El año de 2011 fue un año singular en la región del Magreb, en el que varios regimenes fueron sacudidos por revueltas sociales y que ocasionó la caída de modernos sátrapas como el rey Zine El Abidine Ben Ali de Túnez, Muamar El Kadafi de Libia y Hosni Mubarak de Egipto. Las revueltas iniciaron con el año en el pequeño país de Túnez, éste movimiento fue conocido a nivel mundial como la revolución del jazmín.
El analista internacional Alfredo Jalife-Rahme comenta sobre este suceso: <<La revolución del jazmín, una revolución genuinamente juvenil de supervivencia, ha conjugado dos hambrunas (la material y la espiritual) y ha inspirado a los desempleados universitarios famélicos de Jordania, Yemen y Egipto (by the time being): interconectados por las redes sociales y la espléndida cobertura de la televisión qatarí Al Jazeera.>>
La revolución del jazmín y su celeridad pasmosa han cautivado al mundo árabe de 360 millones, gracias a la estupenda cobertura de la televisora qatarí Al-Jazeera.
Su etiología –en el diminuto país magrebino (163 mil 610 kilómetros cuadrados y 10.5 millones de habitantes) relativamente próspero– fue el alza de los alimentos y la gasolina en medio del desempleo masivo que flagela a sus universitarios y a su clase media, una de las mejor educadas del mundo árabe (con libaneses y palestinos) que ostenta un envidiable lugar 17 mundial en su calidad del sistema de educación superior, según el Reporte de competitividad global (del neoliberal Foro Económico Mundial de Davos).
Su detonador fue la inmolación de Muhamed Buazizi, hoy icono de la revolución del jazmín: universitario desempleado (ya suena a pleonasmo) de 26 años, a quien la policía confiscó las frutas y verduras que vendía por carecer de permiso, en la ciudad central de Sidi Buzid, lo cual dejaba sin sustento a su familia.
La inmolación de Buazizi, imitada por otros suicidios juveniles contestatarios, constituyó la metáfora de la muerte en vida de los universitarios desempleados quienes perdieron el miedo y protestaron en las calles durante tres semanas, pese al uso desproporcionado de la fuerza (120 muertos) por una policía de corte medieval –significativamente reprobada por el ejército, para conseguir la fuga del tirano republicano apoyado hasta el último segundo por EU y Francia, [...]
Es la primera vez en la historia moderna del mundo árabe que un tirano es derrocado por las protestas callejeras, lo cual, a juicio de varios analistas, puede provocar un efecto dominó en la región. >>[1]
En tan solo quince días la revolución se propaga a Egipto. El iniciador es el “Movimiento 6 de Abril”. El objetivo es el derrocamiento del dictador Hosni Mubarak, que gobierna Egipto desde hace 36 años.
Alfredo Jalife-Rahme nos narra otros antecedentes: << Más allá de su alianza con el hipermilitarismo de EU y GB, además de su apoyo a Israel en su infanticidio de palestinos de Gaza, existieron tres señales fatídicas:
1. protestas de los obreros del delta del Nilo por las alzas de los alimentos en 2008 que condujeron a la creación libertaria del internauta Movimiento del 6 de abril, sin ninguna afiliación política y aliado al grupo de miserables (literal) Kafaya (¡Ya basta!);
2. descarado fraude totalitario en las recientes elecciones legislativas, y
3. matanzas, sumadas de su asfixia cultural y política, de los coptos cristianos (10 por ciento de la población).
Si se tardaron los jóvenes egipcios en rebelarse legítimamente, a fortiori, Obama –ya no se diga sus variados antecesores– se demoró mucho más en percatarse de que uno de los óptimos aliados intemporales de EU en la región, el octogenario Mubarak, es uno de los peores déspotas del planeta, quien deseaba colocar de sucesor a su hijo, el banquero Gamal, anterior ejecutivo de Bank of America en Londres, quien se benefició con la ola privatizadora neoliberal [...]
Su trascendencia geopolítica –el más poderoso ejército árabe y décimo lugar militar mundial– radica tanto en representar el puente entre África y Asia como en su posesión del superestratégico canal de Suez, que conecta el mar Mediterráneo al mar Rojo y al océano Índico, donde transita un sustancial porcentaje del petróleo regional.
Egipto, país vibrante y asiento de varias civilizaciones miríficas superpuestas, representa el corazón y la mayor población del mundo-árabe (23 por ciento del total), en su aplastante mayoría juvenil: 60 por ciento menor a 30 años de edad.
La juvenil revolución del jazmín y sus aromas irredentistas epitomiza también una genuina revolución demográfica en el mundo árabe, en particular, y en el islámico, en general.
En Egipto, 4.3 por ciento de la población tiene más de 65 años, segmento demográfico al que pertenece Mubarak, con 82 años.
Su recién nombrado vicepresidente (cargo vacante desde que Mubarak accedió a la presidencia hace 30 años), teniente general Omar Suleiman –superespía responsable de los torturadores Mukhabarat (servicios secretos)– tiene casi 75 años, también con patología física (amén de la siquiátrica, consustancial de los verdugos).
El recién nombrado primer ministro, mariscal de aviación Ahmed Shafik, tiene 69 años.
El jefe del ejército (ministro de Defensa en el despedido gobierno de Ahmed Nazif, tecnócrata millonario y de familia monarquista), mariscal de campo Mohamed Hussein Tantawi Soliman, tiene 75 años.
Se trata de una autocracia de bisabuelos (dicho respetuosamente) que reprime y suprime a sus bisnietos con una brecha de tres generaciones: ¡gerontocracia infanticida!
Casi 60 por ciento de los egipcios, de 30 años de edad para abajo, aún no nacía cuando Mubarak accedió, primero a la vicepresidencia y, luego a la presidencia, de lo que se desprende su desconexión mental con la realidad ambiental humana, lo cual le permitió durante dos eternas generaciones la tríada de EU-GB-Israel por conveniencia geopolítica y globalista financierista. >> [2]
Aunque Alfredo Jalife-Rahme no lo menciona hay un denominador común en todos estos movimientos: los “Hermanos Musulmanes”, cofradía con antigüedad de 84 años, con origen atribuido a Gran Bretaña, pero que actualmente tiene sospechosas ligas con Estados Unidos. Mubarak es derrocado y la casta militar gobernante pacta con los Hermanos Musulmanes. Se celebran las primeras elecciones libres del país; el nuevo gobierno será encabezado por un presidente civil adscrito a la cofradía de los Hermanos Musulmanes, elegido por el 63% de una escasa participación del 32% de la ciudadanía, Mohamed Mursi –ingeniero formado en la Universidad de California, con dos de sus cinco hijos de nacionalidad estadounidense. Mientras la revuelta se extiende a Marruecos, Argelia, Libia, Yemen y a Sudán.
El presidente Mohamed Mursi coloca a la gente de la Hermandad en todos los puestos claves de la administración, así como en el parlamento.
Por otra parte los Hermanos Musulmanes, conjuntamente con los salafistas [3] buscan implementar la omnímoda ley coránica de la Sharia [4]
El presidente egipcio Muhamed Morsi, a los pocos días de su investidura se arrogó por decreto, alarmantes poderes autocráticos, que sometían al Poder Judicial y cuyos jueces se insubordinaron insólitamente. Así mismo promueve una constitución que restringe las libertades y busca instaurar la Sharia. Ante ello la oposición de laicos, mujeres y coptos cristianos, aterrados de sufrir persecuciones teológicas de la Sharia llenan nuevamente la plaza Tahrir. Ante las violentas protestas, Muhamed Morsi no tiene más remedio que cancelar su decreto autocrático y solicitar increíblemente la protección del ejército para impedir la toma del palacio presidencial por los ultrajados manifestantes, quienes se sienten traicionados de haber detonado la Revolución de las Pirámides y que, por la ley del número democrático/demográfico, les fue arrebatada en las urnas por los muy hábiles Hermanos Musulmanes.
Para estas alturas el régimen que los Hermanos Musulmanes ha instaurado en Túnez ha caído.
Abdel Fatá el Sisi ministro de Defensa, elegido por Mohamed Morsi por sus impecables credenciales religiosas, dentro de unas fuerzas armadas caracterizadas por el secularismo, con el apoyo popular depone al presidente Morsi. Ante ello la Hermandad Musulmana mueve a sus adeptos que son reprimidos con algunas bajas.
Adly Mansur, titular de la Suprema Corte Constitucional es designado presidente interino de Egipto. Su tarea, en la transición, será sin embargo de la mayor importancia, pues deberá redactar una nueva Carta Magna, aparte de convocar a elecciones.
Interesantes son las declaraciones del padre Rafik Greiche, responsable de prensa de la Conferencia Episcopal Católica de Egipto: <<Algunos medios occidentales lo presentan como un golpe de Estado; pero se produce cuando unos oficiales se hacen con el poder y actúan sin el respaldo del pueblo. Sin embargo, esto no es lo que sucedió ayer en Egipto. Además, el ejército quiso evitar el derramamiento de sangre con que amenazaron los Hermanos Musulmanes. Por eso ha intervenido.
Los Hermanos Musulmanes no estaban preparados para gobernar. Además lo que les importaba era la institución de un califato islámico y no, en primer lugar, Egipto. Esto no lo ha aceptado el pueblo. >> Y finaliza refiriéndose al futuro: <<La oposición no islámica ha encontrado una nueva unidad. Pero lo decisivo es que la juventud dirija la política, y no lo contrario. Ahora hay que integrar a los jóvenes de la plaza de Tahrir; no se les puede excluir de nuevo, como sucedió en la revolución de 2011. >>
Desde que el Ejército egipcio sacó a Morsi de su oficina el pasado 3 de julio, seguidores de la Hermandad Musulmana y su brazo político, el Partido Libertad y Justicia, han realizado protestas masivas y plantones en todo el país. En El Cairo y en otras partes, manifestaciones de opositores han derivado en violencia.
Hay varias cifras sobre las víctimas de los disturbios de este sábado en el barrio de Nasr City, donde simpatizantes de Morsi intentaron bloquear un puente. La zona es considerada un bastión del expresidente.
El Ministerio no ha respondido una solicitud de CNN para aclarar el número.
Tensiones en aumento
Los opositores a Morsi tomaron las calles este viernes y durante la madrugada de este sábado para celebrar al Ejército que lo sacó de su cargo.
El general Abdel Fattah al Sisi, jefe de la milicia, llamó a manifestaciones masivas para apoyarlo a él y al Ejército para terminar con el "terrorismo".
La Hermandad Musulmana condenó las declaraciones y las calificó como "provocación a la violencia y al odio"
[1] La Jornada, 16 de enero de 2011, Bajo la lupa
[2] La Jornada, 30 de enero de 2011, Bajo la lupa
[3] Paridarios del movimiento sunnita que reivindica el retorno a los orígenes del islam, fundado en el Corán y la Sunna.o colección de dichos y hechos atribuidos a Mahoma y transmitidos en forma oral
[4] Ley islamíca o musulmana, que constituye a los estados musulmanes en teocráticos.