domingo, 24 de mayo de 2020

SOBRE LAS RUINAS DEL ESTADO DEMOCRÁTICO, SE CONSTRUIRÁ EL ESTADO MARXISTA

AMLO clave en el relevo de tres Ministros

Presentación

Indudablemente la pandemia del Covid19 nos distrae de muchos otros problemas: como son el desmantelamiento de las instituciones creadas a lo largo de varias décadas y regímenes:, tales como el Seguro Popular, los Albergues para Mujeres Maltratadas,  y las Estancias Infantiles, entre otros.

Por otro lado está el control de las Cámaras de Diputados y Senadores, de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, de organismos constitucionales autónomos como son: el Instituto Nacional Electoral (INE) y la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), el Sistema Nacional de Información Estadística y Geográfica (INEGI), la Comisión Federal de Competencia Económica (Cofece), el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT), el Instituto Nacional de Evaluación de la Educación (INEE), el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales y la Fiscalía General de la República; organismos que serán controlados o eliminados...

El Presidente dijo que esta pandemia "le venía como anillo al dedo a la 4a. Transformación" y así con la mayoría de diputados y senadores en casa, se ha tratado de dar "golpes de estado legislativos" con reformas que van contra las garantías individuales, incluso.

Ante las negras perspectivas económicas que pronostican un PIB negativo de al menos -7%, AMLO descalifica las estándares económicos y establece los suyos de "bienestar".

El periodista y analista político Pablo Hiriart, nos comenta en tres análisis de la semana pasada, la demolición de lo existente, para crear un estado totalitario al estilo castrista o chavista, que será llamado "estado de bienestar"

Jorge Pérez Uribe


El Presidente está en 'shock'



Pablo Hiriart | 18/05/2020 

Jamás en su larga carrera política Andrés Manuel López Obrador ha aceptado una derrota, y ahora se enfrenta a la más rotunda e inapelable de todas: la realidad le ha mostrado que su presidencia es un fracaso.

En sólo 15 meses la 4T se ha desmoronado como un castillo de arena. 

Igual que en todas las ocasiones anteriores, López Obrador ha reaccionado mal y no acepta que está equivocado, aunque en esta ocasión se va a llevar al país al precipicio junto con sus obsesiones. 

La caída de México hacia las profundidades del desempleo, la pobreza y los delitos patrimoniales no tendrá límites mientras siga López Obrador en la Presidencia con su negación de la debacle. 

El Presidente está en shock y es tarea urgente que salga de ese estado. 

Con respeto a su investidura, alguien tiene que decirle que no puede seguir así. 

El líder populista que entusiasmó a millones con un discurso vehemente que prometía mejores condiciones de vida y justicia para las mayorías, está destruyendo un gran país.

Nos va a enfrentar a mexicanos contra mexicanos.

Los empleadores serán los culpables de la pauperización de las clases medias y del sufrimiento de los sectores populares.

Ante el fracaso de su proyecto, López Obrador ha comenzado, políticamente, a delirar.

Y ahí el problema no es suyo, sino de todos.

El desenlace de este experimento basado en ocurrencias y una supuesta sabiduría popular, puede acabar en tragedia.
O con el desgajamiento de la nación.

Marcelo Ebrard, Olga Sánchez Cordero, Arturo Herrera, Ricardo Monreal, que son personas capaces y –en mi opinión– de buena fe, tienen la responsabilidad política de hacerle ver la realidad.

No puede haber mejores ingresos si no se crea riqueza.

Es imposible crear dos millones de empleos cuando la realidad nos dice que en tres quincenas se perdieron 753 mil puestos de trabajo formales.

Sólo en abril se perdieron 18 mil 500 empleos al día.

Anuncia el Presidente un estado de bienestar que se financiará quién sabe cómo, porque la economía va a pique.

Sin mejoría económica no hay posibilidad de que el Estado obtenga recursos para atender sus obligaciones básicas.

La realidad le ha dicho a López Obrador que con su política económica no habrá crecimiento del PIB a 4 por ciento, como prometió. Vamos a caer a -7, si bien nos va.

¿No va a crecer el PIB? Peor para el PIB opina el Presidente, hay que eliminarlo como medición del comportamiento de la economía.

¿La economía va muy mal? Peor para la economía. Ya no hay que ser materialistas, sino fijarse objetivos espirituales y la felicidad del pueblo. Así lo plantea en su reciente ensayo 'La nueva política económica en tiempos del coronavirus'.

El pueblo no puede ser feliz si empobrece más. Si no hay trabajo. Si la delincuencia va al alza, los crímenes aumentan, la violencia contra la mujer es progresiva, y los cárteles de las drogas se empoderan de una manera alarmante por ausencia de Estado.

Todo eso lo niega López Obrador.

Sostiene el Presidente que va a llegar más inversión extranjera, cuando cambiamos las reglas y clausuramos sus proyectos con consultas populares ilegales.

Habrá más empleo si se cierran las fuentes de trabajo. Imposible.

En el mundo los países se pelean por tener inversión privada y así mover sus economías, pero aquí la secretaria de Energía emitió nuevas reglas para el Sistema Eléctrico Nacional que frenan la inversión privada en el sector.

Están en curso 26 proyectos en energías limpias, en pruebas y listos para iniciar, con inversión de tres mil 604 millones de dólares y la generación de 16 mil 200 empleos. Para abajo.

Y para abajo también 18 proyectos en construcción, con dos mil 821 millones de dólares en inversión y creación de 13 mil 317 puestos de trabajo.

Hay protestas de países que tienen empresas trabajando en México (de la Unión Europea y Canadá). “Este acuerdo se une al resto de las medidas, cambios en las leyes que atentan contra la inversión en energías renovables en el país...”, dijo la embajada canadiense.

Ese es el mensaje del gobierno mexicano al mundo: no queremos inversión extranjera. Aléjense.

Se van a alejar, sin duda. Dejamos de ser un país confiable para la inversión extranjera.

A la inversión nacional se le castiga cuando hay que salvarla, y así atenuar los efectos de la recesión y los estragos de la pandemia.

¿El próximo año nos recuperamos?

No. Con empresas destruidas no será posible levantar la economía, hasta que se rehagan o surjan nuevas.

Desaparece el Seguro Popular y ahora se ofrece atención médica gratuita para todos. Pero este año de emergencia epidemiológica le recortaron mil 500 millones de pesos a la Secretaría de Salud en el primer trimestre. No cuadra.

Con la obsesión petrolera, en los tres primeros meses de 2020 perdimos el equivalente a cuatro años el presupuesto de la Secretaría de Salud.

El gobierno despilfarra y López Obrador le pide “a la iniciativa privada, a la sociedad”, que se coopere para comprar respiradores artificiales.

Conacyt solicita a los científicos y académicos del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) que donen dos o tres meses del importe de sus estímulos para enfrentar necesidades urgentes derivadas de la pandemia.

¿Y el dinero del gobierno? Se lo gastaron en buscar más petróleo y en una refinería. Sobró, eso sí, para comprar un estadio de béisbol (que costó un tercio de lo que le quitaron a Salud este primer trimestre).

Fustiga AMLO al sector privado. “Que quiebren” las empresas que tengan que quebrar, dijo.

Nada más que ahí está el 94 por ciento de los empleos formales del país.

Manda a la quiebra a quienes generan los impuestos que permiten al gobierno funcionar, y el sueldo de los empleados mueve el consumo, el IVA, el IEPS.

Demeritó a las personas que tienen una profesión: el pueblo que no estudió sabe más que ellos, dijo.

Y se ufana públicamente, urbi et orbi, de que él terminó su licenciatura en 14 años y con un promedio de 7.8.

Así no se puede seguir. Sus colaboradores deben decírselo y sacarlo del shock en que se encuentra.

En los medios nacionales y extranjeros ve conspiradores, y a los expertos les tiene una particular inquina: cometieron el error –imperdonable para él–, de estudiar.

Por ahí no es el camino para que se sobreponga y corrija.
A los únicos que tal vez escuche, lo tienen que intentar.

En sólo 15 meses la 4T se ha desmoronado como un castillo de arena. 

Igual que en todas las ocasiones anteriores, López Obrador ha reaccionado mal y no acepta que está equivocado, aunque en esta ocasión se va a llevar al país al precipicio junto con sus obsesiones.

La caída de México hacia las profundidades del desempleo, la pobreza y los delitos patrimoniales no tendrá límites mientras siga López Obrador en la Presidencia con su negación de la debacle.

El Presidente está en shock y es tarea urgente que salga de ese estado.

Con respeto a su investidura, alguien tiene que decirle que no puede seguir así.

El líder populista que entusiasmó a millones con un discurso vehemente que prometía mejores condiciones de vida y justicia para las mayorías, está destruyendo un gran país.

Nos va a enfrentar a mexicanos contra mexicanos.

Los empleadores serán los culpables de la pauperización de las clases medias y del sufrimiento de los sectores populares.

Ante el fracaso de su proyecto, López Obrador ha comenzado, políticamente, a delirar.

Y ahí el problema no es suyo, sino de todos.

El desenlace de este experimento basado en ocurrencias y una supuesta sabiduría popular, puede acabar en tragedia.

O con el desgajamiento de la nación.

Marcelo Ebrard, Olga Sánchez Cordero, Arturo Herrera, Ricardo Monreal, que son personas capaces y –en mi opinión– de buena fe, tienen la responsabilidad política de hacerle ver la realidad.

No puede haber mejores ingresos si no se crea riqueza.

Es imposible crear dos millones de empleos cuando la realidad nos dice que en tres quincenas se perdieron 753 mil puestos de trabajo formales.

Sólo en abril se perdieron 18 mil 500 empleos al día.

Anuncia el Presidente un estado de bienestar que se financiará quién sabe cómo, porque la economía va a pique.

Sin mejoría económica no hay posibilidad de que el Estado obtenga recursos para atender sus obligaciones básicas.

La realidad le ha dicho a López Obrador que con su política económica no habrá crecimiento del PIB a 4 por ciento, como prometió. Vamos a caer a -7, si bien nos va.

¿No va a crecer el PIB? Peor para el PIB opina el Presidente, hay que eliminarlo como medición del comportamiento de la economía.

¿La economía va muy mal? Peor para la economía. Ya no hay que ser materialistas, sino fijarse objetivos espirituales y la felicidad del pueblo. Así lo plantea en su reciente ensayo 'La nueva política económica en tiempos del coronavirus'.

El pueblo no puede ser feliz si empobrece más. Si no hay trabajo. Si la delincuencia va al alza, los crímenes aumentan, la violencia contra la mujer es progresiva, y los cárteles de las drogas se empoderan de una manera alarmante por ausencia de Estado.

Todo eso lo niega López Obrador.

Sostiene el Presidente que va a llegar más inversión extranjera, cuando cambiamos las reglas y clausuramos sus proyectos con consultas populares ilegales.

Habrá más empleo si se cierran las fuentes de trabajo. Imposible.

En el mundo los países se pelean por tener inversión privada y así mover sus economías, pero aquí la secretaria de Energía emitió nuevas reglas para el Sistema Eléctrico Nacional que frenan la inversión privada en el sector.

Están en curso 26 proyectos en energías limpias, en pruebas y listos para iniciar, con inversión de tres mil 604 millones de dólares y la generación de 16 mil 200 empleos. Para abajo.

Y para abajo también 18 proyectos en construcción, con dos mil 821 millones de dólares en inversión y creación de 13 mil 317 puestos de trabajo.

Hay protestas de países que tienen empresas trabajando en México (de la Unión Europea y Canadá). “Este acuerdo se une al resto de las medidas, cambios en las leyes que atentan contra la inversión en energías renovables en el país...”, dijo la embajada canadiense.

Ese es el mensaje del gobierno mexicano al mundo: no queremos inversión extranjera. Aléjense.

Se van a alejar, sin duda. Dejamos de ser un país confiable para la inversión extranjera.

A la inversión nacional se le castiga cuando hay que salvarla, y así atenuar los efectos de la recesión y los estragos de la pandemia.

¿El próximo año nos recuperamos?

No. Con empresas destruidas no será posible levantar la economía, hasta que se rehagan o surjan nuevas.

Desaparece el Seguro Popular y ahora se ofrece atención médica gratuita para todos. Pero este año de emergencia epidemiológica le recortaron mil 500 millones de pesos a la Secretaría de Salud en el primer trimestre. No cuadra.

Con la obsesión petrolera, en los tres primeros meses de 2020 perdimos el equivalente a cuatro años el presupuesto de la Secretaría de Salud.

El gobierno despilfarra y López Obrador le pide “a la iniciativa privada, a la sociedad”, que se coopere para comprar respiradores artificiales.

Conacyt solicita a los científicos y académicos del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) que donen dos o tres meses del importe de sus estímulos para enfrentar necesidades urgentes derivadas de la pandemia.

¿Y el dinero del gobierno? Se lo gastaron en buscar más petróleo y en una refinería. Sobró, eso sí, para comprar un estadio de béisbol (que costó un tercio de lo que le quitaron a Salud este primer trimestre).

Fustiga AMLO al sector privado. “Que quiebren” las empresas que tengan que quebrar, dijo.

Nada más que ahí está el 94 por ciento de los empleos formales del país.

Manda a la quiebra a quienes generan los impuestos que permiten al gobierno funcionar, y el sueldo de los empleados mueve el consumo, el IVA, el IEPS.

Demeritó a las personas que tienen una profesión: el pueblo que no estudió sabe más que ellos, dijo.

Y se ufana públicamente, urbi et orbi, de que él terminó su licenciatura en 14 años y con un promedio de 7.8.

Así no se puede seguir. Sus colaboradores deben decírselo y sacarlo del shock en que se encuentra.

En los medios nacionales y extranjeros ve conspiradores, y a los expertos les tiene una particular inquina: cometieron el error –imperdonable para él–, de estudiar.

Por ahí no es el camino para que se sobreponga y corrija.


A los únicos que tal vez escuche, lo tienen que intentar.


El auténtico despeñadero




Pablo Hiriart | 22/05/2020 


A medida que nos hundimos en la estulticia y la mediocridad, algunos comienzan a darse cuenta del daño que hicieron al golpear hasta la saciedad al presidente Peña Nieto y promover a un político populista, destructivo y sin preparación para gobernar. 

En economía ya no quieren ni medir el PIB (que iban a hacer crecer al cuatro por ciento), y el autoritarismo llega a tales extremos que en su equipo de trabajo no se atreven a contar bien los contagios y los fallecimientos por Covid-19, para no hacerlo enojar. 

Poco falta para llegar a la caricatura del ¿cuántos muertos hay? Los que usted diga, señor Presidente. 

¿Qué les hizo Peña Nieto? ¿Qué les robó? ¿Perdieron su empleo, los dejó sin becas, sin medicinas? 

Fue un presidente con luces y sombras, pero básicamente sensato. Sin odios ni rencores. Ligero de soportar. 

Dejó al país creciendo por encima del promedio mundial. Creó cuatro millones de empleos. México exportó más manufacturas que todo el resto de América Latina junta. El salario creció 11.7 por ciento encima de la inflación. Sacó a dos millones de personas de la pobreza extrema. Sus grandes obras públicas tenían sentido de futuro: duplicó la capacidad operativa de los puertos y arrancó un potente aeropuerto internacional en Texcoco que se pagaba solo. 

A este gobierno le dejó 300 mil millones de pesos en el Fondo de Estabilización de Ingresos Presupuestarios (FEIP), inversión extranjera nueva –y en fierros– por 193 mil millones de dólares. El IMSS pasó de números rojos a negros y al concluir el sexenio se le inyectaron 73 mil millones de pesos en reservas financieras. 

La 'casa blanca', sí, la 'casa blanca'. Resulta que una vez detonado el escándalo –no ilegal pero sí muy cuestionable por conflicto de interés–, a Juan Armando Hinojosa (Grupo Higa) no se le dio un solo contrato en el gobierno federal y todos los contratos con gobiernos estatales le fueron cancelados, como lo recordó hace un par de semanas en estas páginas Raymundo Riva Palacio, un crítico vertical y consistente de EPN. 

Hubo sensibilidad y reacción ante el malestar de la opinión pública. 

Y ahora, ¿qué tal? Setenta y siete por ciento de las obras públicas se entregan por asignación directa. 

Se desdeña, como “un ataque a nuestro proyecto”, el tráfico de influencias denunciado por la venta de respiradores artificiales al IMSS, casi al doble de precio. Al fiscal general de la república (persona honorable, en mi particular opinión) lo puso Morena. 

¿Dónde están los colectivos 'por una Fiscalía que sirva', 'no al fiscal carnal' y las ONG que protestaban, argumentaban y eran escuchadas en el sexenio anterior? 

Hubo corrupción, sí, pero no de la magnitud que la propaganda de Morena y sus comentaristas (ex) afines decían. Y se creó un andamiaje institucional para evitarla y castigarla. 

López Obrador tiró el Sistema Nacional Anticorrupción. Le recortó el presupuesto a la ciencia, a la tecnología. Desmanteló el Seguro Popular. Demolió la reforma educativa. Congeló la reforma energética y perdemos hasta la camisa con la obsesión petrolera. Nos arrodillamos ante Trump, le hacemos el trabajo sucio en el sur y en el norte. Al mismo que anuncia que el muro en la frontera será pintado de negro para que atraiga más calor y queme al que intente cruzarlo, nuestro gobierno le agradece y lo llama 'amigo', el que 'se conoce en las desgracias'. 

Peña cometió el error de recibir a Trump en Los Pinos durante su campaña. Y el actual Presidente no lo va a recibir, sino que va a ir a darle las gracias a Estados Unidos, en julio, en plena recta final de la campaña por su reelección. ¿Gracias de qué? 

Hubo decoro en la relación con Estados Unidos: Peña respondió a cada uno de los agravios de Trump y le canceló la reunión tripartita ya agendada, en Washington, con el premier canadiense, por un tuit agresivo hacia México. Ese decoro se perdió. Capitulamos ante el prepotente. 

Peña renegoció el Tratado de Libre Comercio, sin desdoro para México. 

Terrible lo del bache en el paso exprés de Cuernavaca que costó la vida de dos personas. Se investigó y fue un problema de filtración de agua. ¿No? Ahí quedaron el gobernador de Morelos y la administración federal, para decir y probar lo contrario. Nada. En cambio en Tlahuelilpan 130 personas murieron calcinadas el año pasado, en un festín de huachicol que funcionarios de Pemex inspeccionaron, reportaron cinco horas antes de la tragedia, y se dejó correr hasta que ocurrió la explosión. Eso es negligencia criminal. ¿Alguna protesta? Cero.  

Peña reaccionó tarde en la masacre de Iguala, sin duda, pero se investigó y encarceló a más de un centenar de asesinos materiales e intelectuales. En este gobierno, cuyos máximos exponentes se colgaron de la matanza para hacer campaña –a pesar de que todos los involucrados eran aliados políticos suyos–, han dejado libres a más de la mitad de los detenidos, incluyendo al que coordinó el secuestro y la masacre. 

Hubo muchos muertos en la lucha contra la delincuencia, y ahora hay más, con manga ancha a los grupos criminales que se rehicieron porque el gobierno los mima. 

La crítica denunció el influyentismo y la mayoría de las voces fueron atendidas: cayó el director de la Procuraduría del Consumidor, su camarada. Y el director de la Comisión Nacional del Agua, su amigo. Cesó al director de Pemex a mitad del sexenio, su compañero de campaña, y sin el paracaídas del fuero legislativo. 

Hubo 498 mil millones de pesos para ciencia y tecnología, becas para estudiar en el extranjero, para estudiar en centros de excelencia, para criticar al presidente en los medios y en los cubículos, y financiamiento para películas contra él y su partido. 

Ahora, ¿qué tal? ¿Los escuchan? ¿Cómo ven a 'Napito' en el Senado y a otros forajidos de la 4T? Bonita la renovación, ¿verdad? ¿Todo bien con el Estado de derecho? 

Guadalupe Loaeza lo puso en el primer párrafo de su colaboración de ayer en Reforma: “Con sus dichos, Andrés Manuel López Obrador nos golpea, nos violenta, nos ofende, nos maltrata, nos ningunea, nos madrea, nos hiere, nos invisibiliza, como cualquier golpeador”. 

No valoraron a un presidente sensato y sin rencores, y se echaron en brazos del personaje que bien describe Guadalupe Loaeza, quien seguramente votó por él. 

Se equivocaron con Peña. Se equivocaron con AMLO. 

Ahora sólo queda ver cómo frenamos la caída del país en el despeñadero del desempleo, la delincuencia, el empobrecimiento, la desatención a la salud, el desprecio a los médicos, a la ciencia y a quien piensa diferente.


La sombra del despotismo





Pablo Hiriart | 20/05/2020

Dicen los taurinos que cuando uno está en el ruedo nunca hay que perder de vista la cara del toro porque un descuido puede ser fatal. 

Así estamos los ciudadanos y las instituciones ante las copiosas iniciativas del gobierno y su partido contra las libertades y los bienes de la población. 

Por lo visto, ayer se cayó el intento del dirigente de Morena a fin de que “el INEGI debe entrar, sin impedimento legal, a revisar el patrimonio inmobiliario y financiero de todas las personas”. 

El Presidente señaló su desacuerdo con el proyecto luego de que amplios sectores de la sociedad lo rechazaran, al igual que parlamentarios de todos los partidos, incluidos algunos de Morena. 

Sin embargo, sería un error cantar victoria –perderle la cara al toro–, porque el despotismo estatista es consustancial a la ideología del partido gobernante y de los más altos funcionarios de la actual administración. 

Van ejemplos concretos de sus intenciones, algunas de las cuales fructificaron porque tienen mayoría en el Congreso: 

-Hace tres semanas el Presidente envió a la Cámara de Diputados un proyecto mediante el cual se le otorgan al Ejecutivo plenos poderes para modificar el Presupuesto aprobado. Con ello hacía letra muerta las facultades del Legislativo en materia presupuestal. Ese golpe, que contó con el apoyo entusiasta del coordinador de Morena en la Cámara baja, Mario Delgado, se enfrentó a un bloque opositor unido, sin fisuras en defensa de la separación de poderes, y el líder morenista en el Senado, Ricardo Monreal, advirtió que “no pasará”. 

-La plana mayor del gobierno llevó al Senado un proyecto con más de 15 reformas constitucionales y un nuevo Código Penal Federal, que proponía la pérdida de la libertad a cualquier persona acusada de un delito. Con ello el gobierno podría recluir a quien quisiera, antes de ser juzgado, por el hecho de tener una denuncia en su contra. Autorizaba el espionaje telefónico a los contribuyentes y a los integrantes de partidos políticos. El discurso de presentación se hizo, pero debieron regresar con el mamotreto bajo el brazo porque se les dijo que era una monstruosidad impasable. 

-Se aprobó la Ley de Extinción de Dominio, por la que se autorizó al gobierno confiscar bienes a sospechosos de delitos contra la salud, corrupción y trata de personas, seis meses antes de que exista una denuncia formal en su contra. Es decir, sin juicio ni fallo judicial de por medio. Y el bien incautado no necesariamente debe ser del sospechoso, sino de quien le rentó la casa o la oficina o el coche donde se pudo haber cometido el ilícito. El gobierno puede vender ese bien, y si el acusado resulta inocente ya no recupera la casa familiar ni la oficina que era suya, sino que el gobierno le da una cantidad de dinero que, en su opinión, cubre el monto de lo incautado. Esa arma está a disposición de los actuales gobernantes y jalarán el gatillo cuando lo necesiten. 

-Dos veces llevó al Pleno de los diputados el coordinador de Morena la iniciativa presidencial para que, en violación al artículo 16 constitucional, la Unidad de Inteligencia Financiera de Hacienda pueda ordenar el congelamiento de cuentas bancarias sin necesidad de una orden judicial. Las dos veces se rechazó la iniciativa presidencial que convertía a la UIF –es decir, al gobierno– en juez y parte. La oposición se mantuvo unida y algunos legisladores de Morena también votaron en contra de la iniciativa, a pesar del apoyo entusiasta de su coordinador. 

(El Presidente y su partido traen pleito casado con el artículo 16 de la Constitución: “Nadie puede ser molestado en su persona, familia, domicilio, papeles o posesiones, sino en virtud de mandamiento escrito de la autoridad competente, que funde y motive la causa legal del procedimiento”). 

-El pasado 21 de abril, el diputado de Morena, Edelmiro Santiago Santos, presentó una iniciativa para estatizar el manejo de los recursos que hay en las Afore. “El manejo de las cuentas individuales se haga utilizando una institución financiera existente a cargo del Estado (el Banco del Bienestar)”, dice el texto publicado en la Gaceta Parlamentaria. 

-Un fuerte golpe a la propiedad privada se publicó en la Gaceta de la Ciudad de México en febrero de 2019. Fue la Ley Constitucional (sic) de Derechos Humanos, por la cual se prohibían los desalojos de personas que no pagaran la renta de una casa habitación, terreno o departamento. Luego de protestas y reclamos, la jefa de Gobierno frenó esa ley que protegía al infractor y castigaba al propietario, y daba el visto bueno al congelamiento de rentas y la invasión de terrenos en la capital del país. 

-En Baja California se cambió la Constitución local para que el mandatario electo pudiera extender en tres años su periodo para el cual fue electo. Esa maniobra contó con el apoyo activo de la entonces presidenta de Morena, Yeidckol Polevnski, y con la operación política del actual subsecretario de Gobernación, Ricardo Peralta. La Suprema Corte invalidó ese “fraude a la democracia”. 

Ahí hay algunos ejemplos que sustentan por qué no se puede bajar la guardia ante un gobierno y un partido al que le estorban las libertades individuales y desprecia el sector privado de la economía. 

Cancelan proyectos aprobados y ejecutados, con inversiones de miles de millones de dólares, con lo que ahuyentan inversiones. 

Realizan consultas populares ilegales para golpear a empresas. 

Desechan, sin tomarse la molestia de leer, un paquete de 68 medidas propuesto por los empleadores a fin de proteger la economía del país. 

Exigen a los inversionistas en energías que se disculpen con México porque eran parte del 'saqueo neoliberal'. 

Cero apoyo a empresas para mantenerse en pie, conservar a sus trabajadores y no romper las cadenas de producción, que están compuestas por empresas y por personas que consumen y pagan impuestos. 

Usted dirá hacia dónde nos quiere llevar la actual administración. 

Y por qué no hay que perder de vista la cara del toro.


1 comentario:

Unknown dijo...

Estimado Jorge:
Te felicito por tus comentarios y por ser una persona de convicciones.ñ