miércoles, 14 de octubre de 2015

PARA ENTENDER EL SÍNODO DE LA FAMILIA




¿Qué piensa el actual Pontífice, sobre la familia de la actualidad, sobre el objetivo y temas a tratar y sobre la metodología a seguir, en el Sínodo de la Familia que se celebra del 5 al 25 de octubre?

En la Vigilia de Oración organizada por la Conferencia Episcopal Italiana para rezar por el Sínodo de los Obispos, el día 3 de octubre, Francisco pronunció una homilía, destacando entre otros aspectos:

Necesidad y espíritu del Sínodo


<<¿Vale la pena encender una pequeña vela en la oscuridad que nos rodea? ¿No se necesitaría algo más para disipar la oscuridad? Pero, ¿se pueden vencer las tinieblas?

En ciertas épocas de la vida –de esta vida llena de recursos estupendos–, preguntas como esta se imponen con apremio. Frente a las exigencias de la existencia, existe la tentación de echarse para atrás, de desertar y encerrarse, a lo mejor en nombre de la prudencia y del realismo, escapando así de la responsabilidad de cumplir a fondo el propio deber.>>

Entonces se refirió a la experiencia del profeta Elías, quién por miedo huye hasta el Horeb, el monte de Dios. Pero ahí le llega la palabra del Señor preguntando: “¿Qué haces aquí, Elías?” (1 R 19,3.8-9). <<La gracia de Dios no levanta la voz, es un rumor que llega a cuantos están dispuestos a escuchar la suave brisa: los exhorta a salir, a regresar al mundo, a ser testigos del amor de Dios por el hombre, para que el mundo crea...

Con este espíritu, hace precisamente un año, en esta misma plaza, invocábamos al Espíritu Santo pidiéndole que los Padres sinodales –al poner atención en el tema de la familia – supieran escuchar y confrontarse teniendo fija la mirada en Jesús, Palabra última del Padre y criterio de interpretación de la realidad.

Esta noche, nuestra oración no puede ser diferente. Pues, como recordaba el Patriarca Atenágoras, sin el Espíritu Santo, Dios resulta lejano, Cristo permanece en el pasado, la Iglesia se convierte en una simple organización, la autoridad se transforma en dominio, la misión en propaganda, el culto en evocación y el actuar de los cristianos en una moral de esclavos.

Oremos, pues, para que el Sínodo que se abre mañana sepa reorientar la experiencia conyugal y familiar hacia una imagen plena del hombre; que sepa reconocer, valorizar y proponer todo lo bello, bueno y santo que hay en ella; abrazar las situaciones de vulnerabilidad que la ponen a prueba: la pobreza, la guerra, la enfermedad, el luto, las relaciones laceradas y deshilachadas de las que brotan dificultades, resentimientos y rupturas; que recuerde a estas familias, y a todas las familias, que el Evangelio sigue siendo la «buena noticia» desde la que se puede comenzar de nuevo. Que los Padres sepan sacar del tesoro de la tradición viva palabras de consuelo y orientaciones esperanzadoras para las familias, que están llamadas en este tiempo a construir el futuro de la comunidad eclesial y de la ciudad del hombre.

Cada familia es siempre una luz, por más débil que sea, en medio de la oscuridad del mundo. La andadura misma de Jesús entre los hombres toma forma en el seno de una familia, en la cual permaneció treinta años. Una familia como tantas otras, asentada en una aldea insignificante de la periferia del Imperio. […]

La Iglesia es una casa abierta, lejos de grandezas exteriores, acogedora en el estilo sobrio de sus miembros y, precisamente por ello, accesible a la esperanza de paz que hay dentro de cada hombre, incluidos aquellos que –probados por la vida– tienen el corazón lacerado y dolorido.

Esta Iglesia puede verdaderamente iluminar la noche del hombre, indicarle con credibilidad la meta y compartir su camino, sencillamente porque ella es la primera que vive la experiencia de ser incesantemente renovada en el corazón misericordioso del Padre.>>

El drama de la soledad, el amor entre el hombre y la mujer, y la familia.


Al día siguiente, 4 de octubre, se celebró la misa la Misa de apertura del Sínodo de los Obispos sobre la Familia, en la Basílica de San Pedro en el Vaticano. A ella asistieron los Padres Sinodales y demás invitados a la Asamblea de los Obispos.

Las lecturas se centraron en tres aspectos: el drama de la soledad, el amor entre el hombre y la mujer, y la familia.

El drama de la soledad

<<Adán… vivía en el Paraíso, ponía los nombres a las demás creaturas, ejerciendo un dominio que demuestra su indiscutible e incomparable superioridad, pero aun así se sentía solo, porque «no encontraba ninguno como él que lo ayudase» (Gn 2,20) y experimentaba la soledad.

La soledad, el drama que aún aflige a muchos hombres y mujeres. Pienso en los ancianos abandonados incluso por sus seres queridos y sus propios hijos; en los viudos y viudas; en tantos hombres y mujeres dejados por su propia esposa y por su propio marido; en tantas personas que de hecho se sienten solas, no comprendidas y no escuchadas; en los emigrantes y los refugiados que huyen de la guerra y la persecución; y en tantos jóvenes víctimas de la cultura del consumo, del usar y tirar, y de la cultura del descarte.

Hoy se vive la paradoja de un mundo globalizado en el que vemos tantas casas de lujo y edificios de gran altura, pero cada vez menos calor de hogar y de familia; muchos proyectos ambiciosos, pero poco tiempo para vivir lo que se ha logrado; tantos medios sofisticados de diversión, pero cada vez más un profundo vacío en el corazón; muchos placeres, pero poco amor; tanta libertad, pero poca autonomía... Son cada vez más las personas que se sienten solas, y las que se encierran en el egoísmo, en la melancolía, en la violencia destructiva y en la esclavitud del placer y del dios dinero.

Hoy vivimos en cierto sentido la misma experiencia de Adán: tanto poder acompañado de tanta soledad y vulnerabilidad; y la familia es su imagen. Cada vez menos seriedad en llevar adelante una relación sólida y fecunda de amor: en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, en la buena y en la mala suerte. El amor duradero, fiel, recto, estable, fértil es cada vez más objeto de burla y considerado como algo anticuado. Parecería que las sociedades más avanzadas son precisamente las que tienen el porcentaje más bajo de tasa de natalidad y el mayor promedio de abortos, de divorcios, de suicidios y de contaminación ambiental y social.>>

El amor entre el hombre y la mujer

<<… el corazón de Dios se entristeció al ver la soledad de Adán y dijo: «No está bien que el hombre esté solo; voy a hacerle alguien como él que le ayude» (Gn 2,18). Estas palabras muestran que nada hace más feliz al hombre que un corazón que se asemeje a él, que le corresponda, que lo ame y que acabe con la soledad y el sentirse solo. Muestran también que Dios no ha creado el ser humano para vivir en la tristeza o para estar solo, sino para la felicidad, para compartir su camino con otra persona que es su complemento; para vivir la extraordinaria experiencia del amor: es decir de amar y ser amado; y para ver su amor fecundo en los hijos, como dice el salmo de hoy (cf. Sal 128).

Este es el sueño de Dios para su criatura predilecta: verla realizada en la unión de amor entre hombre y mujer; feliz en el camino común, fecunda en la donación recíproca. Es el mismo designio que Jesús resume en el Evangelio de hoy con estas palabras: «Al principio de la creación Dios los creó hombre y mujer. Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne. De modo que ya no son dos, sino una sola carne» (Mc 10,6-8; cf. Gn 1,27; 2, 24).

Jesús, ante la pregunta retórica que le habían dirigido – probablemente como una trampa, para hacerlo quedar mal ante la multitud que lo seguía y que practicaba el divorcio, como realidad consolidada e intangible-, responde de forma sencilla e inesperada: restituye todo al origen de la creación, para enseñarnos que Dios bendice el amor humano, es él el que une los corazones de dos personas que se aman y los une en la unidad y en la indisolubilidad. Esto significa que el objetivo de la vida conyugal no es sólo vivir juntos, sino también amarse para siempre. Jesús restablece así el orden original y originante.

La familia

«Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre» (Mc 10,9). Es una exhortación a los creyentes a superar toda forma de individualismo y de legalismo, que esconde un mezquino egoísmo y el miedo de aceptar el significado auténtico de la pareja y de la sexualidad humana en el plan de Dios.

De hecho, sólo a la luz de la locura de la gratuidad del amor pascual de Jesús será comprensible la locura de la gratuidad de un amor conyugal único yusque ad mortem[1].

Para Dios, el matrimonio no es una utopía de adolescente, sino un sueño sin el cual su creatura estará destinada a la soledad. En efecto el miedo de unirse a este proyecto paraliza el corazón humano.

Paradójicamente también el hombre de hoy –que con frecuencia ridiculiza este plan–permanece atraído y fascinado por todo amor autentico, por todo amor sólido, por todo amor fecundo, por todo amor fiel y perpetuo. Lo vemos ir tras los amores temporales, pero sueña el amor autentico; corre tras los placeres de la carne, pero desea la entrega total.

En efecto «ahora que hemos probado plenamente las promesas de la libertad ilimitada, empezamos a entender de nuevo la expresión “la tristeza de este mundo”. Los placeres prohibidos perdieron su atractivo cuando han dejado de ser prohibidos. Aunque tiendan a lo extremo y se renueven al infinito, resultan insípidos porque son cosas finitas, y nosotros, en cambio, tenemos sed de infinito»[2]

En este contexto social y matrimonial bastante difícil, la Iglesia está llamada a vivir su misión en la fidelidad, en la verdad y en la caridad.

  • Vive su misión en la fidelidad a su Maestro como voz que grita en el desierto, para defender el amor fiel y animar a las numerosas familias que viven su matrimonio como un espacio en el cual se manifiestan el amor divino; para defender la sacralidad de la vida, de toda vida; para defender la unidad y la indisolubilidad del vínculo conyugal como signo de la gracia de Dios y de la capacidad del hombre de amar en serio.
  • Vivir su misión en la verdad que no cambia según las modas pasajeras o las opiniones dominantes. La verdad que protege al hombre y a la humanidad de las tentaciones de autoreferencialidad y de transformar el amor fecundo en egoísmo estéril, la unión fiel en vínculo temporal. «Sin verdad, la caridad cae en mero sentimentalismo. El amor se convierte en un envoltorio vacío que se rellena arbitrariamente. Éste es el riesgo fatal del amor en una cultura sin verdad». (Benedicto XVI, Enc. Caritas in veritate, 3).
  • Vivir su misión en la caridad que no señala con el dedo para juzgar a los demás, sino que -fiel a su naturaleza como madre – se siente en el deber de buscar y curar a las parejas heridas con el aceite de la acogida y de la misericordia; de ser «hospital de campo», con las puertas abiertas para acoger a quien llama pidiendo ayuda y apoyo; de salir del propio recinto hacia los demás con amor verdadero, para caminar con la humanidad herida, para incluirla y conducirla a la fuente de la salvación.

Una Iglesia que enseña y defiende los valores fundamentales, sin olvidar que «el sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado» (Mc 2,27); y que Jesús también dijo: «No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar justos, sino pecadores» (Mc 2,17). Una Iglesia que educa al amor autentico, capaz de alejar de la soledad, sin olvidar su misión de buen samaritano de la humanidad herida.

Recuerdo a san Juan Pablo II cuando decía: «El error y el mal deben ser condenados y combatidos constantemente; pero el hombre que cae o se equivoca debe ser comprendido y amado [...] Nosotros debemos amar nuestro tiempo y ayudar al hombre de nuestro tiempo.»[3] Y la Iglesia debe buscarlo, acogerlo y acompañarlo, porque una Iglesia con las puertas cerradas se traiciona a sí misma y a su misión, y en vez de ser puente se convierte en barrera: «El santificador y los santificados proceden todos del mismo. Por eso no se avergüenza de llamarlos hermanos» (Hb 2,11).

Con este espíritu, le pedimos al Señor que nos acompañe en el Sínodo y que guíe a su Iglesia a través de la intercesión de la Santísima Virgen María y de San José, su castísimo esposo.

Naturaleza y metodología del Sínodo


El día 5 de octubre se efectuó la primera sesión o Congregación General del Sínodo. En el saludo del Papa Francisco a los participantes, dejó ver cuál es la naturaleza y la metodología a seguir en el Sínodo:

<<La Iglesia retoma hoy el diálogo iniciado con la proclamación del Sínodo Extraordinario sobre la familia para evaluar y reflexionar juntos sobre el Instrumentum Laboris (Documento de trabajo) elaborado de la Relatio Synodi(Documento final del Sínodo de 2014) y de las respuestas de las conferencias episcopales y de los organismos con derecho.

El Sínodo es un caminar juntos con el espíritu de colegialidad y sinodalidad, adoptando valientemente la parresía, el celo pastoral y doctrinal, la sabiduría, la franqueza y poniendo siempre delante de nuestros ojos el bien de las familias y la suprema lex: la salus animarum (salud del alma).

El Sínodo no es un congreso o un parlamento, no es un parlamento o un senado donde nos ponemos de acuerdo. El Sínodo es una expresión eclesial es decir, la Iglesia que camina junta para leer la realidad con los ojos de la fe y con el corazón de Dios.

Es la Iglesia que se interroga sobre la fidelidad al depósito de la fe, que por ella no representa un Museo para mirar y menos salvaguardar, sino que es una fuente viva de la cual la Iglesia bebe para saciar e iluminar el depósito de la vida […]

En el Sínodo, el Espíritu habla a través de la lengua de todas las personas que se dejan conducir por Dios que sorprende siempre, del Dios que revela a los pequeños aquellos que esconde a los sabios e inteligentes, del Dios que ha creado la ley y el sábado para el hombre y no viceversa, del Dios que deja las 99 ovejas para buscar la única oveja perdida, del Dios que es siempre más grande que nuestras lógicas y nuestros cálculos.

El Sínodo podrá ser un espacio de la acción del Espíritu Santo sólo si nosotros participantes nos revestimos de coraje apostólico, de humildad evangélica y de oración confiada […]

El único método del Sínodo es el de abrirse al Espíritu Santo, con coraje apostólico, con humildad evangélica y con oración confiada, para que sea Él el que nos guíe, ilumine y nos haga poner delante de los ojos con nuestros pareceres personales la fe en Dios, el bien de la Iglesia y la salus animarum[4].>>


Jorge Pérez Uribe




[1] Hasta la muerte
[2] Joseph Ratzinger, Auf Christus schauen. Einübung in Glaube, Hoffnung, Liebe, Freiburg 1989, p. 73
[3] Discurso a la Acción Católica italiana, 30 de diciembre de 1978, 2 c: L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española, 21 enero 1979, p.9
[4] Salud del alma.

jueves, 8 de octubre de 2015

EL SÍNODO DE LA FAMILIA Y “EL HUMO DE SATANÁS”






Antecedentes



Como uno de los eventos más trascendentales del papado de Francisco, -está sin duda- la XIII Asamblea General Extraordinaria del Sínodo de Obispos, convocada bajo el lema «Los desafíos pastorales de la familia en el contexto de la evangelización», y que tuvo lugar en el Vaticano entre el 5 y el 19 de octubre de 2014, popularmente fue conocida como el Sínodo sobre la familia. Su objetivo y desarrollo nos lleva a pensar en el histórico Concilio Vaticano II. El Latín que es el idioma oficial para estos eventos fue sustituido por primera vez por el italiano.

Este sínodo fue el preámbulo y preparación de otro más largo y más extenso, la XIV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de Obispos «Jesucristo revela el misterio y la vocación de la familia», que estamos celebrando del 5 al 25 de octubre de 2015. Como es costumbre, al finalizar este sínodo el papa presentará una exhortación apostólica postsinodal conclusiva sobre el tema. Por sus contenidos, los dos sínodos conforman una unidad en dos etapas, con un período en medio de casi un año. El teólogo y arzobispo de Chieti-Vasto, Bruno Forte, secretario especial del sínodo, señalaba que ese período intermedio podría resultar determinante: «La gran novedad de la metodología del sínodo, que antes aparecía encorsetado, es este período entre los dos sínodos, porque va a involucrar a la base de la Iglesia, a los demás obispos y a los fieles». Y en efecto así ha ocurrido, pero también ha sido el período para una gran polarización entre los revolucionarios y los conservadores, que se han atrincherado y definido territorios.


“Esta película ya la vi”



Estudiante de bachillerato durante los años del Vaticano II, quizás no conocía mucho sobre religión y política, pero me parecía evidente el enfrentamiento de las dos corrientes: los progresistas o liberales y los tradicionalistas o conservadores y ahora que observo lo que está pasando con el Sínodo de la familia, no puedo sino exclamar: “esta película ya la vi”, y “se parece a la del Concilio Vaticano II”. Y es que se observa la misma lucha de dos grupos de “iluminados” que luchan encarnizadamente por hacer prevalecer “su verdad”. En el medio un Papa, al que buscan presionar o influenciar con sus escritos, desplegados, actos públicos y amenazas veladas. Y allá en el fondo, olvidado, Jesucristo, el fundador de la Iglesia Católica y lo que es peor, negada la asistencia del Espíritu Santo prometida por Jesucristo, cuando abandonando a sus discípulos, regresó a los Cielos.

Si bien lo anterior es humanamente entendible, ya que el hombre es un “zoon politicón” en el concepto de Aristóteles, él cual afirmaba que “El hombre y el animal por naturaleza son sociales, pero solo el hombre es político, siempre y cuando viva en comunidad”.

Pero es inentendible para los “adultos mayores” que vivieron el proceso del Concilio Vaticano II y que caen en los mismos errores de los falsos “profetas” del Concilio Vaticano II. Fue totalmente inútil que hayan vivido esta experiencia, de la cual no obtuvieron ninguna enseñanza, ya que adoptan las mismas actitudes necias de entonces (y estoy pensando -por ejemplo- en el anciano cardenal español Antonio María Rouco).

<< “Hay más oposición al Papa de lo se imagina. Se sabe que hay un porcentaje que supera el 50% de gentes de la Curia que actúan bajo cuerda en su contra. Dudan del Papa. Cuestionan ciertas medidas. Conocemos sus nombres, como los diez cardenales que firman el libro con Rouco”, afirma José María Castillo, uno de los grandes pensadores cristianos. Fue jesuita y ha tenido relación con el también jesuita Francisco, que le considera un maestro.>>[1]

En el bando contrario encontramos entre otros a los cardenales Walter Kasper y Reinhard Marx (este último encabeza un movimiento cismático en Alemania).


“El humo de Satanás”


Paulo VI, el Papa que sucedió al ahora santo: Juan XXIII, -convocante al Vaticano II-, y a quién toco continuar los trabajos del Concilio Ecuménico y llevarlos a buen puerto, en una homilía pronunciada en la solemnidad de San Pedro y San Pablo apóstol, el 31 de octubre de 1973 recordando el Concilio Vaticano II, se refirió concretamente a la situación comentada: << Se diría que a través de alguna grieta ha entrado, el humo de Satanás en el templo de Dios. Hay dudas, incertidumbre, problemática, inquietud, insatisfacción, confrontación. Ya no se confía en la Iglesia, se confía más en el primer profeta profano —que nos viene a hablar desde algún periódico o desde algún movimiento social— para seguirle y preguntarle si tiene la fórmula de la verdadera vida; y, por el contrario, no nos damos cuenta de que nosotros ya somos dueños y maestros de ella. Ha entrado la duda en nuestras conciencias y ha entrado a través de ventanas que debían estar abiertas a la luz: la ciencia. Pero la ciencia está hecha para darnos verdades que no alejan de Dios, sino que nos lo hacen buscar aún más y celebrarle con mayor intensidad. Por el contrario, de la ciencia ha venido la crítica, ha venido la duda respecto a todo lo que existe y a todo lo que conocemos. Los científicos son aquellos que más pensativa y dolorosamente bajan la frente y acaban por enseñar: “no sé, no sabemos, no podemos saber”.

Es cierto que la ciencia nos dice los límites de nuestro saber, pero todo lo que nos proporciona de positivo debería ser certeza, debería ser impulso, debería ser riqueza, debería aumentar nuestra capacidad de oración y de himno al Señor; y, por el contrario, he aquí que la enseñanza se convierte en palestra de confusión, en pluralidad que ya no va de acuerdo, en contradicciones a veces absurdas.

Se ensalza el progreso para luego poder demolerlo con las revoluciones más extrañas y radicales, para negar todo lo que se ha conquistado, para volver a ser primitivos después de haber exaltado tanto los progresos del mundo moderno.

También en nosotros, los de la Iglesia, reina este estado de incertidumbre. Se creía que después del Concilio vendría un día de sol para la historia de la Iglesia. Por el contrario, ha venido un día de nubes, de tempestad, de oscuridad, de búsqueda, de incertidumbre y se siente fatiga en dar la alegría de la fe. Predicamos el ecumenismo y nos alejamos cada vez más de los otros. Procuramos excavar abismos en vez de colmarlos.>>

San Juan Crisóstomo refiriéndose a estas situaciones comentaba: <<Luchamos unos contra otros, y es la envidia la que nos arma unos contra otros… Si todos se afanan por así por perturbar el Cuerpo de Cristo, ¿a dónde llegaremos? estamos debilitando el cuerpo de Cristo… Nos declaramos miembros de un mismo organismo y nos devoramos como lo harían las fieras.>>

Los defensores del legado histórico de la Iglesia católica parecen olvidar que la Iglesia fundada por Jesucristo, no es una sociedad meramente humana en sí, sino que como lo declaró el Vaticano II, es el “Cuerpo Místico de Cristo”: <<Cuando fueron privados los discípulos de su presencia visible, Jesús no los dejó huérfanos (cf Jn 14, 18). Les prometió quedarse con ellos hasta el fin de los tiempos (cf Mt 28 20), les envió su Espíritu (cf Jn 20, 22; Hch 2, 33). Por eso la comunicación con Jesús se hizo más intensa: “por la comunicación de su Espíritu a sus hermanos reunidos de todos los pueblos, Cristo los constituye místicamente en su cuerpo” (LG 7)>>.


Conclusión



En otras palabras la situación que se vislumbra alrededor del Sínodo, es la acción del maligno que fomenta la envidia, la soberbia de algunos dirigentes y principalmente las dudas de fe: en la infabilidad del Papa y en la asistencia del Espíritu Santo a la Iglesia, que son dogmas de fe, es decir verdades reveladas de las que el creyente no puede dudar.

Tanto líderes, como creyentes -si quieren ayudar a que prevalezca la verdad y no su verdad-, deben tener fe en el Santo Padre, y orar por que Dios le ilumine. Él finalmente, como lo hizo Paulo VI, tomará los dos proyectos o los que hubiera y se encerrara en una velada de oración (o las que hagan falta) con el Santísimo y como consecuencia presentará una exhortación apostólica postsinodal conclusiva sobre el tema, que hará las veces de “ley” o última palabra, a observar.

Si sienten que les falla la fe, deben recordar que esta es gratuita, que es un Don, un regalo de Dios, por lo que simplemente deberían pedir su incremento; pero ello implica una gran humildad, que pienso en muchos casos no se dará, porque lo que sobra es soberbia.

Da mucho que pensar la negativa que tienen en la asistencia del Espíritu Santo a la Iglesia Católica, ya que si no reconocen esta verdad no se entiende que hacen dentro de ella, además de que todo creyente bien informado sabe que todos los pecados se perdonan, menos los pecados contra el Espíritu Santo.


Jorge Pérez Uribe


[1] http://politica.elpais.com/politica/2015/10/03/actualidad/1443898001_053125.html?id_externo_rsoc=FB_CM

jueves, 1 de octubre de 2015

FRAY JUNÍPERO SERRA





Por Ramon Torra i Puigdellívol


California – Las Californias


Las Californias es el nombre que originalmente tenía la zona del antiguo Virreynato de la Nueva España y que actualmente comprende los estados mexicanos de la Baja California y Baja California Sur y el estado de California de los Estados Unidos.

Es la zona occidental del continente americano que linda con el Océano Pacífico. En esta zona vivían, de tiempo inmemorial, los nativos americanos. En 1533 una de las expediciones tierra adentro hecha por Hernán Cortés llegó a la Baja California.

Creyeron que era una isla y así figura incluso en algún mapa, tardío, del siglo XVII. Hubo diferentes expediciones para conocer el territorio californiano, pero no fue hasta el 1539 que se empezó a reconocer la zona. En 1542 una nueva expedición descubre que no es una isla sino una península, una rebanada de tierra rodeada por el Mar de Cortés (o de California) y por el Mar del Sur (Océano Pacífico).

En 1683 los jesuitas se hicieron cargo de la colonización de la Baja California e instauraron las primeras misiones con esfuerzo, valentía y generosidad. El primer asentamiento, San Bruno, lo tuvieron que dejar por culpa de las características climáticas y en 1687 hicieron el segundo, en el Real de Loreto, que se convirtió en Cabeza y Madre de las Misiones de la Alta y Baja California. Instruyeron a los nativos, los protegieron de los abusos de los soldados y los ayudaron a integrarse en una sociedad más avanzada que la suya. Todo ello mezclado con un puñado de inconvenientes que los llevó a luchar contra plagas, desórdenes entre los soldados, enfrentamientos con los civiles, conflictos con las autoridades y los indígenas… durante casi noventa años.

Pero contra lo que no pudieron luchar fue contra la orden del rey que decretaba su expulsión. En 1767 el rey Carlos III, sospechando que los jesuitas intentaban interferir en los asuntos de Estado, decretó su expulsión de todos los dominios de la corona, lo que incluía el Virreynato de la Nueva España. Los jesuitas tuvieron que marcharse y dejaron las misiones diseminadas por todo el virreinato. El mismo año 1767 los jesuitas fueron sustituidos por dieciséis franciscanos, que estaban en la zona de Querétaro desde 1749, y que continuaron la gran labor de los jesuitas.

A pesar de la labor realizada por los jesuitas, California fue casi ignorada durante doscientos años, hasta que España dio cuenta de que California necesitaba defensas más fuertes para luchar contra ingleses y rusos que avanzaban por esta zona. Dos años después de la expulsión de los jesuitas, en 1769, el rey nombró al catalán Gaspar de Portolá gobernador de la Baja California. Fue allí acompañado por los franciscanos y Fray Junípero fue para hacer cabeza y organizar las misiones allí donde ellos hiciesen asentamientos.

Con la Guerra de la Independencia de México (1810-1821), esta parte de la Alta California dejó de ser española para pasar a ser una de las tres provincias interiores de México. En 1822 comenzó la transición pacífica de esta zona al nuevo estado mexicano. Veinticinco años después el gobierno mexicano perdió la Alta California ante los Estados Unidos por el Tratado de Guadalupe Hidalgo, firmado al final de la guerra entre los dos estados (1846-1848) y como condición para la obtención de la paz.

Fray Junípero misionero


Ni las clases que daba a la Universidad, ni su doctorado, ni la predicación, ni la fama que tenía, hicieron que Fray Junípero dejara de sentir la necesidad de ir a las misiones. En 1749 dejó la Universidad, la predicación y la isla y zarpó desde Cádiz, con veinte franciscanos más, hacia Nueva España (México) para dedicarse a misionar por tierras americanas. No fue una decisión infantil o improvisada, sino una respuesta a la vocación que sentía de dar a conocer a Jesucristo a la gente de las tierras americanas. Tenía 36 años.

En Sierra Gorda (1749-1758) – En diciembre de 1749 esta veintena de franciscanos que salieron de Cádiz llegaron a Veracruz y de allí fueron a México. Todos fueron en carruajes, pero Fray Junípero y otro franciscano hicieron el recorrido a pie, un trayecto de 400 km, en el que un insecto lo picó en una pierna y le quedó una llaga con una dolencia de por vida. Una vez en México fue destinado a las misiones de Sierra Gorda, en la cordillera del actual estado mexicano de Querétaro, a 200 km al norte de ciudad de México, donde estará durante diez años con los también mallorquines Fray Francisco Palou (que se convirtió en el biógrafo de Fray Junípero) y Fray Juan Crespí.

Aquí vivían los indios pame y en estas misiones llegaron a reunir 3.500 indios y organizaron la estructura catequética y laboral de la zona de tal manera que se convirtió en modelo para las otras misiones. Cuando llegó Fray Junípero lo primero que hizo fue aprender su lengua y trabajar por su formación integral como personas y su promoción material, tanto a los hombres como a las mujeres. Iniciaron la edificación de un templo y despertó en ellos el hábito del trabajo -que lo tenían dormido por el entorno y su manera de vivir-, les enseñó a leer y escribir, a cultivar la tierra, criar ganado y muchas otras tareas y oficios como carpintero, herrero o hacer de albañiles; a las mujeres les enseñó cocina, costura y la confección de tejidos. También los adiestró en el canto, la pintura, el teatro, la música… de modo que mejoró en muchos aspectos la vida de los indígenas. También se preocupó de la evangelización: reorganizó la catequesis, bautizó los indígenas, y celebraba las fiestas religiosas de acuerdo con las formas de hacer de los indios y sus manifestaciones de religiosidad popular.

En México (1758-1769) – En 1757 los franciscanos habían establecido una misión entre los indios apaches. Era una misión peligrosa y querían que fueran Fray Junípero y el Padre Palou. Por este motivo el 1758 dejó Sierra Gorda y fue a México para preparar el viaje, pero hubo un alboroto por parte de los indios en la misión y el virrey decidió esperar hasta que la zona estuviera apaciguada. Por este motivo Fray Junípero se quedó en el Colegio apostólico de San Fernando, en la ciudad de México, donde trabajó durante diez años, para los cuatro obispados del país, haciendo de maestro de novicios, Comisario de la Inquisición, consejero del padre superior… Pero por encima de todo se dedicó a predicar misiones populares en la parte central y meridional de México donde recorrió, con su cojera, más de 4.500 km a pie. Cabe decir que las distancias en km de México a los pueblos que iba no eran cortas: Mezquital 455, Guadalajara 500, Puebla 125, Tuxpam 325, Oaxaca 460, Huaxteca 100…

En California (1769-1784) – El inicio de la tarea evangelizadora de los franciscanos en California se inició en 1769, cuando Fray Junípero acompañó el catalán Gaspar de Portolá a la Baja California como Presidente de los Misioneros de la Baja California. Se establecen en el Real de Loreto, a 2.000 km de México, donde habían comenzado las misiones los jesuitas y que tuvieron que marchar al ser expulsados de las tierras de España. También fueron los mallorquines Fray Francisco Palou y Fray Juan Crespí. Una vez allí Portolá decide ocupar la costa norte, la Alta California, y aquí nacerán las misiones franciscanas.

En 1772 se decide que los dominicos se hagan cargo de la Baja California y los franciscanos de la Alta California y que establezcan una frontera entre ellos. Los franciscanos dejan la península de la Baja California y al marchar el Padre Palou marca la división entre las dos Californias clavando una cruz de madera en el suelo, cruz que se la conoce como la Mojonera de Palou, donde hoy pasa la autopista Tijuana-Ensenada.

En la Alta California, 1.000 km al norte de Loreto, comienza a fundar las misiones, lo que posibilitó establecer los fundamentos del cristianismo en California, mejorar la vida de los indígenas y su formación como personas, ya que los indios de esta zona no conocían la agricultura ni la ganadería y su alimentación se limitaba a la recolección de frutas y raíces silvestres, a la caza y la pesca. No acostumbraban usar vestimenta y para protegerse del frío cubrían sus cuerpos con pieles de animales. Los enseñaron a leer y escribir, a cultivar la tierra y a criar ganado, además de dar a conocer la doctrina de Cristo. Aquí se estarán durante más de cincuenta años y llegaran a fundar 21 misiones (Fray Junípero fundó 9).

La fundación de las misiones se hizo de manera escalonada y una a una. Una vez escogido el lugar se plantaba un campamento y se empezaba a trabajar: se construían cabañas de madera, una capilla rudimentaria y se protegía la zona con una empalizada: ya estaba fundada la misión. Se empezaba por las misiones, donde vivían los franciscanos; a su lado se fundaba un pueblo con los indios conversos, y en unos lugares determinados se construían los "presidios", lugares donde vivían los soldados para proteger y ocupar el territorio. A partir de ahí comenzaba la siembra, la búsqueda de ganado… Con el paso del tiempo se cambiaban las construcciones de madera por otras hechas de piedra, ladrillos cocidos o adobe, construcciones grandes, hechas con materiales de construcción y pensadas para poder vivir mucha gente y que la región fuera un lugar que abasteciera de comida para todos, tanto cereales y vegetales como animales.

Para ir de misión en misión se iba por un camino de herradura, la única vía de comunicación terrestre. La una de la otra estaban a una distancia de un día a caballo o tres días a pie. Poco a poco se había de ensanchar el camino para facilitar la ida a la próxima misión. Esto fue una tarea ardua que duró muchos años, pero que dio lugar al Camino Real de California, un camino de casi 2.000 km que enlaza el rosario de misiones desde la primera misión de los jesuitas, Loreto, en Baja California (hoy México) y la última misión de los franciscanos, en San Francisco Solano, en Sonoma, en la Alta California (hoy USA). De la protección de este camino se encargaba la Primera Compañía Franca de Voluntarios de Cataluña.

Hoy la Carretera 101 de California, que va de Los Ángeles a San Francisco por la costa del Pacífico, recuerda el viejo Camino Real de las fundaciones franciscanas.

En 1822 se inició la transición pacífica del dominio mexicano de España al nuevo estado mexicano. Terminaba el dominio español y se iniciaba el declive del Camino Real, que acabaría con la secularización de muchas misiones a partir del 1834.

Fray Junípero consiguió que estas misiones fueran verdaderos graneros, grandes centros ganaderos y que cada una fuera autosuficiente. Consiguió poner las primeras piedras para la creación de una base económica de carácter agrícola en la costa del Pacífico de los Estados Unidos.

Todavía hay los restos de una forja catalana, en la misión de San Juan Capistrano. Es la instalación industrial más antigua de California (1790) y de las más antiguas de los Estados Unidos. En 1783 se hizo el primer vino producido en la Alta California y también salió de la bodega de la misión de San Juan de Capistrano. Con el tiempo, además, las misiones han sido el núcleo de muchas ciudades que han conservado el nombre que Fray Junípero les puso. Las huellas de Fray Junípero no fueron en vano.



Nota del blogger: el pasado 23 de septiembre fue canonizado por el Papa Francisco en su viaje a Estados Unidos.

(En el fondo la Misión de San Juan Capistrano,1776)

sábado, 26 de septiembre de 2015

EL PROCESO DE LA INDEPENDENCIA DE MÉXICO Y "LOS GUADALUPES"


Logo usado por Los Guadalupes para identificarse

Preámbulo



De la sociedad secreta de Los Guadalupes, puede no ser mucho lo que se conoce, sin embargo su huella es visible en el proceso de la Independencia de México. Podría en las siete cuartillas de este trabajo haber resumido su actuación con algunos nombres y fechas, pero no habrían quedado claros ni su origen, ni su participación.

La historia de México se enseña a saltos, destacando sus batallas o a ciertos personajes. Así hay enormes huecos entre el movimiento autonomista de 1808 y el movimiento armado de 1810, encabezado por Hidalgo, y de ahí brincamos a la figura de Morelos. En mi post “El mando insurgente tras la captura de Miguel Hidalgo” quise subsanar el hueco dejado entre Hidalgo y Morelos y reivindicar el liderazgo de Ignacio López Rayón, en cuya época se manifiesta plenamente ésta sociedad secreta. Ahora busco subsanar el hueco existente entre los movimientos de 1808 y 1810 y principalmente ofrecer a ustedes como se reescribe la historia de la Independencia bajo la pluma de la doctora Virginia Guedea, investigadora por excelencia de Los Guadalupes. Serán testigos de cómo el proceso de la independencia se dio de una manera natural y lógica, evolucionando de acuerdo a las circunstancias y sin ninguna interferencia externa.

Este trabajo se referirá exclusivamente al proceso de gestación de esta sociedad, y en posterior análisis expondré ya su actuación durante la lucha de Independencia.


Introducción


Desconocido por muchos, minimizado por otros, el grupo secreto de Los Guadalupes que funcionó en la Ciudad de México durante los inicios de la lucha de independencia, ha querido ser reivindicado por la masonería como suyo, pero la verdad es que antes que una sociedad secreta, fue una corriente de pensamiento y de voluntad de los criollos novohispanos y de algunos mestizos y peninsulares que la compartieron. Ignorado por la “historia oficial” de los regímenes emanados de la “revolución mexicana”, fue un movimiento importante que puso en jaque al virreinato y a sus instituciones, que tuvo sus propias conspiraciones, aunque abortadas y que finalmente prestó una ayuda invaluable a nuestros “Padres de la Independencia” Miguel Hidalgo y Costilla, Ignacio López Rayón y José María Morelos.

Años después, muchos de sus miembros, se adhirieron al movimiento encabezado por Agustín de Iturbide y algunos de ellos signaron el Acta de Independencia del 28 de septiembre de 1821, aunque los detractores de Iturbide -en su ignorancia- los señalen como amigos e incondicionales del consumador de la Independencia de México.


El proceso de emancipación de la Nueva España


Absurdo sería suponer que este proceso se inició en las tertulias celebradas en la casa del Corregidor de Querétaro don Miguel Ramón Sebastián Domínguez Alemán y con el posterior grito de independencia dado en la madrugada del 15 de septiembre de 1810. El proceso de emancipación fue un proceso lento, generado a través de los tres siglos que duró la Colonia. Fue un proceso de formación de un pueblo nuevo, de maduración de los novohispanos, que inicialmente aspiraron a la autodeterminación y posteriormente a la total independencia del Imperio Español para formar un Estado nacional.

A muchos sorprenderá, que por siglos, -una vez terminada la conquista de los territorios descubiertos-; no hubo un ejército en la Nueva España, simplemente porque no se le necesitaba. Fue el monarca absolutista Carlos III (1759-1788) quien mediante las llamadas “Reformas Borbónicas” decretó la creación de un ejército en las colonias, que a pesar de todo no llegó a ser muy numeroso.

La dinastía de los Borbones, que sustituyó a la Casa de los Austria a partir del año 1700, con sus Reformas, impuso graves cargas impositivas y financieras a los novohispanos y a los americanos de todas las colonias españolas, además de que lastimó sus creencias y sentimientos con la expulsión de los Jesuitas en 1767, lo que llevaría a un descontento que afloraría políticamente a partir de 1808.

Finalmente está la coyuntura que representó la invasión de Napoleón a España en 1808 y la subsecuente abdicación forzada de Carlos IV y Fernando VII, lo que llevó a la formación de Juntas Soberanas de Gobierno, -en las que recaía el poder ante la ausencia del rey- tanto en España como en América.


El antecedente autonomista de 1808


Fueron los letrados criollos del Ayuntamiento de México: licenciados Francisco Primo de Verdad y Ramos y Juan Francisco de Azcárate, quienes sesión del 19 de julio de 1808, propusieron la reunión de una junta de autoridades que se ocupase de defender el reino del peligro francés y que llenase el hueco existente entre las autoridades novohispanas y la soberanía. Así pues “el Ayuntamiento de México se convirtió en portavoz de aquellos sectores criollos capitalinos cuyos intereses no tenían mayores ligas con la metrópoli y que en una u otra forma se hallaban descontentos, presentándoles una alternativa de acción concreta. El virrey José de Iturrigaray (1803-1808), se sintió atraído por la propuesta del Ayuntamiento y la apoyó, iniciando una serie de sesiones para determinar la forma de ponerla en práctica. Por su parte los ministros de la Audiencia de México –con excepción del Alcalde de Corte, el criollo, Jacobo de Villaurrutia- se opusieron, dando un golpe de estado la noche del 15 de septiembre, apresando al virrey. En ello fueron encabezados por el hacendado peninsular Gabriel del Yermo, con la anuencia de la mayoría de ministros de la Audiencia, del arzobispo Francisco Javier de Lizana y Beaumont y del inquisidor Isidro Sáinz de Alfaro. Para la aprehensión del virrey, sus captores habían constituido un llamado cuerpo de Voluntarios de Fernando VII, el cual previamente había adquirido gran prepotencia y que se convirtió en el guardián del nuevo orden.

Se declaró a Iturrigaray separado del mando, nombrándose en su lugar al mariscal de campo Pedro Garibay. Los licenciados Francisco Primo de Verdad y Ramos y Juan Francisco de Azcárate, conjuntamente con el mercedario fray Melchor de Talamantes, el canónigo José Mariano Beristáin y el auditor de guerra, licenciado José Antonio del Cristo y Conde, fueron puestos en prisión. Este último sería después reconocido como miembro del grupo de Los Guadalupes.

Este intento de participar legalmente en la conducción de la vida política y su represión por un puñado de peninsulares, que actuaron con cautela y sigilo, parece ser que fue lo que llevó a los novohispanos a seguir el camino del secreto y la conjura, pero también les hizo comprender la posibilidad de la independencia y su poder para sostenerla.

Carlos María de Bustamante afirma que: “Desde aquel momento y por tan escandalosa agresión quedaron rotos para siempre los lazos de amor que habían unido a los españoles con los americanos”


Los viveros de Los Guadalupes


<<Fueron dos instituciones capitalinas que en un principio y de manera formal, facilitaron a los Guadalupes su eventual integración. Una, el Colegio de Abogados, del que eran miembros muchos de ellos y cuyo sentido de corporatividad reforzó la cohesión que les brindaba el lazo de su profesión. La otra el Ayuntamiento de la Ciudad, del que algunos de ellos fueron también miembros y cuyos esfuerzos por alcanzar una mayor participación en la vida pública de la Nueva España atrajeron y articularon los intereses autonomistas de numeroso criollos capitalinos.>>[1]


El virreinato de Pedro de Garibay (16 de septiembre de 1808 al 19 de julio de 1809)


<<Fue la suya una época muy propicia a la inquietud y al desasosiego, tanto por los sucesos que habían provocado su elevación al puesto más alto del virreinato y que despertaron bastantes y bien fundadas dudas sobre su legitimidad, como por la situación tan crítica en la que se hallaba la propia España. La metrópoli parecía incapaz de mantener el control sobre su vasto imperio; mucho más de ocuparse de su defensa.

El corto periodo de Garibay, que debió ser de pacificación y conciliación, lo fue de discordia y división. El influjo y preponderancia que durante los primeros meses de su gobierno alcanzaron los peninsulares golpistas, así como la injerencia de la Audiencia en todas las decisiones de gobierno, no hicieron más que avivar el rencor y el desconcierto de numerosos criollos capitalinos, que veían a sus agresores dueños por completo de la situación.>> [2]

El virrey temeroso tanto de los golpistas que lo habían nombrado como de los militares criollos que había servido bajo el gobierno de Iturrigaray, -inconformes con su prisión- dispuso la disolución del Cantón de tropas que existía en Jalapa[3], así mismo dispuso la disolución del cuerpo de Voluntarios de Fernando VII, lo que molestó muchísimo a sus integrantes.

Hubo algunos inconformes como el capitán Joaquín Arias que intentó liberar a Iturrigaray o protestas de algunos peninsulares que consideraron ilegal lo ocurrido, como las del coronel Joaquín Colla o las del mayor Martín Ángel Michaus, ambos del Regimiento de Comercio de México. Sin embargo la mayoría permaneció en aparente pasividad, por temor a persecuciones o sanciones de otra índole. Pero en el fondo, se empezó a tomar conciencia de la imposibilidad de lograr un cambio por la vía legal, así como de la efectividad de los peninsulares que con pocos individuos había podido deponer y apresar a la máxima autoridad, gracias a la cautela y sigilo de su proceder, es decir, mediante el camino del secreto y la conjura.

Señal del descontento fueron los numerosos pasquines, cedulitas y otros escritos anónimos que se repartían y fijaban. No se conoce en esta época aún la existencia de un grupo o un plan de acción definido, ya que las expresiones se hacían de manera individual.

La actuación de Garibay tampoco satisfizo a los golpistas, quienes pidieron a las autoridades de la metrópoli su relevo, solicitando una persona enérgica y capaz, así como el envío de tropas suficientes para sostener el control peninsular.

Mientras tanto en España, a partir del 25 de septiembre de 1808, se había logrado instalar en Aranjuez una Suprema Junta Central Gubernativa del Reino, misma que fue reconocida por las autoridades novohispanas y a la que se enviaron cuantiosos auxilios en efectivo. Para conseguir el apoyo de los dominios que constituían la monarquía, el 22 de enero de 1809 se emitió un decreto que reconocía que los reinos americanos debían tener una participación en ella. Este decreto dado a conocer en la ciudad de México el 15 de abril del mismo año, venía a avalar las pretensiones que en 1808 había sostenido el Ayuntamiento de México de ser parte integrante de la monarquía española y no meramente una colonia. Por otra parte al designar a los ayuntamientos de las capitales de provincia el proceso de elección de candidatos, reconocía que era en estas instituciones en quienes residía la representación de las provincias del reino. Este decreto vino pues, a abrir a los novohispanos una vía de participación política, que parecía cancelada con el golpe de 1808 y reavivó las esperanzas de los autonomistas.

Otra preocupación de la Suprema Junta era defender los territorios de ultramar, no tanto de una invasión armada de los franceses, sino más bien de la infiltración de agentes subversivos enviados por Napoleón.


El virreinato de Francisco Javier de Lizana y Beaumont (19 de julio de 1809 al 8 de mayo de 1810)


La Suprema Junta Central, con fundamento en los informes recibidos desde la Nueva España Y buscando restablecer la armonía en ella, nombró como virrey al arzobispo de México Francisco Javier de Lizana y Beaumont, quien tomó posesión el 16 de julio de 1809. Su actitud como virrey iría con la que le correspondía como obispo, lo que no satisfizo a los peninsulares golpistas.

<<La actitud benevolente de Lizana fue percibida por todos los novohispanos y varios de ellos como José Beye de Cisneros, reconocieron que obró “…con imparcialidad, sin distinción entre Europeos y Americanos”. Sin embargo para los novohispanos descontentos el arzobispo-virrey no dejaba de ser una más de las autoridades que habían apoyado el golpe peninsular, por lo tanto opuesta a sus intereses y cuyos intentos de conciliación no les parecían mucho de fiar. Por ello consideraron a su gobierno como el momento propicio, no ya para zanjar diferencias, como Lizana pretendía, sino para organizarse con más calma y eficiencia para lograr sus aspiraciones. tanto fue así, que durante su gestión surgió el primer movimiento organizado en contra del régimen que encontramos después del golpe de estado de 1808, la conspiración llamada de Valladolid, planeada por un grupo de criollos descontentos, partidarios de alcanzar una mayor autonomía, que intentaban cambiar el estado de cosas>>[4]

Una de las preocupaciones de Lizana fue defender al territorio de una invasión francesa y para ello reinstaló el Cantón de Jalapa, formó nuevos cuerpos de milicias y concentró tropas en San Luis Potosí. Varios novohispanos compartieron esta inquietud, entre ellos habría que mencionar a futuros “Guadalupes” como el licenciado Juan Nazario Peimbert y Hernández quien propuso a Lizana la creación de un ejército de 200,000 indígenas que se llamaría “El Irresistible de Naturales Voluntarios de Fernando VII”. También el gobernador de la parcialidad de San Juan, Dionisio Cano y Moctezuma (futuro Guadalupe), ofreció a los indios a su cargo para participar en la defensa del reino, pero ningún de estas propuestas fue aceptada por Lizana.


La conspiración de Valladolid (septiembre a diciembre de 1809


Entre los conjurados se encontraban militares, eclesiásticos, abogados y propietarios cuya finalidad era evitar que la Nueva España fuera entregada a los franceses por los peninsulares que aquí residían. Para ello planeaban establecer una junta que gobernase a nombre del rey si la península era sometida por los franceses. Su objetivo si bien era similar al del ayuntamiento de México de 1808, en su ejecución era totalmente distinto, ya que el secreto, el actuar en sigilo, eran ahora fundamentales. Así mismo se pensaba ahora en un golpe de fuerza mediante el apoyo de grandes grupos armados, para lo cual contaban con el regimiento provincial de infantería, con los piquetes comandados por Michelena y Quevedo y con los indios de los pueblos aledaños.

Las cabezas eran el capitán José María García Obeso, el teniente José Mariano de Michelena, y el franciscano fray Vicente de Santa María, pero aparecen nombres interesantes como el de Antonio Cumplido, quien junto con José María Morelos y José María Liceaga integraría el poder ejecutivo en septiembre de 1815. Se menciona aunque sin pruebas suficientes a Ignacio Allende, Mariano Abasolo y al mismísimo Agustín de Iturbide.

La conspiración fue denunciada por Luis Gonzaga Correa uno de los conjurados, apresándose a muchos de ellos, los que fueron tratados con mucha suavidad, gracias a la actitud benevolente del obispo-virrey. Su abogado defensor fue Carlos María de Bustamante, a quien se relaciona con Los Guadalupes.

Finalmente los comerciantes de la Nueva España intercedieron a través de los comerciantes de Cádiz que integraban la Junta para que fuese removido el arzobispo Lizana. La Regencia del Reino, -recién instalada- así lo hizo y en su lugar nombró a la Audiencia de México.


El gobierno de la Audiencia de México (8 de mayo al 14 de septiembre de 1810)


La Audiencia de México constituía el más firme apoyo de los peninsulares, lo que la había llevado a apoyar el golpe de estado de Gabriel del Yermo. Por esta razón se identificaba ya con un grupo minoritario y era vista con suspicacia por la mayoría de los novohispanos. Por otra parte en la misma Audiencia existían desacuerdos a raíz de la prisión de Iturrigaray.

<<Los criollos descontentos continuaron buscando la manera de alcanzar una mayor participación política y algunos de ellos fueron ya más lejos al pretender excluir del poder a los europeos. El gobierno de la Audiencia fue, pues un periodo de preparación, de incubación en el que esperaban de un momento a otro poder lanzarse a una acción decisiva. “En el poco tiempo que la Audiencia gobernó, iba tomando más cuerpo el mal que todos los días se hizo más y más terrible. No hubo estado, ni clase de la sociedad que no se iba inficionando de aquel veneno”, diría Salaverría algunos años después […] A pocos días de encargarse la Audiencia del gobierno de la Nueva España dio a conocer en la ciudad de México el decreto, dado por la regencia el 14 de febrero de 1810, que establecía que los dominios españoles de América y Asia debían tener representación en las Cortes que próximamente se celebrarían en la península. Para ello ordenaba proceder de inmediato a la elección de sus representantes, la que debía hacerse por medio de los ayuntamientos de las capitales de las provincias. Se dio paso a su cumplimiento desde luego y a finales de 1810 y principios de 1811 los diputados propietarios por la Nueva España tomaron posesión en las Corte generales y extraordinarias instaladas en la Isla de León desde el 24 de septiembre de 1810.>>[5]

Si bien este proceso vino a reafirmar los sentimientos autonomistas de muchos novohispanos y a abrirles una nueva vía de participación política, estos ya tramaban una nueva conspiración contra el régimen virreinal, puesto que ya habían perdido la confianza de lo que se hacía en España para mejorar su suerte. <<En vez de esperar de la metrópoli la solución de sus problemas consideraron mejor actuar concentrados en sus propias fuerzas. Mier describe dramáticamente el momento: “Sí, la ira estaba ya atesorada: los sucesos de España no han prestado sino la ocasión favorable de sacudir el yugo insoportable: la persecución de los criollos por los oidores encendió la mecha, la impericia, parcialidad e injusticia del gobierno de España la sopló: vamos a ver como se aplicó a la mina, y resulto por fin la explosión.”>>


El virreinato de Francisco Xavier Venegas de Saavedra y Rodríguez de Arenzana (14 de septiembre de 1810 a 4 de marzo de 1813)


Obviamente el gobierno de la Audiencia de México fue temporal. La Regencia del Reino designó como virrey a Francisco Xavier Venegas, militar destacado en la península en su lucha contra los franceses. Venegas desembarcó en Veracruz a mediados de agosto y tomó posesión unas horas antes de que el cura Miguel Hidalgo se lanzara a la rebelión. Es más el mismo día 15 de septiembre el virrey celebró una junta en Palacio, para dar a conocer a las nuevas autoridades, las gracias otorgadas a los donantes y la solicitud de envío de nuevas remesas a la península.

La difusión del pronunciamiento de Miguel Hidalgo, indudablemente alegró a los novohispanos inconformes, no así la actuación sanguinaria de la chusma incontrolable que lo seguía y les planteó un dilema con dos caminos igualmente peligrosos: <<Por un lado apoyar una rebelión que les era en cierta medida ajena, no por quienes se hallaban al frente de ella sino por la composición, origen, intereses y comportamiento de los grupos rebeldes, que además se mostraba terriblemente destructiva y cuyos objetivos no estaban definidos con claridad, pero a la que quizás por esto último se podría encauzar para el logro de determinados propósitos. Por otro, aceptar indefinidamente la sujeción, la represión, el sometimiento, en espera de la ocasión adecuada. Semejante disyuntiva haría difícil la toma de una decisión. En muchos casos, llevaría a mantenerse a la expectativa e, incluso, a jugar a la vez con ambas posibilidades.

Esta indecisión se percibiría claramente al acercarse Hidalgo a la ciudad de México a fines de octubre. Sólo unos cuantos individuos acudieron al llamado del virrey para defenderla de los insurgentes. También por ello fue que, a pesar de las simpatías con que contaba Hidalgo entre ciertos sectores capitalinos, nadie hizo nada para facilitarle la entrada “…en una ciudad que habiendo sido el foco principal de la revolución, contenía más que ninguna otra los elementos de ella”, según Alamán. Y sin duda esta actitud influyó en la retirada de Hidalgo y sus huestes […] Zerecero nos dice que a la llegada de Hidalgo cerca de México estos partidarios actuaban sin orden ni concierto y que al retirarse las tropas insurgentes comenzaron ya a tratar de organizarse. Según él, fue entonces cuando se fundó una sociedad secreta partidaria de la insurgencia llamada de "El Águila", que se convertiría posteriormente en la de "Los Guadalupes". También nos informa que Antonio del Río e Ignacio Valverde –este último pariente suyo-, que salieron de México y se unieron a Hidalgo cuando éste se hallaba en Las Cruces, fueron los primeros en establecer comunicaciones entre los jefes insurgentes y aquella sociedad. Para Timmons, “Aunque existe algún desacuerdo entre los distintos autores sobre cuando se originó la sociedad, probablemente se creó después del Grito de dolores”. Con lo anterior coincide Ernesto de la Torre, al afirmar que, “La formación de este grupo debió partir de la existencia de diversos núcleos comprometidos en el movimiento de 1810, los cuales trataron de apoyarlo de diversas formas. Por desgracia Zerecero no nos da mayor información sobre la manera en que esta agrupación inició sus trabajos. Tampoco la dan los otros autores mencionados. Por mi parte, no he encontrar nada que confirme estas aseveraciones.>>[6]


Jorge Pérez Uribe

Notas:
[1] Virginia Guedea, En busca de un gobierno alterno: Los Guadalupes de México, Universidad Autónoma de México, México, 2010
[2] Ibídem
[3] En este Cantón entablaron amistad el capitán José Mariano de Abasolo y el capitán Ignacio María de Allende y Unzaga, también participarían el capitán José María García Obeso, el teniente José Mariano de Michelena y el subteniente Agustín de Iturbide.
[4] Ibídem
[5] Ibídem
[6] Ibídem

martes, 15 de septiembre de 2015

SE REESCRIBE LA HISTORIA DE MÉXICO A PARTIR DE SU INDEPENDENCIA




El paradigma de la Independencia nacional



Por décadas padecimos una historia oficial circunscrita a un paradigma [1] que era el marco de pensamiento que sostenía a los regímenes políticos “emanados de la revolución mexicana” y que dieron origen al Partido Nacional Revolucionario (PNR), posteriormente al Partido de la Revolución Mexicana (PRM y finalmente al Partido Revolucionario Institucional (PRI). Este grupo político gobernó a México por 71 años, bajo un sistema corporativo inspirado en el fascismo de Mussolini y con un sistema electoral ad hoc, que permitía la “aplanadora del “partido oficial” y que fue conocido como el priiato. 

Fundamental dentro de este grupo era el control de las mentes y de la cultura, por lo que la Secretaría de Educación Pública, creada por el humanista José Vasconcelos, -que a la postre sería el gran enemigo de éste grupo-, fue adaptada como el instrumento para moldear la mente de las nuevas generaciones. Para ello se creó el “libro de texto único” en el cual se cambió la palabra de “único” por la de “gratuito”. Se conformó un grupo de artistas y literatos -que generosamente retribuidos por el gobierno- contribuirían al fortalecimiento de la ideología revolucionaria, entre ellos figuran los “genios" del muralismo mexicano (Rivera, Orozco, Siqueiros).

Las generaciones posteriores a la revolución mexicana y a la institución del partido hegemónico resultante de la misma, fuimos educados –gracias a la Secretaría de Educación Pública y al libro de texto único- dentro de ciertas ideas que llegaron a ser verdaderos dogmas históricos. Se seguía la “antítesis liberalismo versus absolutismo”. Quién osara disentir de ellos era marginado, dentro de las instituciones académicas, editoriales y colegiadas que controlaba el todopoderoso sistema político del Estado Mexicano.

Uno de los dogmas históricos de esta enseñanza es que los padres de la independencia eran lectores asiduos de los ideólogos y próceres de la Revolución Francesa, así como su pertenencia a logias masónicas, en dónde habrían abrevado las nociones de libertad, igualdad e independencia; y gracias a las cuales se obtuvo finalmente la independencia. Este dogma era fundamental ya que en el sustrato del sistema revolucionario liberal, los postulados de la revolución francesa y del jacobinismo eran fundamentales, además de que las logias masónicas gozaban de una gran influencia dentro del partido de Estado y las instituciones del gobierno, incluyendo las fuerzas armadas.


El “descubrimiento” de un amante de la historia nacional



Inicié mi inmersión sistemática dentro de nuestra historia colonial e independiente, en el año de 2009 dentro del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM), entonces bajo la dirección del licenciado Luis Manuel Villalpando, considerado por el sector oficial como conservador, (aunque he conocido pocos historiadores con la devoción que él profesa a Benito Juárez y a otros liberales, así como el repudio que ostenta frente a Agustín de Iturbide). Como quiera que sea, desmarcó al INEHRM del control ideológico de la “Revolución Mexicana”.

Se acercaba el bicentenario de nuestra independencia que se celebraría en 2010, así es que en el segundo bimestre de 2009, el INEHRM ofreció el curso sobre “La Nueva España borbónica preludio de la Independencia”. En 2010 se ofrecieron dos cursos semestrales sobre “La Independencia de México 1810-1821”. Posteriormente siguieron cursos sobre el Siglo XIX, EL Siglo XX. También me incorporé a los cursos ofrecidos por la Academia Mexicana de Historia. 

Esta inmersión me llevó a conocer a la nueva generación de historiadores (ya conocía a la vieja generación conformada por Jean Meyer, Enrique Krauze, Josefina Zoraida Vázquez, Javier Garciadiego, Ernesto de la Torre Villar (qepd), etc.). También descubrí una amplia bibliografía –desconocida para mí hasta entonces-. Quizá lo más importante fue participar de sus inquietudes e investigaciones. Fue así como percibí que estos nuevos historiadores e investigadores (doctores en su mayoría) estaban reescribiendo la Historia Nacional, libre ya de prejuicios y dogmas de la ideología post revolucionaria, en forma callada, pero eficiente y científica.


La reescritura de la historia nacional


Es en los 90´s, cuando aparece una nueva generación de jóvenes historiadores, distinta a la anterior. Estos nuevos historiadores libres del paradigma mencionado, buscan la verdad histórica en las evidencias, en la documentación existente. Si no hay evidencia histórica sustentable se desechan las suposiciones y así se afirma “hasta la fecha no hay evidencia histórica de esto o de lo otro”.

También a partir de esta década se da la proliferación de escritores pseudo historiadores como Francisco Martin Moreno, José Luis Trueba Lara, Paco Ignacio Taibo II, Sara Sefcovich o Pedro J. Fernández. Algunos de ellos gozan de un gran éxito literario, explotando las filias y fobias de la juventud actual.

Los nuevos historiadores son más científicos que novelistas, y han decidido sumergirse por años en El Archivo General de la Nación, en los Archivos de Indias de Sevilla, en los de la Universidad de Austin, Texas, en la Biblioteca del Senado de los Estados Unidos, etc.

Estos historiadores se han ganado mi respeto no nada más por su sapiencia, sino por su honestidad intelectual y humildad, demostrada al no querer hacer afirmaciones fáciles y suposiciones aventuradas frente a lo no demostrado y que contrasta con la soberbia del “historiador de cafetería” o de “sobremesa” al que todos conocemos cuya fuente es alguna novela o distorsionada película, a la que defiende como la “verdad absoluta”, sin mayores argumentos.


Habla la nueva generación de historiadores



<<El primer cambio fundamental que llevó a la formulación de nuevas interpretaciones y la ampliación de las temáticas fue la reconsideración sobre el pensamiento político que alimentó el proceso de emancipación. La historiografía tradicional, heredada del liberalismo decimonónico, presentaba a la independencia como resultado de las ideas de la Ilustración, y en particular de la filosofía francesa; pero desde hace poco más de cincuenta años ese planteamiento comenzó a ser cuestionado. Alfredo Ávila relata cómo diversos autores, en particular Luis Villoro, recuperaron la filiación teológica, la importancia del saber jurídico y del constitucionalismo histórico en los pensadores novohispanos y próceres de la independencia como Hidalgo y Morelos. Después el estudio del pensamiento político de la emancipación tuvo un receso de aproximadamente dos décadas, y ha sido recuperado en fechas recientes, con trabajos interdisciplinarios y metodologías novedosas —que incorporan propuestas de la nueva historia intelectual y campos de estudios más amplios—. Estos análisis han procurado localizar no sólo las rupturas sino también las continuidades del proceso; han evidenciado que de un “sustrato cultural común” podían surgir posiciones políticas muy distintas (p. 42); y sobre todo, han redimensionado el impacto de las ideas, al mostrarlas como hechos históricos en sí mismos, que por una parte dependen del contexto, las circunstancias y la forma en que son enunciadas, y por otra inciden directamente en los acontecimientos y en la toma de decisiones políticas

Colocar dentro de la tradición hispánica las ideas de los novohispanos que participaron en la independencia favoreció que hechos antes entendidos simplemente como antecedentes del movimiento ahora se consideren parte integral del mismo. Así, prácticamente en todas las áreas de la disciplina se concede mayor importancia a los acontecimientos ocurridos en la metrópoli a partir de 1808, a las reacciones que despertaron en los miembros del Ayuntamiento de México y al movimiento en contra del virrey Iturrigaray. Como menciona Alfredo Ávila, ese momento fue un punto de quiebre, que colocó a los actores políticos y sociales frente a una realidad que seguramente hasta ese momento les era desconocida: el presente y el futuro estaban en sus manos, no en un orden preestablecido.>> [2]


   


El regreso del Partido Revolucionario Institucional (PRI) al gobierno de la República.

EL 1° de diciembre de 2012 regreso el PRI al gobierno de la República, tras doce años de ausencia en que gobernó el Partido Acción Nacional. Con el PRI regresó al INEHRM la “vieja guardia” de la historia representada por la Dra. Patricia Galeana Herrera, esposa de otro conocido político de la “Revolución Mexicana”, Diego Valadés Ríos, -Procurador General de Justicia del Distrito Federal, Procurador General de la República y Ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación-, entre otros cargos desempeñados durante el priiato.

La Dra. Galeana, actual directora del INEHRM es fiel observante del paradigma comentado. A su decir, es relatora de la logias masónicas y quizá por ello sostiene que Miguel Hidalgo y Costilla fue iniciado en la masonería en el callejón de “Las Ratas”. Al respecto la nueva generación está de acuerdo en que la masonería es introducida en Nueva España hacia 1812, traída por las tropas expedicionarias que venían a combatir a los insurgentes. Los historiadores como la Dra. Galeana, además pasan por alto, lo selectivo y la observancia del prejuicio de las castas de los primeros masones que llegaron a Nueva España, que no nada más rechazaban a las mujeres, sino a todo aquél que no fuera español nacido en España (peninsular), por lo que un criollo como Hidalgo sería rechazado inmediatamente y qué decir de un mulato como Morelos.

Por su parte los historiadores españoles afirman que en España, siempre existió poco interés en la masonería y que su fundación se debió a una carta en donde un grupo de ciudadanos británicos residentes en España solicitaban la constitución oficial de una logia en Madrid, la cual se recibió en la Gran Logia de Inglaterra el 17 de abril de 1728. Sin embargo ésta fue fue borrada en 1768 por falta de actividad. En 1729, la logia Saint John of Jerusalem solicitaba el permiso para su constitución en Gibraltar. Los historiadores consignan que en 1750, 1755 y 1772, otros grupos de ciudadano extranjeros intentaron crear logias en Madrid, Barcelona y Cádiz.

Para empeorar la situación de la masonería en España, el 20 de abril de 1738, el papa Clemente XII condenó de forma rotunda a los francmacons o Liberi muratori en su bula In eminenti, con castigo de excomunión. Ese mismo año, el 11 de octubre, Andrés de Orbe y Larreategui, Inquisidor general en España, emitía el edicto de prohibición sobre la Orden del Gran Arquitecto a todos los tribunales del Santo Oficio.

Podemos afirmar que la masonería existió sólo en forma latente en España y se reactivó con la invasión de Napoleón a España en 1808, gracias a las poderosas logias francesas, que paradójicamente, se difundieron entre los militares que luchaban contra Napoleón y de aquí fueron llevadas a Nueva España por las tropas enviadas a combatir a los insurgentes.

No obstante lo anterior la reescritura de la historia es un proceso que ya no se detendrá y cuyo proceso se advierte en los ciclos de conferencias que imparte la Academia Mexicana de Historia, en las investigaciones que se vienen realizando, así como en las recientes publicaciones de la nueva generación.

Connotados miembros de este movimiento son los Doctores en Historia: Carlos Herrejón Peredo, Virginia Guedea, Guadalupe Jiménez Codinach, Ana Carolina Ibarra, Jaime del Arenal Fenochio, Rafael Estrada Michel, Alfredo Ávila, Gerardo Lara Cisneros, y Juan Miguel Zunzunegui, entre otros.

En el próximo post referido al movimiento de Los Guadalupes, se podrá apreciar plenamente este nuevo enfoque de nuestro movimiento de Independencia.

Jorge Pérez Uribe


Notas:
[1] Teoría cuyo núcleo central se acepta sin cuestionar y que suministra la base y modelo para resolver problemas y avanzar en el conocimiento; p. ej., en la ciencia, las leyes del movimiento y la gravitación de Newton y la teoría de la evolución de Darwin. R.A.E.

[2] Alfredo Ávila y Virginia Guedea (coordinadores), La independencia de México, temas e interpretaciones recientes, México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas, 2007, 257 p

jueves, 10 de septiembre de 2015

EUROPA: LA AVALANCHA MIGRATORIA


Miles de personas de Siria, Libia, Irak y Afganistán buscan asilo en la Unión Europea, sin embargo, aunque este bloque se creó bajo las premisas de solidaridad y justicia, y algunos integrantes abren sus puertas, otros fortifican fronteras y endurecen sus leyes.


ÚN.- Macedonia quedó colapsada tras la creciente avalancha de inmigrantes provenientes de la vecina Grecia, a donde llegaron en este año unos 160 mil foráneos, sobre todo, de Siria, Iraq y Afganistán.


6 de septiembre de 2015 | Ana Anabitarte / Corresponsal/ Madrid

Durante varios siglos, millones de europeos se vieron obligados a abandonar sus países por las guerras, el hambre y la pobreza. Sólo en Alemania entre 12 y 14 millones de personas huyeron al finalizar la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), pero también lo hicieron los italianos del fascismo y los españoles del franquismo tras la Guerra Civil y la llegada de la dictadura de Francisco Franco.

Hoy es esa misma Europa a la que tratan de llegar miles de personas de distintas partes del mundo, protagonizando la peor crisis migratoria desde la Segunda Guerra Mundial (1939-1945). Para muchos inmigrantes el hecho de que es un continente en paz es motivo suficiente para recorrer miles de kilómetros. Pero además, aunque Europa empieza a salir de una crisis económica después de ocho años, algunos países como Alemania, Francia, Dinamarca y Finlandia tienen los mejores estados de bienestar del mundo, con sistemas de educación y sanidad universales y gratuitos, un mercado laboral que ofrece puestos de trabajo, prestaciones por desempleo y ciudades con altos niveles de seguridad.

Pero esa Unión Europea (UE) que se creaba hace unas décadas bajo los principios de la solidaridad y la justicia, hoy apenas si les abre las puertas. Alemania y Austria dieron muestras de lo anterior, al recibir a miles de personas, en su mayoría sirios. En contraste, muchos países del bloque ven a estos migrantes como una amenaza a su estabilidad y sus gobiernos ordenan construir muros, vallas y alambradas, endurecen sus leyes migratorias para evitar que vengan y esgrimen criterios económicos para no concederles asilo.

Hasta hace unos meses España e Italia eran los países que recibían mayor número de inmigrantes a través del Mar Mediterráneo. Hoy en día es la ruta de los Balcanes la que está desbordada. Desde que comenzó la guerra civil en Siria en 2013, unos 4 millones de personas han abandonado el país en busca de asilo. Huyen de la guerra civil, pero también del grupo yihadista Estado Islámico (EI), y se dirigen hacia el norte, ya que la vecina Jordania ha cerrado la frontera. Muchos son víctimas de las mafias y otros mueren en la larga travesía, pero eso no impide que cada día sean más los que emprenden el viaje pese a los fuertes controles fronterizos.

¿Y qué hace Europa? Incumpliendo el artículo 14 de la Declaración Universal de Derechos Humanos que establece que “en caso de persecución toda persona tiene derecho a buscar asilo y a disfrutar de él en otros países”, restringe las cuotas de refugiados e incluso hay países como Reino Unido y Hungría que se niegan a aceptar a alguno.

Los sirios no son los únicos que sueñan con alcanzar el Viejo Continente. También personas de países que están en guerra como Irak, Ucrania, Afganistán y Libia o emigrantes económicos que vienen de Irán y Paquistán, o de países africanos como Marruecos, Argelia, Somalia, Etiopía y Nigeria. Unos lo hacen a través del Mar Mediterráneo hacia España, Italia y Grecia; otros por la ruta de los Balcanes. Y no son sólo hombres, también hay mujeres, ancianos y niños.


Siria, una nación en fuga

Hoy en día es la población siria la que está huyendo de manera generalizada. Según la ONU, hay al menos 7.6 millones de personas desplazadas dentro de Siria, que tenía 23 millones de habitantes al inicio de la guerra, y 4 millones fuera del país. Todos cruzan Serbia y al llegar a Hungría, según el Acuerdo de Dublín, deben pedir asilo allí, ya que es el primer país de la UE que pisan.

En caso de ser encontrados en otro país, deben ser devueltos a Hungría. Pero esto no se cumple porque Hungría, que acaba de levantar una valla en su frontera y de anunciar que deportará a todos los emigrantes económicos, no los registra y les permite seguir su ruta hacia el norte de Europa argumentando que no se puede hacer cargo de todos ellos.

Además, aunque la Carta de los Derechos Fundamentales de la UE de 2007 garantiza el derecho de asilo, no hay un procedimiento común en los 28 países miembros. Mientras en España hay un tipo de asilo en función de la situación de la nación de origen y se revisa por si cambia, en Alemania, la mayor economía de la UE y donde 10% de sus 80 millones de ciudadanos son extranjeros, el estatus de refugiado es permanente e irrevocable y facilita la nacionalidad. Por eso es Alemania el país que más solicitudes recibe (se estima que este año recibirá 800 mil, batiendo un récord) y de los que más concede, junto con Suecia.

De nada sirvió que hace unos días se aprobara la distribución obligatoria de refugiados: 40 mil, entre los 28 países que conforman la UE según unos criterios de reparto (basados en la fortaleza económica, la productividad y el tamaño de cada país) establecidos por la Comisión Europea. Muchos gobiernos se negaron a aceptar el número que les correspondía, como España, Hungría, Reino Unido y Lituania.

La terrible noticia de la muerte, hace unos días, de 71 refugiados sirios, entre ellos cuatro niños, asfixiados en un camión abandonado en Austria; y las fotos del niño kurdo-sirio Aylan muerto en una playa turca cuando intentaba llegar a la isla griega de Kos han conmocionado al mundo. Y en países como Islandia, la opinión pública, a través de Facebook, ha pedido al gobierno que acoja a un mayor número de refugiados sirios, y el Ejecutivo lo está considerando.

También los líderes europeos han vuelto a poner sobre la mesa un asunto que llevan años sin solucionar. Como se demuestra en cada Consejo Europeo, existe una división entre los Estados sobre la estrategia a seguir y mientras países como Alemania y Francia (fundadores de la UE) continúan con su tradición de ser receptores de asilados y refugiados, hay otros menos solidarios y partidarios de cerrar las fronteras.

Los expertos coinciden en que la situación es muy trágica y que Europa debe trabajar de manera conjunta para acabar con esta sangría humana. “Los países de la UE deben reconocer la preocupante crisis humanitaria que existe”, dice el director de la oficina para Europa de ACNUR, Vincent Cochetel, “He estado trabajando 30 años con ACNUR. He visitado muchos países africanos y europeos y nunca había visto una situación como esta”, añade. “Está ocurriendo en la Unión Europea, lo que es algo totalmente vergonzoso”.

Todos coinciden en que es necesaria una política exterior y de seguridad común. Es necesario un operativo marítimo conjunto con un mandato explícito de rescate; son necesarios más recursos a la asistencia humanitaria para los refugiados una vez que llegan a territorio europeo; hay que luchar contra los traficantes de personas en los países de donde parten los inmigrantes, pero también se debe actuar sobre las causas que provocan en algunos países las salidas masivas de personas.

Es necesario establecer condiciones legales con garantías de seguridad para las personas que huyen de la guerra, pero también habría que invertir en algunos países africanos donde el índice de pobreza es muy alto. A lo largo de estos años se han reforzado las políticas orientadas al control de fronteras. Y como se ha demostrado, han fracasado.

El profesor de Ciencias Políticas Sami Naïr considera que “si las políticas de contención de estos últimos 30 años saltan hoy es principalmente porque han llevado a la acumulación de una enorme demanda migratoria insatisfecha, sin percatarse de que la única manera de limitarla era el aumento significativo de la ayuda al desarrollo en los países no comunitarios a fin de estabilizar in situ las poblaciones”.

Una de las consecuencias de esta migración masiva es que en muchos países europeos como Francia, Alemania y Holanda han crecido la xenofobia y el racismo. Ya son muchos los partidos políticos que reclaman aislamiento, deportaciones masivas y la construcción de nuevos muros y vallas. Y que en sus discursos electorales comparan la inmigración con la delincuencia. Sin embargo, Europa envejece más rápido que otras regiones del mundo porque los ciudadanos cada vez tienen menos hijos y cada vez viven más años. Por todo ello, el continente necesita a los inmigrantes.

Sólo en Alemania se calcula que en el año 2050 el número de personas en edad de trabajar habrá caído un tercio, de manera que el país necesitará entre 275 mil y 490 mil inmigrantes al año para mantener sus niveles de prosperidad económica y para pagar a los pensionistas alemanes. Una razón lo bastante importante como para que los europeos dejen de tratar a los inmigrantes como una amenaza y empiecen a verlos como una oportunidad.


http://www.eluniversal.com.mx/articulo/mundo/2015/09/6/europa-la-avalancha-migratoria