jueves, 22 de agosto de 2013

SI DIOS ES TAN PODEROSO, ¿POR QUÉ PERMITE EL MAL?





Esta es una pregunta frecuente que no hacemos cuando resentimos la maldad humana, cuando vemos tanta injusticia y tanto crimen impune. Leía en estos días, en una nota sobre la matanza de cristianos en Egipto una opinión airada: “¿Y mientras tanto que hace Dios?” Entendiendo la rabia de esta persona, no pude sino responderle: “Respetando la libertad de sus perseguidores, aunque éstos sean unos asesinos”. Recordé entonces una catequesis del ahora Papa Emérito, Benedicto XVI, quién en su audiencia del miércoles 30 de enero de este año trató el tema al abundar sobre la frase del Credo católico “Creo en Dios Padre todopoderoso” [1]

<<Pero podemos preguntarnos: ¿cómo es posible imaginar a un Dios todopoderoso, al mirar la cruz de Cristo? ¿En este poder del mal, que llega a matar al Hijo de Dios? Sin duda que quisiéramos una omnipotencia divina según nuestros esquemas mentales y nuestros deseos: un Dios "todopoderoso" que resuelva los problemas, que intervenga para evitarnos los problemas, que le gane al adversario, y que cambie el curso de los acontecimientos y anule el dolor. Por lo tanto, hoy en día muchos teólogos dicen que Dios no puede ser omnipotente, de lo contrario no podría haber tanto sufrimiento, tanta maldad en el mundo. De hecho, ante el mal y el sufrimiento, para muchos, para nosotros, es problemático, es difícil creer en Dios Padre y creer que es todopoderoso; algunos buscan refugio en los ídolos, cediendo a la tentación de encontrar una respuesta en una supuesta omnipotencia "mágica" y en sus promesas ilusorias.


Sin embargo la fe en Dios Todopoderoso nos lleva por caminos muy diferentes: tales como aprender a conocer que el pensamiento de Dios es diferente al nuestro, que los caminos de Dios son diferentes de los nuestros (cf. Is. 55,8), e incluso su omnipotencia es diferente: no se expresa como una fuerza automática o arbitraria, sino que se caracteriza por una libertad amorosa y paternal. En realidad, Dios, al crear criaturas libres, dándoles libertad, renunció a una parte de su poder, dejando el poder en nuestra libertad. Así, Él ama y respeta la respuesta libre de amor a su llamado. Como Padre, Dios quiere que seamos sus hijos y que vivamos como tales en su Hijo, en comunión, en plena intimidad con Él. Su omnipotencia no se expresa en la violencia, no se expresa en la destrucción de todo poder adverso como quisiéramos, sino que se expresa en el amor, en la misericordia, en el perdón, en la aceptación de nuestra libertad y en la incansable llamada a la conversión del corazón; en una actitud aparentemente débil --Dios parece débil si pensamos en Jesucristo orando, que se deja matar. ¡Una actitud aparentemente débil, hecha de paciencia, de mansedumbre y de amor, muestra que este es el camino correcto para ser poderoso! ¡Esta es la potencia de Dios! ¡Y este poder vencerá! El sabio del libro de la Sabiduría se dirige así a Dios: "Tú eres misericordioso con todos, porque todo lo puedes; cierras los ojos ante los pecados de los hombres, esperando su arrepentimiento. Amas a todos los seres que existen... ¡Eres indulgente con todas las cosas, porque son tuyas, Señor, amante de la vida!".

Solo quien es realmente poderoso puede soportar el mal y mostrarse compasivo; solo quien es verdaderamente poderoso puede ejercer plenamente el poder del amor. Y Dios, a quien pertenecen todas las cosas, porque todas las cosas fueron hechas por Él, revela su fuerza amando todo y a todos, en una paciente espera de la conversión de nosotros los hombres, que quiere tener como hijos. Dios espera nuestra conversión. El amor todopoderoso de Dios no tiene límites, hasta el punto de que "no retuvo a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros" (Rm. 8,32).

La omnipotencia del amor no es la del poder del mundo, sino es aquella del don total, y Jesús, el Hijo de Dios, revela al mundo la verdadera omnipotencia del Padre dando su vida por nosotros pecadores. Este es el verdadero, auténtico y perfecto poder divino: Entonces el mal es en verdad vencido porque es lavado por el amor de Dios; entonces la muerte es definitivamente derrotada porque es transformada en don de la vida. Dios Padre resucita al Hijo: la muerte, el gran enemigo (cf. 1 Cor. 15,26), es engullida y privada de su veneno (cf. 1 Cor. 15, 54-55), y nosotros, liberados del pecado, podemos acceder a nuestra realidad de hijos de Dios.

Es así que cuando decimos "Creo en Dios Padre Todopoderoso," expresamos nuestra fe en el poder del amor de Dios, que en su Hijo muerto y resucitado vence el odio, la maldad, el pecado y nos da vida eterna: aquella de los hijos que quieren estar siempre en la "Casa del Padre". Decir "Creo en Dios Padre Todopoderoso", en su poder, en su modo de ser Padre, es siempre un acto de fe, de conversión, de transformación de nuestros pensamientos, de todo nuestro amor, de todo nuestro modo de vida. >>

Recientemente el Papa Francisco ha complementado esta enseñanza al afirmar: "Dios no se cansa nunca de perdonarnos, nosotros somos los que nos cansamos de pedir perdón"




[1] Fuente:  http://www.zenit.org/article-44322?l=spanish

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Casi al inicio de este artículo pregunta cómo Dios todo poderoso mira a su hijo Jesús en la cruz, si Él es Todopoderoso. Pero pocas personas pueden ver que Dios veía el pecado de todos nosotros en la persona de su Hijo Jesús, y este es un claro ejemplo de que al final Dios Todopoderoso y lleno de amor castigara al pecador, de lo contrario para que hubiera permitido la crucifixión de Jesús.

Y por otra parte Dios no creo el mal, ni creo a satanás, él creo a un ángel sabio, el mejor de todos pero eligió el mal, no lo digo yo sino que, lo puedes encontrar en la biblia.

El mal tiene un límite, mientras tanto Dios respeta nuestras decisiones buenas o malas , nos creo como agentes morales y algún día conoceremos las consecuencias de lo que elegimos.

Para mucha gente es fácil echarle la culpa a Dios en crear o permitir el mal, pero hemos sido nosotros los que fallamos, y para otro grupo de personas el sacrificio de Jesús en la cruz de cargar con los pecados de todos fue simplemente un gran desperdicio universal, pero para mi es el más grande milagro y no una derrota de Jesús, sino que con su sangre derramada pagó por mis mas horribles pecados.

Si alguien piensa en que Dios creo el mal es porque algo paso en su vida, alguna tragedia, con lo cual ni siquiera cree en Dios, ha sido una persona lastimada, y ahora amargada, que solo culpa a todos los demás de su estado, pero de eso Dios no tiene la culpa y en su infinito amor el nos acepta como somos, nos cura, nos ayuda a sanar las heridas del corazón, las que ningún médico pueda sanar.

Que religioso puede sonar todo esto, sin embargo todo este asunto es tan real, que en el medio oriente nunca ha terminado la guerra religiosa, y el odio crece cada día más, solo que nosotros en este lado del mundo lo vemos muy diferente, no nos damos cuenta que todo gira al rededor de esa zona de conflicto, las bolsas van a la baja no lo podemos negar, pero en nuestro microcosmo tenemos que elegir entre hacer el bien o el mal o echarle la culpa a Dios

Jorge Pérez Uribe dijo...

Estimado Anónimo: Creo que su ilustrada opinión viene a redondear el asunto del post, que busca resaltar como Dios respeta nuestra libertad, y no manda mortíferos rayos ante nuestra maldad, sino que sigue buscándonos para perdonarnos. Obviamente es también un Dios justiciero ante el cual tendremos que comparecer al fin de nuestra vida para dar cuenta de nuestros actos.

Un abrazo.

Anónimo dijo...

Dios nos concedes la Libertad de elegir algunos eligen ser malos y otros buenos pero Dios toma incluso los actos mas horribles y los usa para el bien como la Cruz

Jorge Pérez Uribe dijo...

Estimado Anónimo: Parece increíble que cuando analizamos el efecto del mal, en nuestra vida o en otras vemos que de él han surgido cosas buenas.

Un abrazo.