martes, 15 de septiembre de 2015

SE REESCRIBE LA HISTORIA DE MÉXICO A PARTIR DE SU INDEPENDENCIA




El paradigma de la Independencia nacional



Por décadas padecimos una historia oficial circunscrita a un paradigma [1] que era el marco de pensamiento que sostenía a los regímenes políticos “emanados de la revolución mexicana” y que dieron origen al Partido Nacional Revolucionario (PNR), posteriormente al Partido de la Revolución Mexicana (PRM y finalmente al Partido Revolucionario Institucional (PRI). Este grupo político gobernó a México por 71 años, bajo un sistema corporativo inspirado en el fascismo de Mussolini y con un sistema electoral ad hoc, que permitía la “aplanadora del “partido oficial” y que fue conocido como el priiato. 

Fundamental dentro de este grupo era el control de las mentes y de la cultura, por lo que la Secretaría de Educación Pública, creada por el humanista José Vasconcelos, -que a la postre sería el gran enemigo de éste grupo-, fue adaptada como el instrumento para moldear la mente de las nuevas generaciones. Para ello se creó el “libro de texto único” en el cual se cambió la palabra de “único” por la de “gratuito”. Se conformó un grupo de artistas y literatos -que generosamente retribuidos por el gobierno- contribuirían al fortalecimiento de la ideología revolucionaria, entre ellos figuran los “genios" del muralismo mexicano (Rivera, Orozco, Siqueiros).

Las generaciones posteriores a la revolución mexicana y a la institución del partido hegemónico resultante de la misma, fuimos educados –gracias a la Secretaría de Educación Pública y al libro de texto único- dentro de ciertas ideas que llegaron a ser verdaderos dogmas históricos. Se seguía la “antítesis liberalismo versus absolutismo”. Quién osara disentir de ellos era marginado, dentro de las instituciones académicas, editoriales y colegiadas que controlaba el todopoderoso sistema político del Estado Mexicano.

Uno de los dogmas históricos de esta enseñanza es que los padres de la independencia eran lectores asiduos de los ideólogos y próceres de la Revolución Francesa, así como su pertenencia a logias masónicas, en dónde habrían abrevado las nociones de libertad, igualdad e independencia; y gracias a las cuales se obtuvo finalmente la independencia. Este dogma era fundamental ya que en el sustrato del sistema revolucionario liberal, los postulados de la revolución francesa y del jacobinismo eran fundamentales, además de que las logias masónicas gozaban de una gran influencia dentro del partido de Estado y las instituciones del gobierno, incluyendo las fuerzas armadas.


El “descubrimiento” de un amante de la historia nacional



Inicié mi inmersión sistemática dentro de nuestra historia colonial e independiente, en el año de 2009 dentro del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM), entonces bajo la dirección del licenciado Luis Manuel Villalpando, considerado por el sector oficial como conservador, (aunque he conocido pocos historiadores con la devoción que él profesa a Benito Juárez y a otros liberales, así como el repudio que ostenta frente a Agustín de Iturbide). Como quiera que sea, desmarcó al INEHRM del control ideológico de la “Revolución Mexicana”.

Se acercaba el bicentenario de nuestra independencia que se celebraría en 2010, así es que en el segundo bimestre de 2009, el INEHRM ofreció el curso sobre “La Nueva España borbónica preludio de la Independencia”. En 2010 se ofrecieron dos cursos semestrales sobre “La Independencia de México 1810-1821”. Posteriormente siguieron cursos sobre el Siglo XIX, EL Siglo XX. También me incorporé a los cursos ofrecidos por la Academia Mexicana de Historia. 

Esta inmersión me llevó a conocer a la nueva generación de historiadores (ya conocía a la vieja generación conformada por Jean Meyer, Enrique Krauze, Josefina Zoraida Vázquez, Javier Garciadiego, Ernesto de la Torre Villar (qepd), etc.). También descubrí una amplia bibliografía –desconocida para mí hasta entonces-. Quizá lo más importante fue participar de sus inquietudes e investigaciones. Fue así como percibí que estos nuevos historiadores e investigadores (doctores en su mayoría) estaban reescribiendo la Historia Nacional, libre ya de prejuicios y dogmas de la ideología post revolucionaria, en forma callada, pero eficiente y científica.


La reescritura de la historia nacional


Es en los 90´s, cuando aparece una nueva generación de jóvenes historiadores, distinta a la anterior. Estos nuevos historiadores libres del paradigma mencionado, buscan la verdad histórica en las evidencias, en la documentación existente. Si no hay evidencia histórica sustentable se desechan las suposiciones y así se afirma “hasta la fecha no hay evidencia histórica de esto o de lo otro”.

También a partir de esta década se da la proliferación de escritores pseudo historiadores como Francisco Martin Moreno, José Luis Trueba Lara, Paco Ignacio Taibo II, Sara Sefcovich o Pedro J. Fernández. Algunos de ellos gozan de un gran éxito literario, explotando las filias y fobias de la juventud actual.

Los nuevos historiadores son más científicos que novelistas, y han decidido sumergirse por años en El Archivo General de la Nación, en los Archivos de Indias de Sevilla, en los de la Universidad de Austin, Texas, en la Biblioteca del Senado de los Estados Unidos, etc.

Estos historiadores se han ganado mi respeto no nada más por su sapiencia, sino por su honestidad intelectual y humildad, demostrada al no querer hacer afirmaciones fáciles y suposiciones aventuradas frente a lo no demostrado y que contrasta con la soberbia del “historiador de cafetería” o de “sobremesa” al que todos conocemos cuya fuente es alguna novela o distorsionada película, a la que defiende como la “verdad absoluta”, sin mayores argumentos.


Habla la nueva generación de historiadores



<<El primer cambio fundamental que llevó a la formulación de nuevas interpretaciones y la ampliación de las temáticas fue la reconsideración sobre el pensamiento político que alimentó el proceso de emancipación. La historiografía tradicional, heredada del liberalismo decimonónico, presentaba a la independencia como resultado de las ideas de la Ilustración, y en particular de la filosofía francesa; pero desde hace poco más de cincuenta años ese planteamiento comenzó a ser cuestionado. Alfredo Ávila relata cómo diversos autores, en particular Luis Villoro, recuperaron la filiación teológica, la importancia del saber jurídico y del constitucionalismo histórico en los pensadores novohispanos y próceres de la independencia como Hidalgo y Morelos. Después el estudio del pensamiento político de la emancipación tuvo un receso de aproximadamente dos décadas, y ha sido recuperado en fechas recientes, con trabajos interdisciplinarios y metodologías novedosas —que incorporan propuestas de la nueva historia intelectual y campos de estudios más amplios—. Estos análisis han procurado localizar no sólo las rupturas sino también las continuidades del proceso; han evidenciado que de un “sustrato cultural común” podían surgir posiciones políticas muy distintas (p. 42); y sobre todo, han redimensionado el impacto de las ideas, al mostrarlas como hechos históricos en sí mismos, que por una parte dependen del contexto, las circunstancias y la forma en que son enunciadas, y por otra inciden directamente en los acontecimientos y en la toma de decisiones políticas

Colocar dentro de la tradición hispánica las ideas de los novohispanos que participaron en la independencia favoreció que hechos antes entendidos simplemente como antecedentes del movimiento ahora se consideren parte integral del mismo. Así, prácticamente en todas las áreas de la disciplina se concede mayor importancia a los acontecimientos ocurridos en la metrópoli a partir de 1808, a las reacciones que despertaron en los miembros del Ayuntamiento de México y al movimiento en contra del virrey Iturrigaray. Como menciona Alfredo Ávila, ese momento fue un punto de quiebre, que colocó a los actores políticos y sociales frente a una realidad que seguramente hasta ese momento les era desconocida: el presente y el futuro estaban en sus manos, no en un orden preestablecido.>> [2]


   


El regreso del Partido Revolucionario Institucional (PRI) al gobierno de la República.

EL 1° de diciembre de 2012 regreso el PRI al gobierno de la República, tras doce años de ausencia en que gobernó el Partido Acción Nacional. Con el PRI regresó al INEHRM la “vieja guardia” de la historia representada por la Dra. Patricia Galeana Herrera, esposa de otro conocido político de la “Revolución Mexicana”, Diego Valadés Ríos, -Procurador General de Justicia del Distrito Federal, Procurador General de la República y Ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación-, entre otros cargos desempeñados durante el priiato.

La Dra. Galeana, actual directora del INEHRM es fiel observante del paradigma comentado. A su decir, es relatora de la logias masónicas y quizá por ello sostiene que Miguel Hidalgo y Costilla fue iniciado en la masonería en el callejón de “Las Ratas”. Al respecto la nueva generación está de acuerdo en que la masonería es introducida en Nueva España hacia 1812, traída por las tropas expedicionarias que venían a combatir a los insurgentes. Los historiadores como la Dra. Galeana, además pasan por alto, lo selectivo y la observancia del prejuicio de las castas de los primeros masones que llegaron a Nueva España, que no nada más rechazaban a las mujeres, sino a todo aquél que no fuera español nacido en España (peninsular), por lo que un criollo como Hidalgo sería rechazado inmediatamente y qué decir de un mulato como Morelos.

Por su parte los historiadores españoles afirman que en España, siempre existió poco interés en la masonería y que su fundación se debió a una carta en donde un grupo de ciudadanos británicos residentes en España solicitaban la constitución oficial de una logia en Madrid, la cual se recibió en la Gran Logia de Inglaterra el 17 de abril de 1728. Sin embargo ésta fue fue borrada en 1768 por falta de actividad. En 1729, la logia Saint John of Jerusalem solicitaba el permiso para su constitución en Gibraltar. Los historiadores consignan que en 1750, 1755 y 1772, otros grupos de ciudadano extranjeros intentaron crear logias en Madrid, Barcelona y Cádiz.

Para empeorar la situación de la masonería en España, el 20 de abril de 1738, el papa Clemente XII condenó de forma rotunda a los francmacons o Liberi muratori en su bula In eminenti, con castigo de excomunión. Ese mismo año, el 11 de octubre, Andrés de Orbe y Larreategui, Inquisidor general en España, emitía el edicto de prohibición sobre la Orden del Gran Arquitecto a todos los tribunales del Santo Oficio.

Podemos afirmar que la masonería existió sólo en forma latente en España y se reactivó con la invasión de Napoleón a España en 1808, gracias a las poderosas logias francesas, que paradójicamente, se difundieron entre los militares que luchaban contra Napoleón y de aquí fueron llevadas a Nueva España por las tropas enviadas a combatir a los insurgentes.

No obstante lo anterior la reescritura de la historia es un proceso que ya no se detendrá y cuyo proceso se advierte en los ciclos de conferencias que imparte la Academia Mexicana de Historia, en las investigaciones que se vienen realizando, así como en las recientes publicaciones de la nueva generación.

Connotados miembros de este movimiento son los Doctores en Historia: Carlos Herrejón Peredo, Virginia Guedea, Guadalupe Jiménez Codinach, Ana Carolina Ibarra, Jaime del Arenal Fenochio, Rafael Estrada Michel, Alfredo Ávila, Gerardo Lara Cisneros, y Juan Miguel Zunzunegui, entre otros.

En el próximo post referido al movimiento de Los Guadalupes, se podrá apreciar plenamente este nuevo enfoque de nuestro movimiento de Independencia.

Jorge Pérez Uribe


Notas:
[1] Teoría cuyo núcleo central se acepta sin cuestionar y que suministra la base y modelo para resolver problemas y avanzar en el conocimiento; p. ej., en la ciencia, las leyes del movimiento y la gravitación de Newton y la teoría de la evolución de Darwin. R.A.E.

[2] Alfredo Ávila y Virginia Guedea (coordinadores), La independencia de México, temas e interpretaciones recientes, México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas, 2007, 257 p