñor Eduardo Chávez Sánchez, Doctor en Historia y Coordinador del Instituto Superior de Estudios Guadalupanos, en la Ciudad de México, 11 de diciembre de 2009.


--¿En qué sentido se puede decir que la Virgen de Guadalupe es constructora de la identidad nacional?


“Para mí se forja México el 12 de diciembre de 1531, porque ella toma todo lo que es la identidad indígena y española, desde aquí manda un mensaje para el mundo entero, ella habla en Náhuatl, ella se plasma en una tilma Náhuatl, su mensajero es un indígena de mentalidad tolteca: San Juan Diego, ella toma mucho de esta mentalidad para dar el mensaje de Jesús como Dios vivo, verdadero. Lanza su voz al mundo entero a través de los indígenas, sin descuidar a los españoles porque ella es una Inmaculada Concepción que entendían perfectamente los hispanos, ella es una mujer de Adviento también perfectamente comprendido por ellos; sabemos que los ibéricos celebraban la octava de la Inmaculada Concepción en el momento de su aparición.

Así que ella hace una identidad nueva conjuntando las cosmovisiones española e indígena, el fruto lo lanza al mundo entero, por eso Juan Pablo II le llama el modelo perfectamente inculturado de esa evangelización.”


--¿Por qué se dice que la Virgen de Guadalupe es madre de la civilización del amor?


“Ella da a luz la Civilización del Amor porque cuando le dice a Juan Diego “Quiero una casita sagrada” está hablando de un templo, pero también habla de familia, es decir habla de Iglesia. Dice la Virgen de Guadalupe muy claramente: yo quiero ofrecer todo mi amor y ese amor es Jesucristo. En otras palabras ella quiere la construcción no sólo de un templo material, sino la nueva civilización donde el centro es Jesucristo, o sea, el amor. Por todo esto ella es la forjadora de la Civilización del Amor.”


--¿Es correcto denominarla Virgen Indígena?


“Si se toman algunos elementos que ella tiene sí. Pero lo más correcto es lo que dice Juan Pablo II: es la Virgen mestiza. Esto ya lo había dicho Juan XXIII: su rostro es mestizo, ella es la integración de todas las razas, ella es madre de todos los seres humanos, de todos los pueblos, por eso le dice a Juan Diego “Soy tu madre y de todas las mas variadas estirpes”, por tanto es madre de todos los seres humanos.”


--¿Cuál puede ser el impacto de los valores marianos dentro de la mentalidad norteamericana?


“Lo católico en Estados Unidos se vive con mucha intensidad, pues allí se es una religión no mayoritaria, esto hace que los católicos sean más fieles y observantes, se es católico porque realmente se vive, no por mera tradición. Por otro lado la Iglesia Católica viene con la bandera de Santa María, muy especialmente bajo su advocación de Guadalupe. Así que una Iglesia donde se venera a la Virgen María, es un lugar donde se adora al único Dios vivo y verdadero, por eso tiene mucha fuerza en Estados Unidos. Como consecuencia hay un impacto real de los valores marianos en la sociedad norteamericana.”


--¿Es la Virgen de Guadalupe un símbolo de unidad entre las culturas?


“Así es, es un signo de unidad de todas las culturas ¿y esa unidad cuál es? El amor; un chino, un europeo, un africano, todos necesitamos el amor, queremos vivir en el amor. Por eso Juan Pablo II lo vio tan claramente que le llama: Madre de América, Patrona de América; ya no usa “las Américas”, no más plural porque se da cuenta que en el amor no hay fronteras. Todos somos hijos de Dios y tenemos la misma dignidad.”


--¿Qué significa el XIII caña para la mentalidad azteca y cómo se relaciona con la Virgen de Guadalupe?


“Es una fecha que para ellos significaba iniciar una nueva era, en el códice de la fundación de México lo primero que ponen es la caseta XIII caña que significa “Una nueva civilización comienza” también en el calendario azteca, la caseta central a lo alto es el XIII caña, un nuevo ciclo. Como lo dice (Miguel) León-Portilla simboliza rumbo a la casa de la sabiduría, a la casa de la luz; es nuevo día y sabiduría divina. 1531 en el calendario europeo coincide con XIII caña en el calendario indígena, para ellos el hecho de que haya tenido este encuentro la Virgen de Guadalupe con los seres humanos significa que se está iniciando una nueva era llena de la sabiduría divina.”


--¿Qué valores transmite la Virgen de Guadalupe a la sociedad actual?


“Antes que nada humildad, ella elige a Juan Diego y su característica más importante es la humildad, la sencillez. También ella es humilde, dice “Hágase en mí según tu palabra, soy tu sierva”, del mismo modo que Santa Isabel cuando recibe la visita de la Virgen “¿Quién soy yo para que la madre de mi Señor venga a verme? Así como Juan Bautista que dice “Yo no soy el que debe de brillar, es él quien debe de brillar, yo no soy digno de desatarle la correa de sus sandalias”; todo esto es humildad. El pecado llega al corazón humano por la soberbia.”


--¿Cómo influyó la mentalidad tolteca de Juan Diego en la recepción del mensaje Guadalupano?


“La cultura tolteca era como tierra fértil para la recepción del mensaje, habían llegado a creer en un solo dios: Tloquenahuaque, le llamaban incluso el dios desconocido. Llegar a la idea de un solo Dios con la pura fuerza de la razón es frustrante porque está el mal en el mundo y no se puede explicar esta realidad; Netzahualcóyotl le gritaba “Quiero cantar tus flores Tloquenahuaque pero estás muy lejos y no te importa el ser humano”. Por eso cuando Guadalupe se encuentra con Juan Diego y le dice “Yo soy la madre del Tloquenahuaque”; (no es un ídolo debe quedar bien claro) es una característica del Dios vivo; Juan Diego capta perfectamente que se trata del único Dios, que no está alejado, que se no burla de él. Sin embargo desde que la vio siempre supo que era la madre de Jesús porque le dijo voy a Tlatelolco a recibir el catecismo departe de tus sacerdotes. No la confunde con ningún ídolo capta perfectamente que es María la Madre de Jesús.”


--¿Qué papel debería tener dentro de los festejos del Bicentenario de la Independencia de muchos países latinoamericanos, entre ellos México, la Virgen de Guadalupe?


“Muy importante porque es forjadora de toda una nación, pero yo veo más trascendencia, desde esta patria, tenemos una responsabilidad con el mundo entero, nosotros debemos ser esos instrumentos de Dios, por medio de la Virgen de Guadalupe para ser una civilización del amor en el mundo entero.”


Fuente: http://www.zenit.org/article-33626?l=spanish