jueves, 17 de agosto de 2017

EL RÉGIMEN BORBÓNICO Y SUS REFORMAS EN LA NUEVA ESPAÑA




CARACTERÍSTICAS PRINCIPALES DEL GOBIERNO BORBÓNICO (1763-1810)


La época Borbónica de la Nueva España ha sido considerada como el siglo de oro colonial, debido al auge económico que caracterizó su siglo XVIII. Sin embargo, al analizar un poco más las características de este periodo, se observan una serie de reformas económicas y políticas que ocasionaron profundos desajustes sociales. Por lo que se puede decir que este momento, más que la culminación de doscientos años de historia colonial, fue una nueva reconquista de América.

Al principio de su administración los Borbones se mostraron reacios a establecer cambios radicales, pero después de la humillante derrota de España en la Guerra de los Siete Años, que terminó con la captura de La Habana por los ingleses y con el retiro de la influencia francesa sobre América por la firma del Tratado de París, la metrópoli se sintió sola y amenazada por un enemigo cada vez más poderoso; sólo entonces se decidió efectuar cambios.

Antes de describir someramente lo que fueron éstas reformas, cabe señalar que partieron de dos intereses fundamentales: obtener ganancias y poder. No hay en ellas una concepción globalista de la sociedad, como el aportado por la visión tomista; tampoco se encuentra una preocupación filosófica, jurídica o moral que justifique las intenciones más prácticas de obtener utilidades y el deseo de acercarse al modelo inglés --la nueva potencia.

a. Los objetivos de las reformas borbónicas
b. Reformas a la iglesia
c. Reformas al gobierno
d. Reformas Económicas


a. Los objetivos de las reformas borbónicas



El texto fundamental que inspiró estos cambios fue el libro de José Campillo titulado: Nuevo sistema de gobierno económico para la América, en donde se había incorporado intacto el proyecto económico de Bernardo Wall. En el libro se comparaban las grandes ganancias de los franceses y los ingleses obtenidas de sus colonias, frente a las ridículas utilidades que España percibía de su gran imperio. Para mejorar esta situación se recomendaba la terminación del monopolio comercial de Cádiz, la distribución de la tierra entre los indígenas, el fomento a la minería y la creación de un mercado que acogiera los productos españoles. Con objeto de lograr este último aspecto, se sugería la necesidad de reformar al gobierno y de liberar a la economía de los nefastos monopolios y trabas al comercio.

El personaje que puso en práctica éstas ideas fue José de Gálvez, abogado malagueño, quien fue enviado como visitador a la Nueva España, y en pocos años logró atraerse la enemistad de muchos sectores de la sociedad novohispana (1761-1771). Sin embargo más tarde fue nombrado ministro de las Indias (1776-1787).

Las ideas de Gálvez pretendían, en primer lugar, recuperar los canales independientes de la Metrópoli, que se habían desarrollado desde el siglo XVII, para lo cual tuvo que afectar los intereses de la Iglesia y el gobierno; y en segundo lugar, obtener más utilidades para la Corona, por lo que se reestructuró a la economía.



b. Reformas a la iglesia



Las reformas a la Iglesia tuvieron dos objetivos principales; uno político y otro económico.

Desde el punto de vista político se trató de reducir el poder de la Iglesia mediante ataques a la jurisdicción y a la inmunidad del cuerpo eclesiástico, quitando fueros y privilegios personales. A la orden religiosa que más se atacó fue a la Compañía de Jesús, ya que los jesuitas no estaban sujetos al Patronato Real y dependían directamente del Papa. Finalmente el 25 de junio de 1767, antes de rayar el alba, en la Casa de la Profesa y en todos los colegios de la Nueva España se presentó el ejército y el delegado del virrey les notificó que, por orden de Carlos 111, desde ese momento quedaban incomunicados y tendrían que salir rumbo a España, sin otra cosa que la ropa necesaria, un breviario y el dinero que perteneciera a cada quien. Todos los bienes de la Compañía, incluyendo libros y escritos de cada jesuita, quedaron bajo secuestro. La misma mañana en que se les puso presos, el virrey publicó la orden de destierro "con la prevención de que estando, todos los vasallos de cualquier condición y dignidad, obligados a respetar y obedecer las justas resoluciones del Soberano... deben saberlos súbditos del Gran Monarca de España, Que nacieron para callar y obedecer y no para discutir ni opinar en los altos asuntos del gobierno". A pesar de las precauciones tomadas por el Estado, que sabía del gran descontento que producirían éstas medidas, hubo motines populares en Pátzcuaro, Guanajuato, San Luis de la Paz y San Luis Potosí, con los que se trató de impedir la salida de los padres; sin embargo las represalias fueron tan grandes, que fueron ejecutadas 69 personas.

Durante la época de los Austrias la Iglesia llegó a controlar grandes extensiones de: tierra en la Nueva España. No obstante, este control fue esencialmente involuntario e indirecto. Como afirma Michael Costeloe, algunos terratenientes devotos gravaban sus propiedades para hacer donaciones destinadas a obras pías o bien contribuían con dinero a varias organizaciones que pertenecían a la Iglesia. Las primeras constituían hipotecas perpetuas y las donaciones en efectivo, junto con los diezmos, llegaron a ser una fuente de capital de inversión para los terratenientes que necesitaban dinero. Y como la Iglesia era la que controlaba estas importantes cantidades de activos, se convirtió de manera inevitable, en el banquero de la Nueva España (M. Costeloe, 1967 pp. 271-293).

Frente a esta situación, el objetivo económico de reformar a la Iglesia fue dado en 1804 en la Real Cédula sobre enajenación de bienes raíces y cobro de capitales de capellanías y obras pías para la consolidación de vales reales. La aplicación de ésta cédula le produjo a la Corona alrededor de 12 millones de pesos.

Las consecuencias de estas innovaciones fueron gravísimas, no sólo por el descontento que ocasionaron sino por los serios desajustes sociales y económicos que produjeron. Para que la Iglesia pudiera ciar al Estado lo que éste pedía, se vio en la necesidad de cobrar sus préstamos e hipotecas, lo que alteró toda la estructura productiva del virreinato, gestada a lo largo de dos siglos.

Las implicaciones sociales también fueron severas y afectaron a toda la sociedad, pues se redujo el papel social de la Iglesia en escuelas, hospitales, manicomios, orfanatorios, etc.; y además no se crearon substitutos de éstas. Hubo motines y se recurrió al ejército para sofocarlos. Esto también fue una novedad, pues la Iglesia había sido el gran pacificador social.

Antes, cuando había levantamientos eran los religiosos quienes salían a calmar a la plebe.

Bajo los Borbones, el instrumento favorito fue el ejército; se buscó reprimir y sujetar, no pacificar.



c. Reformas al gobierno



Una de las instituciones que más trató de combatir Gálvez fue la del virrey, porque consideraba peligroso que una sola persona tuviera tanto poder; para esto se utilizó el sistema de intendencias, copiado de los franceses y adoptado años antes en España. A la cabeza de las Intendencias se puso, gente que ejercía todos los atributos del poder justicia, guerra, hacienda, fomento de la economía y obras públicas. Esta reforma afectó a todos los poderes existentes anteriormente, desde los ayuntamientos hasta la Real Audiencia, incluyendo al virrey.

Por otra parte, el visitador se esforzó en excluir a los criollos de estos cargos, dando preferencia a peninsulares recién llegados, muchos de ellos eran sus paisanos o parientes.

A su vez se impulsó grandemente al ejército, que aumentó considerablemente durante ésta época; antes prácticamente no existía, ni tenía gran fuerza.

A pesar de que estas reformas no pudieron ser aplicadas muy consistentemente en todo el virreinato, sí lograron crear divisiones y competencias por el poder entre diversas facciones que anteriormente estaban unidas y formaban parte del mismo estamento.



d. Reformas Económicas



La finalidad principal de estos ajustes fue modernizar la economía para hacerla más rentable y productiva en beneficio de España y sobre todo el Estado.

La primera novedad fue que la Corona pretendió participar más directamente en estos asuntos. Se hizo una reforma administrativa a fin de que fuera el gobierno quien cobrara los impuestos que se habían venido arrendando, a pesar de la oposición de algunos virreyes como el de Revillagigedo. Para esto fue necesaria la creación de todo un cuerpo burocrático administrativo, pagado por el Estado (ya no como servicio público) y destinado al cobro. Además se aumentaron los impuestos.

La mayor participación de los Borbones en la economía no se redujo sólo al aspecto fiscal, sino que también se establecieron monopolios reales; la Corona se transformó en empresario. Se afectaron monopolios privados, entre ellos el del tabaco, para sustituirlos por monopolios reales.

Se buscó fomentar y apoyar a ciertos sectores económicos particulares, fundamentalmente a los que estaban orientados a tener un comercio con España, por medio de estímulos fiscales y otros apoyos. La actividad más favorecida fue la minería. Se creó la escuela de minería, se organizó a los mineros en un gremio que tenía tribunales propios y jurisdicción en los asuntos mineros.

La creación de los monopolios reales, así como el apoyo exclusivo a ciertos sectores económicos, ocasionó una gran desigualdad en la distribución del ingreso que se concentró en pequeños grupos.

Por ejemplo, el monopolio real del tabaco tuvo graves consecuencias en amplios sectores de la población más pobre, los cuales vieron todavía más reducidas sus fuentes de ingreso; entre ellos estuvieron los cultivadores, los fabricantes, los comerciantes modestos y los artesanos de las ciudades, que se dedicaban a la producción y comercialización del tabaco, de puros y cigarrillos.

El auge minero fue financiado por el sector agropecuario, pues las minas estaban localizadas fuera de las zonas con alto índice demográfico, así que fue necesaria la creación de todo un complejo agrícola que proporcionara tanto el alimento para los trabajadores y bestias de carga, como cuero y sebo para el transporte y beneficio del mineral. Por eso la mayor parte de las minas contaba con su hacienda, ya que el precio de los alimentos y de los insumos fueron el renglón más importante en los costos de producción de los metales y había que reducirlos. Según afirma Palerm, el éxito de la actividad minera debió convertirse en el éxito de la agroganadería que determinaba la mayor parte de sus costos, tanto en mano de obra, como en insumos. Por otro lado, la mayor parte de los grandes mineros eran hacendados, funcionarios y comerciantes; así, la duplicidad de roles permitió hacer transferencias de recursos de un sector a otro; estas transferencias fueron en detrimento de la rentabilidad del sector primario que acabó por arruinarse. Su ruina trajo consigo la crisis minera (1808), pues se había agotado su fuente de financiamiento (A. Palerm, 1976, pp. 17-31).

Respecto al comercio se apoyó y estimuló al exterior, mientras que se afectó al interior con aumento de impuestos. Este último había crecido mucho en el siglo XVII.

Para el Estado estas reformas fueron muy productivas. La Nueva España llegó a ser la segunda fuente de ingresos para la Corona, superada sólo por la península. En total México llegó a aportar anualmente unos 14 millones de pesos, de los cuales sólo se utilizaban 4 millones para el mantenimiento de todo el aparato estatal de la Colonia. Los otros 10 millones eran enviados para el virreinato: 4 millones se destinaban al subsidio de los fuertes que existían entre Trinidad y Luisiana, y entre California y Filipinas, mientras que los 6 restantes iban a dar a las arcas reales. Los Borbones dependían de sus posesiones en América para sufragar los gastos de defensa y administración (D.A. Brading, 1975, p. 52).



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