sábado, 16 de febrero de 2013

LA RENUNCIA DE BENEDICTO XVI (En sus palabras y las de sus cercanos)







Presencié en la semana, la entrevista que Sabina Bermann realizó al “sociólogo de la religión” Bernardo Barranco. Durante una hora, el entrevistado hizo gala de sus conocimientos de la ciencia política, pero imperdonablemente -para su especialidad- pasó por alto, que no son los mismos motivos los de un hombre de mundo que los de un hombre de Dios; ya sea, que trate de un católico, protestante, ortodoxo, judío o musulmán 


La renuncia


El lunes 11 de febrero, cumpliendo con lo estipulado por el Derecho Canónico, -en forma pública, ante un consistorio cardenalicio y en presencia del decano-, manifestó el Pontífice: <<Os he convocado a este Consistorio, no sólo para las tres causas de canonización, sino también para comunicaros una decisión de gran importancia para la vida de la Iglesia. 

Después de haber examinado ante Dios reiteradamente mi conciencia, he llegado a la certeza de que, por la edad avanzada, ya no tengo fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio petrino. Soy muy consciente de que este ministerio, por su naturaleza espiritual, debe ser llevado a cabo no únicamente con obras y palabras, sino también y en no menor grado sufriendo y rezando. 


Sin embargo, en el mundo de hoy, sujeto a rápidas transformaciones y sacudido por cuestiones de gran relieve para la vida de la fe, para gobernar la barca de San Pedro y anunciar el Evangelio, es necesario también el vigor tanto del cuerpo como del espíritu, vigor que, en los últimos meses, ha disminuido en mí de tal forma que he de reconocer mi incapacidad para ejercer bien el ministerio que me fue encomendado. 

Por esto, siendo muy consciente de la seriedad de este acto, con plena libertad, declaro que renuncio al ministerio de Obispo de Roma, Sucesor de San Pedro, que me fue confiado por medio de los Cardenales el 19 de abril de 2005, de forma que, desde el 28 de febrero de 2013, a las 20.00 horas, la sede de Roma, la sede de San Pedro, quedará vacante y deberá ser convocado, por medio de quien tiene competencias, el cónclave para la elección del nuevo Sumo Pontífice. 

Queridísimos hermanos, os doy las gracias de corazón por todo el amor y el trabajo con que habéis llevado junto a mí el peso de mi ministerio, y pido perdón por todos mis defectos. 

Ahora, confiamos la Iglesia al cuidado de su Sumo Pastor, Nuestro Señor Jesucristo, y suplicamos a María, su Santa Madre, que asista con su materna bondad a los Padres Cardenales al elegir el nuevo Sumo Pontífice. Por lo que a mi respecta, también en el futuro, quisiera servir de todo corazón a la Santa Iglesia de Dios con una vida dedicada a la plegaria. 

Vaticano, 10 de febrero 2013 >> 


Estado de salud del Pontífice


En 1991 sufrió un ictus o hemorragia cerebral que lo tuvo hospitalizado 10 días en la clínica Pío XI de Roma, le fue implantado un marcapasos hace años, que según un diario italiano, le fue sustituido discretamente hace 3 meses, padece hipertensión arterial, sufrió desmayos en 2009 y 2011, en México. Tiene 50% de artrosis en la cadera derecha, por lo que camina con bastón, apenas ve con el ojo derecho, y aunque no confirmado se dice que padece diabetes. Sujeto a una rigurosa dieta hace años, no puede viajar a lugares con una altitud mayor a 2000 metros. En los últimos meses, siempre por motivos de salud, ha disminuido sus compromisos públicos, sus viajes y las audiencias. 

El sacerdote Alois Messerer, párroco de Sinbach am Inn (Alemania) y sobrino segundo del pontífice (su abuelo era hermano del padre de Joseph Ratzinger) aseguró que el nuevo pontífice "no quería ser Papa, porque se sentía demasiado anciano y porque había sufrido algunos problemas cardiacos". 

<<Un día después de su elección al Solio Pontificio, el 20 de abril de 2005, su hermano mayor, Georg, dijo que no sentía una alegría "ilimitada" por la elección, ya que le preocupaba la salud del Pontífice. "Espero que su salud aguante", dijo Georg Ratzinger, que precisó que la salud del papa, en ese momento de 79 años, "no es estable". >>[1] También hizo la confidencia de que había padecido no uno, sino dos ictus, antes de su elección como Pontífice. 

El 16 de abril de 2012 al cumplir 85 años dijo Benedicto XVI, en alemán, durante el oficio de la mañana en la capilla vaticana: "Me encuentro frente al último tramo en el camino de mi vida". El pontífice añadió que confiaba en que la luz de Dios le ayudara a "proceder con seguridad". 

Previamente el domingo en la oración dominical en la Plaza de San Pedro había comentado “El próximo jueves, con motivo del séptimo aniversario de mi elección para la Sede de Pedro, les pido sus oraciones, para que Dios me dé la fuerza para cumplir la misión que me ha encomendado” 

La prensa entonces apuntaba: <<Sus comentarios, aunque inocuos, son el indicio más claro hasta ahora de que Benedicto XVI no tiene intenciones de renunciar, pese a su edad y su debilidad creciente.>> 

Después de su viaje a México y Cuba, Georg Ratzinger, dijo a la agencia católica alemana de noticias KNA "Creo que ya no viajará mucho más, porque es cada vez un esfuerzo más grande."[2], pero ante la proximidad de una conflicto bélico en medio Oriente, viajó posteriormente a El Líbano. 


El mensaje de fe de su renuncia


Para los creyentes no será casualidad la relación la relación entre Juan Pablo II y la Virgen de Fátima, en cuya festividad fue herido de muerte. El Papa relataría después que "su mano milagrosa desvió la bala" que habría de matarle. 

En el caso de Benedicto XVI, profesa una particular devoción a la Nuestra Señora de Lourdes y según Vittorio Messori <<El Papa se siente enfermo porque es muy anciano, así que yo creo que él ha elegido precisamente ese día para reconocerse como enfermo entre los enfermos. Y también para hacer un homenaje y una especie de invocación a la Virgen: no solamente a la Virgen de Lourdes, sino a la Virgen en cuanto tal. >>[3] 

Vittorio Messori periodista de La Stampa, inició una amistad con el Papa, a partir del libro-entrevista «Informe sobre la fe», de 1985, al entonces prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. 

Ante la opinión de que Benedicto XVI, se ha rendido Messori contesta: << Existen aparentes rendiciones que en realidad son un signo de fuerza, de humildad. La libertad católica es mucho más grande de cuanto se piensa. Existen temperamentos diversos, historias diversas, carismas diversos, y todos ellos se han de respetar porque forman parte de la sacrosanta libertad del creyente. En Juan Pablo II prevalecía el lado místico, era un místico oriental. Mientras en Ratzinger prevalece la racionalidad del occidental, del hombre moderno. Por ello, se dan dos posibles elecciones: la mística, la del Papa Wojtyla, que persevera y resiste hasta el final; o la elección de la razón, como Ratzinger: reconocer que no se tienen ya las energías físicas y que la Iglesia, por el contrario, necesita una guía con grandes energías, por lo que, por el bien de la Iglesia, es mejor dejarlo. Ambas decisiones son evangélicas. 

Ratzinger tiene clarísimo que no estamos llamados a salvar a la Iglesia, sino a servirla, y si no puedes más, la sirves de otro modo, te arrodillas y rezas. La salvación es una cuestión que atañe a Cristo. [...] 

Así que me parece que estas dimisiones van en esta línea, en el sentido de no tomarse demasiado en serio. Haz hasta el final tu deber y, cuando te des cuenta de que no puedes más, que las fuerzas ya no te acompañan, entonces recuerdas que la Iglesia no es tuya y pasas a ser testigo, y vas a hacer un trabajo para la Iglesia que, en la perspectiva de la Iglesia es el mayor, el más valioso: el trabajo de rezar y el trabajo de ofrecer a Cristo tu sufrimiento. Lo veo como un acto de gran humildad, de conciencia de que le toca a Cristo salvar a la Iglesia, nosotros, pobres hombres, no tenemos que salvarla, incluso si eres el Papa. >>[4] 



[1] El día.es, 13 de febrero de 2013
[2] El Economista, 16 de abril de 2012
[3] El 11 de febrero es la festividad de Nuestra Señora de Lourdes
[4] http://www.religionenlibertad.com/articulo.asp?idarticulo=27674

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