jueves, 18 de octubre de 2012

LOS ÚLTIMOS CRISTEROS, LA PELÍCULA






La película


Después del éxito de la película “Cristiada”, había expectación por esta cinta, máxime cuando se supo que el historiador Jean Meyer autor de la obra “La Cristiada, se había negado a asesorar dicha película, en tanto que si había asesorado a “Los últimos Cristeros” dirigida por su hijo Matías Meyer.

Participante en 30 festivales internacionales y ganadora en 6 de ellos; entre ellos el Gran Premio Coup de Coeur del Festival de Cine Latinoamericano de Toulouse (2012), hacía esperar con impaciencia su exhibición

Al hablar sobre la película, los Meyer, padre e hijo, afirmaron que está basada en la novela 
Rescoldo Los últimos cristeros de Antonio Estrada.

Filmada en Jalisco, Guanajuato y una parte de Aguascalientes, su elenco se conformó con actores no profesionales. El único al que el público podría identificar es a Jesús Moisés Rodríguez.

Con duración de 90 minutos, se caracteriza por << Planos abiertos y un ritmo lento para narrar la trama, ambas decisiones deliberadas del autor: “Me gusta que el espectador complete las escenas, no es ese tipo de películas en las que debes estar muy atento para no perder detalle”: el viaje es también del imaginario de quien mira>>.[1]

Estrenada en la ciudad de México, el 21 de septiembre de 2012 -al parecer inexplicablemente- tuvo una escasa duración en cartelera de dos semanas.


Crítica


Debo aclarar que he leído la novela “Rescoldo Los últimos cristeros” de Antonio Estrada –calificada por Juan Rulfo como “una de las cinco
 mejores novelas mexicanas”-, y que también seguí la trayectoria y declaraciones sobre la película, por lo que tenía grandes esperanzas en la misma. 

Vi la película el viernes siguiente a su estreno, un día de buena asistencia en general; sin embargo en la sala no había más de una treintena de personas.

Inicia la película con la pantalla en negro y una voz en off, que menciona algunos de los artículos de la Ley Calles de 1926. Ante la falta de imagen el público silba pensando que es una falla en la proyección. Sin más, en el monte, aparecen corriendo 6 rancheros, después se concluirá que son cristeros, de los que uno es alcanzado por una bala, otro recoge su rifle, sin indagar si está muerto o herido y sigue corriendo. Uno pensaría que está en 1926, pero posteriormente se menciona por ahí el año de 1935. El que conoce algo de la Cristiada, pensaría “si ésta termino en 1929, ¿que hacían estos hombres en 1935? ¿Eran una patrulla pérdida? ¿O una guerrilla? Los hombres se sientan a fumar y poco hablan, el ritmo es lento. A los veinte minutos de proyección, cerca de una decena de personas empiezan a abandonar la sala cinematográfica, alguno comenta en voz fuerte ¡Que película tan aburrida! ... y la verdad no le falta razón.

Así va transcurriendo la película, entre el humo de los cigarrillos, la falta de conversación y la interrogante histórica. Escenas incomprensiblemente largas como ver el reflejo del amanecer en la cueva donde pernoctan los cristeros.

Después se reúnen con sus familias, en la sierra también, el coronel Florencio Estrada lo único que comparte con su esposa es un cigarrillo y el silencio. Y finalmente como empieza termina la película.

Salgo de la sala con tres ideas:

1.- La de que haría mucho bien a los directores asistir de improviso a las salas para constatar como percibe el público “sus obras de arte” y a que se puede deber -como en este caso-, el rotundo fracaso económico.

2.- Me pregunto, donde quedó la asesoría histórica de Jean Meyer, ya que lo que menos hay en la película es historia.

3.- Finalmente, pienso que se desperdició un buen guión como es el de la historia de la familia de Antonio Estrada, ya que seguir un poco la trama de “Rescoldo”, hubiera hecho entendible al público que hacían esos hombres en la sierra y la causa por la que luchaban.


Marco histórico de la película


La película se desarolla durante la presidencia del general Lázaro Cárdenas del Río (michoacano), quién perteneció al grupo sonorense -triunfador de la revolución mexicana-, integrado por Alvaro Obregón, Plutarco Elías Calles, Adolfo de la Huerta y el zacatecano Joaquín Amaro, masones, jacobinos, dispuestos a erradicar la religión católica.

El incumplimiento de los acuerdos de 1929, entre el Gobierno Federal y la Iglesia Católica, así como el recrudecimiento de la intolerancia religiosa que condujo al cierre de templos en 13 estados a finales de 1934 y a la prohibición del culto público en 17 estados en 1935, llevó a unos cuantos miles de excristeros, que no fueron asesinados por el gobierno al término de la Cristiada, a levantarse nuevamente en armas en lo que se llamó “la segunda”, comprendida entre los años de 1934 a 1938.
La inexactitud histórica de la trama, también es evidente, ya que la familia del coronel Estrada, siempre lo acompañó en sus campañas, pernoctando en una cueva o a la intemperie. Estas peripecias son precisamente lo que narra Antonio Estrada en su novela Rescoldo Los últimos cristeros.

Su lucha se efectuó en condiciones de suma precariedad y con poco apoyo económico y moral. Pudiera decirse que fue una lucha sin esperanza.

Quizás, esto es lo que trata de reflejar la película, pero sin ubicar nunca al espectador en la difícil situación de estos guerreros, lo que agudizado con la lentitud de la trama, la termina volviendo insoportablemente tediosa.




[1] El financiero, 19 de septiembre, Crítica de Concepción Moreno



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