lunes, 10 de diciembre de 2018

¿SE VA LA VIRGEN DE GUADALUPE DE MÉXICO?




El video de marzo de 2018


Primero fue la Sra. Adriana Corona Gil, comunicadora de Guadalajara, que con fecha 19 de marzo del presente año difundió un vídeo que se hizo viral en época de elecciones. En tal vídeo la Sra. Corona afirmaba tener “locuciones” de Nuestro Señor Jesucristo a través de las cuales, el mismo, le comunicaba un mensaje para dar a conocer a otras personas. Ahí mismo afirmaba que tenía “autorización” de su Director Espiritual para difundir tal mensaje y que ella deseaba vivir en obediencia. 

El Padre Andrés Esteban López Ruiz, publicó entonces un escrito en el que aclaró que: 

1.- La Autoridad Competente para discernir sobre “presuntas apariciones y revelaciones” no es el Director Espiritual sino el Ordinario del lugar, es decir, el Obispo diocesano. En este sentido, la supuesta autorización a la que alude la Sra. Adriana Gil no es legítima y constituye una grave imprudencia, de verificarse, de su Director Espiritual. 

La autoridad a la que le corresponde el discernimiento es el Sr. Cardenal José Francisco Robles Ortega por pertenecer ella a la Arquidiócesis de Guadalajara. Es precisamente al Sr. Cardenal José Francisco a quien la Sra. debe ahora someter el juicio respecto a las presuntas “locuciones” que experimenta. Respecto a él, entonces, se verifica la “obediencia” a la que la Sra. manifiesta desear vivir. 

2. Respecto a los criterios que la Iglesia establece para discernir en estos casos, se toman en cuenta algunos aspectos positivos y algunos aspectos negativos. El segundo criterio negativo es enunciado de la siguiente manera: “b) Errores doctrinales que se atribuyen al mismo Dios o a la Santísima Virgen María o a algún santo.” 

En este caso, salvando el único juicio autoritativo en la materia, que le corresponde al Obispo, emito mi opinión teológica como una iluminación. En el contenido del mensaje se dice que: Nuestro Señor Jesucristo nos va a retirar a modo de castigo la presencia de la Virgen María de México sometiéndonos a una gran oscuridad. 

Esta idea es claramente un error doctrinal atribuido al mismo Dios puesto que contradice la fe que la Iglesia profesa en la “maternidad espiritual de María” que es un don irrevocable de Jesús para con todos los hombres a los cuales Jesús vino a salvar (CEC 501). Jesús entrega a María en la cruz al discípulo (Jn 19, 26-27) y al hacerlo le da un don irrevocable de su amor. Decir que Jesús retirará la presencia de María de México es señalar que nos quitará el auxilio de la “maternidad espiritual” de aquella que nos cuida como hijos por designio divino y esto contradice el mismo dato de nuestra Fe. Además de que contradice las palabras mismas de Santa María de Guadalupe, dirigidas al Bienaventurado San Juan Diego: “Que no estoy yo aquí que soy tu madre”. De modo que si Jesús nos ha dado a María para que ejerza una “maternidad espiritual” real y ella misma nos ha manifestado su presencia maternal en nuestras tierras afirmar lo contrario se aparta del “sentido mismo de la fe” que profesamos. 

El comunicado actual: “La mujer vestida de sol”


Ahora está circulando un nuevo escrito, que prescindiendo de cualquier fuente, hace afirmaciones blasfemas como: 

<<Yo Santa María de Guadalupe no estaré más en esta tierra mexicana hasta que haya sido purificada de sus abominaciones e idolatrías. 

Me voy de esta tierra que se paganiza y hace pacto con el maligno; más permanezco en mis pequeños Juan Dieguitos, almas consagradas a mi vuestra madre me quedo y permanezco para consolar, guiar, cuidar y proteger a todos mis hijos mis guerreros valientes vosotros los que en verdad me amáis y sois los retoños de mi corazón inmaculado y de la cruz de mi hijo, mis almas elegidas por vuestra fidelidad y amor a mí y a la Trinidad Sacrosanta […] 

México queda en manos del adversario a quien han llamado y con quien muchos hombres de esta mi tierra han hecho pacto. 

Dejo mi casa terrenal, El Cerrito del Tepeyac para resguardarme en los corazones de mis hijos los que me aman, con vosotros establezco y perpetuo mi pacto y establezco en cada uno de vuestros corazón en mi morada mi casita del Tepeyac.>> 

De este comunicado llama la atención la contradicción ya que "la Virgen se va, pero no se va, se queda en los corazones"; así como la ingenuidad con que es acogido, sin embargo lo que más sorprende es la ignorancia de muchos católicos, que si ya hubieran leído un poco de la Biblia, habría aprendido que “Dios es un Dios fiel”, "fiel a su pueblo y a sus promesas". Estos creyentes, más bien actúan como aquellos paganos que atribuían a sus dioses todos los defectos y pasiones humanas; pero incluso en ese caso habría que considerar si una buena madre abandona a sus hijos cuando estos están en dificultades. Lo peor es que ofenden gravemente a Jesucristo y a su Madre Santísima, al dudar de su lealtad y de sus promesas. 

Consideración histórica


Nunca ha sido tan difícil la situación para los habitantes de los pueblos hispanoamericanos, como la que siguió a los primeros 10 años de la conquista (1521). Todos los pueblos, incluso los que ayudaron al conquistador español fueron sojuzgados, convirtiéndose en esclavos, sus dioses, usos y costumbres fueron prohibidos. Más de 50,000 mexicas murieron como consecuencia de la peste declarada al no haber tierra suficiente donde enterrar sus muertos y de disentería y otros 15,000 fueron ejecutados por los aliados indígenas, que así cobraban las afrentas sufridas. 

La población indígena estaba siendo diezmada rápidamente, ya que de 25 millones que había al momento del arribo de los españoles, para ésta época llegaban a ser cerca de 17 millones. 

<<Para el indígena el mundo, su mundo, se desplomaba delante de sus propios ojos, todo se derrumbaba; todo se hacía nada. Los indígenas eran testigos de que sus dioses en nada habían valido, ¿dónde estaban, en dónde se encontraban ahora que tanto los necesitaban? ¿Dónde estaba el enérgico y recio Huitzilopochctli que tantos sacrificios humanos exigió a cada momento, dónde estaba aquél que era alimentado por los corazones y la sangre de sus hijos? ¿Dónde estaba aquél dios que supuestamente los guiaba con brazo cósmico? Entonces era cierto, luego era verdad, los dioses también habían muerto. 

Uno de los claros signos del estado de trauma que sufría el pueblo indígena fue la embriaguez […]. Ante los hechos una asombrado Motolinia declaraba como los indios “no querían entender otra cosa sino en darse a vicios y pecados” […] “Parece que el demonio a río revuelto introdujo las beoderas y se tomó licencia general que todos pudieran beber hasta caer, y los hombres volverse como brutos, de manera que como cesó la autoridad y poder de los jueces naturales para ejecutar sus oficios, cada uno tuvo licencia de hacer lo que quiso y de irse tras su sensualidad. No iba a ser fácil dignificar a este ser humano abatido, destruido, desmoronado, ante la catástrofe no sólo cultural sino esencialmente religiosa en la que había puesto toda su confianza y era la razón y el sentido de toda su existencia […] 

Otro problema y grave trauma fue el mestizaje; al inicio los indígenas entregaban a sus hijas y hermanas a los “dioses” españoles, pero al final, tampoco ellos amaban a lo engendrado pues era producto de violación. Los españoles, aunque embarazaron a infinidad de muchachas indias, simplemente ignoraron a sus propios descendientes. Condenándolos a ser parias, dolorosamente inadecuados y rechazados por los dos mundos que les habían dado el ser.>>[1]

Los frailes franciscanos y dominicos (12 y 12), eran a todas luces insuficientes para una labor masiva de conversión y protección de los indígenas. El recientemente nombrado arzobispo de México, el fraile franciscano Juan de Zumárraga, sufrió un intento de asesinato por un miembro de la Real Audiencia; por lo que los miembros de la Audiencia fueron excomulgados y se suspendió en culto en la Ciudad de México, marchándose de ella los frailes. 

Ante este panorama es que desesperado fray Juan de Zumárraga escribía a Carlos V: “Asimismo me parece es bien informar a Vuestra Serenísima Majestad de lo que a la fecha en ésta pasa, porque es cosa de tanta calidad, porque si Dios no provee con remedio de su mano está la tierra en punto de perderse totalmente, humanamente era ya imposible, sólo Dios podría sacar adelante a esta nueva tierra.” 

La respuesta de diciembre de 1531


Es en el período de Adviento, es decir, de preparación de la venida de Jesucristo, en el que su madre, María, nombre judío que une al árabe de Guadalupe, se aparece preñada –único caso de aparición de la Virgen esperando a su hijo-, que no se da en otras apariciones y vestida con el manto color turquesa propio de un rey o emperador, habla en náhuatl, al macehual Juan Diego y le deja gravada su imagen en su tilma, imagen que es un perfecto códice, el cual los pobladores del Anáhuac fácilmente podían entender, y lo entendieron y lo difundieron, primeramente el forma oral y después tal vez en forma de códices ya que no les era fácil hacer una pintura al estilo europeo. 

Que la población indígena encontró una nueva razón de vivir, un nuevo sentido a su vida, es un hecho. Se estima que las conversiones al cristianismo fueron de ocho a nueve millones en tan sólo siete años. Los frailes no se darían abasto para bautizar a tantos indígenas que querían abrazar el cristianismo. 

En la siguiente década la población indígena empezaría nuevamente a aumentar, y los mestizos empezarían a ser aceptados, constituyendo la base de una nueva nación. 

La Guadalupana sólo expresó un deseo o petición: “Deseo vivamente que se me erija aquí un templo, para en él mostrar y dar todo mi amor, compasión, auxilio y defensa, pues yo soy vuestra piadosa madre, a ti, a todos vosotros juntos los moradores de esta tierra y a los demás amadores míos que me invoquen y en mí confíen; oír allí sus lamentos y remediar todas sus miserias, penas y dolores.”

Y así ha sido por 487 años, pese a invasiones, gobiernos masónicos y persecuciones.


[1] Eduardo Chávez Sánchez, La Verdad de Guadalupe, Litográfica FCA, S,A. de C.V., 3ª.edición, México, 2012

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