viernes, 26 de octubre de 2012

CRISTEROS. GENERACIONES CON SANGRE CRISTERA





(En mi post anterior comentaba sobre la película “Los últimos cristeros”. Alejandro Ledesma Solórzano, conocedor del tema, entrevistó a un nieto del principal personaje de la película, el coronel Florencio Estrada. Con autorización expresa de su autor, reproduzco su interesante artículo, que es la parte XII de una serie dedicada a los cristeros)


Alejandro Ledesma Solórzano 22 octubre 2012


Cuentos, anécdotas, desgracias, aventuras y muchas historias basadas en hechos reales en torno a la época cristera, son evidencias que ya no sólo se quedan en casa, los relatos han pasado a valiosas obras literarias y a la pantalla grande.


Esto, gracias a historiadores, investigadores y escritores, quienes plasmaron la gesta cristera, algunos de ellos incluso experimentaron en carne propia la persecución religiosa, como es el caso de Antonio Estrada (qepd), autor de autor del libro “Rescoldo. Los últimos cristeros” obra que trata la reanudación de la guerra y la voluntad lúcida y desesperada de esos hombres condenados a morir de pie con las armas en la mano.


Aunque cuando sucedió la persecución era muy pequeño le toca vivirla ya que en su familia eran cristeros como nos lo relató el hijo de dicho autor Manuel Estrada, en entrevista con yoinfluyo.com.


Manuel comentó haber convivido poco con su padre ya que el tenia sólo cinco años y su hermano mayor siete, “el tema cristero era poco tocado, lo que si recuerdo es una anécdota que contaba mi padre, se trataba de mi abuela quien después de un ataque de los federales huyó junto con sus cuatro hijos: Antonio, Florencio, Adolfo y Rogelio.


“Todo comienza cuando al huir llegan con hambre y sed a una cueva, mi abuela comenzó a hacer gorditas de lodo y le pidió a mi padre Antonio quien era el mayor, se la comiera para que los demás hermanos también lo hicieran y así calmaran el hambre.


“Según la anécdota, de pronto mi abuela vio unos ojos rojos más adentro de la cueva y resulta que era una loba con sus crías, en fin, doña Lola junto con sus hijos compartió la cueva toda la noche con la loba y sus crías, eso refleja lo duro por lo que pasaron los cristeros”, expresó Estrada, quien es el tercero de seis hermanos.


De acuerdo con un documento escrito por Antonio Avitia Hernández y publicado en bibliotecas.tv, narra la opinión del escritor Juan Rulfo sobre la obra de Antonio Estrada, “el hijo del jefe cristero de Durango, Florencio Estrada, muerto en combate en 1936, cuenta sencillamente, escuetamente, la reanudación de la guerra en 1934 y la búsqueda de la muerte". 


“Un lenguaje perfectamente dominado, al servicio de un pensamiento tan claro como simple, hace de este libro (Rescoldo, los últimos cristeros) el único libro, obra novelesca u obra histórica, escrito sobre los cristeros", consideró el escritor, guionista y fotógrafo mexicano".


Además, Rulfo aseguró más de una vez que para entender a la Cristiada, habría de leer “Rescoldo. Los últimos cristeros”, ya que es catalogada como una de las cinco mejores novelas cristeras.


El caso de Manuel Estrada, es un ejemplo de generaciones con sangre cristera. La información de estos personajes quienes realmente estuvieron al pie del cañón esta plasmada, sólo es cuestión de acceder y enterarnos de una época que no se debe olvidar.




aledesma@yoinfluyo.com




jueves, 18 de octubre de 2012

LOS ÚLTIMOS CRISTEROS, LA PELÍCULA






La película


Después del éxito de la película “Cristiada”, había expectación por esta cinta, máxime cuando se supo que el historiador Jean Meyer autor de la obra “La Cristiada, se había negado a asesorar dicha película, en tanto que si había asesorado a “Los últimos Cristeros” dirigida por su hijo Matías Meyer.

Participante en 30 festivales internacionales y ganadora en 6 de ellos; entre ellos el Gran Premio Coup de Coeur del Festival de Cine Latinoamericano de Toulouse (2012), hacía esperar con impaciencia su exhibición

Al hablar sobre la película, los Meyer, padre e hijo, afirmaron que está basada en la novela 
Rescoldo Los últimos cristeros de Antonio Estrada.

Filmada en Jalisco, Guanajuato y una parte de Aguascalientes, su elenco se conformó con actores no profesionales. El único al que el público podría identificar es a Jesús Moisés Rodríguez.

Con duración de 90 minutos, se caracteriza por << Planos abiertos y un ritmo lento para narrar la trama, ambas decisiones deliberadas del autor: “Me gusta que el espectador complete las escenas, no es ese tipo de películas en las que debes estar muy atento para no perder detalle”: el viaje es también del imaginario de quien mira>>.[1]

Estrenada en la ciudad de México, el 21 de septiembre de 2012 -al parecer inexplicablemente- tuvo una escasa duración en cartelera de dos semanas.


Crítica


Debo aclarar que he leído la novela “Rescoldo Los últimos cristeros” de Antonio Estrada –calificada por Juan Rulfo como “una de las cinco
 mejores novelas mexicanas”-, y que también seguí la trayectoria y declaraciones sobre la película, por lo que tenía grandes esperanzas en la misma. 

Vi la película el viernes siguiente a su estreno, un día de buena asistencia en general; sin embargo en la sala no había más de una treintena de personas.

Inicia la película con la pantalla en negro y una voz en off, que menciona algunos de los artículos de la Ley Calles de 1926. Ante la falta de imagen el público silba pensando que es una falla en la proyección. Sin más, en el monte, aparecen corriendo 6 rancheros, después se concluirá que son cristeros, de los que uno es alcanzado por una bala, otro recoge su rifle, sin indagar si está muerto o herido y sigue corriendo. Uno pensaría que está en 1926, pero posteriormente se menciona por ahí el año de 1935. El que conoce algo de la Cristiada, pensaría “si ésta termino en 1929, ¿que hacían estos hombres en 1935? ¿Eran una patrulla pérdida? ¿O una guerrilla? Los hombres se sientan a fumar y poco hablan, el ritmo es lento. A los veinte minutos de proyección, cerca de una decena de personas empiezan a abandonar la sala cinematográfica, alguno comenta en voz fuerte ¡Que película tan aburrida! ... y la verdad no le falta razón.

Así va transcurriendo la película, entre el humo de los cigarrillos, la falta de conversación y la interrogante histórica. Escenas incomprensiblemente largas como ver el reflejo del amanecer en la cueva donde pernoctan los cristeros.

Después se reúnen con sus familias, en la sierra también, el coronel Florencio Estrada lo único que comparte con su esposa es un cigarrillo y el silencio. Y finalmente como empieza termina la película.

Salgo de la sala con tres ideas:

1.- La de que haría mucho bien a los directores asistir de improviso a las salas para constatar como percibe el público “sus obras de arte” y a que se puede deber -como en este caso-, el rotundo fracaso económico.

2.- Me pregunto, donde quedó la asesoría histórica de Jean Meyer, ya que lo que menos hay en la película es historia.

3.- Finalmente, pienso que se desperdició un buen guión como es el de la historia de la familia de Antonio Estrada, ya que seguir un poco la trama de “Rescoldo”, hubiera hecho entendible al público que hacían esos hombres en la sierra y la causa por la que luchaban.


Marco histórico de la película


La película se desarolla durante la presidencia del general Lázaro Cárdenas del Río (michoacano), quién perteneció al grupo sonorense -triunfador de la revolución mexicana-, integrado por Alvaro Obregón, Plutarco Elías Calles, Adolfo de la Huerta y el zacatecano Joaquín Amaro, masones, jacobinos, dispuestos a erradicar la religión católica.

El incumplimiento de los acuerdos de 1929, entre el Gobierno Federal y la Iglesia Católica, así como el recrudecimiento de la intolerancia religiosa que condujo al cierre de templos en 13 estados a finales de 1934 y a la prohibición del culto público en 17 estados en 1935, llevó a unos cuantos miles de excristeros, que no fueron asesinados por el gobierno al término de la Cristiada, a levantarse nuevamente en armas en lo que se llamó “la segunda”, comprendida entre los años de 1934 a 1938.
La inexactitud histórica de la trama, también es evidente, ya que la familia del coronel Estrada, siempre lo acompañó en sus campañas, pernoctando en una cueva o a la intemperie. Estas peripecias son precisamente lo que narra Antonio Estrada en su novela Rescoldo Los últimos cristeros.

Su lucha se efectuó en condiciones de suma precariedad y con poco apoyo económico y moral. Pudiera decirse que fue una lucha sin esperanza.

Quizás, esto es lo que trata de reflejar la película, pero sin ubicar nunca al espectador en la difícil situación de estos guerreros, lo que agudizado con la lentitud de la trama, la termina volviendo insoportablemente tediosa.




[1] El financiero, 19 de septiembre, Crítica de Concepción Moreno



viernes, 12 de octubre de 2012

IRÁN, EL ORGULLO PERSA




Irán, cuyo nombre oficial es República Islámica de Irán, que significa “tierra de los arios” cuenta en la actualidad con una población cercana a los 79 millones de personas. Desde el primer milenio antes de Cristo hasta 1935 se le conoció como Persia. 

En 1925 el jefe militar Reza Pahlavi se hizo del poder, que heredó a su hijo Mohammad, quién cayó bajo la protección de Estados Unidos y ejerció el poder con mano dura. Esto más la laicización del país, denunciada por el ayatolá Alí Jomeini, llevaron a una gran movilización popular ante la que el Sha Reza Pahlavi, en enero de 1979 tuvo que huir al extranjero. En febrero regresó Jomeini –exiliado en el extranjero-, proclamándose la República Islámica.

Por su parte estados Unidos, contraatacó en 1980, valiéndose de Irak, a quien proporcionó armamento y asesoría. Inicialmente Irak invadió a Irán y sostuvo una larga guerra de 8 años, con un millón de víctimas.

Las imágenes que desde 1979 se nos han presentado de Irán han sido las de una vuelta a los tiempos bíblicos. Así mientras a mediados de la década anterior aparecían noticias de adúlteras condenadas a la lapidación, la amiga Nargues, que conocí en una red internacional, me comentaba sobre su trabajo como ejecutiva en una importante empresa de Irán, sobre las aspiraciones de mejoría económica y convivencia pacífica de su pueblo. Buscaba para este artículo una imagen en Google del Irán actual, pero solo encontré imágenes de guerreros, misiles, exhaltadas multitudes. Quizás esto es lo que esté llevando a los iraníes a desarrollar un buscador de Internet propio.

Irán es una potencia regional, es el quinto exportador mundial de petróleo y gas, generador del 80% de sus ingresos, pero también de productos manufacturados como automóviles; su moneda es el Rial iraní. 

Irán volvió a la atención mundial cuando la prensa hebrea fijó dos fechas fatales para el estallido de una guerra que devoraría a Oriente Medio: septiembre 25 y junio de 2013. Según esto el primer ministro Netanyahu habría fijado el 25 de septiembre para que Obama se comprometiera, a una acción militar contra Irán con plazo máximo en junio de 2013 y así Obama afirmó ante la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas, “que Estados Unidos hará lo que tiene que hacer para evitar que Irán obtenga un arma nuclear”, y reiteró que su país desea resolver esto a través de la diplomacia. “Creemos que aún hay tiempo y espacio para hacerlo”. Pero subrayó que “ese tiempo no es ilimitado”.

Al mismo tiempo el presidente ruso Vladímir Putin -aliado de Irán-, señalaba escuetamente que “Hay que resolver los problemas de Medio Oriente y África del Norte sin injerencia extranjera”

Se debe aclarar que, Estados Unidos, la Unión Europea y el Consejo de Seguridad de la ONU, le han impuesto a Irán, un embargo desde hace dos años, que ha afectado sensiblemente a su moneda, la que se ha devaluado un 80% desde diciembre y en los últimos diez días ha perdido un tercio de su valor para cotizarse en 37,500 por dólar. Frente a una inflación del 30%, los salarios únicamente se han incrementado un 13%.

“Por supuesto, estas son buenas noticias para Israel y EU, que no han cejado en su amenaza de un ataque a Teherán por su presunto plan atómico, si bien el discurso ante la Asamblea General de Naciones Unidas del premier hebreo, Benjamin Netanyahu, indicaría que el asalto se aplazó hasta 2013. Aparte de sus propios cálculos electorales, ya que Netanyahu podría convocar a una votación por adelantado en febrero, explica Asia Times, Israel espera, en palabras del canciller Avigdor Lieberman, "una revolución al estilo egipcio", derivada del hundimiento del rial y de pérdidas por 45 mil-50 mil millones de dólares en las exportaciones petroleras de este año.”[1]

Si bien Israel, es ajena a cualquier supervisión de la Agencia Internacional de Energía Atómica de Naciones Unidas, que con tanto celo vigila en programa civil de energía atómica de Irán, se sabe que Israel, tendría plutonio suficiente para fabricar unas 200 ojivas, según el Boletín de Científicos Nucleares Estadounidenses y que según informes de FBI, se han contrabandeado 200 “gatillos” o detonadores nucleares (krytrons) desde Estados Unidos. En estas operaciones ilegales estuvo inmiscuido el ahora Primer Ministro israelí.

Es interesante ver que el Pentágono no es favorable a una intervención armada, así el jefe del Estado Mayor estadounidense, general Martin Dempsey, ha repetido en varias ocasiones que no desea que sus fuerzas sean cómplices de las israelíes en esta ofensiva. 

Por su parte Amir Ali Hajizadeh, general en los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica, en declaraciones a la televisión oficial en árabe Al Alam, citadas por la cadena iraní en inglés PressTV, <<dijo que en caso de iniciarse una guerra, en la que "es inimaginable" que Israel no estuviese apoyado por EE.UU., "la situación podría tornarse fuera de control". "Esa guerra degeneraría en la Tercera Guerra Mundial, lo que significaría que muchos países entrarían en la contienda a favor o en contra de Irán", aseveró el mando militar iraní. >>[2]

.De las conversaciones con la amiga Nargues, lo que más se me quedó gravado son estas palabras “los iraníes no somos árabes, como piensa la mayoría de la gente, somos persas, herederos de aquél gran pueblo”.




[1] Periódico El Financiero, 9 de octubre de 2012, Perfil internacional
[2] ABC.es. 24 de septiembre de 2012


miércoles, 3 de octubre de 2012

¿TODO TIEMPO PASADO FUE MEJOR?




Probablemente, todos hemos recibido esta respuesta especialmente de nuestros abuelos, padres o de gente de cierta edad; cuando al referirse a la situación espiritual, moral, social o de costumbres, se compara el momento actual con “sus tiempos”.

Y así nos encontramos con que, “antes”, la gente era creyente, bien educada, responsable, y bueno, ¡hasta puntual!; y ahora es todo lo contrario. Inmediatamente se pasa a la posible causa: “es que se han perdido los valores”, se afirma. Entonces cabría preguntarse, ¿a dónde se han ido? ¿qué ha sido de ellos?

¿Acaso un concepto tan intangible como son los valores, puede perderse? ¿Acaso no es el mundo de los valores como el mundo del conocimiento científico y tecnológico, un proceso continuo de acumulación y superación?

La respuesta aunque nos parezca rara, es que no ocurre así en el mundo de los valores. “Ante todo hemos de constatar que un progreso acumulativo sólo es posible en lo material. Aquí en el conocimiento progresivo de las estructuras de la materia, y en relación con los inventos cada día más avanzados, hay claramente una continuidad del progreso hacia un dominio cada vez mayor de la naturaleza. En cambio en el ámbito de la conciencia ética y de la decisión moral, no existe una posibilidad similar de incremento, por el simple hecho de que la libertad del ser humano es siempre nueva y tiene que tomar siempre de nuevo sus decisiones. No están nunca ya tomadas para nosotros por otros, en este caso, en efecto, ya no seríamos libres”.[1]

¿Cabría entonces suponer que si otras generaciones hicieron su tarea en la cuestión de infundir valores, ello, no habrá solucionado la responsabilidad de la nuestra, que también tendrá que hacer lo suyo, y la de nuestro hijos a su vez también, y por consiguiente la de nuestro nietos, y así, sucesivamente? 

Estamos frente a una cuestión vital de autodeterminación, ya que “La libertad presupone que en las decisiones fundamentales cada hombre, cada generación, tenga un nuevo inicio. Es verdad que las nuevas generaciones pueden construir a partir de los conocimientos y experiencias de quienes les han precedido, así como aprovecharse del tesoro moral de toda la humanidad. Pero también pueden rechazarlo, ya que éste no puede tener la misma evidencia que los inventos materiales. El tesoro moral de la humanidad no está disponible como están en cambio los instrumentos que se usan; existe como invitación a la libertad y como posibilidad para ella. Pero esto significa que:

  • a) El recto estado de las cosas humanas, el bienestar moral del mundo, nunca puede garantizarse solamente a través de estructuras, por muy válidas que éstas sean. Dichas estructuras no sólo son importantes, sino necesarias; sin embargo, no pueden ni deben dejar al margen la libertad del hombre. Incluso las mejores estructuras funcionan únicamente cuando en una comunidad existen unas convicciones vivas capaces de motivar a los hombres para una adhesión libre al ordenamiento comunitario. La libertad necesita una convicción; una convicción no existe por sí misma, sino que ha de ser conquistada comunitariamente siempre de nuevo.
  • b) Puesto que el hombre sigue siendo siempre libre y su libertad es también siempre frágil, nunca existirá en este mundo el reino del bien definitivamente consolidado. Quien promete el mundo mejor que duraría irrevocablemente para siempre, hace una falsa promesa, pues ignora la libertad humana. La libertad debe ser conquistada para el bien una y otra vez. La libre adhesión al bien nunca existe simplemente por sí misma. Si hubiera estructuras que establecieran de manera definitiva una determinada –buena- condición del mundo, se negaría la libertad del hombre, y por eso, a fin de cuentas, en modo alguno serían estructuras buenas”. [2]
“Una consecuencia de lo dicho es que la búsqueda, siempre nueva y fatigosa, de rectos ordenamientos para las realidades humanas es una tarea de cada generación; nunca es una tarea que se pueda dar simplemente por concluida. No obstante, cada generación tiene que ofrecer también su propia aportación para establecer ordenamientos convincentes de libertad y de bien, que ayuden a la generación sucesiva, como orientación al recto uso de la libertad humana y den también así, siempre dentro de los límites humanos, una cierta garantía también para el futuro. Con otras palabras: las buenas estructuras ayudan, pero por sí solas no bastan”. [3]


Hacia un renacimiento moral


Habiendo analizado que el problema de la existencia de valores es generacional ¿acaso no podríamos pensar en un resurgimiento moral que iniciara en nuestra generación y continuará en la de nuestros hijos?

Renacimiento que sacará a nuestra Patria de la postración en que se encuentra, sumida en la depresión y el pesimismo, en el “estado fallido“, que vaticinan periodistas y líderes de opinión sensacionalistas.
Basta con estar plenamente convencidos de que es posible, tener la fe, la convicción y el entusiasmo, para transmitirlo a otros.

Aunque bien se que muchos de ustedes luchan desde hace años por este ideal, es necesario, darle nuevos bríos y agregar a más compatriotas. Y empezar no mañana, o pasado mañana, sino hoy mismo...


Jorge Pérez Uribe

Notas:
[1] Carta encíclica Spe Salvi, Benedicto XVI, 2007, párrafo 24
[2] Ibíd., párrafo 24
[3] Ibíd., párrafo 25


martes, 25 de septiembre de 2012

LA CONSTITUCIÓN DE CÁDIZ Y EL PROYECTO ITURBIDISTA


La Constitución de Cádiz


En este año de 2012 celebramos el bicentenario de la constitución de Cádiz, conocida como “La Pepa”, ya que fue promulgada el 19 de marzo de 1812, festividad de san José, siguiendo la costumbre masónica de encimar la liturgia laica sobre la religiosa.



El origen de las cortes españolas se remonta al siglo XII, y si bien tuvieron la facultad de legislar, solo tuvieron una facultad constituyente a partir de Cádiz 

Fueron convocadas por la Junta Suprema Central y Gubernativa, un organismo improvisado y enteramente provisional para llenar de algún modo el vacío de poder que había provocado la salida de España del rey y de toda la familia real y las abdicaciones de Bayona. Este organismo ordenó por un decreto de mayo de 1809 la celebración de Cortes Extraordinarias y Constituyentes. Las Cortes de Cádiz iniciaron sus trabajos con trescientos diputados, de los cuales sólo treinta y cinco eran americanos[1], y dos filipinos, lo que nos revela la desproporción en la representación de los pobladores y territorios. 

<<Las Cortes de Cádiz, no obstante, arrogándose una potestad que por supuesto el pueblo soberano no les había conferido, acometieron el acto revolucionario de volver del revés las estructura políticas de España. De ese modo, las Cortes gaditanas[2] aprobaron una normal legal que por primera vez cercenaba el poder absoluto del monarca, cuya potestad soberana o derecho a pronunciar la última palabra, se trasladaba a la nación, ejercida a través de los diputados elegidos por el pueblo y reunidos en Cortes. Según el Título I de la nueva “ley de leyes”, la Nación “no es patrimonio de ninguna familia ni persona”>> [3]

La Pepa era una copia burda de la primera constitución francesa, la de septiembre de 1791. Extensa, ya que contenía 384 artículos, que regulaban multiplicidad de asuntos, y que más que dar libertad, asfixiaban a los ciudadanos. 

Otorgaba al rey la titularidad del poder ejecutivo, así como la facultad de nombrar a siete secretarios o ministros que lo auxiliarían, pero que serían responsables ante las Cortes unicamerales. <<Si bien el monarca no perdía su facultad de sancionar e incluso crear leyes, no estaba facultado para dar a la nación su Ley Suprema, pues su figura pasó a ser regida por dicha ley, cuya formulación era potestad exclusiva de las Cortes. El poder judicial correspondería a los tribunales específicamente establecidos para ello. Así, la segunda gran novedad fue la división de poderes, que creaba una monarquía moderada o constitucional. >> [4]

Abolió instituciones ya caducas para esa época como fueron: la Inquisición, los gremios, los mayorazgos, el tributo indígena y la encomienda.

Proclamó la libertad de imprenta, de industria, cultivo, comercio y pesca, el desestanco del tabaco y la igualdad jurídica. Pero también implantó el servicio militar obligatorio. 

La Pepa apenas tuvo poca oportunidad de instaurarse en territorio español, por la guerra contra el invasor francés, y una vez expulsado éste; el 4 de mayo de 1814 el repuesto rey Fernando VII, firmó un decreto anulando todo lo legislado por la cortes de Cádiz. 

Ante las constantes intentonas de golpe de estado propiciadas por la fraternidad masónica, Fernando VII llegó a promulgar hasta 14 decretos contra ella. Finalmente el 1° de enero de 1820 el teniente coronel Rafael del Riego [5] al grito de ¡viva la Constitución!, amotinó a las tropas acantonadas en localidad de Las Cabezas de San Juan, a unos sesenta kilómetros de Cádiz en el camino de Sevilla, mientras esperaban en el puerto gaditano ser embarcadas rumbo a las Américas. Riego formó una Junta Consultiva que tomó como rehén al soberano español, obligándolo a restablecer la Constitución de 1812.


Segunda vigencia de la Constitución de Cádiz en la Nueva España


En mayo de 1820 comenzó a ser jurada en la Nueva España. Por ella el Conde del Venadito, Juan Ruiz de Apodaca y Eliza, pasaba de ser virrey, a jefe político superior del reino de la Nueva España, aunque conservaba el título de capitán general. Bondadoso y de tacto conciliador, había pacificado prácticamente al país con excepción de un puñado de guerrilleros de la sierra de Guerrero.

Probablemente Apodaca vislumbró los problemas que la nueva constitución traería en su reinstalación, empezando por el de su papel como virrey, las audiencias, las intendencias, los consulados, la Inquisición, la real Hacienda, los cabildos, los órganos de administración de justicia, la iglesia, etc. Problemas que podrían redundar en la pérdida del reino.

Uno de ellos fue el del artículo 22 por medio del cual se reconocía la nacionalidad española a los negros y castas de origen africano, pero no la ciudadanía. Aunque la población negra no pasaba de 6,100 individuos, los mulatos y otros cruces con sangre negra formaban el 22% de la población y nutrían parte importante de los ejércitos realistas.

El 27 de febrero de 1821, Apodaca recibió de Iturbide el Plan de Iguala, junto con otros documentos relativos a su proyecto de independencia. Sin leerlos siquiera, Apodaca contestó que lo mejor era “Seguir en su fidelidad al Rey y observar la Constitución que hemos jurado”. A ello respondió Iturbide en los siguientes términos. “De nada menos adolece mi plan que de sistema anticonstitucional; tengo la ilustración necesaria para conocer los derechos del hombre libre...” [6]

<<Desde su cuartel general en Teleolapan el 16 de marzo, escribió a las Cortes reunidas en España informándoles acerca de su plan y les aseguró que para realizarlo se había apoyado el “sistema general reynante” y que había creído que Apodaca lo secundaría con “providencias justas arregladas á las luces del siglo y conformes con el sistema liberal reynante”, afirmando que se deseaba “un rey constitucional, y de la dinastía de los Borbones, que se coloque a su cabeza, ceñido a las deliveraciones de un congreso arreglado; más todo en el centro de este Imperio...”>>[7]

Estas afirmaciones, que a muchos sorprenderán, nos hablan de un Agustín de Iturbide, que observaba un proyecto constitucional, en donde era básica la división de poderes.

La inexistente mentalidad constitucionalista en la Nueva España


<<Hoy resulta fácil entender el principio de la supremacía constitucional, es decir, que una constitución formal constituye la base jurídica fundamental sobre la cual se erige todo el edificio legal e institucional de la vida de un estado moderno y que, por lo mismo, representa la norma jurídica suprema de todo el orden jurídico que rige en el mismo. De esta suerte, no es posible pensar en un sistema de distribución jerárquica de competencias, en el ejercicio de las funciones y en la actividad de los funcionarios públicos, ni en la moderna división de poderes, ni tampoco en el cabal respeto a los derechos del hombre que los textos constitucionales “reconocen” u “otorgan” con este nombre o con el más neutral de “garantías individuales”, ni en las formas actuales de representación política si no se cuenta con la vigencia –y se entiende el funcionamiento- de una constitución escrita que establece esas competencias, funciones y funcionarios, divide el poder, precisa esos derechos o garantías y establece el sistema de representación. [...]

Pero de todo esto que nos parece claro y natural en nuestros días después de doscientos años de teoría y vida constitucionales, de “experiencia” política moderna, de cientos de autores y de textos, así como de sesudas interpretaciones de tribunales ad hoc, no se tenía clara idea y menos experiencia- en la vida política novohispana a comienzos de siglo XIX. [...]

Serán muy pocos los que entiendan el significado de una constitución escrita para el funcionamiento de las instituciones y el ejercicio de las funciones públicas, durantes siglos determinadas por esa discrecionalidad, por ese arbitrio y por el manejo y operación de un orden jurídico plural, nutrido por una serie de fuentes del derecho donde, si bien la ley ya ocupaba una posición relevante, no agotaba, ni con mucho, todo el marco normativo a cuyo interior se desenvolvía la población novohispana. Muy pocos entenderán que la vigencia de una constitución como la de Cádiz suponía la extinción del pluralismo ideológico (y su consecuente visión horizontal de los ordenamientos jurídicos) y la consecuente aparición de un nuevo absolutismo, el legal, que implicaba el establecimiento de nuevas reglas para todos (dentro de un sistema vertical de los ordenamientos donde la constitución ocupaba el puesto supremo), en aras de una supuesta mayor libertad para los habitantes del reino. Lo que si se pudo advertir casi de inmediato es que el nuevo orden gaditano sería el mismo y el único para toda la monarquía española, desde el norte de California hasta el estrecho de Magallanes y desde las Baleares hasta las Filipinas. Un solo derecho para una misma monarquía –un Estado, un derecho- sin detenerse en considerar las diferencias, fueran geográficas o humanas (salvo el caso de la población mulata o negra), que pudieron haberse gestado durante casi trescientos años, no solo entre los reinos americanos y los peninsulares (ya de por sí muy distintos entre sí), sino entre los propios reinos del nuevo mundo.>> [8]

El constitucionalismo en Iturbide


<<Con un programa en parte distinto y en parte coincidente con el planteado por la insurgencia en los dos lustros anteriores, y casi totalmente derrotado hacia 1819, el coronel criollo Agustín de Iturbide (1783-1824) consumó en 1821 la independencia por un camino exento de sangre y en forma rápida y eficaz, dado que supo conciliar los intereses de los diversos grupos que entonces integraban la compleja sociedad novohispana. Dicho programa se conformó con tres presupuestos básicos o garantías –Religión, Independencia y Unión- y con una forma de gobierno: la monarquía moderada por una constitución adecuada para el llamado Imperio Mexicano. Presupuestos y forma de gobierno que se consignaron en el Plan de Iguala, firmado por Iturbide el 24 de febrero de 1821, y en los Tratados de Córdoba, signados por éste y por el último jefe político superior y capitán general español, don Juan O´Donojú (1762-1821).>> [9]

Existe basta correspondencia en donde Iturbide plantea su visión constitucionalista, pero sin duda, el documento más representativo de su pensamiento es el Plan de Iguala el cual fue fraguado en octubre de 1820 y que establece en su artículo 3°: “Gobierno monárquico, templado por una constitución análoga al país” y en el 5°: “Habrá una Junta, ínterin se reúnen Cortes que hagan efectivo este plan” y en el 11°: “(Las Cortes) Trabajarán luego que se unan, la Constitución del imperio mexicano” y en el 21°: “Ínterin se reúnen las Cortes se procederá en los delitos con total arreglo a la Constitución española” y finalmente en el 24°: “Como las Cortes que se han de formar han de ser constituyentes, deben ser elegidos los diputados bajo ese concepto.”[10]

También en los Tratados de Córdoba, encontramos estos postulados, y así, se establece en el artículo 2°: “El gobierno del imperio, será monárquico moderado” y en el 12°: “Instalada la Junta Provisional gobernará interinamente conforme a las leyes vigentes en todo lo que no se opongan al Plan de Iguala, y mientras las Cortes formen la constitución del estado.” El 13° señala: “La regencia, inmediatamente después de nombrada procederá a la convocación de Cortes...” El 14° reafirma la división de poderes: “El Poder Ejecutivo reside en la regencia, el Legislativo en las Cortes; pero como ha de mediar algún tiempo antes de que estas se reúnan, para que ambos no recaigan en una misma autoridad; ejercer la Junta el Poder Legislativo...” [11]

Jaime del Arenal Fenochio señala que: <<Se trataba más bien de aprovechar lo mejor del constitucionalismo español sin llegar a sus excesos, sobre todo en materia religiosa, y constituir un Estado sobre la base de una Constitución “peculiar” y “adaptable”. Lo que vendría a significar que tampoco se estaría en la disposición de aceptar todo el liberalismo español: si éste no aceptaba la independencia, el liberalismo de Iguala no tenía por qué aceptar todo lo dispuesto en la Carta de Cádiz y en los decretos de las Cortes. Tal vez en esto radique la genialidad de Iturbide: en percatarse de la necesidad ( hasta la fecha y durante tantos años buscada en nuestro país) de constituir un Estado atendiendo a sus peculiaridades, a su historia, a su naturaleza, a sus hombres, a sus características sociales, a su “imaginario social”, a su geografía, a sus creencias, tradiciones y costumbres, con lo que aprovechándolos, se alejaría del programa abstracto y universalista propuesto por el iusnaturalismo racionalista europeo, dominante entonces, y se acercaría –sorprendentemente – al modelo contrario, al “historicista” que entonces comenzaría a difundir, entre otros, la escuela histórica alemana.

No era, pues, la constitución lo que se rechazaba en Iguala, ni la división de poderes o la libertad de prensa, ni por el contrario, se aceptaba la desigualdad estamental o la inquisición; lo que en iguala se rechazó fue, por un lado, la discordia que tan funestos resultados había provocado desde hacía once años y, por el otro, el servilismo hacia modelos político-constitucionales óptimos para otras latitudes pero inadecuados para la América Septentrional. Subyace en Iguala un deseo auténtico de independencia total porque ésta supone un previo reconocimiento no menos evidente de nuestra diferencia con España [...] Iguala es francamente independentista por separarse prudentemente del modelo gaditano en lo que no fuera adaptable y conveniente al nuevo Estado, que en lo otro no habría obstáculo alguno en aceptarlo. El hecho de proponer la separación pacífica, civilizada y jurídica en un plano que mantuviese relaciones de franca camaradería con la antigua metrópoli no significa ninguna merma a la independencia absoluta de la Nueva España; lo que determina ésta es el hecho de ser diferentes y la facultad de darse a sí misma una constitución propia, es decir, el ser soberana, y la soberanía quedó consagrada en los artículos 2, 3 y 11 del Plan de Iguala.

El ser diferentes cabía también respecto del resto de América, por la que el Plan estableció la independencia no sólo respecto de España sino de cualquiera otra potencia “aún de nuestro continente”. [...] Ésta fue la visión realista de Agustín de Iturbide, quien supo aprovechar la modernidad sin tirar al pozo lo que entonces éramos, en aras de un idealismo políticamente seductor pero irresponsable. Sí había que conservar algo era la concordia y la majestad de un imperio que hasta poco antes había sido opulento, lo que sólo se lograría “desatando el nudo sin romperlo”. >>[12]

Colofón


Una vez obtenido el triunfo y constituido el Imperio Mejicano, la Soberana Junta Provisional Gubernativa y la Regencia encabezada por Iturbide, convocaron a la formación de las Cortes, mismas que empezaron a sesionar el 24 de febrero de 1822; pero infiltradas por la masonería escocesa y el naciente rito de York, se dedicaron en vez de redactar una nueva constitución, a obstruir la labor de la Regencia, a conspirar para que el Consejo de la Regencia se integrará por los masones más distinguidos en la oposición a Iturbide e incluso a fraguar un golpe de estado.

El proyecto constitucional de Iturbide nunca cuajó, en su lugar fue aprobada el 4 de octubre de 1824, una constitución copiada de un texto obsoleto de la constitución norteamericana. 

Jorge Pérez Uribe



Notas:

[1] Los novohispanos estuvieron representados por Santa María, Mariano Michelena, Miguel Ramos Arizpe, Iturrubaría, y Mayorga
[2] Perteneciente o relativo a la ciudad de Cádiz (Diccionario R.A.E.)
[3] Vicente Alejandro Guillamón, La Pepa, aquéllas Cortes de Cádiz,, España, 2012, http://www.familiaqueesyquenoes.org/Colaboraciones/Indice/Masoneria/
[4] Magdalena Mass, Constitución de Cádiz, Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones en México, México, 2012,http://www.inehrm.gob.mx/Portal/PtMain.php?pagina=exp-constitucion-cadiz
[5] Miembro de la logia masónica Lautaro de Cádiz. Como premio fue nombrado capitán general de Aragón y gran maestre del Gran Oriente
[6] Jaime del Arenal Fenochio, Un modo de ser libres Independencia y Constitución en México (1816-1822), Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones en México, México, 2010, pág.160
[7] Del Arenal, op. cit., pág.160
[8] Del Arenal, op. cit., págs. 161, 162
[9] Del Arenal, op. cit., pág. 135,136
[10] http://www.inehrm.gob.mx/pdf/documento_planiguala1.pdf
[11] http://www.juridicas.unam.mx/infjur/leg/conshist/pdf/tratcord.pdf
[12] Del Arenal, op. cit., pág.98

sábado, 15 de septiembre de 2012

PERFIL PSICOLÓGICO DEL HOMBRE LIGHT


(continuación de La Cultura Light)

<<El hombre light es un producto que abunda especialmente en los niveles socioeconómicos altos de Occidente. También puede aflorar en estratos medios y medio-bajos, como influjo resonante de las capas superiores […] Al tener el hombre de la sociedad de bienestar todas las apetencias materiales cubiertas, además de una serie de libertades claramente dibujadas, puede suceder que si no abre otras vías más ricas en el campo cultural o espiritual se deslizará por una rampa que termina en frivolidad. En el hombre esencialmente frívolo no hay debate ideológico ni inquietudes culturales. ¿Cuales son sus principales motivaciones? Todas aquellas correspondientes al hedonismo materialista permisivo>>.[1]


<<Se trata de un hombre relativamente bien informado, pero con escasa educación humana, muy entregado al pragmatismo por una parte, y a bastantes tópicos, por otra. Todo le interesa, pero a nivel superficial; no es capaz de hacer la síntesis de aquello que percibe, y, en consecuencia, se ha ido convirtiendo en un sujeto trivial, ligero frívolo, que lo acepta todo, pero que carece de unos criterios sólidos en su conducta. Todo se torna en él etéreo, leve, volátil, banal, permisivo. Ha visto tantos cambios, tan rápidos y en un tiempo tan corto, que empieza a no saber a que atenerse o, lo que es lo mismo, hace suyas las afirmaciones como <<Todo vale>>, <<Qué más da>> o <<Las cosas han cambiado>>. Y así, nos encontramos con un buen profesional en su tema, que conoce bien la tarea que tiene entre manos, pero que fuera de ese contexto va a la deriva, sin ideas claras, atrapado –como está- en un mundo lleno de información, que le distrae, pero que poco a poco le convierte en un hombre superficial, indiferente, permisivo, en el que anida un gran vacío moral>>.[2]

En él se dan pensamiento débil, convicciones sin firmeza, asepsia en sus compromisos, indiferencia, su ideología es el pragmatismo, su norma de conducta, la vigencia social, lo que se lleva, lo que está de moda, su ética se fundamenta en la estadística, que sustituye a su conciencia; su moral está repleta de neutralidad, falta de compromiso y subjetividad, queda relegada a la intimidad.

El hombre light es frío, no cree en casi nada, sus opiniones cambian rápidamente y ha desertado de los valores trascendentes. Se convierte en un absoluto para sí mismo y de este modo, se absuelve de cualquier reproche moral.

Si bien está encaminado al éxito, para cuya consecución <<todo es válido>>; finalmente como todos los productos de su tiempo, será desechado una vez que pierda su utilidad o se vuelva obsoleto, es ya un ser rebajado a la categoría de objeto; eso sí repleto de consumo y bienestar.

Hace poco tiempo se me hizo la pregunta de porque en la actualidad no hay caudillos, como en el siglo XIX. Aquí está la respuesta: el hombre light nunca arriesgaría su seguridad, menos su vida por un ideal o por defender la verdad; pero eso mismo lo lleva a un vacío moral, que pese a todos los satisfactores de que dispone, le crean infelicidad.

El hombre light no es antirreligioso, pero si busca una religión que se adapte a él, por eso el auge de las filosofías orientales y de sectas como la dianética, o aquellas cristianas que ofrecen el éxito económico y una moral flexible –light-. Las que mantienen sus principios incólumes como la católica o la ortodoxa, cada día pierden más adeptos. Ante ello, partiendo de un diagnóstico equivocado, se da una corriente que busca <<aligerar>> el dogma y la moral, creyendo que con eso podrá posicionarse ante una feligresía light.



COMO ENFRENTAR ESTA ALIENACIÓN



El ocaso de los valores supremos es uno de los dramas del hombre actual. <<Vivimos en una sociedad triste, sin ilusión, distraída por cuestiones insustanciales en la que son necesarias mucha fuerza, tesón e ideas claras para salir de ahí. Pero no es fácil. La cotidianidad invita a seguir en ese carrousel. Hay que proyectar y ensayar un nuevo esquema para escapar de estas redes que hacen mucho ruido, pero que no satisfacen el corazón humano. El hombre light no es feliz: tiene una cierta dosis de bienestar, pero no puede saborear lo que es la felicidad, aunque sólo sea de forma esporádica; tiene placeres, pero sin la verdadera alegría, ya que está centrado en sí mismo, en una egolatría sutil en la que se encuentra atrapado>>.[3]

El límite del relativismo tiene que venir impuesto por algo absoluto, objetivo y punto de encuentro de la condición humana. Lo absoluto no puede ser objeto de una opción ni someterse a un estudio estadístico en el que se alcanza la verdad por aprobación mayoritaria. Hay que buscar la verdad universal, aquella que está por encima de nuestras ideas o preferencias particulares. Si no es así, caeremos en una verdad a la carta que uno encarga según sus gustos u opiniones. Lo absoluto gira y se compone de valores milenarios e invariables, como esas estrellas fijas que iluminan nuestro caminar nocturno.

Frente a la frivolidad estandarizada y al hombre prefabricado lo mejor es tener metas concretas: nobles, humanas, realistas y ambiciosas, y estar dispuesto a sufrir y a luchar por conseguirlas.

Debemos conceptuar nuestra vida como un proyecto en desarrollo, que si bien no iniciamos nosotros, si está ahora bajo nuestra responsabilidad para hacerlo trascendente. Para programar la vida hacen falta dos componentes: ilusión y entusiasmo. El fracaso se debe vivir como un elemento necesario para la maduración de la personalidad.

El proceso de desintoxicación cultural lleva al establecimiento de relaciones profundas con el otro u otros, y de compromisos permanentes tanto a nivel personal como social.

Para superar la permisividad se debe reencontrar el valor de los códigos de conducta en la humanización y dignificación del hombre.

En resumen, tenemos que hacer una introspección [4], analizando hasta donde esta cultura light ha permeado en nuestra mentalidad y en nuestro sistema de valores para iniciar un proceso de desmasificación y desintoxicación, que nos lleve a aspirar a la verdadera cultura y a buscar la trascendencia a través de una vida coherente con unos valores absolutos y unos principios morales como guía.






viernes, 7 de septiembre de 2012

LA CULTURA LIGHT






INTRODUCCIÓN



El 6 de mayo de 2007 -en el Zócalo de la Ciudad de México-, cerca de 20,000 personas de todas las edades y parentescos decidieron posar desnudos para una sesión de tomas del fotógrafo Spencer Tunick, en forma gratuita y a costa de una buena desmañanada. Hecho que plantea la interrogante de: ¿qué puede llevar a una sociedad urbana mal calificada como conservadora, a participar sin mayor recato y beneficio en un evento así? 

El propósito de este ensayo es analizar la cultura de nuestra sociedad, desde el enfoque de la <<cultura light>>, señalando cuáles son sus características, que nos ha llevado a ella y como podríamos escapar a su influjo.

Para ello hago un planteamiento general de lo que es cultura, de cuáles son sus elementos, y sobre la transmisión de la cultura, o el arte de educar.

Procedo posteriormente a analizar que es la cultura <<light>> y sus raíces filosóficas, en donde veremos reflejado mucho de nuestro modo de actuar, de pensar y de sentir –a veces ya automático, inconciente-.

Si bien los productos materiales de la cultura <<light>> nos mueven a risa: comidas sin calorías, sin grasas, sin excitantes, cerveza sin alcohol, azúcar sin glucosa, Coca Cola sin coca, café sin cafeína, revistas del corazón, etc.; el producto humano que ésta cultura está generando, nos deben llevar a una honda preocupación: es el hombre metrosexual [1], frívolo, evasivo ante los compromisos vitales, alienado. [2]

No es una respuesta exhaustiva a la transformación de nuestra cultura urbana, ya que existen otros factores que habría que ponderar; pero considero que analizar lo que es la cultura <<light>>, puede ayudarnos a entender algo lo que nos está pasando - personal y socialmente- y a enfrentar esta nueva alienación.




QUÉ ES LA CULTURA



En un sentido estricto cultura es cualquier manifestación humana. Una nota definitoria de la persona humana es la capacidad de manifestarse, así, la cultura es la expresión interna de su interioridad. 

Originariamente, cultura es un término que apunta a la acción de cultivar: significa la acción mediante la cuál el hombre se ocupa de sí mismo, no quedando en puro estado natural. De ahí la contraposición naturaleza-cultura.

El origen de toda cultura es el núcleo creativo y afectivo de la persona, una sabiduría que crece hacia adentro, porque se cultiva, para después salir fuera. Frente a la primacía de la exterioridad, el espíritu humano se caracteriza por saber habitar dentro de sí y crear un mundo interior, que no es soñado, sino vivido. Sólo en este habitar se encuentran la felicidad y la plenitud. Es el lugar del encuentro con la propia intimidad, retirada a un santuario interior, realidad creadora de la que brotan ideas, proyectos que acabarán saliendo al exterior. La persona humana ama el silencio porque le permite soñar, imaginar, escuchar su voz íntima conocerse. El descubrimiento de la interioridad y su cultivo son el requisito para una verdadera formación o autoconstrucción

La cultura, entonces, está constituida por todas aquellas acciones mediante las cuales la persona se manifiesta.

Por la cultura aparecen también obras humanas, los objetos que los hombres producen: los útiles, los adornos, los objetos artísticos, la literatura, las cuentas corrientes, las leyes, los aparatos médicos, las estructuras, etc.

La cultura en sentido objetivo es una continuación de la naturaleza, ya que mediante esta manifestación humana el hombre da forma a las cosas e incrementa así el mundo natural, aumenta el número de realidades. Los seres humanos dotamos de significado a las nuevas realidades, enriquecemos el mundo, lo hacemos pasar de ser tierra a ser el hábitat, la casa, el lugar donde se desarrolla nuestro carácter mundano.

La cultura es libre, y por tanto convencional, variable, histórica.

La transmisión de la cultura se hace a través de proceso de socialización primaria, que se da dentro de la familia y posteriormente a través del proceso de educación escolar, y últimamente -y de una manera cada vez más importante-, bajo el influjo de los medios masivos de comunicación (radio, televisión, revistas, cine e Internet).

Educar, para bien o para mal, es enseñar no solo conocimientos teóricos, sino sobre todo modelos y valores que guíen el conocimiento práctico y la acción y ayuden a adquirir convicciones e ideales.



LA CULTURA LIGHT




En la segunda mitad del siglo XX, se empezó a hablar de <<crisis de valores>> y luego de <<pérdida de valores>>; pero no se tomó en cuenta que los valores perdidos, serían reemplazados por otros, ya que el ser humano no puede vivir sin ellos.

Ya en la década de 1980 se escucharon voces de advertencia como la del escritor ruso Alexander Soljenitsin, quién refiriéndose a la decadencia occidental y la crisis de valores de occidente, manifestó que era consecuencia de un bienestar exclusivamente material y hedonista.[3] Por su parte el escritor Milán Kundera reflejando a la sociedad europea, nos anticipó en su obra “La insoportable levedad del ser”, lo que vendría.

Se ha considerado que la época post-moderna es una etapa marcada por la desustancialización, impregnada, precisamente de la lógica de vacío. Así se afirma que <<el hombre posmoderno es cada vez más esclavo de sus pasiones, de sus gustos subjetivos. Prefiere una bulimia de sensaciones: probarlo todo, verlo todo, bajar al fondo de todo…Pero no para conocer mejor los resortes personales y buscar una mejoría, sino para divertirse sin más. Ya no hay inquietudes culturales, ni denuncias, ni grandes aspiraciones sociales. En occidente lo interesante es jugar, vivir sin objetivos nobles y humanistas. Este es el drama de la permisividad: una existencia indiferente, sin aspiraciones, edificada de espaldas a cualquier compromiso trascendente>>. [4]

En el trasfondo de esta mentalidad se encuentra la filosofía del nihilismo (del latín, nihil significando 'nada') es una posición filosófica desarrollada sobre todo por Friedrich Nietzsche y Martin Heidegger, que argumenta que el mundo, y en especial la existencia humana, no posee de manera realmente objetiva ningún significado, propósito, verdad comprensible o valor esencial superior. Los nihilistas pueden creer una de estas tres cosas:

  • Que ninguna finalidad o propósito superior existe. Sólo hay nada.
  •  Que la realidad que experimentamos los humanos no existe tal y como la vemos.
  • Que la realidad es incognoscible (no se puede conocer), por lo que entenderla siempre será inútil en lo práctico y sin sentido en lo teórico.

Nihilismo es la negación de todo principio, autoridad, dogma filosófico o religioso. El nihilismo hace una negación a todo lo que predique una finalidad superior, objetiva o determinista de las cosas; hace ese énfasis negando la idea de progreso en la historia. En cambio es favorable a la perspectiva del devenir constante de la historia objetiva, sin ninguna finalidad superior.

La doctrina del nihilismo, cuyos hijos son la desesperación, el fatalismo, el cinismo y el pesimismo o escepticismo práctico; afirma que la vida carece de sentido y que la felicidad no existe y que es inútil buscarla porque no se le encuentra. Cuando se dice que lleva consigo la vivencia de la nada, es porque afirma que no hay nadie que sea término de mi manifestación. Cuando el otro desaparece, no tengo a quien dirigirme, no hay otro, y por tanto lo que me rodea es la nada, la desesperación.

La cultura light es el producto de nuestra sociedad post-moderna, caracterizada por una tetralogía de valores nihilista: hedonismo, consumismo, permisivismo, y relativismo, todo ello enhebrado por el materialismo.

  • El hedonismo significa que la ley máxima del comportamiento es el placer por encima de todo, cueste lo que cueste, alcanzando progresivamente cuotas más altas de bienestar. Ello conlleva a la muerte de los ideales, a un vacío de sentido y a la búsqueda de sensaciones cada vez más nuevas y excitantes. El hedonismo sustituye la verdadera libertad por un vector que se vive como una nueva experiencia de libertad: el consumismo (todo puede escogerse a placer; comprarse, gastarse y poseerse).
  • El consumismo que se podría considerar como un ideal de la sociedad capitalista -que no tiene otro horizonte que la multiplicación o la continua sustitución de objetos por otros cada vez mejores-; tiene una fuerte raíz en la publicidad masiva y en la oferta bombardeante que nos va creando nuevas y hasta absurdas necesidades, que obviamente nunca acabamos de satisfacer, pero que nos dan la sensación de tener una libertad que por otro lado hemos perdido.
  • Permisividad significa que no hay prohibiciones, ni territorios vedados, ni impedimentos, salvo las leyes civiles. La permisividad se sustenta sobre una tolerancia total, que considera todo válido y lícito, con tal de que a la instancia subjetiva le parezca bien. La ética permisiva sustituye a la moral, lo cuál engendra un desconcierto generalizado.
  • Relativismo. Hijo natural de la permisividad, se define como aquella postura según la cuál no existe verdad absoluta, universal, válida y necesaria para todos los seres humanos. Por el se sustituye el absoluto por lo relativo, con lo que se cae en la absolutización de lo relativo. No hay nada absoluto, todo es relativo, nada es totalmente bueno ni malo. El relativismo se convierte en otro código ético, que nos lleva a una tolerancia interminable y de ahí a la indiferencia pura.

Esta tetralogía de valores nos conduce a una revolución sin finalidad y sin proyecto, (que no sea la progresiva degradación humana). Así la permisividad propugna la llegada a una etapa clave de la historia, sin prohibiciones ni territorios vedados, sin limitaciones, que deje a un lado las <<hipocresías>>. Hay que atreverse a todo, probarlo todo, llegar cada día más lejos; si para ello es necesario modificar las leyes de la antigua moral, se hace.


A esta tetralogía de valores se agregan el subjetivismo y el escepticismo. El subjetivismo que proviene de Descartes, lleva a erigir al individuo en el supremo juez de todo y a su punto de vista personal como la única norma de conducta; así cada individuo tiene su verdad, su religión, su moral, etc.; obviamente todo ello persiguiendo su beneficio inmediato y alejándolo de lo que es la verdad del hombre y de su naturaleza.

La filosofía del relativismo desemboca gradualmente en el escepticismo, con la diferencia de que para el relativismo, la verdad es algo que está en constante cambio, moviéndose de allá para acá, según el juicio de cada uno; en tanto que para el escepticismo, la verdad absoluta si existe, pero la razón humana es incapaz de alcanzarla; por lo que se produce una desvalorización del entendimiento, que no pude acceder a las cimas del conocimiento de la verdad con los medios naturales que tiene a la mano.

De este cóctel de relativismo, escepticismo y nihilismo surge un hombre pesimista, desilusionado e indiferente frente a la verdad. Así surge la idea del consenso como juez último. Estamos ante la ética del consenso: si hay consenso la cuestión es válida. El mundo y sus realidades más profundas se someten a plebiscito, porque lo importante es lo que opine la mayoría. 

Las grandes transformaciones sufridas por la sociedad en los últimos años, son al principio, contempladas con sorpresa, luego con una progresiva indiferencia o, en otros casos, como la necesidad de aceptar lo inevitable. La nueva epidemia de crisis y rupturas conyugales, la proliferación de las drogas, de la pornografía, las uniones gay, la marginación y el desempleo, la corrupción y la injusticia se admiten sin más, es algo que está ahí y contra lo que no se puede hacer nada.

“La cultura light es una síntesis insulsa que transita por la banda media de la sociedad: comidas sin calorías, sin grasas, sin excitantes… todo suave ligero, sin riesgos, con la seguridad por delante. Un hombre así no dejará huella. En su vida ya no hay rebeliones, puesto que su moral se ha convertido en una ética de reglas de urbanidad o en una mera actitud estética. El ideal aséptico es la nueva utopía, porque como dice Lipovetski estamos en la era del vacío. De estas rendijas surge el nuevo hombre cool, representado por el telespectador que con el mando a distancia pasa de un canal a otro buscando no se sabe bien qué o por el sujeto que dedica el fin de semana a la lectura de periódicos o revistas, sin tiempo casi –o sin capacidad- para otras ocupaciones más interesantes”.[5] 

En la cultura nihilista el hombre no tiene vínculos, hace lo que quiere en todos los ámbitos de la existencia y únicamente vive para sí mismo y para el placer sin restricciones, por eso rompe y rehuye a los compromisos.


lunes, 3 de septiembre de 2012

¡ESE BELLO LÁBARO PATRIO!



La bandera de México ganó el 7 de julio de 2008 el concurso de "La bandera más bonita del mundo" que se realizó a través de Internet por el diario español “20 Minutos”, mientras los lábaros patrios de Perú y Guatemala lograron el segundo y tercer sitio.  Además, en orden descendente quedaron las banderas de República Dominicana, Brasil, España, Uruguay, Argentina, Canadá y Puerto Rico.

De acuerdo con el sitio del diario español, durante los 48 días de concurso, más de siete millones y medio de votos fueron emitidos y se recibieron más de 25 mil comentarios.

"Empezamos con 104 banderas de todo el mundo, cada dos días eliminábamos las cinco banderas menos votadas, hasta hoy que terminó el concurso con las 10 banderas más votadas", precisó el sitio.

Navegante frecuente me topé con el concurso, hará unas tres semanas, cuando nuestro lábaro estaba en cuarto lugar; y haciendo un esfuerzo de imparcialidad, puesto que no estaba en juego absolutamente nada, analicé las banderas concursantes, únicamente desde su atractivo visual y aunque me resistí, no pude evitar caer en la seducción del pendón mexicano.


Por qué seduce


Adentrándonos un poco dentro de las artes plásticas, tenemos que la bandera nacional está compuesta por un color básico: el rojo, que es un color cálido, y que se conceptúa como atrayente, alegre y hasta excitante; y por otro secundario: el verde, que es un color frío, pero que representa un equilibrio entre los tonos fríos y los calientes, y que sugiere calma serenidad. En el acomodo dentro del círculo cromático corresponde a un color complementario, precisamente al rojo, es decir, el adecuado para una combinación que reclamará la atención del observador. Al lucimiento de ambos colores ayuda el blanco que los separa; que además permite resaltar el multicolor escudo nacional, en el cuál se puede observar un lujo de detalle que no se aprecia en otras banderas.

Los colores patrios


Los colores básicos de la cultura azteca eran cuatro: verde jade, rosa mexicano, blanco y negro, mismos que podemos apreciar en los códices que subsisten y en algunas pinturas murales; y que conforman ese magnífico códice que constituye la imagen de la Virgen de Guadalupe. Curiosamente si se observan las alas del ángel que lleva a la Virgen sobre sus hombros, se observará el orden en que aparecen en la bandera nacional.

<<Y de Iguala la enseña querida…>>  [1]


La historia nos cuenta que ya <<entre 1812 y 1817 las guerrillas de Guadalupe Victoria utilizaron por primera vez una bandera tricolor, al erigirse como jefe del Ejército Trigarante, Agustín de Iturbide tuvo la visión de otorgar a los colores un significado incluyente. En la Villa de Iguala, el 24 de febrero de 1821, el sastre José Magdalena Ocampo fue el encargado de confeccionar la enseña de las tres garantías. Sus franjas estaban dispuestas en forma diagonal. En primer lugar aparecía el blanco que simbolizaba la pureza de la religión católica; en el centro se encontraba el verde, que representaba la independencia –color eminentemente insurgente por su devoción a la Guadalupana-; y al final, el rojo, símbolo de unión entre mexicanos y españoles.

Por sus colores, y sobre todo por el significado que el libertador les otorgó, aquella primera bandera se ganó la aceptación de la sociedad. Por un momento, y aunque sólo fuera a través del discurso, bajo la enseña tricolor los habitantes del nuevo país se percibieron iguales, como partes de un todo. A nadie resultó extraño que siete meses después de la creación de la bandera trigarante, la ciudad de México se vistiera de verde, blanco y rojo para recibir al libertador>>.[2]

<< De Iturbide la sacra bandera ¡Mexicanos! valientes seguid. >>  [3]


  <<Consciente del entusiasmo de la sociedad por la bandera trigarante, el 2 de noviembre de 1821, Iturbide expidió un decreto por el cuál se estableció que la bandera nacional “adoptaría perpetuamente” los colores verde, blanco y rojo, en ese orden. Las franjas diagonales fueron modificadas por franjas verticales y se añadió un elemento: un escudo plasmado sobre la parte blanca de la enseña, cuyo origen se remontaba a la época prehispánica y que con ligeras variaciones, había sido el emblema del pueblo azteca: un águila sobre un nopal devorando una serpiente.

La idea del águila en el escudo no era original de Iturbide. En 1815, José María Morelos había establecido que la bandera nacional debía tener un “tablero de cuadros blanco y azul celeste –colores de la Virgen María- y en el centro, un águila mexicana de frente, con las alas extendidas. Iturbide recuperó la idea de Morelos y fundió en la enseña del nuevo país el pasado remoto de México –representado en el escudo- y el futuro de la nación, plasmado en los colores que alumbraban el sendero de la unión y la independencia>> [4]

Degradación de su simbolismo y secuestro


Aunque el águila ha sufrido diversas transformaciones en su historia, no es lo relevante. Lo importante es la adulteración del significado de sus colores que lleva a considerar el verde como la esperanza (¿?), el blanco como la unidad y la nieve de sus volcanes (¿?) y el rojo como la sangre derramada por los héroes (¿?). Así mismo al fundarse el Partido Nacional Revolucionario (antecesor del PRI) en 1929, decidió apropiarse de los tres colores para legitimarse ante la nación.

Recientemente Andrés Manuel López Obrador ha retomado la bandera de los liberales del siglo XIX que muestra un águila de frente volteada a la izquierda, a diferencia del águila de los conservadores que veía a la derecha.

Símbolo patrio perenne


Aunque, <<El tiempo ha demostrado que, dentro del sentimiento de nación, por encima de la bandera no existe nada. Más que un símbolo patrio, es un elemento profundo de la conciencia nacional>>.[5] Ha sido la inspiración de tropas mal armadas y alimentadas, frente al intento de reconquista español de 1829, frente a las intervenciones francesas de 1838 y de 1862 a 1867, frente a la invasión estadounidense de 1846 a 1848 y en 1914. Si bien la leyenda del niño héroe Juan Escutia, no queda sino en eso, si hay el antecedente del capitán Margarito Zuazo, quién en la defensa de Molino del Rey, un 8 de septiembre de 1847, envolvió su cuerpo en el lábaro patrio antes de caer atravesado por las bayonetas estadounidenses.



[1] Fragmento del Himno mexicano
[2] Alejandro Rosas, Mitos de la Historia Mexicana, Editorial Planeta Mexicana, S.A. de C.V., México, 2006, págs.74, 75
[3] Fragmento del himno mexicano condenado a no pronunciarse y al olvido por referirse a Iturbide
[4] Alejandro Rosas, op.cit., pags.75, 76
[5] Alejandro Rosas, op.cit., pag.79