Ese país se dice heredero de la evangelización de los apóstoles Judas Tadeo y Bartolomé y afianzada por Gregorio, el Iluminador, el santo que renunció a su vida matrimonial y que sufrió padecimientos indecibles por más de catorce años encerrado en un pozo en la llanura del Monte Ararat, lugar donde, según las tradiciones, estarían los restos del Arca bíblica de Noé. El Papa reafirmará los importantes lazos de comunión entre la Iglesia católica y la Apostólica de Armenia encabezada por el Katholicós de todos los armenios, Karekin II, quien desde 1999 es el Patriarca supremo de la Iglesia monofisita separada desde el Concilio de Calcedonia de 451.
En la época contemporánea, el Papa Juan Pablo II dirigió una Carta apostólica con motivo del 17 centenario del bautismo del pueblo armenio. Ahí el Pontífice santo, resaltó la historia de mártires que dio origen a la Iglesia apostólica manifestando su gratitud por la “fidelidad a Cristo, fidelidad que ha conocido la persecución y el martirio. Los hijos de la Armenia cristiana han derramado su sangre por el Señor, pero toda la Iglesia ha crecido y se ha robustecido en virtud de su sacrificio. Si hoy Occidente puede profesar libremente su fe, se debe en parte a los que se inmolaron, haciendo de su cuerpo una defensa para el mundo cristiano, hasta sus últimos confines”.
Para conmemorar ese 17 centenario, Juan Pablo II viajó a la pequeña República en septiembre de 2001 peregrinando a esa tierra llevándolo también a Kazajstán. El 25 de septiembre, el sucesor de Pedro besó esa región de Cáucaso y expresó la intención de su visita como la de un “viaje espiritual para honrar el extraordinario testimonio de vida cristiana que ha dado la Iglesia apostólica armenia a lo largo de tantos siglos, y sobre todo en el siglo XX, que para vosotros fue un tiempo de indecible terror y sufrimiento”. (Discurso de bienvenida en el aeropuerto de Ereván, 25 de septiembre de 2001).
La conmemoración de la aceptación de la fe también tocó la fibra sensible que siente aún dolor en el recuerdo del primer genocidio del siglo XX en donde murieron más de un millón de armenios, víctimas de la opresión del Imperio otomano en abril de 1915, discusión histórica que aún lleva a discrepancias internacionales al recordar las políticas de exterminio de “Los Jóvenes Turcos” que aspiraron por un país unificado donde no cabían minorías religiosas y étnicas.
La peregrinación de Juan Pablo II tuvo dos momentos culminantes. El primero, la oración en el memorial del martirio del pueblo armenio, el Tzitzernakaberd, mismo que visitará el Papa Francisco el sábado 26 donde podría repetir una oración similar a la del Pontífice polaco en un llamado a la reconciliación y a cerrar las heridas entre dos naciones que necesitadas de esperanza y paz.
El segundo momento fue el encuentro con el Katholicós Karekin II al firmar una Declaración conjunta con motivo del aniversario de la proclamación del cristianismo como religión de los armenios. El 27 de septiembre, el sucesor de Pedro y de Gregorio el Iluminador, sentaron el compromiso por la progresiva unión y reconciliación entre las Iglesias sin olvidar las persecuciones y específicamente, la tragedia armenia de 1915: “Damos gracias a Dios porque el cristianismo en Armenia ha sobrevivido a las adversidades de los diecisiete siglos pasados, y porque la Iglesia armenia ahora goza de libertad para cumplir su misión de proclamar la buena nueva en la moderna República de Armenia y en muchas regiones cercanas y lejanas, donde hay comunidades armenias”.
En ocasión del centenario del genocidio, el Papa Francisco dirigió un mensaje al pueblo armenio compartiendo el dolor del Metz Yeghem, el Gran Mal, y en actitud de cercanía ante la canonización del más del millón de armenios, el 23 de abril de 2015, por los patriarcas de la Iglesia apostólica. La súplica de Francisco derivó hacia la búsqueda de caminos de reconciliación “entre el pueblo armenio y el pueblo turco, y que la paz brote también en el Nagorno Karabaj. Se trata de pueblos que, en el pasado, a pesar de los contrastes y tensiones, vivieron largos períodos de pacífica convivencia, e incluso en la turbulencia de las violencias vieron casos de solidaridad y ayuda mutua. Sólo con este espíritu las nuevas generaciones pueden abrirse a un futuro mejor y el sacrificio de muchos convertirse en semilla de justicia y de paz”. (Mensaje del Santo Padre Francisco a los armenios, 12 de abril de 2015) Otro tema más, convulso entre las fronteras de Europa y Asia, el conflicto del Nagorno Karabaj, activado de nuevo en 2016, un territorio de mayoría armenia enclavado en la vecina República de Azerbaiyán y que clama por su separación.
Como afirmó el Santo Padre en su video mensaje previo a su viaje a la antigua República Soviética, esta peregrinación será oportunidad “para reforzar los lazos de comunión, avanzar en la reconciliación y animar en la esperanza” frente a todos los conflictos y males que brotan del corazón humano.
Guillermo Gazanini Espinoza / 23 de junio
Fuente: http://blogs.periodistadigital.com/sursumcorda.php/2016/06/24/el-papa-en-armenia-el-primer-pais-cristi