sábado, 9 de septiembre de 2017

LIBRO: UNA HISTORIA DE LA IGLESIA




Carmelo López-Arias

Angela Pellicciari es doctora en Historia Eclesiástica y profesora de Historia de la Iglesia en los serminarios Redemptoris Mater. Se ha especializado en dos fenómenos conexos: el Risorgimento que desembocó en la unidad de Italia a costa de los Estados Pontificios, y el papel de la masonería en la política contemporánea.

Acaba de publicar en la BAC (Biblioteca de Autores Cristianos) Una historia de la Iglesia, un libro que tiene aquella virtud que tanto valoraba el romanista y carlista Álvaro d'Ors (1915-2004): la virtud de una humilde parcialidad. Esto es, y sin merma del rigor en los datos y en su documentación, y en la justificación de cada aserto, la sinceridad de escribir amando aquella realidad de la que se escribe. La Iglesia, en este caso. Y amarla combativamente, apologéticamente, para lavar su rostro de manchas que no le corresponden. 

-Dice que lo que se cuenta de la Iglesia no tiene nada que ver con lo que ha vivido en ella y con lo que conoce como historiadora... 



Angela Pellicciari

-Yo vengo del ateísmo y del 68. Cuando conocí la predicación de Kiko y Carmen [iniciadores del Camino Neocatecumenal] me di cuenta de que todo lo que sabía sobre la Iglesia era falso. Como historiadora he podido documentar que las palabras de León XIII en 1883 eran literalmente ciertas: la llamada ciencia histórica se ha convertido en una conjura contra la verdad (Saepenumero considerantes). ¡Eso no quiere decir que todos los hombres de Iglesia sean santos! Sin embargo, la mayoría de los que conozco, y son muchos, viven y mueren santamente. La de la Iglesia es una historia interminable de persecuciones, violencias, mentiras, calumnias. 

-¿Alguna calumnia actual? 
-Un ejemplo vale por todos: se han proyectado sobre la Iglesia y sobre su historia las características islámicas. En las últimas décadas, el islam se describe como tolerante, mientras a la Iglesia se la presenta como violenta, opresora, intolerante. Se cuenta la leyenda de los cruzados movidos por el deseo de conquista, por el deseo de botín. Se han proyectado sobre los cristianos las costumbres de los musulmanes: la propaganda anticatólica, bajo la máscara de ciencia histórica, ha invertido las cartas sobre la mesa. 

-En Una historia de la Iglesia pone las cosas en orden... 
-Estoy contenta de que mi historia de la Iglesia se publique en español, porque me enfrento una a una a las mentiras que sobre la Iglesia y sobre los católicos se han escrito y divulgado, comenzando por las lanzadas contra la historia de la católica España, y son muchas. 

-¿Cuál es la constante en esos dos mil años de ataques a la Iglesia? 

-La Iglesia es el Cuerpo de Cristo. Satanás odia a Cristo. Contra Él nada puede, pero sin embargo puede intentar hacer daño a los cristianos. Jesús lo dice claramente: me han perseguido a mí, os perseguirán también a vosotros (Jn 15, 20). Y es lo que puntualmente sucede. El ataque a la Iglesia tiene lugar siempre en dos frentes: el externo y el interno. Desde fuera, con la violencia de las persecuciones y el terror que desencadenan. Desde dentro, con el ataque al magisterio por medio de la herejía. 

-¿Cuál es la defensa? 
-Contra ambos enemigos, contra los engaños del demonio, la Iglesia se ha defendido siempre con la oración, el ayuno y la limosna, buscando consuelo en el Señor. También se ha defendido con la apologética, esto es, con la directa y atenta refutación de las calumnias y de las acusaciones que a través del tiempo le han dirigido los poderes del mundo. 
-¿Cómo resuelve la Iglesia su perpetua lucha contra la mundanización? 

-Pienso que el modo correcto de vivir es el indicado por el Evangelio. Estamos llamados a ser ciudadanos del cielo, a estar siempre en tensión hacia Dios: “Sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto” (Mt 5, 48), “amad a vuestros enemigos, haced el bien a quienes os odian” (Lc 6, 27). A lo largo de los siglos, el Espíritu Santo siempre ha suscitado carismas que, en los diversos contextos, han encontrado el modo de hacer actual el Evangelio haciendo de los cristianos hombres celestiales. 

-¿Comparte la idea de algunos historiadores de la Iglesia y del pensamiento, de que la gnosis es el fondo común a todas las herejías de todas las épocas? 
-Sí. En el tercer capítulo del Génesis, la Biblia cuenta cómo “el mentiroso”, el que divide y odia al género humano, Satanás, engaña a Eva con el pretexto del conocimiento. O mejor: con el pretexto de un falso amor al conocimiento que, en realidad, responde a un deseo de poder que procede de la envidia del poder por excelencia que es Dios. Si vosotros decidís lo que está bien y lo que está mal, sugiere Satanás a Eva, seréis como Dios, porque podréis, como Él, definir el bien y el mal. De esa pretensión del hombre de establecer el bien y el mal surgen las incontables violencias contra la Iglesia y todas las revoluciones y las injusticias que han llenado la tierra de violencia y de sangre. 




La hipótesis gnóstica de un conocimiento reservado y revelado solo a los iniciados está en la base de la voluntad de poder masónica y determina su estructura jerárquica.

-¿Cuál es el peor enemigo que ha tenido la Iglesia? 
-A mi modo de ver, el mayor daño se lo ha hecho y continúa haciéndoselo la gnosis. Y por tanto, en los tiempos modernos, la masonería, que por lo demás tiene sus raíces en la revolución protestante (basta pensar en que el autor de las constituciones masónicas es James Anderson, un pastor presbiteriano). La voluntad de poder que se esconde tras las bellas palabras de libertad e igualdad genera la destrucción de las más elementales formas de humanidad. Basta ver lo que ha pasado en la época de la revolución francesa, del liberalismo, del comunismo y del nazismo. Y lo que está sucediendo hoy (y continuará sucediendo) con la transformación en derecho, en ley, del deseo individual. De cualquier deseo individual. 

-¿Qué dijo la Iglesia de la masonería? 
-De 1738 a 1903, esto es, de la primera condena de la masonería por Clemente XII a la muerte de León XIII, que escribe decenas de cartas contra la masonería, el papado desempeña una gran función profética: los papas ponen en evidencia los peligros, las contradicciones, el absolutismo, el cinismo, al ataque frontal a la Iglesia, el satanismo de las diversas obediencias masónicas, buscando de esta forma evitar a los reyes y a los pueblos la catástrofe de caer bajo la influencia de las sectas. Con León XIII concluye el precioso magisterio pontificio contra las sociedades secretas. Todo lo que se podía escribir y decir al respecto ya estaba dicho y escrito. 

-En su libro apunta al modernismo como el gran error moderno... 
-Pío X condena el modernismo, que no es sino el ataque mortal a la Iglesia dirigido desde dentro (y por tanto más peligroso, al estar camuflado) en nombre de principios que son los mismos que los de las logias, comenzando por el relativismo. Esto es, la posibilidad de la evolución del magisterio, modelando la Iglesia (cuya institución es divina, esto es, perenne) según las características de la sociedad civil. 

-¿Perdura ese error? 
-Hoy el ataque al magisterio lo lanzan abiertamente los mismos exponentes del clero, incluso a los máximos niveles. 

-¿Qué hacer? 
-¿Cómo afrontar este peligro? Con el heroísmo de la fe y la plena confianza en Dios. Dicho en otros términos: con buena voluntad y la ayuda del Espíritu Santo. Y con el estudio. 

-Y con el estudio como apologética, ¿con qué argumento justificaría que la Iglesia es santa y divina? 

-Uno por encima de todos: a pesar de las persecuciones sufridas, las torturas, las calumnias, las injusticias, las infiltraciones heréticas en su interior, la Iglesia continúa viva. En estos meses, por poner un ejemplo, miles de hermanos del Camino Neocatecumenal, hombres y mujeres, chicos y chicas, sacerdotes y seminaristas, han ido y van de dos en dos, sin dinero, sin teléfono móvil, sin nada (justo como Jesús mandaba a los apóstoles) a anunciar a todo el mundo la victoria de Cristo sobre la muerte. Un hecho heroico, bellísimo, que da testimonio de la juventud y del impulso vital de la Iglesia católica. 

-Los enemigos caen y la Iglesia permanece... 
-En el Evangelio de Mateo, Jesús profetiza a Pedro que las fuerzas del infierno no prevalecerán: non praevalebunt (Mt 16, 18). El conocimiento de la historia de la Iglesia muestra cómo se ha verificado la promesa de Cristo: a pesar del horror de las persecuciones y de la multitud de los mártires en todo tiempo y lugar, los enemigos de Cristo no han prevalecido. 
El 14 de abril de 2012, Daniel Jenky, obispo de Peoria (Illinois, Estados Unidos), en una homilía que ha venido a convertirse en un hito, desgranó con claridad y valentía la necesidad de heroísmo en los católicos de nuestro tiempo, señalando con nombres y apellidos a los enemigos de la Iglesia y su paso fugaz por la Historia ante la permanencia de la Iglesia. Es el argumento que también aduce Angela Pellicciari en Una historia de la Iglesia. 


-¿Cuál es para usted el personaje más atractivo e interesante de la historia de la Iglesia? 
-Aparte de Pedro, Pablo y la Magdalena, me siento muy vinculada a Agustín, a Pío IX y al Padre Pío. ¡Pío IX, tal vez el Papa más calumniado de la historia, que ha llevado mansamente la cruz durante 32 años! Por no hablar del protagonista de nuestra época: el pontífice que a mi juicio no es grande, sino gigante: Juan Pablo II. 

sábado, 2 de septiembre de 2017

MIGUEL HIDALGO, INFANTE, ESTUDIANTE, MAESTRO (I)


Antigua foto de la hacienda de Corralejo

Presentación



Cuando cursaba la educación básica en los años de gloria del partido-Estado (PRI), la percepción de Miguel Hidalgo era la del prócer impoluto, tanto en la enseñanza, como en los libros de historia. No sé en qué momento cambió radicalmente para la generalidad de mis compatriotas, pero ahora Miguel Hidalgo, es el cura fiestero y mujeriego, al que le surgen descendientes por todos lados, ambicioso e incluso asesino.

Por esta razón y aunque mucho se ha escrito sobre él, he decidido trabajar sobre su biografía, para presentar al hombre con sus fortalezas y debilidades, sin fantasías al estilo del novelista Francisco Martín Moreno y sin odios ancestrales como el de su contemporáneo e historiador Lucas Alamán.

La historia de Miguel Hidalgo es la de un criollo de varias generaciones en la Nueva España, que buscó abrirse camino en una sociedad, en donde no había más oficios que los de agricultor –como su padre-, clérigo, abogado o bien militar. Existencia difícil, incluso para los criollos, ya que las principales posiciones estaban destinadas a los peninsulares, existiendo una estricta observancia de la pureza de la sangre.

La época que le tocó vivir a Hidalgo, es una época de grandes transformaciones políticas, económicas y sociales, conocidas como “reformas borbónicas”, que crearon una gran inconformidad entre los novohispanos y los predispusieron a buscar la autonomía en el menor de los casos o de plano la independencia de España.



Infancia e inicio de estudios



Los padres de Hidalgo eran gente común dedicada a la agricultura y actividades conexas, en un nivel intermedio entre la clase propietaria y la masa de campesinos. Su padre Cristóbal Hidalgo y Costilla (1713) llegó como administrador a la hacienda de San Diego Corralejo (Pénjamo) de la que era arrendatario Manuel Mateo Gallaga, tío de Ana María Gállaga y Villaseñor (1731), con quien contraería nupcias Cristóbal en 1750. Sus hijos fueron José Joaquín (1751), Miguel Gregorio, Antonio Ignacio (8 de mayo de 1753), José María (1759) y Manuel (1762), en cuyo parto murió Ana María. Su padre contrajo segundas nupcias con Rita Peredo con quien engendró un hijo. Habiendo muerto Rita, contrajo nuevas nupcias con Jerónima Ramos Origel, con quien engendró 5 hijos. 

Miguel quedó huérfano a la edad de 9 años, y parece que él y Joaquín se iniciaron durante la niñez en el aprendizaje del violín, del que años después se distinguirían al tocarlo por nota. También aprendió el idioma otomí que hablaban los grupos indígenas de la región. Tenía predilección por la caza, la ganadería y el jaripeo. Se crió fuerte y era hábil en el manejo de la lanza, actividades que realizaría en su juventud y más bien en períodos vacacionales, ya que en 1765, él y su hermano Joaquín partieron a Valladolid para inscribirse en el Colegio (internado) de San Nicolás, con el propósito de estudiar gramática latina y luego retórica para poder hacer carrera eclesiástica. Don Cristóbal Hidalgo solicitó beca para sus hijos, pero la fila para obtenerla era larga; así es que tuvo que pagar la colegiatura con sacrificios. 

Las clases se recibían en el vecino Colegio de San Xavier de los jesuitas, cuyos cursos iniciaban el 18 de octubre. Miguel cursó 2 años de gramática (latín). Después inició la retórica, y a poco más de 6 meses de cursarla vino la expulsión de la Compañía de Jesús el 25 de junio de 1767. Esta decisión de la Corona, junto con la forzada leva militar y la exacción tributaria, provocaron tumultos que fueron sofocados a sangre y fuego, principalmente en el Obispado de Michoacán: San Luis Potosí, Guanajuato y Pátzcuaro, muy cerca de Valladolid. Esto dejaría una profunda huella en los alumnos de San Xavier y de los demás colegios jesuitas, y sería un profundo resentimiento de Hidalgo contra la Corona española.


Las órdenes menores



A estos cursos siguieron la filosofía y la teología y la búsqueda de sustitución de cátedras para ayudarse al pago de la colegiatura. También fue solicitando y recibiendo órdenes sagradas. Los solicitantes deberían de presentar cierta garantía de que tendrían de que mantenerse, pues eran un problema los clérigos vagos que no disponían de medios para subsistir. <<Esa garantía se llamaba título de ordenación y había de presentarse desde la solicitud de ingreso al estado clerical mediante la tonsura. Los títulos podrían ser principalmente el de administración si el obispado requería cubrir plazas del ministerio, o bien de capellanía si se contara con la nominación para disfrutar de los intereses que comportaba, o de lengua, que era una variante de administración en cuanto que al saber una lengua indígena del obispado podría destinársele a pueblo de tales indios.

Miguel Hidalgo presentó este último título diciendo que sabía otomí, lengua que se hablaba en pueblos del centro y norte del obispado de Michoacán, en los actuales estados de Guanajuato y San Luis Potosí-. Al efecto fue examinado a mediados de marzo de 1774 y se le consideró con suficiencia bastante>>.[1] Otros requisitos eran examen sobre teología moral, informaciones sobre vida y costumbres del candidato, así como de limpieza de sangre y familia honrada y por último una semana de ejercicios espirituales. Así en marzo o abril, Miguel recibió de su obispo, la primera tonsura y las ordenes menores: ostiariado, exorcistado, lectorado y acolitado.


Las órdenes mayores



Al año siguiente, probablemente entre marzo y abril de 1775, Miguel recibió el subdiaconado del mismo obispo, haciendo votos de castidad y de rezar cotidianamente la liturgia de las horas. Aunque daba clases eventualmente como substituto, como no obtenía la beca de colegial, no le alcanzaba para sus gastos, por lo que entró al concurso de la cátedra de filosofía en propiedad, pero no la ganó; por ello 1776 fue un año de apuros económicos. Habiendo muerto el Obispo Fernando de Hoyos y Mier y con el apoyo de su hermano Joaquín que ya era presbítero, marchó a la Ciudad de México para ordenarse diácono por el Arzobispo de México. De vuelta a Valladolid, volvió a presentarse para concursar cátedra ganando la de latín en marzo de 1777. Con la llegada del nuevo obispo, Juan Ignacio de la Rocha, cambió su suerte, ya que el Colegio de san Nicolás le dio la bienvenida mediante un acto académico, en el que Miguel hizo una exposición del teólogo Jacobo Jacinto Serry, contando con el apoyo del rector Blas de Echeandia, quien le asignó tal encomienda confiando en su dedicación y conocimiento del teólogo. Agradó al nuevo obispo la exposición de Hidalgo y desde entonces se le fueron abriendo más puertas, ya que en febrero de 1779 recibió la beca del colegial que mantuvo hasta 1781.

Terminados sus estudios formales en 1773 sin haberse ordenado presbítero y solo habiendo conseguido una cátedra en propiedad recientemente, le permitió a Miguel ir por más tiempo a Corralejo, dedicarse a leer teologías y otras materias a su gusto, así como desarrollar el aprendizaje del violín en Valladolid.

A principios de septiembre de 1778 decidió presentar solicitud para ordenarse presbítero, a título de administración en general, la que fue aceptada por el rector Blas de Echeandia. La ordenación tuvo lugar el 19 de septiembre de 1778, cuando Miguel tenía 25 años.


Buen hijo, clérigo y maestro en ascenso



<<Mientras Miguel iba tramitando y recibiendo las órdenes mayores, regentó la cátedra de latín y sustituyó la de filosofía, que mantendría con ese carácter hasta 1779. Más por entonces su padre enfermó de gravedad y Miguel se vio precisado a solicitar permiso para ir a Corralejo aún a costa de renunciar a la cátedra de latín y la beca del colegial. Al parecer esto ocurría a mediados de 1779. Fue innecesaria la renuncia, pues don Cristóbal mejoró pronto. De tal manera Miguel prosiguió su carrera tomando en propiedad la cátedra de filosofía desde octubre de ese año hasta agosto de 1784 […] Durante ese período, Hidalgo empezó como sustituto de Teología desde febrero de 1782 hasta agosto de 1784. Poco antes de presentarse al concurso de la cátedra de teología, entre julio y agosto fue agraciado con la Sacristía Mayor de Apaseo […] Estaba dispuesto a irse, pero el rector del Colegio le indicó que presidiera unos actos académicos. Miguel expuso la situación al obispo. Finalmente se quedó en Valladolid y con el beneficio.

Un año antes de que Hidalgo iniciara el magisterio teológico, en febrero de 1781 el virrey Mayorga había decidido la entrega de un lote importante para el Colegio de San Nicolás. Se trataba de la biblioteca del antiguo colegio jesuita de San Luis de la Paz. A raíz de la expulsión de la Compañía sus bibliotecas fueron requisitadas por el gobierno, determinándose expurgarlas de aquellos títulos que pudieran contener doctrinas que afectaran el regalismo, exaltaran a la orden jesuítica, indujeran al probabilismo en moral y, sobre todo plantearan el tiranicidio (“doctrina sanguinaria”) […] La biblioteca de San Luis de la Paz no fue requisitada cuando la expulsión, pues el colegio no parecía importante y quedaba a trasmano de las rutas principales>>.[2] Así de aquella biblioteca llegó a manos de Hidalgo la defensio fidei de Francisco Suárez, así como el célebre tratado De iustitia et iure de Domingo de Soto, Un Vocabulario de lengua otomí de Francisco Jiménez de Aguilar, las Epístolas de San Jerónimo, y otros más.

Para 1784 Hidalgo se presentó a concursar la cátedra de Teología que venía sustituyendo, al efecto los candidatos tenían que presentar un asunto que les tocaba por suerte. En tanto se determinaba quién sería el ganador de la cátedra; el ilustrado arcediano de la catedral vallisoletana José Pérez Calama promovió otro concurso, inédito hasta entonces, sobre el verdadero método de estudiar teología escolástica, prometiendo dar medallas al triunfador. El certamen era abierto, pero el arcediano obligó a que hubiera cuando menos dos participantes que recientemente había designado como catedráticos de teología en el Seminario de San Pedro. La disertación se tendría que entregar en latín y castellano. Finalmente en septiembre le fue entregada la cátedra en propiedad a Hidalgo y posteriormente sería declarado ganador del concurso. Pérez Calama le dirigió una carta acompañada de 12 medallas de plata, en la que le expresaba:

<<Desde ahora llamaré a vuestra merced siempre hormiga trabajadora de Minerva, sin omitir el otro epíteto de abeja industriosa que sabe chupar y sacar de las flores la más delicada miel. Con el mayor júbilo de mi corazón preveo que llegará a ser vuestra merced luz puesta en candelero, o ciudad colocada sobre un monte. Veo que es vuestra merced un joven que, cual gigante sobrepuja a muchos ancianos que se llaman doctores y grandes teólogos; pero que en realidad son meros ergotistas, cuyos discursos o nociones son telas de araña […]>>[3]

Al año siguiente le tocó organizar los actos académicos de bienvenida al nuevo obispo fray Antonio de San Miguel, por parte de el Colegio de San Nicolás, que superaron por mucho a los del Seminario de San Pedro.

A pesar de estos reconocimientos Miguel hidalgo no percibía aún ingresos suficientes. Por ello se volvió a presentar a concurso de beneficios vacantes, en las parroquias del obispado y si bien no obtuvo ninguno, el Cabildo de la Catedral lo nombró vicerrector del Colegio el 31 de octubre de 1785.


La crisis económica y social de 1785-1786



En estos años se desató una crisis agrícola en varias regiones del país, lo que trajo la hambruna, epidemias y mortandad: la comarca de Pénjamo reportó 1,480 muertos, Rincón de León y León 5,376, Silao 6,292. La zona de la ciudad de Guanajuato totalizó 18,000 defunciones. El grupo ilustrado de la diócesis michoacana aplicó la “teología política de la caridad”, solicitando donativos y distribuyendolos. El administrador de la hacienda de Corralejo, don Cristóbal aportó 100 pesos y dos toros, el hermano de Miguel, José Joaquín párroco interino de la villa de San Miguel dio orden de que se diese de comer a cuantos pobres ocurriesen. Para remediar la situación las autoridades promovieron nuevas técnicas agrícolas y sembradías de riego

Tesorero y rector del Colegio de San Nicolás


Colegio de San Nicolás, patio principal
Enterado el obispo San Miguel del apoyo de los Hidalgo en favor de los damnificados (y aunque no se menciona, es muy probable que Miguel haya descollado en la recaudación y aplicación de los donativos por la hambruna), y no habiendo podido imprimir la traducción hecha por Miguel de la Carta a Nepociano de San Jerónimo, que a sugerencia de obispo había hecho Hidalgo, quiso compensarlo solicitando al Cabildo Catedral se le otorgara la Tesorería del Colegio de San Nicolás. El 27 de enero de 1787 se acordó su designación que duraría hasta 1792. <<Conforme al régimen económico de ese instituto, al tesorero competía cobrar las colegiaturas de los alumnos `porcionistas´ y las pensiones con que los tres pueblos de Santa Fe apoyaban al Colegio, arrendar y percibir las rentas de los bienes de la institución, así como hacer los gastos para la subsistencia de colegio y colegiales, comprendidos los gastos de salarios de maestros y demás. De todo ello tendría que llevar registro y comprobantes por escrito, pues al final de cada gestión los tesoreros debían presentar relación puntual y justificada de ingresos y egresos, la cual era revisada de manera exhaustiva. Aparte, el Cabildo Catedral nombraba a un superintendente del Colegio que estaba al pendiente de que la administración marchara por buen camino. Por su desempeño el tesorero recibiría 3% de lo que cobrara.

Con el propósito de que el tesorero tuviera toda la representación en los asuntos del Colegio, el rector Manuel Antonio salceda otorgó general y amplio poder a Miguel Hidalgo –quien a su vez lo sustituiría-, respecto de los negocios de la institución que se ventilaban en la Ciudad de México a un procurador de la Audiencia, Mariano Pérez Tagle. >>[4] Con ello quedaba en calidad de vicerrector.

Finalmente a los 37 años, en 1790 fue electo rector del Colegio de San Nicolás. Una de las primeras iniciativas fue retornar a los orígenes de la institución, es decir, a las disposiciones del fundador Vasco de Quiroga.

<<Por ser rector, tesorero y catedrático de ambas teologías Miguel ejercía control completo sobre la institución; pero, más que ello, un liderazgo atractivo, porque su genio era suave, su conversación animada y su magisterio brillante. En tales funciones estaba al pendiente de que los ordenandos cubrieran todos los requisitos, como los ejercicio espirituales. Seguía cobrando rentas a favor del Colegio, como una que gravaba a la hacienda de Jorullo. Asimismo participó diligentemente en el concurso de acreedores, entre ellos el Colegio, a los bienes de la testamentaria de José de Echevarría. Confirió poder a Manuel García para que cobrara capital y réditos adeudados al Colegio por Joaquina María Cueva, vecina de Silao. Arrendó el rancho de Patambaro en términos de Santa Fe del Río, perteneciente al Colegio, a Esteban del Río. Prosiguió el asunto de las haciendas del Tunal y La Calera, cercanas a Querétaro y gravadas a favor del Colegio, procurando el cobro a Melchor de Noriega. Nunca faltó el pago oportuno a catedráticos y demás empleados, ni mesa más que suficiente a los alumnos; incluso a algunos de ellos les condonó parte de la colegiatura; así mismo hizo algunas reparaciones al edificio. Para estos gastos hubo vez que echó mano, moderadamente de capitales de la institución, pues al cabo había conseguido aumentar sus bienes de todo, registro y comprobantes. Así además de preparar y dictar su cátedra, presidir actos y examinar, seguía extendiendo numerosas certificaciones de estudios.

Probablemente en vacaciones de septiembre y octubre Miguel volvía a Corralejo o visitaba a su hermano Joaquín en Santa Clara y a Manuel en México, o bien a sus tíos en dolores y San Miguel.>>[5]

No parece haber sido maestro de José María Morelos y Pavón, de cuya conducta y aplicación expediría la constancia más elogiosa.



Roce social con la cultura




<<La ilustración de Hidalgo lo indujo a frecuentar a un alto funcionario civil empeñado desde su llegada a Michoacán, en octubre de 1786, en implantar varias de las reforma llamadas borbónicas, más en su caso con un sentido de ilustración: Juan Antonio Riaño y Bárcena, santanderino casado en Luisiana con una culta criolla francesa, Victoria de Saint Maxent. Primero fue corregidor de la jurisdicción Pátzcuaro-Valladolid, y a los pocos meses primer intendente de Valladolid de Michoacán. Hidalgo, admirador de teólogos, predicadores e historiadores galos se había iniciado en la lengua francesa y encontró así en la casa afrancesada del intendente un ambiente amistoso que trató de cultivar.
Tal vez fue entonces cuando, por sugerencia de la señora Saint Maxent, empezó a gustar de otros géneros de la literatura francesa como el teatro y la poesía.>>[6]

También en esa casa tuvo la oportunidad de tratar a dos científicos alemanes que llegaron en 1790 para conocer el volcán El Jorullo: Schroeder y Fischer. Trato también intelectuales franciscanos como Pablo Beaumont y José Joaquín Granados y Gálvez. Trabó también amistad con el poeta y dramaturgo José Agustín de castro. Mayor relación tuvo con el vallisoletano fray Vicente santa María, que sería uno de los conspiradores de 1809 y luego declarado insurgente.

<<En el clero secular no sólo estaban Pérez Calama y Juan Antonio de Tapia como intelectuales ilustrados, sino sobre todo Manuel Abad Queipo, sensible a los problemas sociales que afligían al país y lector de autores modernos mucho más allá de las teologías de Hidalgo, como John Smith Y Rousseau. Estrecha fue su amistad con el catedrático de San Nicolás.>>[7]


Al tanto de los sucesos



La Corona española no había sido ajena a los afanes separatistas de las 13 colonias británicas respecto de su metrópoli. Ya por su vieja enemistad con la soberbia Albión, ya por el pacto de familia con Francia, apoyó la intervención que esta tuvo en ayuda de los colonos insurrectos que declararon su independencia en 1776 y derrotaron definitivamente a las fuerzas británicas en 1781. El Tratado de París reconoció en 1783 a la nueva nación, Estados Unidos de América. Miguel Hidalgo a la sazón se iniciaba en el magisterio de la teología y, como cualquier criollo culto, estuvo al tanto de tales acontecimientos, que no sólo implicaban tal independencia sino principios como la soberanía popular y los derechos inalienables del individuo, bien que restringidos pues conservaron la esclavitud.

A los 6 años del Tratado de París en 1789, estalló la Revolución Francesa y el gobierno español no permitiría la circulación en el pueblo de noticias sobre ella; obviamente tenía temor de que este ejemplo se sumara al estadounidense. Si tal miedo valía para España, con mayor razón respecto de las indias: 

Las prohibiciones oficiales que impedían la divulgación de noticias relativas a la revolución y de impresos revolucionarios, contribuyeron a mantener a la mayoría de los españoles en la ignorancia de los acontecimientos franceses.

No obstante existía una <<“antigua división y arraigada enemistad entre europeos y criollos, enemistad capaz de producir las más funestas resultas”. El antagonismo se había recrudecido al compás de las reformas borbónicas que significaron una segunda conquista de ultramar. Ya desde 1781 un comisionado regio había advertido en conciso análisis: 

Los criollos se hallan en el día en muy diferente estado del que estaban algunos años ha. Se han ilustrado mucho en poco tiempo: La nueva filosofía va haciendo allí muchos más rápidos provechos que en España. El celo de la religión que era el freno más poderoso se entibia por momentos. El trato de angloamericanos y extranjeros les ha infundido nuevas ideas sobre los derechos de los hombres y los soberanos; y la introducción de libros franceses, de que hay ahí inmensa copia, va haciendo una especie de revolución de su modo de pensar. Hay repartida en nuestra América millones de ejemplares de las obras de Voltaire, Rousseau, Robertson, el abad Raynal y otros filósofos modernos que aquellos naturales leen con una especie de entusiasmo.

No debemos persuadirnos que si hubiera un levantamiento con especialidad en las provincias marítimas dejarían de encontrar apoyo los rebeldes. Los ingleses se vengarían entonces del agravio que creen les hemos hecho declarándonos a favor aunque indirectamente de sus colonias. Los franceses que no piensan sino en extender su comercio a expensas del nuestro […] los sostendrán por debajo de cuerda.

A pesar de que el gobierno español dirigido por Floridablanca había impuesto el más absoluto silencio sobre los sucesos de la revolución, diversas presiones acarrearon la destitución de éste en febrero de 1792.

Con ello amainó un tanto la reserva sobre esos acontecimientos y sobre autores franceses anteriormente prohibidos. De tal modo, a lo largo de ese año fueron entrando a España diversas noticias de los cambios ocurridos. Tanto más cuanto que a partir de la Constitución Civil del clero de noviembre de 1790, muchos sacerdotes y obispos emigraron a España, donde fueron recibidos.

Miguel Hidalgo, asiduo lector de la Gazeta de México, hermano de un abogado de la Real Audiencia y de la Inquisición de México, amigo de aquel clérigo tan conocedor de la política internacional y de la situación de Nueva España, Abad Queipo, y amigo también del intendente Riaño, empezó a ponderar lo que podía significar la independencia de Nueva España respecto de la metrópoli. Y desde entonces la juzgó conveniente, más no pasaba de un desiderátum.>>[8]


Jorge Pérez Uribe


Notas:
[1] Carlos Herrejón Peredo, Hidalgo: maestro, párroco e insurgente, Ed. Clío, libros y videos, S.A. de C.V., México, 2014, pág.27
[2] Ibídem, págs.31,32
[3] Ibídem, pág.35
[4] Ibídem, págs.52,53
[5] Ibídem, págs.52-54
[6] Ibídem, pág.59
[7] Ibídem, pág.60
[8] Ibídem, págs.62,63

viernes, 25 de agosto de 2017

UN BLOGÜERO CATALÁN NOS HABLA SOBRE ISLAMISMO, SEPARATISMO, PROGRESISMO, CATOLICISMO


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Carlos López Díaz | 25 de agosto de 2017



El entrevistado de hoy se llama Carlos López Díaz, aunque en Twitter le conoceréis por su apodo Exprogre (su cuenta en esa red social es @Carlodi67). Catalán de Tarragona (la foto sobre estas líneas la hizo él, y muestra el Acueducto de les Ferreres), el atentado de Cambrils de la semana pasada le tocó cerca, a 20 kilómetros de su lugar de residencia: “Una sobrina mía se hallaba en un bar, en la misma zona del tiroteo, cuando sucedió todo, y entró la policía ordenando a los presentes que abandonaran el local a toda prisa”, comentaba hace unos días en su blog. Carlos es una de las cabezas mejor amuebladas del mundillo liberal-conservador, una posición ideológica que defiende desde un catolicismo militante y sin complejos. Columnista de Actuall, es un escritor brillante y un excelente argumentador. Autor del libro “Contra la izquierda. Escritos liberal-conservadores”, entre 2007 y 2015 publicó el blog Archipiélago Duda de la Red Liberal. A su término inició uno nuevo, Cero en Progresismo, que es hoy uno de los mejores depósitos de munición argumental que hay en la red frente a las falacias del progresismo y de sus diversas franquicias (corrección política, ideología de género, multiculturalismo, ecocatatrofismo, etc.) Veamos qué nos dice.



Cataluña es hoy el mayor foco de radicalismo islámico de España y uno de los mayores de Europa. ¿Cómo se plasma eso en el día a día de esta comunidad?

El radicalismo islámico lógicamente tiende a camuflarse. Lo que se percibe, sobre todo por la indumentaria femenina, es que hay muchos musulmanes en las calles de pueblos y ciudades, especialmente en determinados barrios, como en tantos lugares de Europa. En Reus (la segunda ciudad más grande cercana a Cambrils, y un conocido foco de yihadismo) he llegado a ver mujeres con el hiyab integral, conocido popularmente como burka, aunque también en la propia Tarragona y otras poblaciones. Frecuentan determinados bares, tienen sus tiendas halal, no se mezclan más allá de lo indispensable, salvo en zonas muy concurridas, como centros comerciales, donde predomina el anonimato. Así es muy difícil captar cómo son y cómo piensan realmente.

En los medios de comunicación, tanto autonómicos como nacionales, intervienen no pocas veces musulmanes, como columnistas, tertulianos o representantes de su comunidad, que se esfuerzan en transmitir una imagen de moderación, de no violencia y democracia. Pero junto a esa retórica siempre van acoplados el victimismo y la condena “preventiva” de la islamofobia, incluso a las pocas horas de los atentados yihadistas, lo que revela un preocupante déficit de empatía hacia la sociedad en la que viven. No es normal que cada vez que le pongan un micrófono a un musulmán aproveche para reñirnos por la islamofobia a todos los que no profesamos su credo, como si algunas pintadas fueran moralmente equiparables a los asesinatos. Se echa de menos una mayor sensibilidad. La Iglesia católica ha pedido perdón por los casos de pederastia, a pesar de que esas conductas repugnantes son radicalmente opuestas a la fe cristiana. Pero cuesta imaginar a un musulmán pidiendo perdón por una violencia que, por mucho que se quiera negar, se comete en nombre del islam, desde los tiempos del profeta Mahoma. Repetir mecánicamente que “el islam es paz” sólo corrobora una nula capacidad de autocrítica.

“No es normal que cada vez que le pongan un micrófono a un musulmán aproveche para reñirnos por la islamofobia a todos los que no profesamos su credo”

¿La agenda política del separatismo catalán ha influido de alguna forma en este proceso de islamización?

Es evidente que sí. Tanto de forma activa como pasiva. En primer lugar, si tú procedes de un país hispanoamericano, lo que se supone que es una ventaja por la lengua común, y te dicen que en el colegio tus hijos van a recibir todas las clases en catalán, te lo piensas dos veces antes de elegir, por ejemplo, Barcelona y no Madrid o Sevilla o Zaragoza para residir. Esto lógicamente reduce la inmigración hispanoamericana, y por tanto aumentará relativamente la de otras procedencias, como la magrebí o pakistaní.

Pero sobre todo son conocidos los vínculos entre las asociaciones musulmanas y el entramado nacionalista. Los dirigentes de esas asociaciones creen, con razón, que llevándose bien con quienes mandan en Cataluña pueden obtener determinadas concesiones, como facilidades para construir mezquitas, introducir el islam en la enseñanza, incluir sus fiestas religiosas en el calendario, etc. Y por supuesto, más subvenciones con dinero público. Por su parte, los nacionalistas consiguen adeptos para su causa, en forma de votos nada despreciables, entre los musulmanes con nacionalidad española, así como el reclutamiento de más militantes separatistas. Para un musulmán puede ser más fácil acercarse al catalanismo por un cierto sentimiento antihispánico, al asociarse la unidad de España con la expulsión de los moros por los Reyes Católicos. Destruir esta unidad contribuiría innegablemente a recuperar Al-Ándalus, aplicando el viejo principio divide et impera. Quien no lo vea es que está ciego o no quiere verlo.

“Para un musulmán puede ser más fácil acercarse al catalanismo por un cierto sentimiento antihispánico”

Volviendo al separatismo, ¿hay riesgo de fractura social en Cataluña ante el proceso rupturista encabezado por Puigdemont?

El riesgo existe, sin duda alguna. Por mucho que los nacionalistas finjan ser adeptos de la no violencia (aunque de vez en cuando se les escapan pensamientos menos bucólicos), es evidente que no puedes romper la legalidad constitucional sin que se produzca un conflicto. Los de la CUP, en su línea revolucionaria comunista, en esto son totalmente francos. En algún momento, los Mossos d’Esquadra deberán decidir si obedecen a los jueces y a las autoridades legítimas o a los sediciosos. Y si eligen lo segundo, deberán enfrentarse a la Guardia Civil, salvo que el gobierno central se convierta en cómplice de los separatistas. O dicho de otro modo, deben elegir si secundarán o no el golpe de Estado que Puigdemont, Junqueras y Forcadell no dejan de anunciar todos los días, ante la pasividad incalificable del gobierno del PP. Puestos en esta tesitura, si el golpe se produce, la sociedad catalana se encontrará dividida. Las consecuencias son difíciles de imaginar, pero lo que está claro es la irresponsabilidad criminal con la cual se están conduciendo los dirigentes separatistas.

“Si el golpe se produce, la sociedad catalana se encontrará dividida”

Cataluña lleva varias décadas con la educación controlada por los nacionalistas. ¿Cómo se refleja esto en los jóvenes?

Hay dos tipos de efectos de la educación nacionalista, bastante previsibles, por lo demás. En muchos jóvenes ha tenido éxito, es decir, son separatistas y probablemente lo serán ya toda la vida. Simplemente no les cabe en la cabeza cómo es que Cataluña sigue formando parte de España, cuando en la escuela y en TV3 presentan a “su país” como una nación milenaria que fue ocupada militarmente por el “Estado español” hace trescientos años. Esta patraña se refuerza con una imagen de España como un país chusquero, con una democracia decorativa implantada por los herederos del franquismo. Partiendo de estos embustes, que además son compartidos por gran parte del progresismo, incluso el menos nacionalista, es bastante comprensible que muchos renieguen de ser españoles. Sin embargo, influyen también mucho los padres. Muchos jóvenes están inmunizados desde casa contra todo ese bombardeo masivo de propaganda, que incluso les provoca mayor rechazo hacia el nacionalismo. En la mía, por ejemplo, muy raramente sintonizamos los canales autonómicos, salvo para ver alguna película. Ni siquiera cuando retransmiten un partido del Barça, si lo ofrecen también por una cadena nacional. ¡Y eso que somos culés! (Salvo mi mujer, a la que no le gusta el fútbol.)

“Muchos jóvenes están inmunizados desde casa contra todo ese bombardeo masivo de propaganda, que incluso les provoca mayor rechazo hacia el nacionalismo”

He conocido ya a unos cuantos catalanes que se sienten abandonados por el gobierno central y por los partidos de ámbito nacional. ¿Los grandes partidos tienen alguna responsabilidad en la situación política que se vive en tu comunidad?

Alguna no, mucha. Prácticamente la misma que los partidos nacionalistas. Tanto PSOE como PP son cómplices del deterioro al que hemos llegado. El mal viene de lejos, de la propia Constitución del 78, y si me apuras de la Segunda República, en la cual se aprobaron los estatutos catalán y vasco. La experiencia demuestra que las concesiones no contentan al nacionalismo nunca, sólo lo alimentan. Personalmente no defiendo un estado centralista, pero sí que la descentralización se realice a nivel municipal y provincial, no en administraciones de ámbito regional que se acaban convirtiendo en miniestaditos. Dicho de paso, me parece un error lamentable que pretenda eliminar las diputaciones, pues se trata de una vieja reivindicación de los nacionalistas catalanes. El nacionalismo ha desterrado la palabra “provincia” del vocabulario, se habla de comarcas o demarcaciones. Con ello se acentúa la diferenciación del resto de España y se resta poder a las cuatro capitales catalanas. Ya se sabe que el nacionalismo tiene su mayor fuerza en el mundo rural.

No hay ningún partido con representación parlamentaria que tenga la valentía de decir que el Estado de las autonomías ha sido un fracaso. La única formación que defiende esta idea en solitario, y otras que comparto, es Vox.

“No hay ningún partido con representación parlamentaria que tenga la valentía de decir que el Estado de las autonomías ha sido un fracaso”

A día de hoy, el País Vasco y Cataluña son las comunidades más descristianizadas de España. ¿Es casual que sean dos comunidades con una gran influencia del separatismo, o hay otras causas?

Creo que no es casual en absoluto, lo que no obsta para que seguramente las causas sean varias. Y gran culpa de ello, siento decirlo como católico, recae en el propio clero catalán. En general, desde el Concilio Vaticano II, la Iglesia ha tendido en todas partes a querer hacer demasiadas concesiones para recuperar el terreno perdido. No digo que esto sea culpa del Concilio, pero sí es lo que entendieron muchos clérigos y cristianos en general que debía hacerse. Porque la descristianización es un proceso que viene de mucho antes, de siglos. Julián Marías lo analizó en su Introducción a la filosofía, con mucha perspicacia. Decía que el mundo puede ser cristiano aunque haya pocos cristianos, y al revés. Y que por tanto, no necesariamente nos debe preocupar que el mundo sea o no sea cristiano, lo que importa es que haya individuos cristianos. Por eso digo que es un error que la Iglesia pretenda “adaptarse” al mundo, porque con ello sólo se consigue que la gente vea menos diferencia entre ser cristiano y no serlo. ¿Para qué ser cristiano? ¿Para qué ir a misa los domingos, rezar, confesarse, si basta con ser “buena persona” y decir con los brazos abiertos “bienvenidos refugiados”, como muchos curas dan a entender en sus sermones dominicales? La llegada al papado de Bergoglio no ha hecho más que acentuar esta deriva.

Este fenómeno, que es universal, en Cataluña se acentúa, por los intentos de una parte del clero de agradar a los nacionalistas, especialmente en los pueblos, o simplemente porque se trata de clérigos que son antes nacionalistas que católicos. Luego no debe sorprendernos que las iglesias se vacíen, que sólo permanezcan las personas de más edad, que sólo van a comulgar y que probablemente ni presten atención a la homilía. Cosa que a veces es lo más aconsejable.

“Es un error que la Iglesia pretenda ‘adaptarse’ al mundo, porque con ello sólo se consigue que la gente vea menos diferencia entre ser cristiano y no serlo”

Tú has estado en las filas progresistas. ¿Qué es lo que te llevó a cambiar de ideas?

Fue un proceso gradual, pero desde luego me impactó decisivamente la caída del Muro de Berlín, y en especial la reacción de mis profesores en la Universidad (yo estudiaba Geografía e Historia), muchos de los cuales eran marxistas. En general, estaban tristes o enfadados. Nos decían que el mundo iba a ser ahora mucho peor, debido a la hegemonía de los Estados Unidos sin el contrapeso de la URSS, y cosas así. Esto contrastaba evidentemente con la alegría de la gente de la Alemania del Este por recuperar su libertad. Y me di cuenta de que, a diferencia de mis admirados profesores (digo sin ironía lo de admirados), yo sí compartía esa alegría, aunque fuera al principio de un modo poco reflexivo. Ahí empecé a replantearme mis propias ideas. Yo estaba muy influido por Herbert Mercuse, del que había leído creo que todos sus libros. Este autor marcaba distancias tanto de la URSS como de los Estados Unidos, pero cada vez más esa equiparación entre la primera democracia del mundo y un régimen totalitario empezó a parecerme disparatada. Volví a leer a Solzhenitsyn… Digo “volví” porque lo curioso es que ya lo había hecho mucho antes, pero su relato de los crímenes comunistas no me hizo en su momento replantearme mis ideas, porque el elegante marxismo teórico de Marcuse y los demás autores de la Escuela de Frankfurt parecía que no tenía nada que ver con el estalinismo, era algo así como si estuviera por encima de la vulgaridad del mundo real. En esta segunda lectura, sin embargo, caí en la cuenta del algo chocante, y es que el comunismo, pese a haber sido tan genocida o más que el nazismo, gozaba de una especie de dispensa general incomprensible. Esto lo entendí luego mucho mejor leyendo Camino de servidumbre, de Hayek, y los libros de Jean-François Revel, sobre todo El conocimiento inútil.

Pero hoy doy infinitamente más importancia a mi regreso a la fe católica que a mi evolución ideológica. Creo que esta última sólo fue una preparación que me permitió abrirme a la gracia divina, porque la fe no se puede explicar solamente como resultado de una reflexión intelectual, como algo que dependa exclusivamente de nosotros. Lo que sí es cierto es que podemos cerrarnos a ella, y las ideas de izquierdas se interponían entre Dios y yo. Ser de izquierdas significa querer cambiar el mundo, como si estuviera mal hecho. En cambio, el sentimiento primordial del cristiano es de agradecimiento, no de protesta. Poco a poco me volví más receptivo a valorar no sólo las cosas buenas que tiene Occidente, tan denostado por los progresistas, sino la existencia en general. “El mundo está bien hecho”, reza un verso de Jorge Guillén con un punto de provocación, pero que yo comparto esencialmente. Por supuesto que la injusticia y el sufrimiento son enormes, pero despotricar contra la existencia no ofrece el menor consuelo, sino al contrario. Uno de los pensadores de la Escuela de Frankfurt, Theodor W. Adorno, dijo aquello de que “después de Auschwitz no se puede escribir poesía”. Aunque parece un pensamiento que denota una gran sensibilidad, para mí se trata de una completa impiedad. Significa convertir el sufrimiento en algo insuperable, definitivo, olvidando el bien positivo, que sigue existiendo por mucho mal que haya. El mal es una negación del bien, como decía San Agustín. Y esto significa que debemos partir del bien, del sentimiento de gratitud, no del mal ni del resentimiento.



“Ser de izquierdas significa querer cambiar el mundo, como si estuviera mal hecho. En cambio, el sentimiento primordial del cristiano es de agradecimiento, no de protesta”

En tus escritos das mucha importancia a las palabras. ¿Crees que en los sectores ideológicos que dan la batalla de las ideas al progresismo nos hemos dejado imponer la “neolengua” progre?

Desde luego. El progresismo actual es una evolución del marxismo, lo que se llama marxismo cultural. En resumen, se trata de ganar primero la batalla cultural, para poder realizar la revolución social, en contra paradójicamente de lo que sostenía Marx, para quien el motor de la historia eran las relaciones de producción económicas, no las ideas. De hecho los comunistas ya venían aplicando las técnicas de manipulación del lenguaje y de propaganda con gran maestría, como se vio en nuestra guerra civil. Orwell estuvo en España, y aquí obtuvo parte de su inspiración para escribir, entre otras obras, su novela más famosa, 1984, donde imagina un futuro en el que el socialismo domina el mundo, y la manipulación del lenguaje (y por tanto del pensamiento) está a punto de alcanzar la perfección más siniestra. Y muchas veces resulta inquietantemente profético.

Si queremos librar la batalla cultural en condiciones, no podemos seguir aceptando el lenguaje del adversario. Pero para ello debemos tener ideas propias, evidentemente. No se trata de una cuestión de marketing, de elegir unas palabras u otras porque “funcionan” mejor, sino de tener claros los principios, y entonces las palabras adecuadas surgirán con naturalidad. Esto es lo que defiende el progresista George Lakoff pero al revés, claro, él pretende que la izquierda contrarreste la influencia de la derecha en Estados Unidos utilizando un lenguaje que cambie los marcos mentales de la gente. Sin embargo, sus consejos sirven tanto para una ideología como para otra. En España, de momento la hegemonía cultural progresista es abrumadora. La verdadera oposición al progresismo está reducida a las redes sociales, algunos digitales como Actuall y algunos blogs, como el tuyo, y sabes que no es coba. También algunos columnistas solitarios, como Hermann Tertsch. Incluiría el canal Intereconomía TV, si no estuviera lastrado por contradicciones muy extrañas, debidas, supongo, a su precariedad económica. Me refiero a lo del acuerdo con RT, la televisión de Putin que defiende descaradamente la dictadura venezolana, entre otras intoxicaciones. No hay una sola cadena de televisión en España con informativos potables.

“Si queremos librar la batalla cultural en condiciones, no podemos seguir aceptando el lenguaje del adversario”

En el ámbito internacional, el hombre del momento es sin duda Donald Trump. ¿Qué opinas de él?

A mí no me gustaba Trump cuando era candidato a las primarias del Partido Republicano. Prefería otros candidatos, porque veía a Trump como un oportunista, no como un liberal-conservador sincero, sino como un populista cuyas ideas aislacionistas no me gustaban ni un pelo. Pero al quedarse él solo frente a Hillary Clinton, tenía claro que era mi preferido, aunque fuese por eliminación. Y desde que gobierna, mi opinión sobre él ha mejorado muy considerablemente. Sus medidas a favor del derecho a la vida del no nacido, su valentía al salirse del acuerdo de París sobre el cambio climático, su política energética a favor del fracking, su veto a los transexuales en el Ejército, me parecen signos de que este hombre no era un mero oportunista, como parecía, ni un simple bocazas, sino que tiene algunas opiniones propias, y está dispuesto a defenderlas contra la dictadura global de la corrección política, de la que forman parte los principales medios de comunicación. Y encima, resulta que no es el amiguete de Putin que muchos esperaban desde la derecha. Así que la Europa del Este y las repúblicas bálticas pueden respirar más tranquilas.

Pero si hay algo que está consiguiendo que Trump me resulte cada vez más simpático es el odio visceral que destilan todos los medios de comunicación contra él, por la razón que he indicado. Y cuando digo todos quiero decir todos, incluidos los supuestamente de derechas. Es algo tan descarado y tan sucio, a veces tan ridículo, que me parece que en muchas personas provocará el efecto opuesto al que pretenden. Se nota que les ha sentado como un tiro que Trump ganara a “su” Hillary, pero aquí hay algo más profundo. Parece como si vieran en Trump por primera vez alguien que puede realmente empezar a erosionar la hegemonía progre. Veremos.

“Parece como si vieran en Trump por primera vez alguien que puede realmente empezar a erosionar la hegemonía progre”

En su famoso ensayo sobre los cuentos de hadas, J.R.R. Tolkien decía que los críticos de la literatura de evasión “confunden la fuga del prísionero con la huida del desertor”. Ante el ruido político y mediático de la realidad diaria, ¿cuál es la forma de evasión que más te gusta?

Disfruto por encima de todo con un buen libro. Este mes he leído la Divina Comedia por vez primera. Una obra difícil, desde luego. La he leído en la traducción en prosa de la colección Austral, con un aparato de notas muy útil, sin las cuales confieso que no me hubiera enterado ni de la mitad. Pero a pesar de la dificultad de la lectura, he quedado maravillado, hasta el punto de que me planteo hacerme con una traducción en verso o una bilingüe, para releerla dentro de un tiempo. Me gusta mucho aprovechar las vacaciones para leer clásicos pendientes. El verano pasado fue Ana Karenina, que me cautivó. Es sin duda una de las dos o tres mejores novelas que he leído en mi vida.

También me gusta mucho la música, desde la clásica hasta el rock, pasando por el jazz y el flamenco. Uno de mis últimos “descubrimientos” es el Fausto de Liszt, un poema sinfónico poco interpretado, quizás por su complejidad orquestal, con un coro final como en la Novena de Beethoven. Es una música subyugante, misteriosa e inquietante, con tres temas que se repiten una y otra vez y que representan a Fausto, Margarita y el diablo. En YouTube hay una versión memorable de Leonard Bernstein al frente de la Filarmónica de Nueva York.

“Me gusta que ganen los buenos”

Eso sí, cuando estoy cansado, después de un día de trabajo, me distraigo con alguna película de acción o de intriga que echen por la tele. Quizás te referías más bien a eso, al hablar de evasión. Hace unos días, me parece que en 13 TV, emitieron French connection, con un joven Gene Hackman. El episodio de la persecución del suburbano con un coche por debajo es magistral, no ha envejecido en absoluto. Confieso que me entretienen las películas de policías y mafiosos, o de policías buenos y policías corruptos. También las de espías. Y me gusta que ganen los buenos. Hay películas cínicas en las que es al revés, en que los delincuentes son muy simpáticos y se salen con la suya. O en que las diferencias entre buenos y malos quedan difuminadas. No creo que el arte deba ser moralista, pero personalmente, pienso que una buena película del género policial, de gánsters o de atracadores es más perfecta si al final vence el bien y pierde el mal. Decididamente, soy una persona de orden.

jueves, 17 de agosto de 2017

EL RÉGIMEN BORBÓNICO Y SUS REFORMAS EN LA NUEVA ESPAÑA




CARACTERÍSTICAS PRINCIPALES DEL GOBIERNO BORBÓNICO (1763-1810)


La época Borbónica de la Nueva España ha sido considerada como el siglo de oro colonial, debido al auge económico que caracterizó su siglo XVIII. Sin embargo, al analizar un poco más las características de este periodo, se observan una serie de reformas económicas y políticas que ocasionaron profundos desajustes sociales. Por lo que se puede decir que este momento, más que la culminación de doscientos años de historia colonial, fue una nueva reconquista de América.

Al principio de su administración los Borbones se mostraron reacios a establecer cambios radicales, pero después de la humillante derrota de España en la Guerra de los Siete Años, que terminó con la captura de La Habana por los ingleses y con el retiro de la influencia francesa sobre América por la firma del Tratado de París, la metrópoli se sintió sola y amenazada por un enemigo cada vez más poderoso; sólo entonces se decidió efectuar cambios.

Antes de describir someramente lo que fueron éstas reformas, cabe señalar que partieron de dos intereses fundamentales: obtener ganancias y poder. No hay en ellas una concepción globalista de la sociedad, como el aportado por la visión tomista; tampoco se encuentra una preocupación filosófica, jurídica o moral que justifique las intenciones más prácticas de obtener utilidades y el deseo de acercarse al modelo inglés --la nueva potencia.

a. Los objetivos de las reformas borbónicas
b. Reformas a la iglesia
c. Reformas al gobierno
d. Reformas Económicas


a. Los objetivos de las reformas borbónicas



El texto fundamental que inspiró estos cambios fue el libro de José Campillo titulado: Nuevo sistema de gobierno económico para la América, en donde se había incorporado intacto el proyecto económico de Bernardo Wall. En el libro se comparaban las grandes ganancias de los franceses y los ingleses obtenidas de sus colonias, frente a las ridículas utilidades que España percibía de su gran imperio. Para mejorar esta situación se recomendaba la terminación del monopolio comercial de Cádiz, la distribución de la tierra entre los indígenas, el fomento a la minería y la creación de un mercado que acogiera los productos españoles. Con objeto de lograr este último aspecto, se sugería la necesidad de reformar al gobierno y de liberar a la economía de los nefastos monopolios y trabas al comercio.

El personaje que puso en práctica éstas ideas fue José de Gálvez, abogado malagueño, quien fue enviado como visitador a la Nueva España, y en pocos años logró atraerse la enemistad de muchos sectores de la sociedad novohispana (1761-1771). Sin embargo más tarde fue nombrado ministro de las Indias (1776-1787).

Las ideas de Gálvez pretendían, en primer lugar, recuperar los canales independientes de la Metrópoli, que se habían desarrollado desde el siglo XVII, para lo cual tuvo que afectar los intereses de la Iglesia y el gobierno; y en segundo lugar, obtener más utilidades para la Corona, por lo que se reestructuró a la economía.



b. Reformas a la iglesia



Las reformas a la Iglesia tuvieron dos objetivos principales; uno político y otro económico.

Desde el punto de vista político se trató de reducir el poder de la Iglesia mediante ataques a la jurisdicción y a la inmunidad del cuerpo eclesiástico, quitando fueros y privilegios personales. A la orden religiosa que más se atacó fue a la Compañía de Jesús, ya que los jesuitas no estaban sujetos al Patronato Real y dependían directamente del Papa. Finalmente el 25 de junio de 1767, antes de rayar el alba, en la Casa de la Profesa y en todos los colegios de la Nueva España se presentó el ejército y el delegado del virrey les notificó que, por orden de Carlos 111, desde ese momento quedaban incomunicados y tendrían que salir rumbo a España, sin otra cosa que la ropa necesaria, un breviario y el dinero que perteneciera a cada quien. Todos los bienes de la Compañía, incluyendo libros y escritos de cada jesuita, quedaron bajo secuestro. La misma mañana en que se les puso presos, el virrey publicó la orden de destierro "con la prevención de que estando, todos los vasallos de cualquier condición y dignidad, obligados a respetar y obedecer las justas resoluciones del Soberano... deben saberlos súbditos del Gran Monarca de España, Que nacieron para callar y obedecer y no para discutir ni opinar en los altos asuntos del gobierno". A pesar de las precauciones tomadas por el Estado, que sabía del gran descontento que producirían éstas medidas, hubo motines populares en Pátzcuaro, Guanajuato, San Luis de la Paz y San Luis Potosí, con los que se trató de impedir la salida de los padres; sin embargo las represalias fueron tan grandes, que fueron ejecutadas 69 personas.

Durante la época de los Austrias la Iglesia llegó a controlar grandes extensiones de: tierra en la Nueva España. No obstante, este control fue esencialmente involuntario e indirecto. Como afirma Michael Costeloe, algunos terratenientes devotos gravaban sus propiedades para hacer donaciones destinadas a obras pías o bien contribuían con dinero a varias organizaciones que pertenecían a la Iglesia. Las primeras constituían hipotecas perpetuas y las donaciones en efectivo, junto con los diezmos, llegaron a ser una fuente de capital de inversión para los terratenientes que necesitaban dinero. Y como la Iglesia era la que controlaba estas importantes cantidades de activos, se convirtió de manera inevitable, en el banquero de la Nueva España (M. Costeloe, 1967 pp. 271-293).

Frente a esta situación, el objetivo económico de reformar a la Iglesia fue dado en 1804 en la Real Cédula sobre enajenación de bienes raíces y cobro de capitales de capellanías y obras pías para la consolidación de vales reales. La aplicación de ésta cédula le produjo a la Corona alrededor de 12 millones de pesos.

Las consecuencias de estas innovaciones fueron gravísimas, no sólo por el descontento que ocasionaron sino por los serios desajustes sociales y económicos que produjeron. Para que la Iglesia pudiera ciar al Estado lo que éste pedía, se vio en la necesidad de cobrar sus préstamos e hipotecas, lo que alteró toda la estructura productiva del virreinato, gestada a lo largo de dos siglos.

Las implicaciones sociales también fueron severas y afectaron a toda la sociedad, pues se redujo el papel social de la Iglesia en escuelas, hospitales, manicomios, orfanatorios, etc.; y además no se crearon substitutos de éstas. Hubo motines y se recurrió al ejército para sofocarlos. Esto también fue una novedad, pues la Iglesia había sido el gran pacificador social.

Antes, cuando había levantamientos eran los religiosos quienes salían a calmar a la plebe.

Bajo los Borbones, el instrumento favorito fue el ejército; se buscó reprimir y sujetar, no pacificar.



c. Reformas al gobierno



Una de las instituciones que más trató de combatir Gálvez fue la del virrey, porque consideraba peligroso que una sola persona tuviera tanto poder; para esto se utilizó el sistema de intendencias, copiado de los franceses y adoptado años antes en España. A la cabeza de las Intendencias se puso, gente que ejercía todos los atributos del poder justicia, guerra, hacienda, fomento de la economía y obras públicas. Esta reforma afectó a todos los poderes existentes anteriormente, desde los ayuntamientos hasta la Real Audiencia, incluyendo al virrey.

Por otra parte, el visitador se esforzó en excluir a los criollos de estos cargos, dando preferencia a peninsulares recién llegados, muchos de ellos eran sus paisanos o parientes.

A su vez se impulsó grandemente al ejército, que aumentó considerablemente durante ésta época; antes prácticamente no existía, ni tenía gran fuerza.

A pesar de que estas reformas no pudieron ser aplicadas muy consistentemente en todo el virreinato, sí lograron crear divisiones y competencias por el poder entre diversas facciones que anteriormente estaban unidas y formaban parte del mismo estamento.



d. Reformas Económicas



La finalidad principal de estos ajustes fue modernizar la economía para hacerla más rentable y productiva en beneficio de España y sobre todo el Estado.

La primera novedad fue que la Corona pretendió participar más directamente en estos asuntos. Se hizo una reforma administrativa a fin de que fuera el gobierno quien cobrara los impuestos que se habían venido arrendando, a pesar de la oposición de algunos virreyes como el de Revillagigedo. Para esto fue necesaria la creación de todo un cuerpo burocrático administrativo, pagado por el Estado (ya no como servicio público) y destinado al cobro. Además se aumentaron los impuestos.

La mayor participación de los Borbones en la economía no se redujo sólo al aspecto fiscal, sino que también se establecieron monopolios reales; la Corona se transformó en empresario. Se afectaron monopolios privados, entre ellos el del tabaco, para sustituirlos por monopolios reales.

Se buscó fomentar y apoyar a ciertos sectores económicos particulares, fundamentalmente a los que estaban orientados a tener un comercio con España, por medio de estímulos fiscales y otros apoyos. La actividad más favorecida fue la minería. Se creó la escuela de minería, se organizó a los mineros en un gremio que tenía tribunales propios y jurisdicción en los asuntos mineros.

La creación de los monopolios reales, así como el apoyo exclusivo a ciertos sectores económicos, ocasionó una gran desigualdad en la distribución del ingreso que se concentró en pequeños grupos.

Por ejemplo, el monopolio real del tabaco tuvo graves consecuencias en amplios sectores de la población más pobre, los cuales vieron todavía más reducidas sus fuentes de ingreso; entre ellos estuvieron los cultivadores, los fabricantes, los comerciantes modestos y los artesanos de las ciudades, que se dedicaban a la producción y comercialización del tabaco, de puros y cigarrillos.

El auge minero fue financiado por el sector agropecuario, pues las minas estaban localizadas fuera de las zonas con alto índice demográfico, así que fue necesaria la creación de todo un complejo agrícola que proporcionara tanto el alimento para los trabajadores y bestias de carga, como cuero y sebo para el transporte y beneficio del mineral. Por eso la mayor parte de las minas contaba con su hacienda, ya que el precio de los alimentos y de los insumos fueron el renglón más importante en los costos de producción de los metales y había que reducirlos. Según afirma Palerm, el éxito de la actividad minera debió convertirse en el éxito de la agroganadería que determinaba la mayor parte de sus costos, tanto en mano de obra, como en insumos. Por otro lado, la mayor parte de los grandes mineros eran hacendados, funcionarios y comerciantes; así, la duplicidad de roles permitió hacer transferencias de recursos de un sector a otro; estas transferencias fueron en detrimento de la rentabilidad del sector primario que acabó por arruinarse. Su ruina trajo consigo la crisis minera (1808), pues se había agotado su fuente de financiamiento (A. Palerm, 1976, pp. 17-31).

Respecto al comercio se apoyó y estimuló al exterior, mientras que se afectó al interior con aumento de impuestos. Este último había crecido mucho en el siglo XVII.

Para el Estado estas reformas fueron muy productivas. La Nueva España llegó a ser la segunda fuente de ingresos para la Corona, superada sólo por la península. En total México llegó a aportar anualmente unos 14 millones de pesos, de los cuales sólo se utilizaban 4 millones para el mantenimiento de todo el aparato estatal de la Colonia. Los otros 10 millones eran enviados para el virreinato: 4 millones se destinaban al subsidio de los fuertes que existían entre Trinidad y Luisiana, y entre California y Filipinas, mientras que los 6 restantes iban a dar a las arcas reales. Los Borbones dependían de sus posesiones en América para sufragar los gastos de defensa y administración (D.A. Brading, 1975, p. 52).



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