miércoles, 16 de octubre de 2013

"SOBRE EL HECHO DE ESCRIBIR..."


por Teo Revilla Bravo

<<Teo, nació en Barruelo de Santullán, Palencia, España. La atmósfera norteña, los colores del campo y de la sierra, la naturaleza siempre esplendorosa de los contornos cántabros, unido al ambiente rudamente minero, vidas marcadas entre la esperanza y la angustia, hicieron brotar en el la sensibilidad que muy temprano le llevaría a la poesía y a la pintura como forma de expresión y sentimiento. Más tarde llegaría la posibilidad de que alguno de esos poemas fueran editados en revistas literarias y en algunos libros de antología poética.

En el 2008 pudo por fin editar su primer libro de poesías "LUCES Y SOMBRAS" que podría definirse como la formación de un concepto de la estética poética a través de recuerdos, semblanzas, sentimientos aún vivos, el hecho de la memoria entre simbologías y signos más allá de la mera anécdota o incluso de la dispersión. Recientemente acaba de aparecer en librerías "CALLADO SILENCIOS">>  
Hay que decir que Teo, además de poeta, es un magnífico escritor y un excelente pintor, que actualmente radica con su familia en Barcelona, España.

Su curriculum es muy amplio y largo de nombrar; sin embargo hay que mencionar que es el fundador, mecenas y director de un grupo de artistas y amigos: Órbita Literaria, en donde -aún los más novatos- hemos recibido una calurosa acogida. 
Teo, ha escrito sobre diversos tópicos de la escritura y el arte, que indudablemente deben ser difundidos, por su claro lenguaje, su profundidad y su actualidad. Éste es uno de ellos:


“Lo primero que tendríamos que saber es el valor intrínseco de la misma escritura como arma cultural. Qué se ha de escribir y para quién, por qué nos tenemos que interesar, cómo hacerlo sin caer en el ridículo de lo factible. Deberíamos reflexionar dos horas antes de ponernos a escribir una sola letra. La proposición no es nada fácil. Todo escritor comienza de verdad a serlo cuando ha entrado en el desespero personal, cuando ha sobrevivido al fracaso, a la intensa búsqueda de un estilo personal y ha aprendido a simplificar y a ser conciso por sencilla que sea su exposición.

No hace falta ser un intelectual ni conocer el ochenta por ciento de las palabras del diccionario, sino poseer un cierto sentido común. Hay que perder el miedo, la obsesión, el orgullo, para convertirnos, ante y con la palabra, en personas espontáneas. Se comienza a ser escritor cuando se ha dejado de rellenar huecos de insatisfacción personal, todo eso que comporta un aprendizaje, ceguera que se va disipando, esquematizaciones previas, básicas ideas filosóficas, producto todo ello de una ansiedad..., y que si bien al comienzo parece lanzarnos entusiastas, al cabo estorba y nubla. Uno ha de ir hacia la escritura lo más limpio posible de todo lastre, sin intencionalidades psicológicas expresas o de conveniencias profundas que atenazan. Luego, todo va dependiendo de las exigencias innatas de cada cual, de los impulsos frenéticos que devienen de la misma necesidad de expresión.

Lo primero que uno se ha de cuestionar es cómo hacerlo, cómo hallar la fórmula mágica. El parabién o la crítica mordaz de los otros, ayudan... Las cosas hay que decirlas con precisión y belleza, que nada falte, pero que tampoco agobie. La mayoría cae en el vicio fácil de ser barrocos y enrevesados en el idioma. Creemos que por buscar y rebuscar hallamos la quinta esencia de la literatura.

Un buen escritor sabe cuándo prescindir de palabras, de adjetivos o de frases enteras y cuando ha de entrar en una sintaxis que transcurra clara como las aguas de un manantial. La retórica y lo reiterativo, abruman al lector. ¿Cómo expresarse sin ambigüedades, cómo hallar el camino más corto y seguro?, ¿cómo hacerlo a sabiendas que hemos de mantener una calidad estética y estilística por encima de otras consideraciones?

Hay otra cuestión en la que centrarse y es en la de las influencias, tan perniciosas a veces como buenas otras, en las que nos dejamos sumisos caer. Si queremos ir hacia un estilo personal, debemos evitar el contagio de lo enfático aunque sea difícil librarse de él ya que lo normal es que mamemos de las directrices al uso o de guías procedentes de lecturas y más lecturas a lo largo de nuestra vida en un compendio casi espiritual de autores preferidos. Cuando estás en los comienzos, tomas referencias cercanas, te centras en quien admiras y acabas cayendo inevitablemente en su influjo. Este es el principal escollo una vez que se domina cierto manejo de la escritura. Hay que huir precipitadamente de las imitaciones que nos son conscientes y, sobretodo cómodas, porque corremos el peligro serio de que esos remedos acaben anulándonos estrepitosamente.

Otra cuestión nada fácil a veces: ¿estilo o contenido? No hay una respuesta en un sentido u otro ya que deben ir parejos. Hay quien por tendencia se mostrará como un estilista y, por el contrario, para otros, será más fundamental el contenido.

Escribir es complejo, es difícil. No es solamente sentarse y dar rienda suelta a la imaginación; es más arduo, entraña una mecánica, una dedicación permanente de disciplina, dosis grande de sensibilidad que es decir de arte. Si detectamos algún error más vale romperlo y comenzar de nuevo: hemos de estar al menos seguros y medianamente satisfechos con lo hecho. Hay que ser exigentes si lo que intentamos es mejorar, alejando la idea premeditada de obsesionarnos con la perfección, esa gran quimera. Las formas literarias han de permanecer, pero a la vez han de ser cambiantes, vivas, ya que corremos el peligro de envejecer con ellas.

El oficio de escritor como cualquier otro oficio salido de las profundidades del alma, para ser lo más libre posible, ha de ser anarquizante bajo control, espontáneo, fluido, utópico o mágico, dejar que las fronteras acaben de abrirse definitivamente, tender hacia ese horizonte lejano donde no se vislumbra final y recorrer el camino, siempre dificultoso, con optimismo. No se han de poner trabas al concepto creador o no seremos nadie. en este sentido De nada nos servirá dominar más o menos un leguaje, unas técnicas, si nos encerramos en unos clichés aprendidos, con férrea disciplina orientativa, en cualquier taller de literatura tan en boga. La obra de arte es una obra abierta donde todo se renueva; a la planta le salen brotes: es el estilo, el contenido, las mismas expresiones, la palabra, la sintaxis. Cuestión de hallar tono, musicalidad -sobre todo en poesía-, pero también en cualquier otro texto literario. Si el contexto no es poético e imaginario, ha dejado de conmover. Musicalidad gutural llevada al papel. Así componían los grandes músicos sus más bellas obras. El escritor ha de ser, por encima de toda norma académica, lingüística o filóloga, en general, libre. Como se vaya colocando amarres por temores propios o críticas ajenas, al quedar coartado, perderá lo mejor que lleva dentro.

Todo llega de una manera gradual, hay que dejarlo fluir simplemente, a través del ejercicio continuado y las lecturas. Así se adquiere experiencia, reflejos, madurez y, aún y todo, siempre estaremos lejos de nuestras posibilidades ingénitas. La mayoría de nuestros esfuerzos, sobre todo los insistentes, son un derroche de tiempo que acaba por dejarnos un poco más lejos del objetivo. Mientras vamos elaborando temas, en el subconsciente asoma y desarrolla, a la vez que se escribe la obra sin ataduras. Brota como una solución a tanto esfuerzo, como lo hace la flor más bella ante la cegadora claridad de la luz.
Colocarse a escribir es una aventura que ha de ser revelación, un desvelamiento en el sentido de que siempre ha de nacer de una manera espontánea a través de un propósito previo. Ser sensible observador, mirón empedernido, estar en el ajo de los acontecimientos en el día a día, con todos los sentidos bien despiertos...


Fuente: http://orbitaliteraria.spruz.com/

2 comentarios:

Teo Revilla Bravo dijo...

MI gratitud, Jorge, por hacer llegar este pequeño artículo a los amigos que compartimos este blog.
Un abrazo desde Barcelona.
Teo.

Jorge Pérez Uribe dijo...

Teo, la gratitud es mía, ya que desde hace algunos años, has sido para mí todo un maestro en estas cuestiones literarias, además de un amigo siempre pendiente.
Si bien este blog esta concebido como de información, análisis y reflexión, es evidente el interés de los amigos lectores por los temas de nuestra lengua, que son de consulta frecuente.
Es de esperar que los amigos que favorecen a este blog, sabrán reconocer la claridad, profundidad y actualidad de tus conceptos.

Un abrazo desde la ciudad de México